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domingo, 31 de julio de 2016

Por 1ª vez, la Renta Media por Unidad de Consumo de los Pensionistas supera a la de la Población Ocupada




La brecha entre parados, trabajadores y jubilados en España

Por primera vez, la renta media por unidad de consumo de los pensionistas supera a la de la población ocupada
LUIS FACI


Hace unas semanas, la última Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística (INE) aportó un dato muy significativo: por primera vez, la renta media por unidad de consumo de los jubilados superaba, con alquiler imputado, a la de la población ocupada, 20.720 euros frente a 20.220 euros (ver gráfico). 

Detrás de esta circunstancia tan llamativa, sin embargo, hay un panorama mucho más complejo.
Primero, conviene explicar en qué consiste la unidad de consumo que emplea el INE. Un hogar en el que vive un adulto constituye una unidad de consumo. 

Cada adulto adicional en ese hogar supondría un 0,5 más; cada menor de 14 años, un 0,3. 

De este modo, una familia compuesta por dos padres y un hijo pequeño está contemplada, con este baremo, como 1,8 unidades de consumo (1+0,5+0,3). 

Si en este hogar dividimos los ingresos totales de los progenitores entre 1,8, el resultado nos dará qué ingreso determina el INE para cada uno de los tres miembros del hogar.
Dicho esto, parece evidente que el fenómeno ofrecido por la Encuesta de Condiciones de Vida responde en lo esencial a la caída de salarios. 

Si bien es cierto que las pensiones muestran una senda mucho más positiva que la de las rentas de trabajo, también lo es que los ingresos del colectivo de mayores de 65 años siguen estando sensiblemente por debajo de la media europea: si en 2013 las percepciones de este grupo de edad en la zona del euro eran de 19.441 euros, en España eran de 15.574. 

Además, desde 2009 los salarios de la población española en edad de trabajar han sufrido un recorte de casi un 10% --según Eurostat--, caída que solo supera Grecia. 

En un trabajo reciente, José Ignacio Conde-Ruiz, Sergi Jiménez y Marcel Jansen concluían que, en unas circunstancias determinadas, los trabajadores que pasaron de un empleo fijo a temporal llegaban a percibir hasta un 60% menos.
Además, al analizar las diferencias entre niveles de ingresos, la brecha entre los más ricos y los más pobres se convierte en astronómica: mientras que los situados en el último decil --el 10% que más dinero gana-- apenas vieron rebajados sus sueldos entre 2007 y 2011, según los datos de la OCDE, el primer decil --el 10% que menos ingresa-- ha visto cómo caía de media su renta disponible un 12,89%, el peor dato de toda la OCDE; más incluso que Grecia.
La documentación que ofrece la Agencia Estatal de Administración Tributaria corrobora esta tendencia: la desigualdad salarial en España está alcanzando gracias a la crisis económica cotas de récord. La dispersión de salarios, por otro lado, es un factor clave en el aumento de la pobreza, segúnalgunos estudios.
También hay que insistir en que el dato del INE recogido aquí incluye el factor vivienda en propiedad, lo cual hace aumentar de forma generosa los números de la tercera edad. De hecho, según también la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, el efecto del alquiler imputado sobre el colectivo de pensionistas tanto en su nivel de pobreza como en sus ingresos es el más intenso de toda la OCDE, según el informePensions at a Glance del año 2013.
Otro elemento que hay que considerar es que el aumento en los ingresos de los jubilados se debe más a un efecto composición: las personas que se incorporan al sistema vienen de tener sueldos más altos, lo cual hace que la evolución positiva no sea nominal.
Junto a todo lo mencionado, no hay que olvidar que, aunque la que ofrece el INE es la pensión media, luego hay una gran variación entre las máximas y las mínimas. 

“Las pensiones, las políticas sociales en España, están muy desigualmente distribuidas. Yo preferiría una pensión media similar pero menor horquilla entre máximos y mínimos”, valora Manuel Hidalgo, doctor en Economía por la Universidad Pablo de Olavide, en Sevilla.
Uno de los muchos efectos que tienen todas estas circunstancias en las condiciones de vida de los españoles es el contraste entre la evolución de la tasa de pobreza en un colectivo y en otro. 

Así, si en el grupo de edad de entre 18 y 64 años ha pasado desde el inicio de la crisis --datos de Eurostat-- de un 17,3% a un 20,4%, en el colectivo de mayores de 65 años se observa sin embargo un descenso pronunciado: frente al 26,9% que en 2008 estaba situado por debajo del umbral de la pobreza --muy por encima de la media de los entonces Veintisiete, que era del 19%--, en 2013 la tasa había bajado hasta el 12,7%, un punto por debajo de la media europea.
Sobre el sistema de pensiones, el profesor de la Pablo de Olavide pide abrir un debate “de forma seria”. “Es un Titanic camino del iceberg”, ilustra; y se explica: “Al ser las pensiones un gran bocado del gasto social, si solo recortas en educación y sanidad creas desigualdad. Recortamos en el futuro y aumentamos el gasto en el pasado”.
Los datos de Eurostat muestran también curiosidades sobre la comparación entre los ingresos del espectro de edad situado entre los 18 y los 64 por un lado y los mayores de 65 por el otro (las transferencias sociales comprenden pensiones de vejez o de viudedad, prestaciones por desempleo, ayudas a las familias, etcétera.). 

La diferencia de percepciones sin contar con las transferencias sociales excepto las pensiones son muy similares entre ambos grupos --algo común en gran parte del continente--: 14.052 euros de media frente a 14.937 euros. Francia, como en otros casos, es el país con más diferencia a favor de la tercera edad, mientras que en el caso contrario está un ejemplo tan distante como Suiza (45.814 euros frente a 36.681 euros).
Sin embargo, la cosa cambia cuando también descontamos las pensiones; es decir, cuando contemplamos los ingresos entre ambos grupos de edad sin las transferencias sociales al completo. 
Las diferencias, como es lógico, son abismales en uno y otro caso, pero en España la distancia es mucho menor; de hecho, sin las pensiones los españoles mayores de 65 años son los quintos mejor pagados de la Unión Europea, con 4.397 euros de media (los de entre 18 y 64 años, 12.569 euros).
De modo que, según los datos, el efecto de las pensiones en la tercera edad en España tiende a ser menor que en el resto de la Unión. 

Para hacerse una idea, los daneses mayores de 65 reciben de promedio, en la situación descrita, 1.775 euros, frente a 24.940 del grupo en edad de trabajar. 

Pero es que también en un sistema del bienestar mediterráneo, similar al español, como el italiano, la diferencia es patente; en su caso, son 14.691 euros de media entre 18 y 64 años y 4.073 euros los mayores. Esto quizás se deba, de nuevo y entre otros aspectos, a la proliferación de vivienda en propiedad que hay en España.
Finalmente, no hay que dejar de lado el desolador panorama que tienen delante los desempleados, los que más han perdido en los últimos años. 

Como recuerda el propio Hidalgo, los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida reflejan, “por un lado, los recortes y, por el otro, el porcentaje de desempleo de larga duración o los que no tienen prestación o cobran la asistencial”. 

No hay más que observar cómo la tendencia al alza en el porcentaje de parados en España se ha contrapuesto con la aguda caída de la tasa de protección al desempleo. SegúnLlorenç Pou y Enrique Negueruela, “el aumento del peso del paro de muy larga duración solo explica alrededor de un 25% de la caída de la tasa de protección”. 

El sistema español, concluyen, “no puede calificarse ni como generoso ni como inclusivo”.
Gráficos: Esteve Boix

AUTOR

  • Luis Faci


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