Italia privatiza su servicio de correos, pero el Estado mantiene el control
- La operación supone una recaudación para las arcas públicas de 3.300 millones
Italia desbloquea, con la salida a bolsa de Poste Italiane, el proceso de privatizaciones que llevaba meses estancado. La venta de casi un 40 por ciento de los Correos transalpinos (con una recaudación para las arcas públicas de casi 3.300 millones de euros) llevaba pendiente desde hace más de un año: Matteo Renzi había previsto la privatización en 2014, pero se retrasó porque el grupo necesitaba más tiempo para presentarse a los inversores.
Finalmente, la oferta arrancó el pasado 12 de octubre y cerró diez días después con una demanda de acciones cuatro veces mayor que la oferta.
Sin embargo, señalan los analistas, el plan de negocio que la sociedad ha elaborado en víspera de la salida a bolsa es "muy ambicioso" ya que busca compensar el negocio postal (que está en crisis y contribuye tan sólo al 14 por ciento de la facturación) con otras actividades en la logística y en el sector financiero.
Poste Italiane ha conseguido en los primeros seis meses del año un resultado neto de 435 millones, frente a 16.000 millones de facturación, con un margen de beneficios del 3 por ciento, sobre todo gracias a los seguros y a la actividad bancaria que aprovechan las 13.000 oficinas de los Correos en cada rincón del país.
Pero el crecimiento futuro del grupo dependerá mucho de las decisiones del Gobierno: no es sólo que los negocios de Poste están casi todos en sectores muy regulados, es que además el Tesoro italiano mantendrá el control, ya que la salida a bolsa prevé la venta de solo un 38,4 por ciento de las acciones.
Según los criticos de la operación, se trata de una privatización a medias.
Sin embargo, este es el camino que los Gobiernos italianos han elegido siempre a la hora de vender empresas públicas. Con la excepción de Telecom Italia -cuyo control pasó en 1997 a manos de inversores privados- todos los otros grandes grupos que se han privatizado desde los noventa siguen teniendo como accionista de referencia el Estado, sea el Tesoro de Roma o su brazo financiero, la Cassa Depositi e Prestiti, entidad que gestiona los ahorros postales.
En un repaso de las principales sociedades del país, la mano pública aparece siempre en primera fila: sólo hace falta mirar al Ftse Mib, el índice bursátil de las mayores empresas que cotizan en Milán.
El 30,6 por ciento de la capitalización es acaparada por grupos bajo control público o participados por instituciones públicas: las eléctricas A2a, Enel y Enel Green Power, el grupo de ingeniería Ansaldo, la petrolera Eni, el grupo aerospacial Finmeccanica, las compañías de infraestructuras para la energía Saipem, Snam o la red eléctrica Terna.
Correos representará casi un 1,5 por ciento del Ftse Mib, con lo que la representación de los grupos públicos se acercarán a casi un tercio de la capitalización del índice de referencia de la Bolsa de Milán.
El problema es doble: por un lado, Italia tiene pocas grandes empresas y no ayuda el crecimiento de las pequeñas y medianas; por otro, grandes grupos como Ferrero, Barilla o marcas famosas de la moda como Armani o Zegna se mantienen lejos de la bolsa y cuando quieren cotizar van a otros países (es el caso de Prada, que salió a bolsa en Hong Kong, o de Ferrari, que acaba de estrenarse en Wall Street).
Más allá de la recaudación de dinero fresco con las privatizaciones, el verdadero problema del Ejecutivo de Renzi es el escaso atractivo del mercado financiero italiano.
El primer ministro se ha esforzado en mejorar su relación con inversores internacionales: el fondo soberano del Kuwait planea comprar acciones de Poste Italiane, mientras otros inversores de Qatar ya han adquirido activos en Italia, empezando por la aerolínea Alitalia.
Además, durante los últimos meses han llegado al país transalpinos fondos chinos que, tras la inversión en grupos financieros y de infraestructuras, cuentan con participaciones en 12 grandes sociedades que cotizan en la bolsa italiana, por una inversión cercana a los 5.000 millones.
Sin embargo, y a pesar del éxito de la salida a bolsa de Poste, según el último informe de Standard&Poors sobre el crédito a las empresas, las pymes italianas tiene como principal y casi única fuente de financiación los bancos, que cubren el 90 por ciento de las necesidades.
Y con las entidades financieras repletas de créditos dudosos y obligadas a aumentar su capital por las normas europeas, la economía italiana amenaza con quedarse sin recursos para aprovechar la recuperación.
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