Entre los días 5 al 10 de junio del año 1967 las fuerzas sionistas, atacaron a los ejércitos de Egipto, Siria, Irak y Jordania bajo el pretexto, que las fuerzas egipcias apostadas en la península del Sinaí representaban un peligro para Israel.
Una contienda bélica, que tendría amplias repercusiones en la vida política de las naciones árabes de Oriente Medio y sobre todo, significaría el inicio de la ocupación del territorio palestino tanto en la Franja de Gaza como en los territorios de la Ribera Occidental.
Un proceso conocido en la historiografía palestina como Al Naksa – Contratiempo o revés - النكسة - Únase a ello la apropiación de la Península del Sinaí a Egipto y los Altos del Golán a Siria. Con el paso de los años el único territorio devuelto a su legítimo propietario ha sido la Península del Sinaí, mediante un acuerdo entre el régimen de Israel y Egipto. Todo, bajo el patrocinio estadounidense.
La excusa que permitió dar inicio a la guerra de agresión sionista contra las fuerzas árabes ha sido repetida hasta el cansancio por la historiografía occidental y sobre todo por un sionismo, que en general suele vestirse de víctima, pero que ha sido desmentida incluso por políticos que han regido los destinos de esta entidad nacida al alero de las Naciones Unidas y la protección Occidental el año 1948.
Una guerra que además mostraba a un Israel a quien se le había cedido de las más moderna tecnología de guerra, incluyendo el desarrollo de un programa nuclear desde la década de los 50 – con apoyo estadounidense, francés y británico – dotándola, por tanto, de armas de destrucción masiva.
A CONFESIÓN DE PARTE RELEVO DE PRUEBAS
Un desmentido que el sionismo se encarga de ocultar, pues afecta la política de victimización establecida a partir del fin de la segunda guerra mundial, que le ha otorgado réditos multimillonarios a manos de indemnizaciones pagadas por países como Alemania y el sistema bancario suizo.
A lo que se une el beneficio mayor: conseguir hace 70 años la partición de Palestina y la entrega del 53 % del territorio histórico de Palestina a colonos sionistas que en un 90 % son de origen ajeno a Oriente Medio.
Realidad reconocida, por ejemplo por el presidente de la comunidad sionista de Chile, Shai Agosin, quien no sólo negó la existencia de Palestina – como suele ser la línea discusiva del sionismo a través de la implementación de la Hasbara.
Agosín aseveró que “el 90% de la población israelí es inmigrante, no nació en Israel" reconociendo el carácter colonial del sionismo desde su proceso de implantación en Palestina.
En el campo de los desmentidos a la excusa israelí para la guerra de 1967 tenemos al ex Primer Ministro israelí – 1977-1982 - Menahem Begin, nacido el año 1913 en Bielorrusia - quien declaró al The New York Times el 21 de agosto del año 1982 que en las semanas previas a la Guerra de Junio del año 1967 “la concentración de tropas egipcias no probaban que Gamal Abdel Nasser – en ese entonces Presidente de Egipto – realmente fuera a atacarnos. Debemos ser honestos con nosotros mismo. Fuimos nosotros quienes decidimos atacarlos”.
Para mayor abundamiento el día 14 de abril de 1971, el periódico israelí Al-Hamishmar , emitió una declaración hecha por Mordechai Bentov, un miembro del nuevo Gobierno de Unidad Nacional Israelí de 1967:
"Toda la historia del peligro de exterminio fue inventado en cada detalle y exagerado para justificar la anexión de nuevos territorios árabes ".
Ilan Pappe, un renombrado historiador judío afirma que “la entrada de los egipcios en el Sinaí fue una respuesta a la llamada desesperada de ayuda del Ministro de Defensa sirio, Hafed al Assad, para rebajar la presión contra su país…las amenazas israelíes terminaron finalmente en una alianza militar entre la propia Siria, Egipto y Jordania.
El gobierno de Tel Aviv reaccionó movilizando a decenas de miles de reservistas y aumentando su presencia en la frontera.
Egipto cerró el Estrecho de Tirán…”
En Israel se desató el frenesí bélico y se llamó al gobierno a Menahem Begin y Moshe Dayan – reconocidos políticos extremistas -
El gobierno de Eshkol encargo a Dayan organizar el golpe militar que se asestaría contra el mundo árabe.
De la exacerbación bélica se pasó a las operaciones de destrucción apoyado por el moderno armamento occidental.
A mediados de mayo del 2017 los documentos desclasificados por el gobierno sionista con referencia a la guerra de junio demuestran que los pretextos esgrimidos, la compra de información sobre el armamento soviético usado por las fuerzas árabes, el apoyo político, diplomático y de inteligencia otorgado por Washington – y la respectiva luz verde para atacar – le permitieron asestar un duro golpe a la soberanía de numerosos países árabes y sobre todo ocupar los sagrados recintos de Al Quds, ubicados en la parte Este.
Una de las primeras medidas aprobadas por el Gabinete sionista tras la contienda de 1967 fue la expulsión de las familias palestinas que habitaban en un barrio donde también vivían judíos al interior del recinto amurallado. Comenzaba así la segunda ola de refugiados palestinos.
Menahem Begin, no sólo reconoció que la guerra de junio fue una guerra de agresión, sino que al mismo tiempo consigna que esta campaña fue preparada desde el momento mismo que se dio término a la Guerra del año 1956, cuando Francia, Gran Bretaña y la propia Israel atacaron a Egipto por la decisión de su líder Gamal Abdel Nasser de nacionalizar el Canal de Suez. Un Begin imbuido de un profundo racismo y desprecio contra la población árabe.
Un colono que aspiraba a la expulsión de todos los árabes de tierras palestinas al considerar que los judíos tenían “un derecho histórico” sobre esas tierras avalado por un mito religioso.
Un Begin que propugnaba, con premura “incrementar la inmigración hebrea y aumentar la tasa de natalidad de nuestras familias”
UNA GUERRA PARTE DE UN PROCESO DE EXPANSIÓN COLONIAL
La guerra de junio del año 1967 fue una fase más del proyecto colonial y expansionista del sionismo con el objetivo de llevar a la práctica su mito político y religioso del Gran Israel.
Una cabeza de playa permanente del imperialismo contra los pueblos árabes y en general contra el mundo islámico.
No hubo llamados al diálogo, no se convocó al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas simplemente se llevó a cabo la operación militar bajo la inspiración de la doctrina de uno de los terroristas sionistas más renombrados: Moshe Dayan – ex miembro del Ejército Británico - expulsado por apoyar a las organizaciones terroristas judías y atacar a las fuerzas británicas que ejercían su mandato colonial en Palestina - miembro de la organización terrorista judía Haganá y exMinistro de Defensa y Relaciones Exteriores en diversos gobiernos sionistas –.
Para Dayan quien ejerció como jefe del Estado Mayor del Ejército Sionista en la guerra del año 1956, sólo era posible ejercer la violencia para llevar a cabo los planes de expansión del sionismo.
Previo a la Guerra de Junio declaraba “Israel debe ver la espada como el principal, si no el único instrumento para mantener su moral alta, y del mismo modo, para mantener su tensión moral. Con este fin, debe inventar peligros y para ello debe adoptar el método de la provocación y la venganza. Esperemos que prontamente haya una nueva guerra con los países árabes, para que podamos finalmente deshacernos de nuestros problemas y adquirir nuestro espacio”. Ese deseó se vio concretado el 5 de junio del año 1967.
La Naksa, la derrota de fuerzas árabes a manos del sionismo y sus apoyos en armamento, inteligencia área, satelital, naval y terrestre, político y diplomático; mostró la real dimensión del peligro sionista en Oriente Medio.
Una entidad decidida a “mandar a todos los árabes a Brasil si se pudiera” como declaró el gobierno de la época presidido por el Primer Ministro Levi Eskhol.
Un Eskhol que además de estas ideas delirantes fue capaz de alertar lo que se venía, según consta en las actas desclasificadas y dadas a conocer al mundo hace menos de dos semanas
“Israel se ha convertido con la ocupación de los territorios palestinos en un Estado imperialista. Se presenta así el dilema sobre las futuras relaciones con Egipto, la situación en el Sinaí, la libertad de navegación en el golfo de Äqaba y el canal de Suez. Cuál va a ser el estatus de Cisjordania, el de la Ciudad Antigua de Jerusalén…”
La Guerra de Junio también consignó un hecho inequívoco: Israel se había sentado, en función de sus afanes expansionistas “sobre un barril de pólvora” como lo definió el ex Ministro de Relaciones Exteriores del Sionismo Abba Eban, dando cuenta con ello que más temprano que tarde el régimen israelí y su política acarrearía un dilema de difícil solución
“Estamos aquí asentados con dos poblaciones: una que goza de todos los derechos y otra a la que se les niega.
Este cuadro con dos tipos de ciudadanos es muy difícil de defender, incluso en el contexto especial de la historia judía.
El mundo se pondrá de parte de un movimiento de liberación de millones de palestinos, rodeados por decenas de millones de árabes” Un temor que tras medio siglo de ocupación les sigue estallando en la cara.
La guerra de Junio cambió el mapa de Oriente Medio.
Amplios espacios de territorios pasaron a manos de una entidad dotada de una ideología colonialista, racista y criminal.
Un movimiento político-ideológico “obsesionado por el espacio y la tierra”
Ocupación que tras la guerra de junio, significó la creación de fortificaciones, asentamientos en los territorios ocupados, un auge de proyectos inmobiliarios, inversiones alentadas por el lobby judío estadounidense, francés e inglés.
Un desarrollo económico que tenía como esencia la prosperidad a costa de la vida de millones de palestinos, la presión de un pueblo que veía aún mas cortadas sus ansias de autodeterminación y la política establecida a manos de una ideología totalitaria y criminal que contra toda la legislación internacional ha hecho oídos sordos a las exigencias de retirarse de los territorios ocupados.
Más temprano que tarde este barril debe explotar para lograr la definitiva autodeterminación palestina, la liberación de los Altos del Golán y la erradicación definitiva del sionismo de Oriente Medio.
Tras 50 años de ocupación, es indispensable que el Eje de la Resistencia y todo aquel ser humano digno trabaje por la destrucción del sionismo.
Sea en el campo de batalla, en las campañas de Boicot, Desinversión y Sanciones – BDS.
Sea en foros internacionales, desafiando las leyes racistas de Israel, denunciando sus conferencias revisionistas que suelen tergiversar la historia, en el marco de esta estrategia de la post verdad– instalar argumentos falsos como si fuesen verdaderos -
La guerra de junio y sus resultados son celebrados con alborozo por las comunidades sionistas en el mundo.
Con un regocijo que sólo los criminales pueden exhibir.
En Chile, entre el 5 al 10 de junio en el centro de eventos denominado Estación Mapocho, bajo el eufemismo de una denominada “Semana de Jerusalén” el sionismo llama a celebrar 50 años de "renovación" de Al-Quds.
La mentira, el descaro, la usurpación, el reescribir la historia al antojo de sus intereses políticos y su mito religioso es parte de la estrategia sionista.
Según el embajador sionista en Chile, Eldad Hayet, la Semana de Jerusalén tiene por objetivo "festejar los 50 años de la reunificación de Jerusalén".
Palabras violatorias del derecho internacional expresadas impunemente por el representante israelí en Chile, que llama reunificación al expolio, la ocupación, el despojo y el crimen.
No existe una idea de 50 años de renovación tras la guerra de Junio de 1967, sino que 50 años de ocupación, crímenes, colonialismo y racismo a manos de la entidad sionista.
Israel: 50 años, 50 mentiras
- Ver original
- junio 3º, 2017
Con esta breve y elocuente columna de Gideon Levy inauguro una serie de artículos de opinión y análisis relativos al nefasto 50º aniversario de la ocupación de los territorios palestinos apropiados por Israel como resultado de la Guerra de los Seis Días (hecho conocido con el término “Naksa” en árabe).
Al frente, de izquierda a derecha: los generales Rehavam Zeevi y Uzi Narkiss, el Ministro de Defensa Moshe Dayan y el Comandante en Jefe Yizhak Rabin cerca del Muro de los Lamentos en Jerusalén durante la Guerra de los Seis Días.Foto por: Archivos del Ejército de Israel
Ocupación absolutamente ilegal según el Derecho Internacional y la Carta de la ONU, que no reconoce la legitimidad del territorio adquirido mediante la guerra. Pero por tratarse de Israel, se tolera.
Supongamos que la ocupación está justificada.
Digamos también que Israel no tiene elección. No le llamemos siquiera ocupación.
Digamos que ha sido reconocida por el Derecho Internacional y que el mundo la ha aplaudido. Supongamos que los palestinos y palestinas están agradecidos por su presencia.
No obstante, todavía hay un pequeño problema: toda ella está enteramente basada en mentiras.
Desde el principio hasta el cada vez más lejano final, todo es un paquete de mentiras.
No hay una sola palabra de verdad asociada a ella.
Si no fuera por estas mentiras, su podredumbre habría implosionado hace mucho tiempo.
Si no fuera por estas mentiras, es dudoso que alguna vez hubiera llegado a existir.
Estas mentiras, algunas de las cuales enorgullecen a la derecha (“por el bien de la Tierra de Israel está permitido mentir”), son suficientes para que cualquier persona decente retroceda con repulsión.
No se necesita los otros horrores para convencerse.
Comenzó con la cuestión de cómo llamar a los territorios.
En Radio Israel se decidió usar el término “territorios temporalmente retenidos”.
Esa fue la mentira Nº 1, al implicar que la ocupación era temporal y que Israel tenía la intención de evacuar esos territorios, los cuales eran sólo una moneda de cambio en la búsqueda de la paz.
Ésta es probablemente la mayor mentira, y ciertamente la más decisiva.
Es la que ha permitido la celebración de su aniversario jubilar.
La verdad es que Israel nunca pensó en acabar con la ocupación.
Su supuesta temporalidad sólo sirvió para que el mundo se echara a dormir en el engaño.
La segunda gran mentira fue el argumento de que la ocupación sirve a los intereses de seguridad de Israel, que es una medida de autodefensa por parte de una nación indefensa rodeada de enemigos.
La tercera mentira fue el “proceso de paz”, que en realidad nunca tuvo lugar, y que en todo caso sólo se proponía comprar más tiempo para la ocupación.
Esa mentira tuvo muchas patas.
El mundo fue su cómplice, mintiéndose continuamente a sí mismo.
Hubo argumentos, presentaciones de mapas (todos ellos iguales), se llevaron a cabo conferencias de paz con numerosas cumbres y rondas de conversaciones, con enviados corriendo de aquí para allá, y básicamente charlatanería vacía.
Todo esto estaba basado en una mentira:
la suposición de que Israel siquiera contemplaba poner fin a la ocupación.
La cuarta mentira, obviamente, es la empresa de colonización.
Este proyecto nació y se crió en la mentira. Ni una sola colonia fue establecida honestamente: empezando por la estadía de una noche en el Park Hotel de Hebrón[1] y siguiendo por los “campos de trabajo”, los “campamentos de protección”, las “excavaciones arqueológicas”, las “reservas naturales”, las “áreas verdes”, las “zonas de tiro”, las “tierras de estudio”, los puestos de avanzada y las expansiones: todas ellas fabricaciones ejecutadas con un guiño y un ‘ajá’, culminando con la mayor mentira en ese contexto: la de las “tierras estatales”;
una mentira que sólo comparable con la de los palestinos “ausentes presentes” en Israel[2].
Los colonos mintieron y los políticos mintieron; el ejército y la ‘Administración Civil’[3] en los territorios mintieron: todos mintieron, al mundo y a sí mismos.
De la protección de la torre de una antena creció una mega-colonia, y de un fin de semana en ese hotel creció lo peor del lote.
Los miembros del gabinete que ratificaron, los miembros del Parlamento que asintieron con un gesto y un guiño, los oficiales que firmaron y los periodistas que lo blanquearon: todos sabían la verdad.
Los estadounidenses que “condenaron” y los europeos que se “enfurecieron”, la Asamblea General de la ONU que “convocó” y el Consejo de Seguridad que “decidió”: ninguno de ellos tuvo jamás la intención de pasar de la palabra a la acción.
El mundo también se está mintiendo a sí mismo: es conveniente para todos que siga de esta manera.
También es conveniente promulgar las eternas mentiras cotidianas que encubren los crímenes cometidos por las Fuerzas de Defensa de Israel [Ejército], la Policía de Fronteras, el Shin Bet [servicio de inteligencia], el Servicio Penitenciario y la Administración Civil -todo el aparato de la ocupación.
Es conveniente usar un lenguaje aséptico, el lenguaje del ocupante tan caro a los medios de comunicación, el mismo lenguaje que usa para describir sus excusas y autojustificaciones.
No hay en Israel blanqueo semejante al que describe la ocupación, ni existe otra coalición tan amplia que lo expanda y apoye con tal devoción.
‘La única democracia de Medio Oriente’ que impone una tiranía militar brutal, y ‘el ejército más moral del mundo’ que mata a más de 500 niños y 250 mujeres en un verano: ¿puede alguien concebir una mentira más grande?
¿Puede alguien pensar en un mayor autoengaño que la opinión predominante en Israel, según la cual todo esto se nos impuso, no queríamos hacerlo, y los árabes tienen la culpa?
Y no hemos mencionado todavía la mentira de los dos estados y la mentira del Israel que busca la paz, las mentiras sobre la Nakba de 1948 y la “pureza” de nuestras armas en esa guerra, la mentira de que el mundo entero está contra nosotros, y la mentira sobre que ambos bandos son culpables.
Desde las palabras de Golda Meir: “Nunca perdonaremos a los árabes por obligar a nuestros hijos a matarlos” hasta “Una nación no puede ser ocupante en su propia tierra“, las mentiras siguen sucediéndose. No han parado hasta el día de hoy. Cincuenta años de ocupación, cincuenta sombras de mendacidad. ¿Y ahora qué? ¿Otros cincuenta años?
NOTAS
[1] Se refiere al comienzo de la ocupación ilegal de la ciudad palestina de Hebrón/Al-Jalil.
En 1968, tras la ocupación de la ciudad por los militares israelíes, un grupo de unos 30 judíos israelíes respondió a un anuncio del rabino fundamentalista Moshe Levinger para celebrar la Pascua judía en el Park Hotel del centro de Hebrón, haciéndose pasar por turistas. Cuando el grupo proclamó su intención de establecerse en la ciudad indefinidamente, el Ministro de Defensa Moshe Dayan ordenó su evacuación, pero más tarde acordó que se trasladaran a la base militar cercana, que con el tiempo se convertiría en la colonia Kiryat Arba, una de las más grandes y violentas de Cisjordania. (N. de la T.).
[2] En la legislación israelí se llama así a las personas palestinas que en 1948 fueron expulsadas o huyeron, y sus tierras y propiedades fueron apropiadas por el naciente Estado, bajo el pretexto de que estaban “ausentes”; pero aunque pudieron regresar, el Estado no les devolvió sus propiedades, declarándoles “ausentes presentes”. (N. de la T.).
[3] El nombre (otra mentira) que reciben las autoridades israelíes que gobiernan los territorios palestinos ocupados, y que en realidad son militares. (N. de la T.).
Publicado en Haaretz el 1º de junio. Traducción: María Landi.
Israel planeó usar la bomba atómica durante la guerra de los Seis Días
Durante la guerra de los Seis Días entre Israel y los países árabes, Israel había preparado un plan que consistía en colocar y detonar una bomba atómica en la cima de una de las montañas de la península del Sinaí.
Si el plan secreto de Tel Aviv, denominado 'Operación del Día del juicio final', hubiera sido activado, habría supuesto el primer uso de una bomba atómica desde el ataque de EEUU contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, en agosto de 1945.
En una serie de entrevistas realizada en los años 1999 y 2000 por el experto israelí Avner Cohen, el general de brigada retirado Itzhak Yaakov reveló los detalles de este desconocido plan. Según Yaakov, con el uso de la bomba atómica, Tel Aviv quería disuadir e intimidar a Egipto, así como a otros Estados árabes, como Siria, Irak y Jordania.
"Mira, era algo totalmente natural. Tienes un enemigo, y dice que te va a tirar al mar. Tú le crees. ¿Cómo puedes detenerlo?
Lo asustas. Si tienes algo con que asustarlo", apuntó el exmilitar israelí, quien supuestamente se encargó de supervisar el plan secreto.
"Es el último secreto de la guerra de 1967", indicó Cohen.
Yaakov, que murió en 2013 a los 87 años, señaló durante sus entrevistas que el plan consistía en colocar un artefacto nuclear en la cima de una montaña situada a unos 32 kilómetros de la base militar egipcia de Abu Ageila y, posteriormente, preparar una explosión atómica.
Si llegaba la orden de detonarla, el destello cegador y la nube en forma de hongo se habrían visto a través de los desiertos del Sinaí y del Negev, y tal vez hasta en El Cairo", indicó Yaakov.
Finalmente, Israel ganó la guerra de los Seis Días de forma tan rápida que nunca tuvo que recurrir al uso de armas nucleares.
Este plan secreto de Israel tenía el nombre en clave de Shimshon, o Sansón —un personaje bíblico famoso por su fuerza extraordinaria—.
"El objetivo del plan era cambiar el panorama y crear una situación que obligara a las potencias mundiales a intervenir, o una situación que obligara a los egipcios a detenerse y decir: 'Esperen un momento, no nos preparamos para esto'", precisó Yaakov.
En cuanto a las autoridades israelíes, nunca han confirmado ni desmentido tener armas nucleares, manteniendo una política de 'ambigüedad nuclear'.
Además, nunca han permitido la inspección de sus centros nucleares por parte de expertos extranjeros.
En su libro de memorias, el expresidente israelí Shimon Peres calificó el plan Sansón como "una propuesta que habría disuadido a los árabes y podría prevenir la guerra".
También podría interesarle: Las armas más letales de Israel (fotos)
En 1963, el coronel Yaakov, que estudió ingeniería en la Universidad Tecnológica de Massachusetts (EEUU) y en el Instituto de Tecnología de Israel Technion, fue invitado a participar en un proyecto estatal para la creación de la bomba atómica.
En mayo de 1967, las tensiones entre Israel y Egipto aumentaron debido a la preparación por parte de Tel Aviv de nuevos ataques contra países árabes, según los datos de inteligencia de varios Estados.
Como respuesta, El Cairo decidió cerrar los estrechos de Tirán, ubicados entre el mar Rojo y el golfo de Akaba, y también realizar una 'demostración de fuerza' cerca de la frontera israelí.
En aquel momento, Yaakov estaba de visita en EEUU pero se le ordenó volver inmediatamente a Israel para participar en el desarrollo del plan Sansón.
Según declaró el militar israelí, dos grandes helicópteros militares del país "iban a aterrizar, descargar el artefacto y luego crear un puesto de mando en los alrededores de la montaña".
El exmilitar también informó de que realizó un vuelo de reconocimiento con Israel Dostrovski, director general de la Comisión de Energía Atómica de Israel.
"Estuvimos muy cerca. Vimos la montaña, y vimos el lugar donde esconderse, en un cañón", indicó.
Yaakov también subrayó que estaba lleno de dudas y preguntas.
"¿Va a explotar la bomba? ¿Voy a sobrevivir a la explosión?", pensaba.
A pesar de que Israel nunca colocó ni detonó el artefacto, el exmilitar continuó su labor de promoción del estatus nuclear del país hebreo hasta que en 2001 fue arrestado y acusado de haber filtrado información secreta.
Por su parte, la Embajada de Israel en Washington se negó a comentar las declaraciones de Yaakov.
"Esta es una historia muy triste, de una persona que dedicó su vida a la seguridad nacional de Israel y ha terminado atrapada en una situación que pone en peligro su reputación, su carrera, su legado… todo", declaró al medio Jack Chen, uno de los abogados de Yaakov.
https://mundo.sputniknews.com/orientemedio/201706041069696691-israel-egipto-guerra-centenario/
Las fuerzas de guerra israelíes han matado a más de 3000 niños palestinos desde el año 2000, revela un reciente informe.
Según ha informado este jueves la página web Middle East Monitor (MEM) citando un informe recientemente publicado por el Ministerio de Información Palestino, las fuerzas de guerra israelíes han matado en los últimos 17 años a más de 3000 niños, además de dejar heridos a más 13.000 menores de edad.
Las cifras también indican que en total detuvieron a más de 12.000 niños —mientras que en la actualidad mantienen encarcelados a unos 300—, de los cuales un 95 % ha sido víctima de agresiones y torturas en interrogatorios.
El número de niños palestinos detenidos por las fuerzas israelíes parece ir en aumento, ya que tras el inicio de la Segunda Intifada (“levantamiento”) en octubre de 2015 se detuvo a más de 2000 niños en un año, mientras que la cifra habitual era anualmente de unos 700 niños detenidos.
Por otra parte, las estadísticas muestran un severo aumento en la cantidad de niños palestinos que se ven obligados a trabajar (un aumento de unos 40.000 desde 2011 hasta 2017), lo que se atribuye en gran parte a las consecuencias de la agresión militar israelí de 2014 a la Franja de Gazay al bloqueo impuesto a este enclave costero.
Casi 20.000 de los niños palestinos que forman parte del mercado laboral, revela el informe, trabajan en los asentamientos agrícolas israelíes y ganan un tercio del sueldo mínimo establecido por el régimen de Tel Aviv, además de haber abundantes reportes de abusos a menores palestinos en dichas fincas.
Del mismo modo, los niños palestinos sufren violaciones de sus derechos humanos en los puntos de control militar israelíes en las entradas a las ciudades, aldeas y campos de refugiados palestinos.
Los malos tratos de las fuerzas de ocupación israelíes a niños palestinos no son nada nuevo: los datos publicados por la organización no gubernamental Defensa de Niñas y Niños Internacional (DNI, por sus siglas en español) señalan el año 2016 como el más letal de la última década para los niños palestinos en las ocupadas Cisjordania y Al-Quds (Jerusalén).
http://www.hispantv.com/noticias/palestina/343210/israel-mata-ninos-palestinos-intifada
No hay comentarios:
Publicar un comentario