Unas 50.000 personas sufrieron persecuciones en Ucrania desde 2014
Ucrania se harta de sí misma
Sé que muchos están cansados de Ucrania y de todo lo que hay alrededor.
Artículo Original: Denis Seleznev
Tomado de Slavyangrad
Los insultos sin fin, generosamente lanzados a los rusos y al Gobierno ruso por parte del Gobierno ucraniano, todo tipo de activistas, voluntarios, periodistas y otros lunáticos locales.
Y los continuos escarceos en Donbass, sin fin a la vista, se han hecho tan rutinarios que los editores de los canales de televisión y de los periódicos están obligados a hacer juegos malabares para conseguir que las noticias sobre los bombardeos de artillería no sean como dos gotas de agua en comparación con las anteriores.
La sorprendente, alarmante y aterradora locura ucraniana se ha convertido en algo monótono, molesto y sin esperanza. Todo eso era de esperar, así que es mucho más interesante el hecho de que la propia Ucrania parece cansada de sí misma.
En los últimos dos meses, el contexto informativo ucraniano, tanto la prensa como las redes sociales, se ha convertido en una especie de parlamento en la sombra en el que se discute que algo grande debería pasar en el país este otoño.
En la prensa, sociólogos, politólogos y ciudadanos preocupados se preguntan habitualmente si es posible que se produzca un golpe de Estado en un futuro próximo. En ocasiones incluso fantasean con quién sería capaz de organizarlo.
Uno de los pilares del periodismo ucraniano, Зеркало недели[Espejo de la Semana], incluso publicó un artículo en el que explícitamente afirma que Ucrania no tiene futuro.
Las redes sociales muestran pistas, indirectas y parecería que ciertos hechos importantes ya estuvieran planeados y fueran inevitables.
Pero todos están cegados por una neblina que hace absolutamente imposible ver el futuro. Nadie sabe exactamente qué pasará, pero muchos saben que algo pasará.
Entonces esperan una Koliívschina, es decir, una revuelta campesina y posterior masacre y golpe militar (tras el retorno de los chicos del frente) y conspiraciones al más alto nivel (probablemente entre Avakov y Turchinov).
¿Qué ha ocurrido en Ucrania para que incluso los patriotas con mejores credenciales tengan este tipo de conversaciones? En realidad, han ocurrido muchas cosas. Uno puede apuntar, por ejemplo, a la aparente pérdida de interés por el país azul y amarillo por parte de los amigos europeos y norteamericanos.
Hace un año que el FMI no da un céntimo; los europeos exigen a Ucrania, entre otras cosas, la tala de bosques a cambio de la concesión de créditos e incluso Japón ha retenido el dinero prometido el año pasado para la reparación del alcantarillado de Kiev.
Y es imposible no darse cuenta de que solo el presidente de Polonia se presentó en Kiev –y fue en una rápida visita– para la celebración del aniversario del cuarto de siglo de independencia de Ucrania.
Puede que también tenga algo que ver con la situación socioeconómica.
Después de todo, pese a las promesas de hace un año, la caída de la producción continúa, descienden las exportaciones y la grivna se deprecia otra vez frente al dólar. Aumentan las tarifas de los servicios básicos y la capacidad de la población de aceptarlo, lo que da alas al Gobierno para nuevos aumentos.
El primer ministro Groisman afirmó recientemente que las tarifas del agua fría eran excesivamente bajas y que las tarifas eléctricas están lejos de la media europea. Sin embargo, las becas para los estudiantes son muy altas y al Ministerio de Educación no le ha importado cancelarlas. También se han cancelado los pagos de numerosas prestaciones o salarios, como por ejemplo a los trabajadores del transporte, lo que ha dado como resultado la paralización del transporte de Járkov al menos en dos ocasiones.
Puede que también tenga algo que ver con los problemas de seguridad.
Kiev muestra un impresionante aumento de la tasa de criminalidad. En la primera mitad de 2016, el número de crímenes se ha duplicado con respecto a 2015, que no fue precisamente un año pacífico. Concretamente, el número de robos se ha duplicado, el de asesinatos ha aumentado un 30% y el de robo de coches, un 25%, etc.
Pero aun así, me atrevo a decir que ninguna de estas tristes realidades es lo que molesta a los verdaderos patriotas. Es otra cosa. Ucrania parece haber formado finalmente una idea nacional, que busca lograr la prosperidad y decencia europea en un solo paso. Lo que quiere es ponerse a ello y saltar al vacío, aunque sea atravesando el muro de la rutina.
Consistencia, trabajo sistematizado, razonamiento de las propias ambiciones y mantener los pies en el suelo ante los sueños no forman parte de la idea azul y amarilla, que lo quiere todo ya y si puede ser algo más.
Parecería que todo lo necesario para lograr el gran sueño europeo se ha hecho ya: cambiar los nombres de las calles, declarar a Ucrania sucesora de la República Nacional de Ucrania de Petliura [en lugar de la República Socialista Soviética de Ucrania], se las ha arreglado para corregir los libros de texto e incluso ha pasado a llamar “Bandera” a las salchichas de marca Moscú.
Ahora ya se celebran desfiles del orgullo gay. Pero ya no se celebran los desfiles del Día de la Victoria. Es más, ahora [el 9 de mayo] es un día laborable.
Cada día, Ucrania se cansa más de sí misma. Así que busca otro salto al vacío. ¿Hacia dónde? Sí, como siempre, hacia el brillante futuro europeo. Preferiblemente a ciegas.
Sin embargo, hay otra opción: puede que nos encontremos ante el fenómeno de autoagresión a escala de toda la sociedad o, más impresionante aún, de la parte más afectada por el nacionalismo. Una actitud inconscientemente suicida, el estado en el que se hace todo lo posible para auto agredirse, siempre escudándose en las buenas intenciones.
Teniendo en cuenta lo duro que ha sido este año para Ucrania, los martillos taladrarán los antes sólidos cimientos mientras califican los escombros como el nacimiento de una nueva nación, un escenario perfectamente posible.
Las ideas fluyen y los patriotas mantienen la esperanza. Esperan que otra vez sea posible dar un salto al vacío y empeorar otra vez la situación.
Si hace dos años las revueltas, Maidan, el golpe, estuvieron dirigidos principalmente contra las facciones rusas, en esta ocasión es Ucrania contra sí misma, todo por el sueño de más Ucrania.
Sin embargo, creo que en este caso los sueños serán en vano. Los patriotas de azul y amarillo tendrán aún mucho tiempo para disfrutar de la nueva Ucrania antes de que se rompa y salten otra vez al vacío. Y mientras esperan a dar el salto, primero aparecen los sueños.
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