CRÓNICAS DE #AUSTERIA (I): “LLAMAS DE AGOSTO”
Las muertes de Gaizka Artamendi y Jorge Soto en Pamplona y Ferrol habían desatado un tsunami de ira y frustración acumulada que amenazaba con ahogar el país en llamas.
Dos fogonazos que, para desgracia del gobierno de concentración presidido por González-Páramo(http://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Manuel_Gonz%C3%A1lez-P%C3%A1ramo), estallaron en la cara de millones de españoles, entre los que me encontraba, una asfixiante noche de sábado, el 17 de agosto de 2013, en un intervalo de apenas veinte minutos.
A escasos dos meses de la dimisión de Mariano Rajoy -arrancado del poder por un nuevo ‘golpe blando’ co-dirigido desde Bruselas y Berlín, como Berlusconi, Papandreu y Di Rupo (http://es.wikipedia.org/wiki/Elio_Di_Rupo) – la coalición PP-PSOE observaba impotente su rápida pérdida de control.
Ni siquiera el denominado por los medios alternativos como decreto Bono, que en la práctica vaciaba de contenido buena parte de la Sección I del Capítulo II de la Constitución de 1978, suponía una barrera efectiva para contener la onda de indignación que tensaba España por todas sus malzurcidas costuras.
Las palabras del nuevo ministro del Interior, José Bono, durante la jura de su cargo en una Zarzuela rodeada de unidades especiales del Cuerpo Nacional de Policía, “ningún ciudadano de bien se sentirá amenazado por decisiones tomadas por el bien de la patria, por dolorosas que sean”, parecían haber sido pronunciadas en una suerte de dimensión paralela.
La misma a la que nos habían proyectado, un par de semanas antes, las imágenes de un grupo de Mossos d’Esquadra encañonando con sus HK reglamentarias a un grupo de manifestantes, junto a una boca de metro del Paseo de Gracia.
El decreto Bono introdujo severas restricciones en el derecho de manifestación, estableciendo un rigurosísimo trámite aprobatorio, que incorporó –a su vez- la “interrupción o molestia grave al desarrollo de actividades económicas en los centros urbanos” como causa de denegación o modificación de recorrido.
Su objetivo: sacar las protestas fuera del corazón de las principales ciudades, hacia manifestódromos en las afueras.
Se trataba tan solo de una de las medidas que contribuyeron a dar forma al delito no escrito de ‘atentado contra la confianza’ que, impulsado por una campaña feroz de la prensa neofascista, acabó por criminalizar de facto las acciones y la difusión de contenidos que “pusieran en duda la solvencia económica del país”.
En la España de 2013 la figura del crimen intelectual estaba aterradoramente presente, con la discriminación sistemática en la esfera pública de la disidencia; cuyas voces, además, arriesgaban el pellejo en las calles ante la creciente actividad de grupos violentos de ultraderecha.
Mientras los micro-partidos pardos trataban de coser su enésima plataforma política, cuadrillas de sesentones reventaban asambleas populares en La Porticada santanderina o en la Plaza Mayor de Valladolid, boina roja calada y al grito de ¡Viva Cristo Rey!, mientras los reunidos los contemplaban como la pesadilla de un mal viaje de ácido.
Por desgracia, el lavado democrático y la reconstrucción a posteriori de un indigno proceso de ‘punto final’, laTransición, provocaba que buena parte de los jóvenes españoles ignorasen que antesdeayer, menos de 40 años atrás, los fascistas aún ejercían la violencia y el asesinato político con impunidad en este país.
No obstante, se adaptaban rápido (…) todos, incluidos los que aprendimos a pensar, a beber, a follar (…) a respirar en laEspaña del ‘happily ever after’*1 de finales de los 90 tuvimos que asumir que la segunda mitad de nuestras vidas quizá fuese a consistir en asaltar Palacios de Invierno rodeados por soldados del Imperio Galáctico, smartphone en mano, y no morir en el intento (http://es.wikipedia.org/wiki/Revoluci%C3%B3n_de_Octubre) (…)
Sin embargo, aquella noche de agosto de 2013 había poco espacio para la reflexión.
A las 02.15 h. enormes columnas compuestas por decenas de miles de ciudadanos, como áspides oscuras, pespunteadas de rojo y malva, amenazaban con sobrepasar las barreras policiales en torno al Congreso de los Diputados.
La convocatoria, espontánea como un rapto de ira, había incendiado las redes sociales al grito sordo de#asaltaelCongreso y #xGaizkayJorge.
Pero no solo era Madrid, las plazas y avenidas de decenas de ciudades se llenaban de personas con demasiadas cuentas pendientes, que dos pelotas de goma, dos “desafortunados incidentes”, habían acercado al momento de cobro.
El clima de indignación entre la opinión pública venía creciendo de manera exponencial desde principios de año.
Los ‘hitos históricos’ se sucedían a tal velocidad que el propio concepto acabo por perder todo su sentido (…). Recuerdo las expresiones, entre emoción y sorpresa, con las que nos mirábamos quienes tomamos parte en las concentraciones pro-republicanas del 14 de abril
250.000 personas solo en Barcelona y Madrid, ondeando la tricolor más como un amuleto chamánico con el que espantar nuestros miedos, que como una bandera.
La filtración por Anonymous de documentos que vinculaban a los Gómez-Acebo Borbón, sobrinos del rey, con el cobro de comisiones a las empresas españolas adjudicatarias del tren de alta velocidad Medina-La Meca puso la puntilla a uno de los mitos culturales patrios, que tantas décadas había costado construir: la España Juancarlista(http://es.wikipedia.org/wiki/Pilar_de_Borb%C3%B3n_y_Borb%C3%B3n-Dos_Sicilias).
Todos los puntos oscuros de la trama adquirían sentido si se colocaba la pieza maestra (…) la X coronada. Más aún cuando -en una nueva desclasificación de e-mails de Stratford por parte de Wikileaks- se conocieron detalles que vinculaban parte de los fondos recibidos por los Gómez-Acebo a una operación conjunta del CNI y los servicios secretos saudíes para el suministro de armas a grupos terroristas de inspiración wahabí en Siria e Irán.
Y en medio de todo esto, tantos y tantos tratábamos de superar el miedo físico, las ganas de volver a despertar en aquella habitación con el poster de Guns N’ Roses, conscientes de que estaba comenzando ‘lo bueno’; eso que tan inconscientemente habíamos anhelado en noches de exaltación y Twitter, y que ahora tomaba cuerpo.
Adquiríamos brutal conciencia de que cuando los sistemas caen, la gente llora, pierde lo que ama e, incluso, puede morir (…) (CONTINUARÁ).
1. En el cierre de cuentos y narraciones, “…felices para siempre”.
CRÓNICAS DE #AUSTERIA (II):“NEOCRACIA”
Segunda entrada del relato ucrónico Crónicas de Austeria (para capítulo I, “Las llamas de Agosto”).
A Antonio J.G. -16 años, Jaén- le sudan las manos; manos de dedos largos, proporcionados, con la tersura de la ‘falta de uso’ y que aún no conocen el olivar. Lleva 6 horas retenido en el Centro de Seguridad en Tránsito (CST) de El Corte Inglés de la jienense Avda. de Madrid.
Son las 02.00 de la madrugada y aún no ha hablado con sus padres. “Puto iPad de mierda”, se lamenta, con una expresión que oscila entre desafío y desamparo.
Decisiones de mierda con resultados de mierda.
Así, tratando de robar un trozo de plástico, se jodía la vida un chaval de la provincia española que batía todos los registros de paro en el verano de 2013; con cifras en el entorno del 43%.
El día a día no era fácil en la Andalucía ‘co-dirigida’ desde Moncloa.
No obstante, los CST eran ya parte del paisaje patrio en áreas comerciales y concentraciones de entidades financieras.
En esencia, se trataba de cuartos de detención en los que guardias de seguridad podían “retener a quienes interrumpieran o dificultasen el desarrollo de las actividades propias del establecimiento o enclave bajo su vigilancia, dentro de sus límites o entorno inmediato”; hasta un máximo de doce horas antes de transferir a los “individuos en custodia temporal” a las autoridades.
Los desarrollos normativos promovidos en febrero por el director de la Agencia Nacional de Seguridad Interna(ANSI), Ignacio Cosidó, dejaban a los servicios de vigilancia privada apenas un peldaño por debajo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, en cuanto a ámbito y efectos jurídicos de sus actuaciones.
Esa misma primavera, casi de forma inadvertida en medio del creciente caos, La Coruña y Barcelona asistieron a las primeras cargas coordinadas entre policía y efectivos deProsegur (http://www.prosegur.es) frente a sendas sucursales del Banco Santander; en los accesos a la Plaza de María Pita y a Las Ramblas, respectivamente.
Las maniobras de Cosidó suponían la evolución lógica de las iniciativas adoptadas desde su nombramiento como director general de Policía, a finales de 2011. De hecho, tras apenas dos meses en el cargo, dio a conocer públicamente elproyecto Red Azul; una “alianza de seguridades”(http://www.policia.es/prensa/20120227_2.html), que convertía de facto a las empresas de seguridad privada en una rama de la estructura de inteligencia del Cuerpo Nacional de Policía, que –en reciprocidad-facilitaba su acceso a las bases de datos policiales.
La combinación de ajustes presupuestarios e inestabilidad social con la búsqueda de diluir la responsabilidad legal de los actos de represión trasladaba a Europa –con alarmante celeridad- el modelo norteamericano de ‘ejército privado’ en tareas de control interior.
Su irrupción en Nueva Orleans tras el desastre del Katrina
y su contribución a la política de ‘limpieza étnica’ en el corazón negro de Luisiana se convertían –así- en anticipo siniestro de lo que mediado 2013 era parte de la anormalidad institucionalizada en el Viejo Continente.
Como consecuencia de todo esto, el incremento de la presencia uniformada en las calles españolas se hacía cada vez más visible.
Sin embargo, más allá del análisis, la verdadera prueba de que estábamos penetrando en tierra de sombras radicaba en hechos como que decenas de CST (en la Comunidad Valenciana y regiones limítrofes) estuvieran bajo el control del líder de una formación ultraderechista: España 2000
José Luís Roberto (http://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Luis_Roberto), una máquina de generar odio como buen malnacido ‘pardo’, encontraba en la crisis un caldo de cultivo idóneo tanto para su discurso xenófobo, como para la cuenta de resultados de su empresa Levantina de Seguridad (http://www.levantina.net/), que recluta una parte significativa de su plantilla entre miembros de grupos neonazis.
La impunidad del empresario valenciano era escandalosa desde hacía años –el propio Ministerio de Defensafacilitó en 2009 el acceso a armamento militar a los ‘empleados’ de un proxeneta filofascista (http://www.publico.es/254737/la-ultraderecha-hace-negocio-con-la-seguridad-en-el-indico)- pero estaba alcanzando cotas que no solo invitaban a la náusea, sino que ponían en serio riesgo las libertades ciudadanas en sus zonas de influencia.
Con vergüenza y dolor, tenía que reconocer mi co-responsabilidad con lo que estaba ocurriendo.
¿Acaso hice algo –por pequeño que fuese el gesto- en el momento en que un tipo con la islamofobia entre sus hobbies*1 comenzó a dirigir la policía?.
Poco debió ser o poco importó, teniendo en cuenta que Cosidó acabó al frente de la ANSI, dependiente de forma directa de Moncloa y a cargo de “coordinar las capacidades operativas del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), el Ejército, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y los recursos público-privados de vigilancia, frente a amenazas a la seguridad y estabilidad nacional de origen interno”.
La ANSI había sido creada en enero de 2013, al calor de la nefasta gestión por parte de Interior de las marchas anti-intervención en las capitales andaluzas, en la génesis de gravísimos incidentes en Sevilla, Córdoba y Jerez.
Un rosario de imágenes de manifestantes golpeados y respuesta ciudadana que ocupó las portadas de la prensa internacional el noviembre anterior, condenando al predecesor de José Bono, Jorge Fernández Díaz, a un rol político secundario.
No obstante, su puesta en marcha acabó convirtiéndose en uno de los múltiples factores que precipitaron la caída de la Administración Rajoy, seis meses después.
La difusión de un e-mail con los “programas de monitoreo y control” para las Comunidades Autónomas intervenidas de la nueva agencia (Andalucía, junto con las ‘voluntarias’ Castilla-La Mancha y Comunidad Valenciana) -atribuida a disensiones en el CNI- reveló la existencia de “listas de individuos prioritarios”, compuestas por activistas vinculados al 15-M, líderes de colectivos de estudiantes, periodistas no afines, políticos y sindicalistas.
Si entre tanta furia y desesperanza había una cosa clara, tan solo una (…) era que la democracia española se estaba transformando en algo distinto, una masa informe de precariedad, neoautoritarismo y retórica salvapatrias con muy mala pinta.
Así, un articulista, en un golpe de inspiración afortunado, dio con el término que en adelante pasaría a etiquetar estos días convulsos: la Neocracia
Neocracia como modelo sociopolítico dominante en una sociedad cuyos cimientos parecían bailar sobre ríos de lava.
En otras palabras, las de un comentario anónimo a un contenido de Eldiario.es, “en este puto país vivimos sobre una cama de yesca y llevamos cinco años cultivando cerillas”.
Definitivamente, parecía una palabra adecuada cuando era obvio que se peleaba por definir las reglas de juego de una nueva estructura de poder (…) lo que para algunos implicaba hacerlo por la propia supervivencia. Sin hipérbole. Por desgracia.
Demasiadas personas se comportaban como boxeadores sonados, presos de una especie de trastorno de estrés postraumático colectivo; como las víctimas civiles de una guerra que habían olvidado hace tiempo el origen del conflicto.
La quiebra de Lehman Brothers (…) sonaba ya casi como la caída de la estatua de un dios olvidado en el templo de una ciudad de leyenda.
Y eso que sabíamos bien -aunque tantas veces tratásemos de espantar los malos pensamientos- que, cuando se acabara el margen de ajustes que permitían al país preservar cierta apariencia de normalidad, iba a caer una noche ártica (…) iba a comenzar un tiempo oscuro en el que ni siquiera habría lugar para los habituales rosarios de excusas banas.
Nos estábamos acostumbrando, de hecho, a caminar con una mochila de sospecha perpétua a las espaldas; a esquivar lugares como las oficinas bancarias, bunquerizadas tras el fracaso de la inyección a ‘nuestro’ sistema financiero de capital del Fondo Europeo de Estabilidad (FEEF –http://es.wikipedia.org/wiki/Fondo_Europeo_de_Estabilidad_Financiera) a través del Fondo de Garantía de Depósitos (FGD); con la subsiguiente limitación de la retirada de efectivo.
Las cosas ocurrían a mayor velocidad de lo que podían relatarse. Suceso. Fogonazo. Shock,
Así un día tras otro al menos hasta esta noche en la que recuerdo la historia de Antonio J.G., leída en un blog estudiantil cuya dirección he olvidado (…) no por propia voluntad sino porque en apenas un par de días había empezado a devolver una página en blanco.
Ya nadie se sorprendía. Era algo que pasaba, sin más. Incluso había quien comentaba que teníamos suerte de que solo fuesen ‘cosas’ lo que desaparecía. No siempre fue así.
Quizá lo más sensato fuese irme a dormir, pero los efectos del fuego en la distancia sobre los leones del Congreso tienen efectos hipnóticos. No puedo levantar la vista.
El streaming se entrecorta, y el ulular de las sirenas de policía y SAMUR parece la llamada de celo de un pájaro de pesadilla.
- “Los musulmanes suponen un riesgo para nuestra democracia”,Ignacio Cosidó, director general de la Policía (durante su etapa como portavoz del PP en la Comisión de Interior del Congreso
- – “Los musulmanes suponen un riesgo para nuestra democracia” según Ignacio Cosidó - ecodiario.eleconomista.es
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