El tratamiento médico es la tercera causa de muerte en Estados Unidos
Por myreddays
Los tratamientos médicos son la tercera causa de muerte en EEUU, según publicó el “Journal of the American Medical Association” (JAMA 2000: 284:483-485).
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Fuente:
https://www.youtube.com/watch?v=8JF7T…
https://www.youtube.com/user/iHealthTube
http://www.ihealthtube.com/
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Dr. Glidden: http://fire-your-md-now.com/
La medicina ya es la 1º causa de muerte
Los tratamientos médicos
constituyen ya la primera causa de muerte
En un artículo publicado en el periódico digital independiente DictaduraGolbal.es en enero de 2011 se afirma que en Estados Unidos mueren 780 mil personas al año por errores médicos: cirugías innecesarias, efectos dañinos de medicamentos e infecciones adquiridas en los propios hospitales. El número de efectos dañinos o perjudiciales de los medicamentos está aumentando en todo el mundo año tras año, llegando, en ocasiones, a causar la muerte.
En España no es posible conocer en qué punto nos encontramos, puesto que no existe organismo alguno que contabilice el número de casos de este tipo, tal vez porque no interesa a la profesión médica y hospitalaria en general, como tampoco interesa a la industria farmacéutica.
Para acercarnos un poco podemos tomar como referencia los datos de países con una dependencia de la medicina basada en la tecnología y en el medicamento similar a la que posee nuestro país.
En un estudio publicado en Estados Unidos a finales del año 2010, por una organización no lucrativa bajo el título “Death by Medicine” (Muerte por la Medicina), se llegó a la conclusión de que la medicina causa más daño que beneficio. Esta conclusión se extrajo tras el exhaustivo análisis de investigaciones, diarios médicos y estadísticas.
En el año 2001, de 278 millones de personas, 8’9 millones fueron hospitalizados innecesariamente y 2’2 millones de esos hospitalizados sufrieron reacciones adversas causadas por los medicamentos administrados en los hospitales.
En 2003, según fuentes hospitalarias, se llevaron a cabo 7’5 millones de intervenciones médicas y quirúrgicas innecesarias.
Evidentemente, son cifras muy elevadas, pero aún resulta más llamativo el número de muertes causadas por el deficiente funcionamiento del sistema sanitario, ya que según este informe, en Estados Unidos, durante un año murieron 783.936 personas; todas ellas por causas como reacción a medicamentos en hospital o fuera del hospital, malnutrición, errores médicos, infecciones, procedimientos innecesarios, problemas en cirugías, etc.
Los autores de este estudio (“Death by Medicine”) afirman, según fuentes de DictaduraGlobal.es, que el sistema médico en Estados Unidos es el principal causante de muerte y lesión. Aunque esta denuncia pueda parecer innovadora, ya en 1994 el médico Lucian L. Leape denunció los hechos en un artículo titulado “El error en Medicina”, donde llegaba a la conclusión de que en Estados Unidos morían al año 180.000 personas por iatrogenia (acto médico dañino); años más tarde el propio Leape duplicaría la cifra.
En 1999, otro estudio convertía a la Iatrogenia en la tercera causa de muerte en Estados Unidos y cuatro años después, la cifra de 250.000 pasa a 783.936, convirtiéndose en la primera causa de muerte ¿Sucede esto en el resto de países de Occidente?
En Inglaterra en 2001, un estudio realizado por el University College de Londres, situó la cifra en 700.000 muertos al año por causas médicas adversas en hospitales, sin contar todas las otras variantes tenidas en cuenta por “Death by Medicine”.
En el año 2000 también en Canadá se realizó un estudio similar, supervisado por la Universidad de Calgary en el que constaba que durante el año 2000 se podrían haber evitado entre 9.250 y 23.750 muertes hospitalarias.
Una de cada 13 personas ingresadas en un hospital tuvo algún tipo de “incidente adverso” y, una vez más, se reiteró la necesidad de cambiar el “hábito” que impide a la comunidad médica informar de estos incidentes, ya que en gran parte, es en la información en donde reside el problema.
Todos los estudios mencionados sobre estas reacciones adversas, bien hospitalarias, bien a medicamentos, coinciden en dos cosas importantes: la importancia del problema y la necesidad de cambiar la “cultura médica” al respecto.
Diversos estudios exponen la reticencia de la profesión médica a informar de esos errores y, si ellos no dan el paso, las profesiones del ámbito envolvente tampoco lo harán, en la mayoría de los casos por miedo a las represalias y porque la información nunca es del todo completa.
El desconocimiento de las interacciones negativas de los medicamentos haría que las consecuencias iatrogénicas permaneciesen ocultas a los propios médicos, añadido al miedo a ser demandado. La solución sería la despenalización de ese tipo de errores, según el cirujano y expresidentes del Colegio Oficial de Médicos de Barcelona, Ramón Trias Rubiés.
La sociedad actual señala el error como castigable y culpabilizable, por eso fácilmente se cae en la tentación de ocultar u omitir un error.
Evidentemente, esta forma de actuar oculta datos y dificulta la actuación para evitar errores reiterados. Cuando se garantiza el anonimato a la profesión médica la percepción del error cambia, tal y como queda demostrado en el mencionado informe, donde se comprueban los efectos iatrogénicos reales.
Aún en la actualidad resulta posible consultar en la mencionada revista casos concretos donde, a pesar del respeto al anonimato de sus protagonistas, se analizan detalladamente los errores cometidos.
Es posible que la profesión médica crea verdaderamente que apenas existen errores e incluso es posible que los laboratorios no estén interesados en llegar al fondo de la cuestión e incluso resulta posible que las gerencias de los hospitales tengan sus dudas por no enfrentarse a los médicos, pero ¿y la administración pública?
En España, todo este panorama es diferente ya que el problema no ha sido analizado con la atención que se le ha dedicado en el exterior, ni parece que vaya a hacerse a corto plazo a pesar de que la Agencia Nacional de Medicamentos a afirmado que entre un 4% y un 6% de los ingresos en hospitales se producen por errores de medicación.
A pesar de la escasez de datos, existen estudios parciales como puede ser el de la Evolución de Nosocomiales en los hospitales españoles (EPINE) en el que consta que el 6’8% de los pacientes ha sufrido alguna infección intrahospitalaria.
El problema es que estas estadísticas son incompletas, que no profundizan en la gravedad del tema ni lo cuantifican en vidas ni a nivel económico. La transferencia de competencias a las Comunidades Autónomas hace que cada cual vaya en una dirección y que al usuario le resulte cada vez más difícil reclamar, siempre y cuando sea consciente de haber sido damnificado.
La confianza ciega en el médico propicia el limbo ideal que todos parecen querer mantener hasta que a uno le toca y ahí sólo queda recurrir a alguna asociación dedicada a ayudar a pacientes víctimas de errores médicos, como puede ser la Asociación del Defensor del Paciente. Actualmente, la búsqueda de justicia en el ámbito sanitario suele ser un asunto lleno de dolor y desesperación y, la mayoría de las veces, casi inútil.
Solamente tras la infección en un hospital del Alcorcón con hepatitis C, la Comunidad de Madrid se ha comprometido a crear un Observatorio para registrar los incidentes adversos que tengan lugar en la sanidad de la comunidad. Sólo queda esperar a ver si realmente funciona y se ponen en marcha mecanismos de seguimiento de estos errores.
La Asociación de Víctimas de Negligencias Médicas (AVINESA) reclama la creación de un Observatorio a nivel estatal similar al que se está creando a nivel europeo que permita tener conocimiento del número de casos adversos que tienen lugar en España cada año y qué se hace para evitarlos. Tal vez convendría tener en cuenta el estudio realizado por la Universidad de Salamanca sobre los ingresos hospitalarios motivados por medicamentos, a ver si en algún momento tenemos datos serios en nuestro país.
En Estados Unidos se consideraron las siguientes medidas muy eficaces, según una encuesta realizada a adultos:
– Dar a los médicos tiempo para estar con los pacientes;
– Solicitar a los hospitales el desarrollo de sistemas para evitar errores médicos;
– Mejor preparación de los profesionales de la salud;
– Exigir que las unidades de cuidados intensivos cuenten sólo con especialistas;
– Que los hospitales informen de los errores serios a alguna agencia estatal;
– Aumentar el número de enfermeras;
– Reducir horas de trabajo a médicos en prácticas para evitar la fatiga.
En resumen, debería empezar a controlarse el gasto sanitario evitando el despilfarro en tratamientos médicos paliativos o sintomáticos y frecuentemente iatrogénicos
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