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sábado, 1 de octubre de 2016

Seis preguntas en busca de respuesta sobre el futuro del PSOE sin Pedro Sánchez



Seis preguntas en busca de respuesta sobre el futuro del PSOE sin Pedro Sánchez

Parece poco probable que Sánchez tenga una nueva oportunidad de dar la batalla ante una gestora que controla los tiempos
El Gobierno de Rajoy está más cerca: los nuevos jefes de Ferraz no quieren ni Gobierno alternativo ni nuevas elecciones
La calle Ferraz sigue "tomada" mientras el Comité elige gestora

La calle Ferraz, durante la celebración del Comité Federal EFE

La caída de Sánchez arroja un listado de dudas sobre qué pasará con el PSOE a partir de ahora. Intentamos responderte algunas de esas preguntas.
1. ¿Queda batalla en el Congreso de los Diputados? ¿Volverá Sánchez?
Parece poco probable que el exsecretario general cumpla su palabra de presentarse en un congreso para pedir el amparo de la militancia. En su equipo ignoran si entregará su acta de diputado. "No lo sabemos", se limitan a decir. Sánchez podría desaparecer del todo en cualquier momento.

En su comparecencia de despedida, el líder socialista afirmó: 
"La comisión gestora que surja en las próximas horas contará con mi apoyo leal, como no podía ser de otra manera".
La nueva dirección tiene ahora el control de los tiempos y nada hace prever que la celebración de un congreso sea inminente en el PSOE. 
El presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla, ha desvelado que Sánchez le llamó la noche de este sábado para anunciarle que se presentará a las primarias. 
¿Y si no hay primarias? ¿Entonces qué?

2. Con Sánchez fuera, ¿Rajoy será presidente?
El líder del PP tiene todo a favor para continuar en Moncloa. La nueva dirección socialista no tiene intención alguna de intentar el Gobierno alternativo en el que trabajaba el líder depuesto.
El PSOE camina hacia una abstención evidente. 
Antes de que todo eso suceda, queda el capítulo teatral sobre las condiciones con las que la nueva dirección intentará dar la imagen de que se lo está poniendo difícil al PP. 
Esas condiciones llevan mucho tiempo redactadas: subir el salario mínimo, derogar la LOMCE... 
Rajoy tiene mejores cartas en esa negociación: otras elecciones, el mayor temor de Susana Díaz.
3. ¿Qué pasa ahora con Eduardo Madina?
Los rumores sobre su llegada a la portavocía en el Congreso parecen disipados a esta hora, pero nada está cerrado. 
Fuentes cercanas a la nueva dirección señalan que lo más probable es que Antonio Hernando se mantenga en ese puesto hasta la celebración de un congreso. 
Lo complicado en este punto es que Hernando acepte un encargo que supone liderar el debate de la abstención a Rajoy. 
Todo queda pendiente para la reunión del grupo parlamentario, prevista para el próximo lunes.
Madina es hombre de la máxima confianza del presidente asturiano, Javier Fernández, y estará muy cerca del nuevo poder socialista. Quién sabe. 
4. ¿Qué nombres vuelven a mandar en el PSOE?
Elena Valenciano, Alfredo Pérez Rubalcaba, Pepe Blanco, Guillermo Fernández Vara, el propio Eduardo Madina y por supuesto: José Luis Rodríguez Zapatero. 
Todos ellos deseaban la caída de Pedro Sánchez, sin tanto escándalo y mucho antes de lo que ha sucedido. A Felipe González no hace falta nombrarle. Su poder se ha demostrado indiscutible, una vez más, en el epicentro socialista.  
5. ¿Qué es una "comisión gestora permanente"?
Es quien dirige ahora el PSOE, con Javier Fernández a la cabeza. 
¿Por qué lo de "permanente"? 
Porque se supone que durará hasta la celebración de un congreso y no solo durante una semana, como se había especulado durante el sábado.
6. ¿Qué pasa con Verónica Pérez?
Ha dejado de ser "la autoridad máxima del PSOE". Pese al escarnio público que se ha granjeado en la opinión pública, ha cumplido el papel que le encargó Susana Díaz. Su papel al frente de la Mesa del Comité Federal del PSOE ha sido determinante en el desarrollo de los acontecimientos.
Pérez no dudó en arrebatarle el micrófono a Rodolfo Ares e impedir su rebeldía durante la tensa reunión del PSOE. 
Ares, que en su día tuvo que negociar con ETA, apenas pudo hacer nada ante la enviada de Díaz. 
Si la presidenta andaluza paga los encargos, volveremos a ver a Verónica Pérez muy pronto.


Y Susana Díaz no perdió

Susana Díaz pide que el Comité Federal vote si se nombra una gestora
EFE

¡Ufffff! A las 20.21 horas el suspiro sonó en toda Andalucía. Aún es pronto para saber si Susana Díaz ha ganado, ni siquiera si aún le queda algo por ganar tras el esperpento de los últimos días, pero lo que sí quedó claro en ese instante, en el que Pedro Sánchez anunciaba su dimisión, fue que no había perdido.

Miles de militantes de a pie, y , docenas  de altos cargos del Gobierno socialista andaluz, supieron que Despeñaperros abajo el lunes todo seguirá como antes. 
Sí, claro que sigue habiendo incertidumbres, pero protegidos por la certidumbre de que Susana Díaz ha vuelto a esquivar el golpe y, al menos a corto plazo, su futuro está garantizado.
Más aún, la sombra de Susana Diaz será aún mayor, ya que su poder será mayor. Si Pedro Sánchez ha perdido es que "los críticos de Susana Díaz" han ganado.
Sin embargo, esa es precisamente la incertidumbre que ahora se cierne sobre la jefa de los socialistas andaluces.
No está nada claro que la ascendencia de Díaz sobre sus compañeros de partido fuera de Andalucía, y también dentro, vaya a aumentar por haber ganado la batalla. 
Que no se haya dejado tantos pelos en la gatera y que su imagen ante los militantes de a pie, a los que algún día deberá pedir el voto en unas primarias si es que ambiciona liderarlos, ya no tenga arreglo.
Si efectivamente eso es a lo que aspira, mucho va a tener que trabajar Susana Díaz para cambiar una imagen que, sin duda, ha quedado dañada en la batalla.
La acusación de deslealtad, la ausencia de ese "apoyo leal" que prometió Sánchez en su despedida, es la principal cicatriz en la piel de Díaz, la más dura crítica que Díaz deberá hacer olvidar a miles de socialistas si quiere conseguir su voto.

El día en que el PSOE decidió suicidarse


Un barco varado en el desierto.
El buque del PSOE espera órdenes de su nueva capitana.
"Primero hay que dar un Gobierno a España y luego abrir un debate profundo en el PSOE", dijo Susana Díaz esta semana. "Primero, el Gobierno de España y después, los problemas del PSOE", dijo Rubalcaba. 
"Estamos ante la decisión no de apoyar al gobierno del PP, sino dejar que arranque el gobierno, que va a ser un gobierno parlamentario", afirmó Felipe González.
Durante las once horas y media que duró el Comité Federal del PSOE este sábado, pocos hablaron de España y nunca se llegó a votar sobre qué Gobierno necesita España. 
Todo el día se pasó discutiendo sobre quién votaba qué. Si votaban los 18 miembros que quedaban en la Ejecutiva. 
Si lo hacían los dimisionarios. Si se votaba un congreso extraordinario o una gestora. Si todo debía quedar a expensas de lo que decidiera la Comisión de Garantías. Si podía decidir por su cuenta la Mesa del Comité Federal. Si el micrófono lo tenía Verónica Pérez o Rodolfo Ares. 
Como dijeron varias personas en Twitter, los dirigentes socialistas quisieron cumplir al pie de la letra esa idea propagandística de que el PSOE era el partido que más se parece a España. Humor negro, claro. 
En este caso, sería el que más se asemeja a la idea peyorativa y negra de España, donde todos hablan en voz alta sin escuchar, nadie respeta a nadie y los problemas reales se aplazan para dilucidar antes cuestiones de procedimiento de las que depende el destino del mundo.
Fue una descarnada lucha por el poder, con independencia del poder que le reste al PSOE tras este espectáculo. Javier Solana volvió a escribir el tuit de hace unos días: "Cuando se tome conciencia del destrozo, todos preferirán 85 diputados".
Los dirigentes del bando de Susana Díaz y sus altavoces mediáticos en prensa y televisión no han dejado de recordar que el origen de esta crisis es el evidente descenso electoral del PSOE con Sánchez al frente. 
Aparte del hecho de que nunca fueron tan impulsivos cuando cerca del 80% de los españoles decía tener poca o ninguna confianza en Rubalcaba, según los sondeos de CIS, el pronóstico de Solana les pone ante el espejo. 
Si se celebraran elecciones en diciembre, las urnas les devolverían una imagen mucho más trágica que esos 85 escaños.
Dos decisiones de Sánchez han desencadenado esta última crisis: la reiteración del "no es no" a Rajoy y su voluntad de celebrar cuanto antes unas primarias y un congreso extraordinario que le mantuvieran en el poder. 
Tanto lo primero como lo segundo podrían haberle permitido hacer un último intento –de éxito muy dudoso– de llegar a un acuerdo con Podemos, Ciudadanos o los nacionalistas. Sus posibilidades de éxito eran escasísimas, pero con lo anterior ya era suficiente para que Susana Díaz se lanzara al asalto de Madrid. 
Pocos dirigentes simbolizan mejor la jornada del sábado que Susana Díaz. 
Ordenó la dimisión de 17 miembros de la Ejecutiva federal. Ordenó a Antonio Pradas que dijera que la Ejecutiva había quedado disuelta con lo que Sánchez ya no era secretario general. 
Envió a Verónica Pérez a Ferraz para que se autoproclamara "la única autoridad" del partido (a pesar de que la presidencia de la Mesa del Comité Federal sólo da poder durante la celebración de esas reuniones). 
En la reunión del Comité, no aceptó la votación en urna, confiada en que ningún miembro de las federaciones críticas se atrevería a votar contra ella en público. 
Promovió una moción de censura que no podía votarse el sábado para derrocar a una Ejecutiva que, según ella, ya no existía. 
Por último, según varios testimonios del interior de la sala, derramó unas lágrimas mientras emocionada decía que "estaban matando al PSOE".
Menos mal que no había ningún forense en Ferraz que examinara las huellas dactilares en el hacha que decapitó a Sánchez. 
Si lo hubiera hecho, no habría salido vivo a la calle. 
Al otro lado, también hubo un intento patético de forzar la mano a los rivales colocando una urna para una votación que no se había pactado. 
Si fue una idea de César Luena, como dicen algunos, hay que decirle una cosa: hasta para ser alguien como Susana Díaz, hay que saber. 
Las Juventudes Socialistas de Andalucía son un terreno más propicio para el taekwondo que las de La Rioja. 
Es un hecho incontestable que los electorados suelen castigar a los partidos devorados por crisis internas. 
En España, tuvimos el ejemplo paradigmático de UCD. 
Los hay también en otros países. Sí, siempre se dice que los votantes y los medios de comunicación están a favor de una mayor democracia interna en los partidos. 
Pero a nada que la división se convierte en enfrentamiento abierto, reaccionan escandalizados. Cuando la pelea se parece a la batalla de  Minas Tirith, –en Ferraz sólo faltaron los espectros–, el veredicto de las urnas puede ser espantoso. 
Aún podría ser peor si, para huir de las terceras elecciones, los nuevos dirigentes del PSOE en forma de gestora controlada por Susana Díaz y los otros barones deciden permitir la investidura de Rajoy. 
Será difícil que en este caso unas lágrimas puedan ocultar el origen de la decisión política, aunque la tome una gestora en la que Díaz no estará. 
De puertas para adentro, eso no será un problema para la presidenta de Andalucía. Ella es ahora la gran capitana del barco. 
El buque insignia del PSOE está varado en la arena en mitad de ninguna parte, ¿pero qué importa eso si la tripulación obedece tus órdenes porque de lo contrario tendrán la oportunidad de probar el látigo?
Como se ha visto en el PSOE andaluz, no habrá piedad con los que discutan su reinado. Los que ahora están con ella por distintas razones ya deben de tenerlo muy claro. Será mejor que empiecen a aplaudir hasta que les duelan las manos. 
Corrección: una primera edición del artículo se refería a la batalla del Abismo de Helm como un enfrentamiento en el que participaron espectros. En realidad, esa batalla fue la de Minas Tirith

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