Bohemian Grove: El campamento secreto de los más ricos y poderosos de EE.UU.
En medio de un precioso bosque de secuoyas de Monte Río, en el condado estadounidense de Sonoma (California), Bohemian Grove se convierte cada año en un campamento de verano para algunos de los hombres más poderosos del mundo.
Los rumores acerca de actividades desenfrenadas y rituales paganos salpican a este evento organizado por el misterioso Bohemian Club, pero otros temen que en este lugar se estén tomando sin control algunas importantes decisiones que afectan al Gobierno y al comercio de la mayor potencia del mundo.
El Bohemian Club es una sociedad privada y exclusivamente masculina que se encuentra en Taylor Street, en San Francisco. Fue fundada en 1872 por miembros del periódico San Francisco Chronicle para crear un vínculo entre los diferentes círculos culturales de la ciudad.
Sin embargo, en poco tiempo el club se abrió a otros grupos sociales y pronto acabó bajo el control de los hombres más ricos y poderosos de San Francisco.
El perfil actual de un socio del Bohemian Club es el de un varón blanco de mediana edad y, normalmente, aunque no siempre, simpatizante del Partido Republicano.
La lista de espera para acceder al club es de más de quince años, con un precio de entrada de 25.000 dólares más una cuota anual de 5.000 dólares.
Cada solicitud es sometida a examen, lo cual significa que hay que tener muy buenos contactos y haber estudiado en algunas de las universidades más prestigiosas de Estados Unidos.
Entre sus miembros se cuentan un buen número de expresidentes de la nación, como Eisenhower, Nixon, Ford, Reagan y los dos Bush, junto con otros nombres conocidos: desde Mark Twain, Jack London y William Randolph Hearst hasta Clint Eastwood y los Rockefeller.
Los rumores acerca de actividades desenfrenadas y rituales paganos salpican a este evento organizado por el misterioso Bohemian Club, pero otros temen que en este lugar se estén tomando sin control algunas importantes decisiones que afectan al Gobierno y al comercio de la mayor potencia del mundo.
El Bohemian Club es una sociedad privada y exclusivamente masculina que se encuentra en Taylor Street, en San Francisco. Fue fundada en 1872 por miembros del periódico San Francisco Chronicle para crear un vínculo entre los diferentes círculos culturales de la ciudad.
Sin embargo, en poco tiempo el club se abrió a otros grupos sociales y pronto acabó bajo el control de los hombres más ricos y poderosos de San Francisco.
El perfil actual de un socio del Bohemian Club es el de un varón blanco de mediana edad y, normalmente, aunque no siempre, simpatizante del Partido Republicano.
La lista de espera para acceder al club es de más de quince años, con un precio de entrada de 25.000 dólares más una cuota anual de 5.000 dólares.
Cada solicitud es sometida a examen, lo cual significa que hay que tener muy buenos contactos y haber estudiado en algunas de las universidades más prestigiosas de Estados Unidos.
Entre sus miembros se cuentan un buen número de expresidentes de la nación, como Eisenhower, Nixon, Ford, Reagan y los dos Bush, junto con otros nombres conocidos: desde Mark Twain, Jack London y William Randolph Hearst hasta Clint Eastwood y los Rockefeller.
Bohemian Grove abarca más de 1.000 hectáreas, aunque la zona del club es bastante menor. El primer campamento en Bohemian Grove tuvo lugar en 1893 en terreno alquilado que el club acabó comprando a un leñador en 1899.
Ahora acoge entre 2.000 y 3.000 asistentes cada verano repartidos en pequeños campamentos de acuerdo con su perfil y experiencia.
El programa, de dos semanas de duración, incluye charlas, pasatiempos y actos pensados para hacer contactos.
Los ocupantes de esta tienda son Porter Garnett, George Sterling y Jack Johnson. |
Todo empieza con la peculiar ceremonia de «la quema de las preocupaciones». Los asistentes, situados al borde un pequeño lago, observan cómo algunos miembros escogidos, vestidos con togas rojas y encapuchados, sacrifican una imagen llamada Dull Care, poniéndola en una barca a la que se prende fuego y se empuja hacia el lago.
Se dice que este ritual simboliza el adiós a las preocupaciones diarias mientras dura el encuentro.
Todo esto ocurre bajo la mirada de un gran búho que mide más de 12 metros y que es la mascota del club. A algunos les resulta inquietante la ceremonia de cremación por su similitud con ciertos rituales paganos.
Hasta se ha llegado a afirmar, sin fundamento alguno, que se han realizado sacrificios humanos como parte del ritual, cuando en realidad, la ceremonia (y el campamento en general) recuerda más bien a las bromas de las hermandades universitarias.
Al parecer, el asunto tiene menos que ver con rituales secretos y más con hombres de mediana edad que quieren revivir su juventud bebiendo en exceso, escuchando los discos de Grateful Dead, fumando puros y orinando en los árboles.
Quizá sea más legítimo criticar al campamento por permitir que un puñado de los más influyentes políticos, hombres de negocios y militares del mundo occidental mantengan reuniones completamente opacas.
Cuenta la leyenda, por ejemplo, que el Proyecto Manhattan que condujo a la creación de la bomba atómica se ideó en Bohemian Grove durante una reunión en 1942. O que en 1967 Richard Nixon dio allí el discurso que le abrió la puerta a la presidencia de EE.UU.
A los poderosos les gusta reunirse a puerta cerrada y el Bohemian Grove es un buen ejemplo de ello. Foto: Mesa en Owls Nest Camp, 1967. |
Aunque los miembros de este club no tengan como objetivo crear un nuevo orden mundial, su mera existencia no ayuda a convencer de que vivimos en una sociedad transparente y democrática.
Un argumento en defensa del club, frente a las acusaciones de que es una élite conspiradora que dirige acontecimientos nacionales e internacionales, es su lema, sacado de la obra El sueño de una noche de verano de Shakespeare: «Las arañas que tejen no vienen aquí».
Esto quiere decir que los asuntos de los miembros no deberían cruzar la puerta.
El perímetro de Bohemian Grove está vigilado todo el año y especialmente durante el verano, aunque en los últimos años algunos intrusos han logrado acceder, pese a que está vetada la entrada a los medios de comunicación y no pueden informar al respecto.
Esta vigilancia tan estricta ha hecho sospechar que es un lugar donde se toman decisiones en nuestro nombre, pero sin nuestro conocimiento.
Las palabras de la activista californiana Mary Moore, una de las fundadoras en los 1980s de una organización que se opone a las actividades que se llevan a cabo en el Bohemian Grove, añaden más dudas sobre el asunto:
«A menudo las ideas que circulan sin ningún tipo de escrutinio público en el Bohemian Grove acaban convirtiéndose en políticas reales».
Pero puede ser igualmente cierto que sus miembros mantienen el secretismo para no tener que avergonzarse de las tonterías que hacen cuando pierden la compostura.
Fuente
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