Una pandilla de bandidos tomó por asalto la presidencia de Brasil.
La integran tres actores principales: por un lado, un elevado número de parlamentarios (recordar que sobre unas dos terceras partes de ellos pesan gravísimas acusaciones de corrupción) la mayoría de los cuales llegó al Congreso producto de una absurda legislación electoral que permite que un candidato que obtenga apenas unos pocos centenares de votos acceda a una banca gracias a la perversa magia del “cociente electoral”.
Tales eminentes naderías pudieron destituir provisoriamente a quien llegara al Palacio del Planalto con el aval de 54 millones de votos.
Segundo, un poder judicial igualmente sospechado por su connivencia con la corruptela generalizada del sistema político y repudiado por amplias franjas de la población del Brasil. Pero es un poder del estado herméticamente sellado a cualquier clase de contraloría democrática o popular, profundamente oligárquico en su cosmovisión y visceralmente opuesto a cualquier alternativa política que se proponga construir un país más justo e igualitario.
Para colmo, al igual que los legisladores, esos jueces y fiscales han venido siendo entrenados a lo largo de casi dos décadas por sus pares estadounidenses en cursos supuestamente técnicos pero que, como es bien sabido, tienen invariablemente un trasfondo político que no requiere de mucho esfuerzo para imaginar sus contornos ideológicos.
El tercer protagonista de esta gigantesca estafa a la soberanía popular son los principales medios de comunicación del Brasil, cuya vocación golpista y ethos profundamente reaccionario son ampliamente conocidos porque han militado desde siempre en contra de cualquier proyecto de cambio en uno de los países más injustos del planeta.
Al separar a Dilma Rousseff de su cargo (por un plazo máximo de 180 días en el cual el Senado deberá decidir por una mayoría de dos tercios si la acusación en contra de la presidenta se ratifica o no) el interinato presidencial recayó sobre oscuro y mediocre político, un ex aliado del PT convertido en un conspicuo conspirador y, finalmente, infame traidor: Michel Temer.
Desgraciadamente, todo hace suponer que en poco tiempo más el Senado convertirá la suspensión temporal en destitución definitiva de la presidenta porque en la votación que la apartó de su cargo los conspiradores obtuvieron 55 votos, uno más de los exigidos para destituirla. Y eso será así pese a que, como Dilma lo reconociera al ser notificada de la decisión senatorial, pudo haber cometido errores pero jamás crímenes.
Su límpido historial en esa materia resplandece cuando se lo contrasta con los prontuarios delictivos de sus censores, torvos personajes prefigurados en la Ópera del Malandro de Chico Buarque cuando se burlaba del “malandro oficial, el candidato a a malandro federal, y el malandro con contrato, con corbata y capital”. Ese malandraje hoy gobierna Brasil.
La confabulación de la derecha brasileña contó con el apoyo de Washington -¡imaginen como habría reaccionado la Casa Blanca si algo semejante se hubiera tramado en contra de alguno de sus peones en la región!
En su momento Barack Obama envió como embajadora en Brasil a Liliana Ayalde, una experta en promover “golpes blandos” porque antes de asumir su cargo en Brasilia, en el cual se sigue desempeñando, seguramente que de pura casualidad había sido embajadora en Paraguay, en vísperas del derrocamiento “institucional” de Fernando Lugo.
Pero el imperio no es omnipotente, y para viabilizar la conspiración reaccionaria en Brasil suscitó la complicidad de varios gobiernos de la región, como el argentino, que definió el ataque que sus amigos brasileños estaban perpetrando en contra de la democracia como un rutinario ejercicio parlamentario y nada más.
En suma, lo ocurrido en Brasil es un durísimo ataque encaminado no sólo a destituir a Dilma sino también a derrocar a un partido, el PT, que no pudo ser derrotado en las urnas, y a abrir las puertas para un procesamiento del ex presidente Lula da Silva que impida su postulación en la próxima elección presidencial.
En otros términos, el mensaje que los “malandros” enviaron al pueblo brasileño fue rotundo: ¡no se les vuelva a ocurrir votar a al PT o a una fuerza política como el PT!, porque aunque ustedes prevalezcan en las urnas nosotros lo hacemos en el congreso, la judicatura y en los medios, y nuestro poderío combinado puede mucho más que sus millones de votos.
Grave retroceso para toda América Latina, que se suma al ya experimentado en la Argentina y que obliga a repensar que fue lo que ocurrió, o preguntarnos, en línea con el célebre consejo de Simón Rodríguez, dónde fue que erramos y por qué no inventamos, o inventamos mal. En tiempos oscuros como los que estamos viviendo: guerra frontal contra el gobierno bolivariano en Venezuela, insidiosas campañas de prensa en contra de Evo y Correa, retroceso político en Argentina, conspiración fraudulenta en el Brasil, en tiempos como esos, decíamos, lo peor que podría ocurrir sería que rehusáramos a realizar una profunda autocrítica que impidiera recaer en los mismos desaciertos.
En el caso del Brasil uno de ellos, tal vez el más grave, fue la desmovilización del PT y la desarticulación del movimiento popular que comenzó en los primeros tramos del gobierno de Lula y que, años después, dejaría a Dilma indefensa ante el ataque del malandraje político. El otro, íntimamente vinculado al anterior, fue creer que se podía cambiar Brasil sólo desde los despachos oficiales y sin el respaldo activo, consciente y organizado del campo popular. Si las tentativas golpistas ensayadas en Venezuela (2002), Bolivia (2008) y Ecuador (2010) fueron repelidas fue porque en esos países no se cayó en la ilusión institucionalista que, desgraciadamente, se apoderó del gobierno y del PT desde sus primeros años.
Tercer error: haber desalentado el debate y la crítica al interior del partido y del gobierno, apañando en cambio un consignismo facilista que obstruía la visión de los desaciertos e impedía corregirlos antes de que, como se comprobó ahora, el daño fuera irreparable.
Por algo Maquiavelo decía que uno de los peores enemigos de la estabilidad de los gobernantes era el nefasto rol de sus consejeros y asesores, siempre dispuestos a adularlos y, por eso mismo, absolutamente incapacitados para alertar de los peligros y acechanzas que aguardaban a lo largo del camino. Ojalá que los traumáticos eventos que se produjeron en Brasil en estos días nos sirvan para aprender estas lecciones.
Dilma Rousseff, del partido de los Trabalhadores (PT), que fue reelegida para la presidencia de Brasil en el 2014 con 54 millones de votos, fue apartada del cargo por un Congreso Nacional formado por una mayoría conservadora, son los grandes hacendados, los banqueros, los especuladores financieros, los grandes empresarios, los pastores evangélicos, el fascismo, muchos de ellos envueltos en procesos de corrupción, Dilma fue apartada de su cargo después de un proceso ilegal e ilegitimo que en la práctica va en contra de la constitución brasileña, de la democracia y del estado de derecho.
El falso argumento utilizado por la derecha brasileña, PMDB, PSDB y sus aliados, con el apoyo de jueces fascistas y de una prensa controlada por tan solo seis familias adineradas, es que el gobierno del PT utilizo los recursos de bancos y empresas públicas para financiar programas sociales, que en los últimos 13 años con los gobiernos presididos por Lula y Dilma, fueron responsables de rescatar a 30 millones de brasileños de la situación de miseria absoluta en la que sobrevivían, un hecho que parece molestar mucho a la oligarquía brasileña, que prefieren mantener al pueblo brasileño sumiso, sin derechos y en la pobreza.
Esta supuesta financiación no supone corrupción alguna, como si lo hacen los recursos públicos desviados en estados gobernados por el PSDB, como es el caso de Sao Paulo y no precisamente para obras de interés social.
Las elites odian a Dilma, o mejor dicho a lo que ella y Lula representan en Brasil, porque en estos años los gobiernos del PT han construido 18 universidades federales (el gobierno anterior del neoliberal Fernando Henrique Cardoso, del PSB, no construyo ninguna), 400 escuelas técnicas del “Pronatec”, porque estos gobiernos aplicaron el 10% del PIB brasileño y el 75% de los royalties en educación y el 25% del PIB en salud, se crearon programas como el “Prouni”, “FIES”, y “Ciencia Sin Fronteras”, que beneficiaron el acceso de estudiantes pobres y negros a los cursos universitarios.
El programa “Bolsa-Familia” que garantiza hoy la seguridad de alimentar a 40 millones de brasileños. La sanidad pública brasileña contrato a 18.000 médicos brasileños y extranjeros para atender a la población en las regiones más desfavorecidas del país, beneficiando a unas 50 millones de personas.
El programa “Mi Casa Mi Vida”, entrego cerca de 1.500.000 viviendas a trabajadoras y trabajadores de renta baja.
El programa “Farmacia Popular” garantiza la distribución gratuita de medicamentos a la población.
El gobierno golpista de Michel Temer anuncio la reducción o cancelación de estos programas sociales, con la más que probable intención de ponerlos en manos privadas, también anuncio la “posible” privatización de los “Bancos Públicos”.
El gobierno de Lula pago la deuda de Brasil con el Fondo Monetario Internacional (FMI) ya en su primer año de mandato, y desde entonces el FMI ya no puede interferir en sus políticas económicas. Las empresas estatales como “Petrobrás” fueron mantenidas bajo control del estado brasileño.
El salario mínimo, que era de 50 dólares en la época del FHC es hoy de 200 dólares.
Los gobiernos del PT mantuvieron leyes a favor de la clase trabajadora, además invistieron en programas de reforma agraria.
El gobierno golpista de Michel Temer va a someter nuevamente a Brasil al control del FMI, bajar salarios, privatizar la “Petrobrás”, entregar el petróleo brasileño otra vez a las compañías de EE.UU, recortar derechos a las trabajadoras y trabajadores.
En su momento el gobierno de Lula se negó el ingreso de Brasil en el “ALCA” propuesto por George Bush. Michel Temer quiere hacer que Brasil ingrese en esta llamada “Alianza del Pacifico”, un ara de libre comercio parecida al “TTIP” donde participan EE.UU, Colombia, Chile y Perú, lo que en la práctica significa un duro golpe para la industria y la agricultura brasileña, que no puede competir con la industria y la agricultura Yanqui.
Los gobierno de Lula y Dilma promovieron la integración y cooperación con los países latinoamericanos por medio de instituciones como el “MERCOSUR”, la “UNASUR”, y la “CELAC”, y aproximaron a Brasil a Rusia, China, India, y África del Sur, pensando en un nuevo orden político internacional, multipolar. El gobierno golpista tiene el encargo de devolver a Brasil al área de influencia de EE.UU.
Durante los gobiernos del PT Brasil apoyo la lucha del pueblo palestino por su autodeterminación y condeno las agresiones norteamericanas en Oriente Medio, en nuevo gobierno golpista se pondrá de rodillas ante en Imperio Norteamericano.
Los EE.UU. están a la ofensiva para recuperar el poder en América Latina, su objetivo es destruir los gobiernos progresistas y que defienden su soberanía de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Uruguay, Nicaragua, Cuba y Brasil, para imponer este nuevo orden Imperio cuentan como siempre con el apoyo de las vendidas oligarquías locales, que venden la soberanía de su patria por un pequeño trozo del pastel.
Brasil está gobernado a día de hoy por un gobierno golpista, ilegal e ilegitimo.
En este momento es muy importante la solidaridad internacional con el pueblo brasileño.
Los pueblos del mundo debemos rechazar este golpe contra la soberanía y la libertad de decisión no solo de Brasil, sino de todos los pueblos del mundo.
¡NO AL GOLPE DE LA OLIGARQUÍA EN BRASIL!
*Concejal de Esquerda Unida en el Ayuntamiento de Narón, Militante del PCG, y organizado sindicalmente en la CIG.
Todos los datos para escribir este articulo han sido obtenids¡os gracias a un escrito del compañero, Claudio Daniel, camarada del PCdoB (Partido Comunista do Brasil).
Dilma: “Estoy lista para resistir por todos los medios legales”(VIDEO)
Dilma Rousseff llamó este jueves a los brasileños “a movilizarse en paz” para resistir lo que consideró un golpe en su contra, en un discurso en la explanada del palacio de Planalto tras ser suspendida por el Senado para ser sometida a un juicio político.
“Traición e injusticia. son tal vez las palabras más terribles que recaen sobre una persona”, añadió.
Y luego aseguró: “Estoy lista para resistir a través de todos los medios legales. Quiero decirles que luché toda mi vida y voy a seguir luchando. todos nosotros debemos estar juntos”.
“Les agradezco en este momento muy triste de mi vida, este momento de alegría dado por el calor y la emoción que ustedes me transmiten”, concluyó, con un ramo de rosas rojas en sus manos.
Los partidarios de Dilma Rousseff se reunieron frente al Palacio de Planalto en Brasilia para protestar después de que el Senado votara a favor de acusar a la líder brasileña tras un debate de 20 horas, este jueves.
Rousseff estaba dentro del Palacio do Planalto, donde hizo una declaración final a la nación antes de comenzar un período de suspensión del cargo.
Rousseff apareció junto con el ex presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, justo después de la firma de que le fueran entregados los documentos que certifican su suspensión.
El Senado de Brasil sigue adelante con el juicio político contra la presidente Dilma Rousseff, a pesar de una medida anterior impulsada por el presidente interino de la cámara de diputados destinada a frenar el proceso.
El presidente anterior de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, había liderado el intento de destituir a Rousseff, hasta que él mismo fue suspendido por corrupción.
El lunes, su sustituto, Waldir Maranhao, trató de anular la votación de la Cámara de Diputados a favor del juicio político, al citar irregularidades en el proceso. Pero aparentemente Maranhao dio marcha atrás en medio de la noche y emitió un comunicado en el que, sin dar explicaciones, se retracta de su decisión.
El Senado parece preparado para votar el miércoles si inicia juicio a Rousseff. Si la mayoría vota en su contra, Rousseff sería suspendida.
Hablamos con el periodista Glenn Greenwald, ganador del premio Pulitzer, que vive en Brasil.
“La gente empieza a darse cuenta, a nivel internacional y también acá en Brasil, que aunque este proceso de juicio político fue vendido como un modo de castigar la corrupción, su verdadero objetivo, más allá de impulsar a los neoliberales, Goldman Sachs y los fondos de inversión extranjeros, el verdadero objetivo es proteger la corrupción”, dice Greenwald.
TRANSCRIPCIÓN
Esta transcripción es un borrador que puede estar sujeto a cambios.
AMYGOODMAN: Esto es Democracy Now! democracynow.org, el informativo de guerra y paz. Soy Amy Goodman. Estamos de gira en Minneapolis, Minnesota, y nos dirigimos a Cambridge, Massachusetts, luego a Nueva Jersey, sin embargo, ahora vamos a hablar de Brasil, donde el Senado ha seguido adelante con el proceso de juicio político contra la presidenta, Dilma Rousseff, a pesar de una medida anterior impulsada por el presidente interino de la Cámara de Diputados destinada a frenar el proceso.
El presidente anterior de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, había liderado el intento de destituir a Rousseff, hasta que él mismo fue suspendido por corrupción. El lunes, su sustituto, Waldir Maranhão, trató de anular la votación de la Cámara de Diputados a favor del juicio político, al citar irregularidades en el proceso. Pero el presidente del Senado, Renan Calheiros, insistió en que la votación en la cámara de diputados sobre el destino de Rousseff seguiría adelante.
RENANCALHEIROS: Ninguna decisión monocrática puede superponerse una decisión colectiva, especialmente cuando la decisión fue tomada de una forma colectiva en el Senado, con el plenario completo y, además, con un quórum verificado.
AMYGOODMAN: El presidente de la Cámara de Diputados brasileña revocó más tarde su decisión de anular la votación en contra de la presidenta, dando marcha atrás en medio de la noche. El Senado brasileño tiene previsto votar el miércoles si someterá o no a Rousseff a un juicio político por violar las leyes presupuestarias.
Si la mayoría se pronuncia en su contra, Rousseff será suspendida inmediatamente por al menos seis meses, mientras se celebra el juicio. La semana pasada, el vicepresidente, Michel Temer, su potencial reemplazo, recibió una orden de pagar una multa por violar los límites financieros en la campaña. El viernes, Rousseff se comprometió a seguir luchando.
PRESIDENTADILMAROUSSEFF: “Me quedaré aquí, luchando, luchando porque soy la prueba de esta injusticia. Están condenando a una persona inocente, y no hay nada más grave que condenar a una persona inocente”.
AMYGOODMAN: A pesar del gran escándalo de corrupción, la presidenta Rousseff no ha sido encontrada culpable de ninguna irregularidad financiera, y la Fiscalía General ha pedido que el juicio político contra Rousseff sea descartado, alegando que no hay base jurídica para el procedimiento.
La semana pasada tuve la oportunidad de hablar con el periodista de The Intercept y ganador del premio Pulitzer, Glenn Greenwald, quien nos acompañó desde Río de Janeiro, Brasil, ciudad en la que reside. Comencé pidiéndole a Glenn que explicara lo que está ocurriendo allí, en Brasil.
GLENNGREENWALD: Es realmente increíble, Amy, porque siendo una persona que creció en Estados Unidos, en una democracia que tiene dos siglos de edad, una vez que vives en una democracia, donde los líderes son elegidos a través de las urnas, en lugar de ser simplemente impuestos por la fuerza, de alguna manera, asumes que siempre va a ser así.
De alguna manera lo tomas por sentado. Y estar aquí en Brasil, donde la mayoría del país nació durante una dictadura militar, una que derrocó al gobierno elegido democráticamente en 1964, que luego procedió a imponer un régimen militar en el país durante los siguientes 21 años, un régimen militar extremadamente brutal y opresivo, estoy viviendo en un país donde la democracia en realidad es muy joven y, por ende, frágil, a pesar de que se ha convertido en esta especie de modelo inspirador para el mundo que realmente ha prosperado bajo su joven democracia.
Tiene esta cultura política muy vibrante. Ha dado pasos muy impresionantes sacando a la gente de la pobreza y dándoles oportunidades y creando instituciones maduras y democráticas.
Y sentarse aquí y presenciar el desmantelamiento total de una democracia, que es exactamente lo que está sucediendo, por parte de las personas más ricas y poderosas de la sociedad, utilizando sus organismos mediáticos que se hacen pasar por medios periodísticos, pero que en realidad son canales de propaganda para un pequeño número de familias extremadamente ricas, donde casi todos apoyaron ese golpe de Estado y luego la dictadura militar, es algo realmente inquietante y aterrador. Y creo que la pregunta más importante ahora es... los brasileños han centrado su atención durante mucho tiempo en la presidenta Dilma Rousseff, quien, y esto es cierto, se ha vuelto extremadamente impopular, en gran parte debido a la escasez económica en el país, a la falta de carisma político y a la falta de habilidad política por su parte, entonces, hasta ahora, todo el mundo ha estado enfocado en Dilma y en su destitución.
Pero ahora están empezando a darse cuenta de que todo esto realmente trata de dos cosas: uno, instalar como presidente y como la facción en control en Brasilia a un grupo de personas que creen en una ideología muy proempresarial, neoliberal, que quieren desmantelar los programas sociales básicos que se han construido en los últimos 20 años, y que, por sí mismos, nunca serían aceptados por la mayoría de los votantes brasileños; y en segundo lugar, se trata sobre dar poder en Brasilia a las personas que son verdaderamente corruptas, que han robado enormes cantidades de dinero, lo han dilapidado en cuentas bancarias en el extranjero y lo han utilizado para comprar una segunda, tercera, cuarta casa a nombre de otras personas.
Los verdaderos ladrones corruptos en Brasilia, se trata de darles el poder para que puedan protegerse a sí mismos y puedan frenar la investigación sobre la corrupción. Y una vez que la gente realmente empiece a centrarse en eso, al igual que ahora lo están haciendo... estamos empezando a ver actos de desobediencia civil, inestabilidad, más protestas violentas... la verdadera pregunta va a ser:
¿Cómo va a reaccionar la población de este país cuando se de cuenta que la democracia les ha sido arrebatada de sus manos?
AMYGOODMAN: ¿Logrará Dilma Rousseff mantenerse en el poder?
GLENNGREENWALD: Creo que lo único que puede salvarla en este momento es que las élites brasileñas se den cuenta de que van a tener que pagar un precio demasiado alto por destituirla y después dar el poder al vicepresidente Michel Temer, implicado en corrupción, un gran corrupto, un cero a la izquierda, un neoliberal, lo cual es su plan actual. Si caen en la cuenta que continuar con su plan causará muchas protestas públicas, malestar social, inestabilidad, especialmente ahora que los Juegos Olímpicos se acercan, de alguna manera esto podría estropear este plan para volver a atraer el capital extranjero a Brasil, creo que lo van a tener que pensar dos veces. Pero después de eso, creo que están empecinados en destituirla.
Creo van a lograr los votos en el Senado para hacerlo, porque tenemos el facto ideológico, con un número suficiente de miembros de la derecha brasileña que odian al Partido de los Trabajadores, lo han odiado durante mucho tiempo, y lo quieren fuera del gobierno, combinado con el interés personal de los miembros corruptos del Senado y la cámara baja que creen que destituyendo a Dilma van a lograr poner fin al escándalo de corrupción, para darle al país esta idea catártica de que el problema se ha resuelto, para después poder frenar la investigación.
Así que esta tóxica combinación de ideología e interés propio, sumada a algo que no puedo enfatizar lo suficiente, que es el papel central que han jugado los medios oligárquicos de Brasil en la incitación e inflamación de todo esta situación, al no permitir que sea escuchada una opinión plural, en este desfile incesante de propaganda pro oposición... creo que esa combinación ha hecho que su destitución sea inevitable, a menos que la sociedad deje claro que no lo van a tolerar.
AMYGOODMAN: Y Eduardo Cunha, el tercero en la línea para ser presidente, ¿háblenos de él?
GLENNGREENWALD: Eduardo Cunha es el mayor responsable de que este juicio político este teniendo lugar. Él es el quien tomó la decisión de permitir que esto sucediera. Y tras ello, en uno de los actos más desvergonzados nunca vistos en la política moderna, presidido el procedimiento del juicio político, a pesar de que Eduardo Cunha... a quien usted describió, subestimando no sólo el nivel de su corrupción, sino incluso la prueba mediante la cual fue acusado.
Los investigadores encontraron cuentas bancarias en Suiza que él posee y controla, con millones de dólares. Él no tiene una fuente de riqueza más allá de la corrupción y el soborno. No tiene negocios. Ha estado en la vida pública desde hace mucho tiempo. Mintió año pasado cuando testificó a los investigadores del Congreso y dijo que no tiene cuentas bancarias en el extranjero a su nombre, y cuentas que fueron descubiertas posteriormente.
Hay informantes del gobierno que han declarado que la cantidad que ha recibido en sobornos y comisiones ilegales se cifra en muchos millones de dólares, decenas de millones de dólares, no sólo los 5 millones de dólares que fueron encontrados en su cuenta bancaria en Suiza.
Por lo tanto, él se ha convertido de la cara de la hipocresía, más aún, del engaño que está arraigado en el corazón mismo de este intento de destitución. En ese procedimiento del congreso, que ha sido seguido por una gran cantidad de personas en todo el mundo, los miembros del Congreso, una tras otro, que están acusados e implicado en la investigación por corrupción, se han puesto en pie ante Eduardo Cunha y han dicho: "Sr. Presidente, voto a favor del proceso de destitución de Dilma Rousseff, porque no podemos tolerar la corrupción", diciéndole eso a alguien con millones de dólares provenientes de sobornos en cuentas bancarias en Suiza. Por lo tanto, la gente ha comenzado a darse cuenta, no solo a nivel internacional, sino también aquí en Brasil, de que si bien este proceso de destitución se ha vendido, y ha sido presentado como una forma de castigar la corrupción, su verdadero objetivo, más allá de impulsar a los neoliberales, Goldman Sachs y los fondos de inversión extranjeros, el verdadero objetivo es proteger la corrupción.
AMYGOODMAN: Escuchabamos al periodista y ganador del premio Pulitzer Glenn Greenwald, de The Intercept, con quien hablamos la semana pasada en Río de Janeiro, Brasil. Con esto terminamos nuestro programa de hoy. Voy a hablar esta noche en la First Parish Church Meetinghouse en Cambridge, a las 6:30 pm, y tras eso, miércoles por la noche en Montclair, Nueva Jersey, en la Congregation Shomrei Emunah, y el jueves por la noche, en la librería Barnes & Noble de Union Square en Nueva York. Y el viernes estaré en Washington, DC, en la Plymouth Congregational Church. Y tras eso, el fin de semana, el sábado, Portland y Bangor, Maine, y el domingo a Bar Harbor, Maine. Y Democracy Now! tiene varias ofertas de trabajo: dos fellowship en producción de video y nuestros programa de prácticas. Visiten democracynow.org. Un agradecimiento especial a Denis Moynihan y nuestro equipo. Soy Amy Goodman. Muchas gracias por estar con nosotros.
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