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domingo, 7 de enero de 2018

Los Bancos de Alimentos son uno de los grandes negocios de la Iglesia católica

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Los Bancos de Alimentos son uno de los grandes negocios de la Iglesia católica


La FESBAL, los Bancos de Alimentos con marca registrada, son organismos constituidos como fundación, normalmente en cada localidad, y agrupados a la FEBA (Federación Europea de Bancos de Alimentos). 
Se dedican a recoger alimentos, dinero y cualquier material o servicio que de alguna forma ayude en su actividad como furgonetas, estanterías...
Esos alimentos y enseres circulan a través de una red de intermediarios asociados al Banco en cuestión. 
La práctica totalidad de los alimentos está siendo enviado a organizaciones religiosas entre las que encontramos parroquias, conventos, monasterios, organizaciones antiabortistas como Provida o la Fundación Vida, el seminario del Camino Neocatecumenal, residencias de los Legionarios de Cristo o centros relacionados con el Opus Dei.
En su origen está la creación del primer Banco de Alimentos en Barcelona en 1987 con la participación de Josep Miró i Ardèvol, expolítico de Convergencia creador también de e-cristians, del portal conservador “Forum Libertas” y luchador incansable contra el divorcio, el aborto y la aceptación pública de la homosexualidad” (sic). 
La aparición de nuevos Bancos en otras localidades llevó a la creación de la Fundación de Bancos de Alimentos de España (FBAE) en 1993 de la mano del sacerdote de la prelatura del Opus Dei, Jose María Sanabria.
A partir de aquí el apoyo de determinadas instituciones y figuras políticas reaccionarias es constante. 
Significativo el nombramiento como presidenta de honor de la señora Ana Botella, cuya aparición en los medios como presidenta de la Fundación se debió a la decisión tomada entonces de hacer participar a la misma con una donación en una SICAV —Sociedades de Inversión de Capital Variable— llamada Gescartera.
Han ido recibiendo donaciones de bancos y cajas, grandes empresarios y hasta un camión de 9 toneladas procedente de la Fundación Reina Sofía, por poner algún ejemplo.
Desde sus comienzos, a pesar de su retórica “aconfesional”, esta organización ha demostrado una ligazón palpable con los sectores católicos más reaccionarios. 
Su relación con la iglesia, y concretamente con el Opus Dei sigue vigente. 
FESBAL ha concedido premios a la Fundación Reina Sofía (FESBAL, 2013), a la Orden de Malta (Madrid, 2015), a la Diputación y al gerente de Mercagranada (Granada, 2011 y 2013), a la “Fundación Solidaridad Carrefour” (Ciudad Real, 2017).
En 2012, tras sustraer como protesta varios carros de comida de 2 supermercados de las provincias de Cádiz y Sevilla, el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) pretendió donarlos a los bancos de alimentos. 
La reacción de la dirección del sevillano y de la propia FESBAL por voz de su presidente no se hizo esperar, condenando la acción y defendiendo a las grandes empresas como Mercadona, Carrefour, El Corte Inglés o Alcampo, al mismo tiempo que señalaba a todos los ciudadanos como los responsables del despilfarro y por tanto indirectamente de la situación de pobreza incluso alimenticia.
En 2014 FESBAL denuncia al Banco de Alimentos de Tetuán, una iniciativa solidaria vecinal, por “utilización de marca registrada”
En colaboración con el Ayuntamiento y la policía acaban cerrando el medio de sustento de los vecinos en situación precaria por procesos de desahucio.
En una rueda de prensa del PP en Sanlúcar de Barrameda en diciembre de 2013 se sirvieron a los periodistas zumos del Banco de Alimentos de Cádiz. 
En 2012 y 2013 a una hermandad rociera le sirvieron alimentos del Banco de Madrid, a través de un sacerdote del obispado de Alcalá de Henares. 
Ese año no contrataron cocineros y les sirvieron directamente los paquetes de comida con el sello del FEGA (Fondo Español de Garantía Agraria) por el módico precio de 350 euros.
A mediados de 2012 también se supo que las franciscanas granadinas que regentaban la Residencia Universitaria Maria Teresa Rodón, y cobraban 600 euros por alojamiento y manutención, llevaban utilizando la comida que les suministraba el Banco de Alimentos desde hacía una década.
La mitad de los conventos de monjas de la provincia de Salamanca están comiendo de lo que reciben del Banco de Alimentos, algo en línea de lo que se publicó en 2013 sobre los religiosos de “Heraldos del Evangelio” y“SOS Familia” en Madrid que utilizaban para sí mismos la comida de FESBAL. 

https://elsaltodiario.com/pobreza/banco-de-alimentos-la-caridad-disfrazada


Voluntarios del Banco de Alimentos organizando los alimentos donados.

Banco de Alimentos

la caridad disfrazada



Su actividad es incesante todo el año, pero sin duda en estas fechas son los protagonistas con su “Operación Kilo”.
Conscientes de la importancia de la imagen, la presentación de FESBAL —Federación Española de Bancos de Alimentos— no puede ser más benévola: luchar contra el despilfarro a través de la recogida de alimentos para dar de comer a la gente con menos recursos.
La FESBAL, los Bancos de Alimentos con marca registrada, no es más que la caridad religiosa disfrazada de solidaridad para que las nuevas generaciones acepten de mejor manera el mismo fondo que movía a la marquesa franquista de Los Santos Inocentes de Delibes, evitando aquellas formas casposas del pasado. 
Muchos de los responsables de la degradación de las condiciones de vida que hemos percibido durante los últimos años aparecen detrás de estas organizaciones caritativas y es una obligación social desenmascararlos adoptando formas de solidaridad real.
Simbolizados con el logotipo de los pajaritos comiendo de un cuenco, los Bancos de Alimentos, son organismos constituidos como fundación, normalmente en cada localidad, y agrupados en FESBAL si hablamos de España y la FEBA —Federación Europea de Bancos de Alimentos— si hablamos de Europa. 
Se dedican a recoger alimentos, dinero y cualquier material o servicio que de alguna forma ayude en su actividad como furgonetas, estanterias…
Esos alimentos y enseres llegan a la gente que lo necesita a través de una red de intermediarios asociados al Banco en cuestión. Y aquí es donde empieza a aparecer otra imagen distinta a la que publicitan.
Un vistazo a las memorias publicadas por la Fundación de Banco de Alimentos de Madrid, similar a las memorias de otros bancos de alimentos, revela que la práctica totalidad de los alimentos está siendo enviado a organizaciones religiosas entre las que encontramos parroquias, conventos, monasterios, organizaciones antiabortistas como Provida o la Fundación Vida, el seminario del Camino Neocatecumenal, residencias de los Legionarios de Cristo o centros relacionados con el Opus Dei. Pertenecer de alguna manera a la red, que la iglesia católica tiene en este país, es prácticamente requisito suficiente para participar de la acumulación organizada por el Banco de Alimentos.
Es algo lógico, ya que desde sus comienzos, a pesar de su retórica “aconfesional”, esta organización ha demostrado una ligazón palpable con los sectores católicos más reaccionarios.

Origen de la organización

En su origen está la creación del primer Banco de Alimentos en Barcelona en 1987 con la participación de Josep Miró i Ardèvol, expolítico de Convergencia creador también de e-cristians, del portal conservador “Forum Libertas” y luchador incansable contra el divorcio, el aborto y “la aceptación pública de la homosexualidad” (sic). La aparición de nuevos Bancos en otras localidades llevó a la creación de la Fundación de Bancos de Alimentos de España (FBAE) en 1993 de la mano del sacerdote de la prelatura del Opus Dei, Jose María Sanabria.
A partir de aquí el apoyo de determinadas instituciones y figuras políticas reaccionarias es constante. Significativo el nombramiento como presidenta de honor de la señora Ana Botella, cuya aparición en los medios como presidenta de la Fundación se debió a la decisión tomada entonces de hacer participar a la misma con una donación en una SICAV —Sociedades de Inversión de Capital Variable— llamada Gescartera, pero esa es otra historia y existe la hemeroteca para quien tenga interés.
En 1997, según el Banco de Alimentos de Lugo —la página de FESBAL dice que fue en 1996—, se reunieron los bancos creados y la FBAE para constituir la actual FESBAL. 
En este punto hay una contradicción en la que incurren diversas informaciones de los medios y la información suministrada por FESBAL, ya que la participación en Gescartera de FBAE, según declaraciones a la propia comisión de investigación del caso se realizó en 1998. 
De cualquier forma su andadura en el nuevo siglo, bajo el nombre actual, continuó por los mismos derroteros recibiendo. Han ido recibiendo donaciones de bancos y cajas, grandes empresarios y hasta un camión de 9 toneladas procedente de la Fundación Reina Sofía, por poner algún ejemplo.
Este apoyo de los poderes fácticos y esta filiación de la dirección de FESBAL se ha traducido como no podía ser de otra forma en un comportamiento lógico de defensa del statu quo.

Mantener la pobreza fuera de la lucha de clases

En 2012, tras sustraer como protesta varios carros de comida de 2 supermercados de las provincias de Cádiz y Sevilla, el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) pretendió donarlos a los bancos de alimentos. 
La reacción de la dirección del sevillano y de la propia FESBAL por voz de su presidente no se hizo esperar, condenando la acción y defendiendo a las grandes empresas como Mercadona, Carrefour, El Corte Inglés o Alcampo, al mismo tiempo que señalaba a todos los ciudadanos como los responsables del despilfarro y por tanto indirectamente de la situación de pobreza incluso alimenticia.
Este apoyo de los poderes fácticos y esta filiación de la dirección de FESBAL se ha traducido como no podía ser de otra forma en un comportamiento lógico de defensa del statu quo
En 2014 FESBAL denuncia al Banco de Alimentos de Tetuán , una iniciativa solidaria vecinal, por “utilización de marca registrada”. En colaboración con el Ayuntamiento y la policía acaban cerrando el medio de sustento de los vecinos en situación precaria por procesos de desahucio. 
Estas acciones, así como los premios concedidos por FESBAL a la Fundación Reina Sofía (FESBAL, 2013), a la Orden de Malta (Madrid, 2015), a la Diputación y al gerente de Mercagranada (Granada, 2011 y 2013), a la “Fundación Solidaridad Carrefour” (Ciudad Real, 2017), por poner algunos ejemplos, son disparos a la línea de flotación de la residual conciencia de clase que debería señalar inequívocamente a estas empresas e instituciones como responsables de la desigualdad social.
Y como no podía ser de otra forma se protege la imagen de algo tan útil para el poder a pesar de los casos de corrupción que afloraron en dos de sus años de actividad. Citaremos los zumos del Banco de Alimentos de Cádiz servidos a los periodistas en una rueda de prensa del PP en Sanlúcar de Barrameda en diciembre de 2013, o los alimentos del Banco de Madrid que acabaron sirviéndose a una hermandad rociera a través de un sacerdote del obispado de Alcalá de Henares en 2012 y 2013.
Se dieron cuenta porque ese año no contrataron cocineros y les sirvieron directamente los paquetes de comida con el sello del FEGA (Fondo Español de Garantía Agraria) por el módico precio de 350 euros. 
A mediados de 2012 también se supo que las franciscanas granadinas que regentaban la Residencia Universitaria Maria Teresa Rodón, y cobraban 600 euros por alojamiento y manutención, llevaban utilizando la comida que les suministraba el Banco de Alimentos desde hacía una década.
Este mismo año supimos por medios vaticanistas que la mitad de los conventos de monjas de la provincia de Salamanca están comiendo de lo que reciben del Banco de Alimentos, algo en línea de lo que se publicó en 2013 sobre los religiosos de “Heraldos del Evangelio” y “SOS Familia” en Madrid que utilizaban para sí mismos la comida de FESBAL para dedicarse a tiempo completo al adoctrinamiento católico. 
Nada de esto ha hecho que la opinión pública se cuestione, ya no los intereses reales, sino ni siquiera la eficacia de FESBAL en sus supuestas finalidades.

El Opus Dei y los Bancos de Alimentos

A través del  Banco de Alimentos se nos presenta a las grandes empresas de distribución , bancos y ejecutivos de grandes empresas como entes altruistas. 
Estas empresas distribuidoras controlan el 70% del mercado de alimentos y qué mejor que ellas para liderar esta gran obra benéfica. 
Sin embargo los motivos de estas alianzas aparentemente solidarias, introducen componentes de rentabilidad económica. 
Pudiera parecer que las grandes distribuidoras de alimentos se acercan a este tipo de actividades filantrópicas solo con la intención de mejorar su imagen de empresa. 
Pero, además del efecto publicitario, un interesante negocio se esconde detrás de la relación de estas empresas de distribución con el Banco de Alimentos. 
¿Qué consiguen con sus colaboraciones desinteresadas?
Según podemos leer en este artículo:
  • Que no se produzca una caída de precios debido a que los alimentos no entran directamente en el mercado.
  • Mejoran su imagen de responsabilidad social corporativa.
  • No tienen costes en la destrucción bien sea de excedentes o de productos al límite de su fecha de caducidad.
  • Se ahorran también el transporte y la retirada de los productos. Y la distribución a las entidades beneficiarias de las donaciones, pues lo hace un ejército de voluntarios.
  • Las donaciones, de cualquier tipo, desgravan un 35% en el Impuesto de Sociedades (con la Ley de Mecenazgo del PP será el 100%).
  • A la gente pobre se le acostumbra a la beneficencia, como si fuera ley divina que haya ricos y pobres.
  • Los Bancos de Alimentos minan aún más las ventas del pequeño comercio en los barrios con más miseria.
  • Por un lado regalan excedentes y por otro destruyen a los tenderos con las marcas blancas que son fruto de la sobreexplotación en origen y la que aplican a sus propios trabajadores.
Estas empresas saben que los stocks donados evitan la caída de precios y el gasto de destruirlos y aprovechan la ley que permite la desgravación del 35% de la cuota íntegra del Impuesto de Sociedades.
Pero por si estos beneficios a las grandes superficies fuera poco, en un perverso ejercicio de nueva filantropía, anualmente y en fechas señaladas como las prenavideñas, desde los medios de comunicación apelan a la ciudadanía a  campañas de “Gran donación de Alimentos”. 
Esta presión mediática, que habitualmente suele enmascararse con el rigor informativo, lleva a que olvidamos que detrás de la palabra donación se esconde la mercantilista palabra “compra de alimentos”. 
Los alimentos “donados” en realidad son adquiridos por los solidarios ciudadanos en estas grandes superficies donde son estratégicamente ubicados los puntos de recogida del Banco de Alimentos. 
Se produce así un incremento de sus cifras de negocio y beneficios.
Parece evidente que más allá del mero efecto publicitario, el Banco de Alimentos resulta un pingüe negocio para algunas empresas. 

Sin embargo, detrás de la beneficencia, se encuentran otros interés más espurios capaces de unir al OPUS, entidades financieras, grandes empresas trasnacionales y aseguradoras privadas. 

En los Think Tanks donde el gran capital pergeña su estrategia futura, negocios enmascarados como iniciativas solidarias ocupan un lugar destacado. 

En tiempos de crisis las iniciativas como la del Banco de Alimentos, cumplen con una doble función social.

Por una parte sirven de antídoto contra la movilización, tranquilizando las conciencias de solidarios donantes e indignados con la injusticia social. 

Estas acciones que apelan directamente a la necesidad y tocan el fondo del corazón, ni se cuestionan  ni  se plantean dar respuesta a las injustas causas que generan el hambre. 

No cuestionan desigualdades sociales, la beneficencia siempre fue una respuesta solidaria vertical (de arriba a abajo).

Se recupera así la vieja estrategia de reforzar las estructuras benéficas generadoras de dependencia, con ánimo de mitigar la posible respuesta social de aquellas personas en situación de necesidad extrema y que ya no tienen mucho que perder.

Los bancos de alimentos, el gran negocio de la Iglesia y las grandes empresas

La caridad une al Opus con entidades financieras, grandes empresas trasnacionales y aseguradoras privadas. Es el Think Tank, donde el gran capital pergeña su estrategia futura, negocios enmascarados como iniciativas solidarias ocupan un lugar destacado.
En los últimos tiempos la intensificación de situaciones de miseria causados por la crisis financiera ha disparado el nacimiento de los bancos de alimentos, controlados en su mayoría por el Opus Dei. 
Se trata de un ingenioso método para obtener beneficios a costa de los pobres y, de paso, transmitir la ideología del poder y evitar que los desheredados de la tierra analicen las causas de esa miseria y se organicen y luchen contra el sistema económico y político. 
En este artículo de M. del Val publicado por Alerta Digital nos relatan las claves de ese negocio.
Más sobre el tema: entrevista en CNT con Julio Reyero:  “La caridad actúa como anestésico de la contestación social”
José Antonio Busto Villa. Presidente de FESBAL. Supernumerario del Opus Dei.
La gran convocatoria de la caridad celebrada los días 29 y 30 de noviembre de este año (2013) por la Federación Española de Bancos de Alimentos (FESBAL) pretendía llevar a cabo “La gran recogida de alimentos 2013″. 
Como podemos leer en la web habilitada para la campaña, su principal objetivo era luchar contra el hambre y el despilfarro mediante el trabajo de voluntarios y entidades colaboradoras, entre las que encontramos bancos, grandes supermercados, medios de comunicación o incluso empresas de seguros privados.
Según la web de FESBAL, los Bancos de Alimentos “son organizaciones sin ánimo de lucro basados en el voluntariado y cuyo objetivo es recuperar excedentes alimenticios de nuestra sociedad y redistribuirlos entre las personas necesitadas, evitando cualquier desperdicio o mal uso. La organización de un Banco de Alimentos se orienta a un funcionamiento similar al de una empresa, con distintas áreas y un equipo de dirección”.
Pero además del gesto ciudadano y solidario entre iguales que quieren con su modesta aportación evitar que un vecino pase hambre, ¿quién esta detrás del Banco de Alimentos? 
¿Qué intereses puede haber en esta labor caritativa? 
¿Qué lleva a bancos, grandes centros de distribución de alimentos, compañías de seguros, transnacionales y medios de comunicación a unirse en el apoyo de esta urgente iniciativa?
Si buscamos en la página web del Opus Dei “Banco de Alimentos” nos da como resultado 42 entradas. Repasemos algunos cargos directivos del Banco de Alimentos.
-El director de FESBAL es José Antonio Busto Villa, es supernumerario del Opus Dei.
-El presidente del Banco de Alimentos de Valladolid Jose María Zarate es supernumerario del Opus Dei.
-La presidente del Banco de Alimento de Badajoz Carmen de Aguirre Castellanos es supernumeraria del Opus Dei.
-El presidente del Banco de Alimentos de Santander Francisco del Pozo Blanco es supernumerario de Opus Dei.
-Manuel Pérez Hernández, de 67 años, presidente del Banco de Alimentos de Las Palmas de Gran Canaria es supernumerario del Opus Dei.
-José Antonio García García, de 73 años preside el Banco de Alimentos de Albacete y es supernumerario del Opus Dei.
Las vinculaciones del Banco de Alimentos con el Opus Dei no son solo a través de los supernumerarios en puestos de responsabilidad. 
Son múltiples las referencias de cargos directivos y colaboradores del Banco de Alimentos a las enseñanzas y el ideario del fundador del Opus Dei San Jose María Escriba de Balaguer: 
“Me llamo Vicente López-Alemany y soy director general del Banco de Alimentos de Madrid, donde empecé a trabajar hace más de seis años gracias al espíritu de servicio que aprendí de las enseñanzas de San Josemaría; y a los buenos oficios de un amigo y profesor de la Escuela Naval Militar de Marín, que fue el primero que me habló de los Bancos de Alimentos.” 
O Pedro Pereira que actualmente preside del Banco de Alimentos de Vigo y fue el coordinador general de estudios del colegio del Opus Dei Montecastelo de Vigo.
Una de la últimas noticias destacadas en la página web FESBAL es la llamada de teléfono que la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Ana Mato, supernumeraria del Opus, hizo al presidente de la FESBAL, José Antonio Busto, felicitándole y deseándole el mayor de los éxitos a los Bancos de Alimentos. 
¿A qué se debe el respaldo de una ministra del Opus al presidente de la Federación de Bancos de Alimentos y miembro supernumerario de la orden?
Si bien pudiera parecer casualidad que destacados miembros de la Prelatura personal de la Iglesia Católica ocupen cargos de responsabilidad en el Banco de Alimentos, esto no deja de resultar llamativo. ¿Qué interés respalda esta presencia? 
¿Esta es solo fruto del compromiso personal o responde a una estrategia de más hondo calado? 
Esta presencia llama más la atención si tenemos en cuenta que, en las cúpulas de las grandes empresas financieras y de distribución que colaboran con este Banco de Alimentos, abundan también miembros de esta prelatura y que cuando esto es no así, una parte importante de sus cargos ejecutivos se han formado en la escuela de negocio del Opus Dei, la IESE.
A través del Banco de Alimentos se nos presenta a las grandes empresas de distribución , bancos y ejecutivos de grandes empresas como entes altruistas. 

Estas empresas distribuidoras controlan el 70% del mercado de alimentos y qué mejor que ellas para liderar esta gran obra benéfica. 

Sin embargo, los motivos de estas alianzas aparentemente solidarias introducen componentes de rentabilidad económica. 

Pudiera parecer que las grandes distribuidoras de alimentos se acercan a este tipo de actividades filantrópicas solo con la intención de mejorar su imagen de empresa. Pero, además del efecto publicitario, un interesante negocio se esconde detrás de la relación de estas empresas de distribución con el Banco de Alimentos. ¿Qué consiguen las grandes empresa de distribución con la donación? Según podemos leer en este artículo:
-Que no se produzca una caída de precios debido a que los alimentos no entran directamente en el mercado.
-Mejoran su imagen corporativa.
-No tienen costes en la destrucción de esos excedentes.
-No tienen costes en la distribución pues lo hace un ejército de voluntarios.
-Las donaciones, de cualquier tipo, desgravan un 35% en el Impuesto de Sociedades (con la Ley de Mecenazgo del PP será el 100%).
-A la gente pobre se le acostumbra a la beneficencia, como si fuera ley divina que hayan ricos y pobres.
-Los Bancos de Alimentos minan aún más las ventas del pequeño comercio en los barrios con más miseria.
Por un lado regalan excedentes y por otro destruyen a los tenderos con las marcas blancas, que son fruto de la sobreexplotación en origen y la que aplican a sus propios trabajadores.
Estas empresas saben que los stocks donados evitan la caída de precios y el gasto de destruirlos y aprovechan la ley que permite la desgravación del 35% de la cuota íntegra del Impuesto de Sociedades.
Pero por si estos beneficios a las grandes superficies fuera poco, en un perverso ejercicio de nueva filantropía, cada cierto tiempo y en fechas señaladas, desde los medios de comunicación apelan a la ciudadanía a campañas de “Gran donación de Alimentos”. Esta presión mediática, que habitualmente suele enmascararse con el rigor informativo, lleva a que olvidamos que detrás de la palabra donación se esconde la mercantilista palabra “compra de alimentos”. Los productos “donados” en realidad son adquiridos por los solidarios ciudadanos en estas grandes superficies, donde son estratégicamente ubicados los puntos de recogida del Banco de Alimentos. Se produce así un incremento de sus cifras de negocio y beneficios.
Parece evidente que más allá del mero efecto publicitario, el Banco de Alimentos resulta un pingüe negocio para algunas empresas. Sin embargo, detrás de la beneficencia, se encuentran otros intereses más espurios y que son capaces de unir al Opus, entidades financieras, grandes empresas trasnacionales y aseguradoras privadas. En los Think Tanks, donde el gran capital pergeña su estrategia futura, negocios enmascarados como iniciativas solidarias ocupan un lugar destacado.
En tiempos de crisis las iniciativas como la del Banco de Alimentos, cumplen con una doble función social. Por una parte sirven de antídoto contra la movilización, tranquilizando las conciencias de solidarios donantes e indignados con la injusticia social. Estas acciones, que apelan directamente a la necesidad y tocan el fondo del corazón, ni se cuestionan ni se plantean dar respuesta a las injustas causas que generan el hambre. No cuestionan desigualdades sociales, ya que la beneficencia siempre fue una respuesta solidaria vertical (de arriba a abajo).
Por otra parte, se recupera la vieja estrategia de reforzar las estructuras benéficas generadoras de dependencia, con ánimo de mitigar la posible respuesta social de aquellas personas en situación de necesidad extrema y que ya no tienen mucho que perder.

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