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domingo, 18 de diciembre de 2016

El Comercio Sexual es parte importante de la Economía Sumergida de EEUU El Negocio del Sexo con Niños del 3er Mundo


El comercio sexual es una parte importante de la economía sumergida de Estados Unidos. Un estudio de 2014 realizado por el Instituto Urbano denunció que la economía subterránea del sexo comercial produjo ganancias multimillonarias en ocho ciudades estadounidenses: Atlanta, Dallas, Denver, Kansas City, Miami, Seattle, San Diego y Washington DC.

Los investigadores del Instituto Urbano estudiaron esas ocho grandes urbes concluyendo que en 2007 en cada ciudad la economía sexual subterránea tuvo un valor entre 39,9 y 290 millones de dólares. 

“Desde servicios de acompañante de gama alta de la escuela secundaria a proxenetas en zapatillas de tenis, el comercio sexual no deja de estar representado en las demografías o circuitos de casi todas las grandes ciudades de Estados Unidos”, asegura el informe.

A finales del año pasado D. Parvaz publicó 
“Selling American Girls” (La venta de niñas americanas), un informe dividido en siete partes que difundió Al Jazeera (*). 

Cada parte del informe examina un papel diferente en el tráfico sexual y su aplicación, a partir de prostitutas, sus clientes, proxenetas, abogados, policías y jueces.

La variedad de hombres involucrados en la compra de sexo en Estados Unidos es asombrosa. Según Michael Osborn, jefe de la Unidad de Crímenes Violentos contra Niños del FBI, el organismo se centra en recuperar las víctimas de tráfico sexual y capturar sus proxenetas, que representan una amenaza nacional porque se mueven entre las ciudades y a través de los Estados para evitar su captura.

Los compradores (llamados 
“johns” en Estados Unidos), por el contrario, tienden a permanecer en jurisdicciones locales, que el FBI deja a la policía local. 

Debido a que las comisarías, condados y estados registran las detenciones de “johns” de formas diferentes, no existen estadísticas completas para saber cuántos son los detenidos cada año.

En un estudio de 134 casos de prostitutas que eran menores de edad, fueron condenados 113 
“johns”

En promedio, fueron condenados a tres años de prisión, pero sólo cumplen 1,5 años. El 26 por ciento de los condenados no cumplen la condena íntegra.

Los proxenetas buscan niños procedentes de entornos familiares inestables o de barrios indigentes. Según FAIR Girls, una organización de lucha contra el comercio sexual, entre un 70 y un 75 por ciento de las niñas a quienes ayudaron tenían antecedentes en los sistemas de ayuda social. 

Un agente especial del FBI de Georgia, Renea Green, dice en Al Jazeera que “un traficante preso nos dijo que veía a las niñas víctimas caminando desde el local regional del DFAC”, la ayuda pública a los niños abandonados.

Aunque 34 Estados han aprobado leyes que penalizan a los adultos que compran sexo con menores de edad, de acuerdo con el Proyecto Polaris estas leyes varían ampliamente de un Estado a otro, dejando a muchas niñas tratadas como criminales y no como víctimas.

El tráfico sexual en Estados Unidos es un foco continuo de noticias, pero se centran principalmente en las prostitutas y sus proxenetas, dejando de lado otras importantes cuestiones planteadas en el informe de Al-Jazeera, como el procesamiento de los compradores y las sanciones penales que a menudo enfrentan las niñas y mujeres jóvenes.



VISTO en agendacomunistavalencia.blogspot.com.es




Lo que hace 50 años la intelectualidad burguesa que vegeta en su propio limbo aduló como“liberación sexual” no era otra cosa que la incorporación del sexo al negocio. Es lo que hoy llamaríamos un nuevo “nicho” de mercado, otra forma más de hacer dinero. 

Se trataba de sacar al sexo del mundo privado para llevarlo al público, al consumidor a una escala desconocida hasta entonces. Para ello hubo que banalizarlo y vulgarizarlo. El sexo es una mercancía; vende y se vende.

Algunos incluso dijeron que la liberación de la mujer consistía en eso exactamente. Dentro de poco dirán que incluso la infancia ha logrado liberarse gracias al sexo porque cuando la burguesía habla de 
“liberación” se refiere al sexo como negocio. 

Por eso en Amsterdam las prostitutas están en los escaparates de las calles, como en cualquier otra tienda. El capitalismo no puede entender las cosas de otra manera que ésa.

Por lo mismo, la
 “liberación” sexual no es otra cosa que la dominación. 

Las potencias imperialistas exportan “liberación” al Tercer Mundo, a cuya población famélica han convertido en mercancía sexual barata, en donde todas las lacras se muestran exasperadas, desde la pedofilia hasta la pornografía. 

En el Tercer Mundo el sexo no sólo es barato sino que es legal. Siempre. No está sometido a las censuras que aún imperan en las grandes metrópolis.

Un reciente informe de la Unicef (*) denuncia los negocios del sexo en Filipinas, que tienen como mercancía a los sectores más humildes y empobrecidos de la población, que no les queda otro remdio que venderse a sí mismo para poder subsistir. Las redes sociales, dice el informe, han multiplicado este negocio llevando al mundo entero escenas sexuales en vivo y en directo.

La pornografía en las redes sociales tiene una estrecha relación con la violencia y la violación. El 80 por ciento de los niños que practican el sexo ante las cámaras web han sido violados previamente.

El año pasado se llevó a cabo un sondeo en Filipinas entre una población comprendida entre los 13 y los 24 años y el resultado es demoledor: uno de cada cuatro había sido objeto de previas 
“violencias sexuales”. Los más afectados son los niños entre los 13 y los 17 años.

Según la Unicef, Filipinas es el epicentro de la pedopornografía difundida en directo por las redes sociales. 

Es un crimen público, publicitado y admitido mundialmente. Las grandes ciudades filipinas, sobre todo Manila, son el escenario de este lucrativo crimen. 

Los niños cobran menos de tres euros por cada una de las escenas de sexo ante las cámaras. 

Existen alojamientos que se alquilan llave en mano completamente equipados con las correspondientes redes informáticas para grabar y difundir este tipo de prácticas.

El negocio es tan rentable que, para escapar del hambre, en los barrios son los propios padres los que venden y alquilan a sus hijos por horas o por sesiones de sexo infantil.

En 2012 Filipinas aprobó una ley contra los 
“cibercrímenes” que no ha servido más que para lavar la conciencia de quienes la votaron en el parlamento. 

El negocio de la explotación sexual infantil crece imparable. Es otro mercado “off shore”. Se fabrica en Manila y se vende en Los Ángeles.


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