El momento que más temíamos (que Hillary pudiera ser investida presidenta) se convierte en una posibilidad terrorífica, y entonces debemos colocarnos en las opciones que se abren ante ese domingo 9 de noviembre… de infarto.
Y Trump ya se ha preparado para el asalto: si hay elecciones, serán robadas y el Planeta caerá en una guerra de la que no saldrá vivo. 
El mensaje del polémico candidato ha ido in crescendo en las últimas semanas y, por fin, ha deslegitimado esta democracia (incluidos los medios de comunicación) por completo. Cosa de la que se hizo eco Max Keiser el otro día. 
Mirad con atención este vídeo y seguid la noticia más abajo.

En estas condiciones -en las que uno de los candidatos, apoyado por los militares patriotas- no acepte el resultado de las elecciones por fraudulentas bien podría producirse el ansiado golpe de estado que propiciaría la detención de los iluminati, de la cúpula de este sistema, lo que dejaría las puertas abiertas al reseteo.
Con ser esta la opción deseada, nos debemos colocar en todas las posibilidades sobre la mesa, y la que me ha venido a la cabeza es el hecho en sí del “hackeo” de las elecciones; del “cómo”.
Los que hayáis llegado tarde a la Gran Conspiración desconoceréis -porque los media lo censuró- que el informático que trucó las elecciones que llevaron a Bush Jr a la Casa Blanca en perjuicio de Al Gore, confesó. 
Y lo dijo ante un jurado: hoy lo he encontrado sólo en inglés pero seguro que está en castellano porque lo puse varias veces en el pasado.

Básicamente, las votaciones se trastocan en el momento en que el recuento pasa de las mesas locales a la junta estatal, a través de la red. 
Es ahí donde los hackers del propio sistema vulneran ese débil programa y modifican el resultado.
El asunto -lo que me ha llevado a la reflexión- es que la NSA (la agencia de las telecomunicaciones) ha cambiado de bando en los últimos 15 años, y la prueba la tenemos en que fue hackeada hace escasas semanas (¿sería un test para el domingo de las elecciones?).
En suma, los rusos (sin duda con la ayuda de insiders como Snowden) han tomado el control de las telecomunicaciones norteamericanas y con la ayuda de los mencionados satélites cuánticos tienen unas capacidades que, francamente, me superan, pero para las que, sin duda alguna, “hackear a los hackeadores de las elecciones” es algo viable, factible. Tecnológicamente, al alcance de su mano.
Creo que se me entiende, ¿verdad? A dónde quiero llegar es a que el resultado de las elecciones -como reza el titular- en último caso se van a decidir en los cielos, pues son los satélites los últimos garantes de la estabilidad de la red y, de su funcionamiento.
Obviamente, el apagón de las grandes compañías de Internet del otro día es una preparación para el contraataque de los malos: si no gana Hillary, “apagamos las elecciones”.
Espero que se me haya entendido.
(Por si no ha quedado claro, estoy acojonado).
PD: La posibilidad de que los partidarios de Trump tomen las armas si se roban las elecciones entra dentro de lo no descartable, máxime teniendo en cuenta que los votantes de Hillary (urbanitas), habiendo perdido el apoyo de la izquierda de Sanders, carecerían de respuesta en las calles ante esta contingencia, aún incluso con el apoyo de los medios de comunicación.

LAS ELECCIONES FRAUDULENTAS 

SON UNA TRADICIÓN NORTEAMERICANA


25.10.2016
¿Tienen memoria los estadounidenses? A veces me lo pregunto.
Es un hecho evidente que el Uno por ciento oligárquico ha ungido a Hillary, a pesar de sus innumerables problemas para ser presidente de los EE.UU.. Hay informes de que su personal ya está moviéndose a sus oficinas de la Casa Blanca. Tanta confianza antes de la votación sugiere que los motores ya se han engrasado.
El actual caso célebre contra Trump es su declaración condicional de que podría no aceptar los resultados de las elecciones si parecen haber sido manipuladas. 
Los prestitutos saltaron inmediatamente sobre él por "desacreditar la democracia estadounidense" y por "romper la tradición norteamericana de aceptar la voluntad del pueblo".
¡Qué absurdo! Las elecciones robadas son la tradición norteamericana. Las elecciones son robadas a todos los niveles: estatal, local y federal. 
El robo de la de Chicago del Alcalde Richard J. Daley, y con ello, el voto por John F. Kennedy de Illinois es legendario. 
El robo de la republicana Corte Suprema de Estados Unidos de la elección presidencial de 2000 de Al Gore al impedir el recuento de votos en Florida es otro ejemplo legendario. 
Las discrepancias entre las encuestas de salida y el recuento de votos de las máquinas de votación electrónica programadas en secreto, que no tienen rastros de papel, también son legendarias.
Entonces, ¿a qué tanto escándalo por la sospecha de fraude electoral de Trump?
El movimiento negro por los derechos civiles ha combatido contra el fraude electoral durante décadas. 
El fraude ocurre mediante una serie de formas. 
Los negros simplemente no pueden registrarse para votar. 
Si consiguen registrarse, hay pocos lugares de votación en sus distritos. Y así. Después de décadas de lucha es imposible que haya negros que no sean conscientes de lo difícil que puede ser que puedan votar. 
Sin embargo, oí en la red de radio prestituta NPR, al Tío Tom de Hillary diciendo lo terrible que era que Trump hubiera proferido calumnias sobre la credibilidad de los resultados de las elecciones estadounidenses.
También he oído a un locutor de la NPR sugerir que Rusia no sólo había pirateado correos electrónicos de Hillary, sino que también los había alterado con el fin de fabricar documentos incriminatorios de correos electrónicos inofensivos.
Los prestitutos han hecho todo lo posible para demonizar tanto a Trump como cualquier mención de fraude electoral, porque saben que es un hecho que las elecciones serán robadas y que tendrán la tarea de encubrir el robo.