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domingo, 29 de enero de 2017

Sionismo: Una ideología delirante y perversa

Sionismo: 

Una ideología delirante y perversa


Considerando sólo los últimos 16 años, mediante una conducta de depravación evidente, la entidad sionista, encabezada por el Primer Ministro israelí Benjamín Netanyahu, ha sido protagonista de una política masiva de asesinatos contra la población palestina, tanto en la Franja de Gaza como en la Ribera Occidental.
Herodes Modernos
La suma total de víctimas en la sociedad palestina entre el año 2000 – cuando se inicia la segunda Intifada, en la Franja de Gaza cuando se concretan las autodenominadas: 
Operación Militar israelí Plomo Fundido, el año 2012 con la Operación Pilar Defensivo y la Operación Margen Protector del año 2014 unido a las agresiones contra los habitantes del West Bank en las ciudades de Al Quds (Jerusalén) Al Jalil (Hebrón) Bayt Lahm  (Belén), Beit Jala,  Ramallah, Tulkarm, Nablus, Ariha – Jericó – entre otras suma, aproximadamente, 13 mil muertos y 40 mil heridos – de los cuales 2.100 muertos son niños – a lo que hay que añadir 25 mil palestinos que han pasado por las cárceles israelíes de los cuales quedan 6 mil tras las rejas, 500 de ellos niños menores de 16 años.
En este mismo período la cantidad de muertos israelíes por acciones atribuidas a palestinos no sobrepasa las 950 muertes, la inmensa mayoría soldados y colonos sionistas – considerados fuerza beligerante – que ocupan tierras palestinas – No incluyo en esto las 190 muertes de soldados israelíes tras el fracaso de la invasión al Líbano el año 2006 en la guerra que enfrentó al sionismo contra Hezbolá y que generó una crisis de proporciones. 
El general mayor de la fuerza aérea del régimen de Israel Amir Eshel ha señalado que su país evitar cualquier tipo de guerra con Hezbolá.
Las acciones del sionismo han ido enfocadas en seguir consolidando la construcción de asentamientos en la Ribera occidental. 
Ello, a contrapelo de la legislación internacional, como fue la Resolución Nº 2334  de la ONU del 23 de diciembre del 2016, que reafirmó el carácter ilegal de los asentamientos en los territorios palestinos del West Bank. Pocos países han levantado la voz para exigir este cumplimiento. 
En el caso de Irán, la nación persa lleva la voz cantante y ha instado a la comunidad internacional a cumplir con su responsabilidad  inherente, aumentar las presiones contra la entidad sionista e impedir que se materialicen las políticas agresivas y expansionistas de dicho régimen, como también impedir que se concrete el traslado de la Embajada de Estados Unidos de Tel Aviv a Al Quds.
Analistas como Norman Finkelstein – estadounidense de religión judía e hijo de supervivientes de los campos de concentración nazis en Auschwitz y Majdanek – en su libro “Método y locura: La historia oculta de los ataques de Israel en Gaza” da a conocer  que el repetido recurso a la guerra más salvaje por parte de los gobiernos de Israel dista mucho de ser irracional 
“en realidad, afirma Finkelstein, los ataques de Israel han sido diseñados para sabotear un posible compromiso de paz con los palestinos, aún cuando los términos de este les favorezca ampliamente” 
En esta postura del sionismo y a la vista de las cifras de víctimas de las operaciones militares israelíes, se ha dicho que esta desproporción en el número de víctimas ocasionadas y las víctimas propias tiene un carácter delirante y patológico.
Una Infame ideología
¿Es así? 
¿Sufre la entidad sionista de una patología delirante? 
Si entendemos por delirio aquella sicopatología  donde se destacan temas tales como sentirse perseguido, además de presentar visiones de grandeza o megalomanía - un pueblo elegido convocado a una misión divina – la entidad sionista, al interpretar la realidad de manera distorsionada es entonces delirante, pues tiene una ruptura con la realidad circundante, sin capacidad autocrítica y sin un pensamiento coherente y lógico. 
Se autoconvence que aquello que hace, por más criminal que sea tiene un objetivo superior: 
la grandeza y la seguridad del sionismo a partir de una orientación de un dios exclusivo y excluyente.
El delirio se genera a partir de una interpretación distorsionada de la realidad. 
Allí donde todos ven una conducta de agresión, el delirante habla de autodefensa. 
Allí donde los organismos internacionales hablan de la necesidad de detener la construcción de muros y asentamientos que segregan y usurpan territorio palestino, el delirante habla de la necesidad de proteger sus fronteras. 
Donde el pueblo palestino, en uso moral y legal de actos de defensa de su territorio ejecuta acciones de autodefensa contra tropas y colonos ocupantes, el delirante habla de terrorismo ocultando así su propia política colonialista, racista y criminal.
En el plano político no se conocen medidas preventivas contra el delirio, por ello resulta importante que ante las sospechas de estos síntomas, que en el caso del sionismo son lisa y llanamente un claro diagnóstico de una enfermedad grave pero no por ello inimputable frente a hechos delictivos. 
Por ello, los organismos internacionales, las sociedades debemos definir cursos de acción encaminados a proteger a los pueblos que sufren la acción de políticos, religiosos, colonos, instituciones civiles y militares aquejados de esta patología.
Es indudable, a la luz de la conducta histórica del sionismo, que esta ideología y su expresión estructural  bajo el nombre de Israel es una entidad dotada de una conducta de perversión donde la moral y los valores están absolutamente trastocados. 
La perversión, como concepto aplicable al actuar político y militar de la entidad sionista, supone a un gobierno y miembros de esa sociedad que actúan con conductas invertidas, normalmente no aceptadas y moralmente incorrectas,  que buscan a través de la puesta en práctica de esas acciones perversas el placer del dominio mediante el uso del terror.
Actos perversos contra la población palestina ejecutada por soldados y colonos: 
asesinar a sangre fría, detener y torturar, impedir la libre circulación de los habitantes del territorio.
 Impedir ejercer sus acciones religiosas. 
Demoler las viviendas – 5 mil de ellas destruidas hasta sus cimientos desde el año 200 a la fecha – destruir sus cosechas, arrancar de raíz sus árboles de olivos, cercar sus ciudades con muros y alambradas. 
Hacer uso de la llamada ley de Ausencia, que permite apropiarse (robar) la casa de un no judío al que se ha obligado a huir. 
Impedir el uso de bienes como el agua y la electricidad
Generar guetos, carreteras exclusivas para colonos.
La lista de actos perversos suma y sigue: 
cercar con check points las tierras palestinas, impidiendo la libre circulación de la población palestina. 
Judaizar Al Quds. 
Construir asentamientos y poblarlos de colonos extremistas en territorio palestino, impedir el desarrollo cultural, eliminar todo rastro lingüístico de nombres árabes. 
Negar el regreso de los refugiados de la Nakba. 
Rematar en el suelo a hombres y mujeres palestinos heridos. 
Detener a menores de edad. 
Maltratar a ancianos y mujeres.  Segregar a la población mediante el uso de documentos diferenciadores.
Así, el apartheid practicado por Israel contra la población palestina deja de ser un simple recurso argumentativo y se convierte en una realidad 
- El propio Tribunal Russel Para Palestina, reunido en la Ciudad del CaboSudáfrica – el año 2011 que convocó a destacados juristas internacionales  concluyó que “Israel somete al pueblo palestino a un régimen institucionalizado de dominación considerado apartheid por el derecho internacional”  bajo el marco de la Resolución 3379 de la Asamblea General de la ONU, aprobada el 10 de noviembre de 1975 , equiparó al sionismo con el racismo en general y con el apartheid sudafricano en particular, y llamó a su eliminación, entendiéndola como una forma de discriminación racial.
Toda esa larga lista de acciones perversas del sionismo no cesa y se fundan en una ideología que reúne las características propias de una ideología fascista: 
Nacionalismo, autoritarismo y etnocentrismo, que ve al palestino como un animal, un ser inferior, alguien sin derechos frente al supuesto pueblo elegido, a quien un dios extraño, veleidoso y excluyente le concedió una tierra ajena  y ha hecho de ese mito una razón fundante. 
Una ideología que bajo el actual régimen israelí preconiza un Estado “étnicamente puro”. 
Esa perversión se funda en actos de una ideología nacionalsionista, que encuentra su expresión y verbalización en líderes israelíes que alientan el odio, la segregación y el crimen de los Goys – no judíos – calificando a los palestinos como animales a los cuales hay que exterminar.
Perversión como la del ex Primer Ministro Menahem Begin, nacido en Bielorrusia, quien el año 1982 declaró ante el parlamento israelí el carácter infrahumano de los palestinos “se los digo, apenas son humanos”.
Perversión como la del también ex Primer Ministro  Ehud Barack, de padres lituanos,  quien en la segunda Intifada advertía a los israelíes “los palestinos son como los cocodrilos, cuanta más carne les dan, más quieren”.
Palabras complementadas con las “piadosas” expresiones del rabino Yizhak Ginsburg, nacido en Estados Unidos quien señalaba “la sangre judía y la sangre de los Goys no es la misma y en ese plano, matar no es un crimen si las víctimas no son judías”. 
El fallecido Yizhak Shamir, de origen bielorruso y  ex Primer Ministro, quien vociferaba a los cuatros vientos 
Aplastaremos a los palestinos como a langostas, aplastaremos sus cabezas contra las rocas y los muros”
Como no referir en este breve recuento las palabras del actual Ministro de Defensa, el colono ultranacionalista de origen moldavo Avigdor Lieberman quien propuso aplicar en Gaza, el año 2009 tras la operación Plomo Fundido“ lo que hizo Japón al final de la segunda guerra mundial”. 
Y dentro de estas ideas tan propias de los líderes de la autodenominada  “mayor democracia de Oriente Medio” destaca la de Ayelet Shaked, actual Ministra de Justicia y ex diputada por el partido Hogar judío quien sostuvo que 
“Detrás de cada terrorista hay decenas de hombres y mujeres sin los cuales no podría atentar. Ahora todos son combatientes enemigos, y su sangre caerá sobre sus cabezas. 
Incluso las madres de los mártires, que los envían al infierno con flores y besos. Nada sería más justo que siguieran sus pasos. Estas madres deberían desaparecer junto a sus hogares, donde han criado a estas serpientes. De lo contrario, criarán más pequeñas serpientes”.
El delirio, la perversión, la megalomanía, son partes componentes del sionismo, constituyen parte del engranaje de una ideología que así como EIIL –Daesh en árabe – constituye una perversión del islam, con el cual no tiene nada que ver,  así también el sionismo del régimen israelí en Palestina constituye una perversión criminal del judaísmo, tal como lo ha declarado la organización de rabinos Neturei Karta, convencidos de la incompatibilidad entre las enseñanzas del judaísmo y una entidad denominada Israel asentada sobre la fuerza de las armas, el pillaje y el sufrimiento de todo un pueblo.
Según Moshé Machover, matemático y filósofo  israelí radicado en Inglaterra, la idea de un pueblo judío es “una falsa idea promovida por la ideología sionista: el mito de que los judíos en todo el mundo son una nación antigua, exiliada por la fuerza de su antigua patria, la tierra de Israel” continuar en esa idea, tratar de imponerla y ocupar tierras ajenas es una conducta delirante, como perversa es el uso de prácticas violatorias de los derechos humanos de millones de palestinos en pos de ese objetivo mitológico.

El Sionismo desaparecerá


Setenta naciones, junto a las cinco potencias mundiales reunidas en Francia con el fin de relanzar un proceso de paz estancado entre palestinos e israelíes
El resultado fue el previsible: nada nuevo bajo el sol.
A dicha cita no fueron invitados los miembros de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) como tampoco de la entidad sionista. 
El Gobierno francés pretendía que tanto Netanyahu como Abbas se reunieran en París como broche de esta Conferencia, idea imposible de llevar a cabo por la rotunda negativa del primer ministro israelí. 
El objetivo de la Conferencia era sentar una política de consenso destinada a avanzar en el término de una ocupación que se arrastra ya por 59 años y que se ha expresado, en lo concreto, en la pérdida territorial de gran parte de la Palestina histórica, la ocupación de los territorios de la Ribera Occidental a partir del año 1967, el cerco a la Franja de Gaza, la política de asentamiento con colonos sionistas en Cisjordania en una cifra que supera ya los 650 mil colonos y el establecimiento de bantustanes sujetos a la administración civil y militar sionista, que hacen imposible pensar hoy en un Estado Palestino.
El contexto en que se produce el encuentro de París y el llamado efectuado por los 70 países asistentes, hace prever  pocos resultados y escasos avances en la materia que debe determinar este tipo de situaciones: 
la completa y definitiva autodeterminación del pueblo palestino, el retorno de los refugiados palestinos, el fin de los asentamientos judíos, el retiro total de las tropas ocupantes de los territorios del West Bank – como también de los Altos del Golán ocupado a Siria- terminar con la política de apartheid y violación a los derechos humanos del pueblo palestino ¿Será posible esto?
Cualquier otra exigencia a Israel en aras del “pragmatismo” del “realismo político” o en función de avanzar paulatinamente – en esta política de la postergación permanente y crónica de los sueños palestinos –  le da más aires y avala la impunidad con que actúa la entidad sionista, que ha ocupado a sangre y fuego los territorios palestinos. 
Cualquier otra solución, que no sea reconocer el derecho a existir del pueblo palestino es letra muerta y sólo servirá para que Israel siga violando los derechos humanos de una población decidida a lanzarse al ataque definitivo por el logro de su autodeterminación. 
Objetivo justo que la sociedad mundial debe apoyar bajo todas las formas de lucha.
La Conferencia de París encontró la altanera crítica del régimen sionista, a la administración estadounidense de Barack Obama en la agonía de su mandato y un mandatario electo – Donald Trump, que ha declarado  abiertamente su apoyo incondicional al régimen israelí e incluso la posibilidad de trasladar la Embajada estadounidense de Tel Aviv a Al Quds – Jerusalén –. 
Una clara provocación a los intentos de paz para la zona, una bofetada a la idea de lograr un Estado palestino independiente, como también un gravísimo insulto al mundo musulmán. 
Tal posibilidad, sin duda, acrecentará la legítima ira del pueblo palestino de por si catalizado frente a la política de asentamientos de colonos y los asesinatos de su población en los territorios ocupados y en el cerco a la Franja de Gaza.
La alarmante idea de enardecer al mundo árabe y al Islam,  a través de  trasladar la Embajada Estadounidense a Al Quds ha sido criticada incluso por aliados de Washington.
Tal es el caso del canciller Francés, Jean Marck Ayrault quien señaló frente a la pretensión  de Trump que ésta
“tendrá graves consecuencias y su gobierno se verá ante la imposibilidad de hacerlo. Cuando se es presidente de los  Estados Unidos, sobre esta posición no se puede tener una visión tan unilateral, tan rotunda, hay que intentar crear las condiciones para la paz”. 
Frente a la opinión de Ayrault habría que preguntarse 
¿Le importa verdaderamente al mandatario electo estadounidense crear las condiciones para la paz? 
¿Mantendrá sus opiniones radicales una vez que esté en la Oficina Oval?
La Conferencia de Paris representó, según el Primer Ministro Israelí Benjamín Netanyahu 
“un encuentro inútil, con el objetivo de forzar ciertos términos sobre Israel que entran en conflicto con nuestras necesidades nacionales.
 Esta iniciativa aleja la paz y aparta a los palestinos de las negociaciones – bilaterales – directas. Esta Conferencia es el último vestigio del pasado antes que el futuro se establezca”. 
En clara referencia a la esperanza de Tel Aviv,  que Trump ayudará a echar por tierra las acciones de presión contra la entidad sionista y poder continuar así su política de ocupación de los territorios palestinos, que hagan inviable un Estado palestino independiente.
En las palabras de Netanyahu se expresa la esencia del sionismo: 
no respetar el derecho internacional, 
despreciar los acuerdos y  las resoluciones emanadas de organismos como la ONU y Consejo de Seguridad 
e ignorar  encuentros como el de Paris. 
Lo sostenido por Netanyahu, unido al apoyo incondicional de Washington permiten esta defensa a ultranza  de su política nacionalsionista y sobre todo, la negativa y conducta contumaz del régimen israelí de avanzar en términos mínimos de entendimiento con la dirigencia palestinas sean estos de la ANP y menos aún con el Movimiento de Resistencia islámico – Hamas – en la Franja de Gaza.
Así, Israel sigue jugando con fuego, con una visión mesiánica,  con la creencia que en el actual estado de cosas en Oriente Medio difícilmente se podrá hacer frente a su política de ultraje criminal. 
Es por ello que la labor del Eje de la Resistencia, conformado por Irán, Siria, el Movimiento Hezbolá, Irak y combatientes palestinos, pueden ser un factor determinante en la lucha contra el sionismo, que más temprano que tarde se verá enfrentado a fuerzas que pondrán freno a la conducta de una entidad destinada a desaparecer.
Israel y una Existencia Artificial
No es posible entender el contencioso palestino-israelí, la Resolución N°2334 del 23 de diciembre del 2016, la convocatoria a la Conferencia de Paris sino consignamos como antecedente histórico de la política de ocupación sionista la Resolución N°181 de las Naciones Unidas del 27 de noviembre del año 1947, preámbulo de la injusticia instrumentada en la legalidad internacional, con el objeto de usurpar un territorio milenario al pueblo palestino, dejarlos paulatinamente sin derecho a la identidad y comenzar a generar, sobre todo a partir de los Acuerdos de Oslo del año 1993 la inoficiosa idea de los dos Estados.
En un interesante trabajo del diplomático y analista palestino Suhail Hani Daher Akel  titulado el horror y el error de la Partición de Palestina” y que comparto en plenitud, este político afirma 
“La ONU el año 1947 delimitó su ideal de Partición. 
Por un lado, un artificial “Estado Judío” al cual le fue otorgado parte del territorio palestino a los europeos judíos askenazi, descendientes de los caucasianos Kahazares. 
Sin que éstos registren antecedentes de una presencia física natural en la región, ni una genética similar a los pre bíblicos hebreos que procedentes de Egipto, entraron -según el capítulo de Josue- por la fuerza de la espada en Jericó. 
Estableciéndose más adelante en algunas regiones de Palestina, los reinados de Israel y Judá. 
Traumática ocupación cargada con la ferocidad de la violencia hasta el 66 dC. 
Disuelto los reinos, la mayoría de ellos se fusionaron en convivencia con los filisteos – palestinos –  los babilonios – iraquíes – y los asirios y nunca más regresaron de manera hostil a Palestina. 
Por el otro lado. La Partición impulsó un ‘Estado árabe’. 
Llamado de este modo, de una manera abusiva y frente a las miradas atónitas palestinas, la ONU, desnaturalizó y alejó la identidad nacional palestina de su tierra y de sus raíces, cambiando ilegalmente su milenario nombre por el de ‘árabe’. 
Tampoco se tomó en cuenta la rica historia cananea-palestina y su presencia efectiva pre y pos árabe en Filistin, nombre arameo de Palestina, tal como figuró en los mapas de La Biblia antigua”
Suhail Daher nos da a conocer una serie de hechos y convicciones que echan por tierra toda esta leyenda tejida por el sionismo que pretende asimilar judaísmo con una ideología totalitaria surgida en Europa y que suelen usar como escudo protector frente a las críticas de su conducta criminal. 
Para este nativo de Al Quds y refugiado tras la Nakba “los citados Khazares, fueron la esencia del europeo judío desde finales del siglo VII y de los actuales sionistas a finales del siglo XIX
Este grupo humano del Cáucaso, vivió en Europa Oriental y en el Oeste de Rusia. 
Ávidos de poder. Buscaron una religión para canalizar el control de su gente
Cotejaron su origen cristiano y optaron por el judaísmo. 
En términos geográficos fueron llamados ‘askenaz’, a causa de su similitud con Sajonia, uno de los 16 estados federados de Alemania, el que paso a ser el centro vital del judaísmo político-financiero centroeuropeo. 
Luego se expandieron a otras zonas de Alemania, Rusia, Hungría, Polonia y en las naciones de Europa del Este. 
Sin importarles Palestina y Jerusalén hasta finales del siglo XIX, con el advenimiento del sionismo. 
Enemigos de los antiguos judíos sefaradíes de Oriente y España, sin su participación, los askenazi se congregaron en 1897 en el primer Congreso Sionista en Basilea
Oportunidad, en que el húngaro judío askenazi Benjamín Ze’ev (Theodoro) Herzl, pregonó un futuro Estado judío en Palestina”
Las palabras de este palestino me animan a sostener que los asistentes a la Conferencia de Paris requerían un baño de la historia de una tierra que hoy sufre el actuar colonialista del sionismo. 
Un baño cultural, acompañado de un enjuague de dignidad, para dejar de pensar bajo los intereses  de Washington, sus aliados europeos, el lobby sionista en Estados Unidos, Francia e Inglaterra principalmente, que avalan el actuar del régimen israelí y una política denunciada como criminal en múltiples resoluciones.  
Dictámenes que han exigido desde hace décadas la retirada sionista de los territorios ocupados, el desmantelamiento del muro de la Vergüenza, el retorno de los refugiados y el fin de los asentamientos de colonos judíos en el West Bank.
La Conferencia de Paris ha sido simplemente, una etapa más en la constatación que Israel seguirá haciendo de las suyas mientras no exista la decisión de sancionar su acción criminal y bloquear sus actividades políticas y económicas. 
Para que Palestina sea, el sionismo debe desaparecer
Israel bajo los actuales liderazgos y una sociedad o sostén de ese liderazgo o ciegos, sordos y mudos frente a la violación de los derechos del pueblo palestino no se retirarán de la Ribera Occidental. 
Un Israel que suele hablar de la teoría de los dos estados pero sigue asentando colonos en tierras palestinas, sigue considerando a Al Quds como su capital, sigue ocupando el Valle del Jordán y generando la ocupación de lugares sagrados del mundo musulmán y cristiano
Una entidad que usurpa tierras, destruye aldeas, erige un muro del apartheid, asesina palestinos. 
¿Quién detiene la política colonialista, racista y criminal de Israel? 
La conferencia de París no ayudó un ápice en ello. Es hora que el Eje de la Resistencia comience a tomar cartas en el asunto.

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