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viernes, 5 de enero de 2018

Palabras de Ceausescu antes de ser ejecutado el día de Navidad de 1989


Sin embargo, cuando le dejamos frente al muro, su actitud fue sorprendentemente digna. En voz alta, gritó “Viva la República Socialista de Rumania y la independencia! !Muerte a los traidores! !La historia nos vengará!”, después de lo cual comenzó a cantar un fragmento de “La Internacional”. 

Se cumplen hoy 28 años de la ejecución sumarísima a manos de los golpistas que tomaron el poder en Rumania en diciembre de 1989 de Nicolae Ceausescu y su esposa Elena. La suerte del presidente de la República Socialista de Rumania estaba echada desde que, pocos meses antes, había rechazado las peticiones-órdenes de Gorbachov para implementar las reformas aperturistas, para facilitar la restauración total del capitalismo, que el líder soviético había iniciado en la Unión Soviética, conocidas en Occidente como Glasnost o Perestroika. 

A pesar de que no se puede olvidar la responsabilidad del propio Ceausescu durante su gobierno, 

pues era el máximo responsable del Partido Comunista de Rumania, en la restauración del capitalismo con este golpe de estado contra la clase trabajadora rumana, tras de un proceso de reformismo y abandono de los principios marxistas a partir del XX Congreso de la URSS y la sustitución de la República Popular Rumana por la República Socialista Rumana en 1965 (“la república de todo el pueblo”, según su propia definición constitucional, aparcándose ya la lucha de clases o la dictadura del proletariado), 

lo cierto es que en sus últimos años destacó frente a líderes de otros países por oponerse con determinación a las reformas impuestas desde Moscú; 

hay que subrayar, por ejemplo, la decisión de reparar el error de endeudarse con el FMI en los años 80, devolviéndose la deuda en los últimos años del socialismo rumano a marchas forzadas, lo que hizo que los rumanos tuvieran que apretarse el cinturón, aunque en ningún caso se pudiera hablar de pobreza, hambre o desempleo, algo que es habitual, sin embargo, en todo régimen capitalista (tal y como pueden comprobar hoy en sus propias carnes los rumanos después de 28 años de dictadura del capital).

La necesidad de eliminar por la vía rápida a los Ceausescu surgió de esa “cabezonería” del presidente rumano en defender el socialismo (por muy desviado que estuviera del marxismo-leninismo o sui generis que este fuera) frente a los que intentaban, como en Rusia, restaurarlo con la complicidad del propio Partido Comunista

la élite del PCR, que ya vivía desde los años 60 una vida privilegiada, aunque ceñida con el corsé de la economía y legislación socialista, estaba encantada con la idea de romper las limitaciones y poder enriquecerse sin obstáculo alguno, 

así que veían al líder rumano como una piedra en el camino; una piedra demasiado grande, pues el pueblo rumano, o al menos gran parte de él, los trabajadores, le hubieran apoyado si este hubiera aparecido ante ellos como defensor del socialismo y negándose a aceptar los cambios impuestos por el imperialismo, Rusia y la élite del partido rumano.

El testimonio de los soldados que cumplieron las ordenes de ejecutar a los Ceausescu deja claro que, en ningún momento, el presidente rumano perdió la dignidad ni abandonó sus principios:

“Nuestro camino hacia el paredón hizo que ellos (Nicolae y Elena Ceausescu) perdieran a veces las fuerzas, en tramos fueron llevados en volandas por mis compañeros. 

En un principio, ellos creían que les llevábamos al helicóptero, hasta que han comprendido la situación. Entonces vi a Nicolae Ceausescu como un hombre, no como al presidente, y sus ojos estaban humedecidos por las lágrimas. 

Sin embargo, cuando le dejamos frente al muro, su actitud fue sorprendentemente digna. En voz alta, gritó “Viva la República Socialista de Rumania y la independencia! !Muerte a los traidores! !La historia nos vengará!”, después de lo cual comenzó a cantar un fragmento de “La Internacional”.

En el anterior testimonio, Dorin Cârlan, soldado del pelotón de ejecución, cuenta también como la ejecución fue sin contemplaciones, prácticamente a bocajarro, y que el capitán Boierul Ionel y el sargento mayor Gheorghiu Octavian dispararon sin aviso previo, a una distancia de un metro, un metro y medio, y el resto de los soldados les siguieron: “No me di cuenta, pero en los pantalones y en las botas tenía al terminar huellas de huesos y sangre“.

Previamente, antes de la ejecución, durante la farsa de juicio que se les preparó a los Ceausescu en la Base Militar de Tirgoviste, el que hizo de fiscal preguntó a Nicolae Ceausescu: “Debería decirnos por qué no responde a nuestras preguntas. ¿Qué le impide hacerlo?”. 

Y Ceausescu respondió, con total claridad: “Responderé a cualquier pregunta, pero sólo en la Gran Asamblea Nacional, ante los representantes de la clase obrera. Digan al pueblo que responderé todas sus preguntas. Todo el mundo debe saber lo que está pasando aquí. Sólo reconozco a la clase obrera y a la Gran Asamblea Nacional, a nadie más“.

Precisamente eso era lo que pretendían los traidores golpistas: que nadie supiera lo que estaba pasando allí, evitar que Ceausescu siguiera negándose, como era claro que iba a hacer, a la restauración del capitalismo de mercado.

28 años después aquel crimen sigue impune, la élite del PCR que apoyó el golpe de estado hoy conforma la gran burguesía nacional y dirige todos los partidos políticos (los partidos comunistas están prohibidos) y la clase trabajadora has ido condenada a la emigración (3 millones de rumanos han huido del país para poder ganarse la vida), a la pobreza (el 50% de los trabajadores vive con menos de 250 euros al mes) y un 25% de los rumanos sobreviven en los límites de la miseria.

No es de extrañar que en todas las encuestas realizadas en estos casi treinta años los rumanos confirmen que prefieren el sistema socialista al capitalista, y que vivían mejor antes del golpe de estado de diciembre de 1989 que con el desastre y saqueo generalizado sufrido por la clase trabajadora en los 28 años siguientes de dictadura del capital; algo que en los últimos años también se puede decir de los más jóvenes, que han vivido siempre bajo un sistema de explotación y desigualdad y a los que sus abuelos y padres cuentan con nostalgia cómo vivían los trabajadores en la Rumania Socialista.



Fuente Un vallekano en Rumania

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