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domingo, 10 de diciembre de 2017

En casa a los 50 sin apuros... Santander, Telefónica y las 'prejubilaciones de oro'

Una Oficina del Banco Popular. / EFE

En casa a los 50 sin apuros... Santander, Telefónica y las 'prejubilaciones de oro' 


Retiros con ‘huchas’ de hasta 380.000 euros y a diez o quince años vista de alcanzar la edad reglada para la jubilación.
 En el afán por dimensionar las plantillas a una realidad más digital -léase liviana en estructuras- y  a unos márgenes estrujados por la voraz competencia, las grandes empresas han rescatado las ‘prejubilaciones de oro’que se populizaron a finales de los 90 y principios de los 2000 como el camino más recto y, sobre todo, menos conflictivo para reducir sus estructuras de personal.
El Santander está a punto de rubricar un acuerdo con los sindicatos con el que busca seducir a 1.100 trabajadores del banco para que dejen el grupo, ajustado así un 17% sus servicios centrales, sobredimensionados tras la reciente adquisición del Banco Popular. 
La oferta, dirigida a empleados a partir de 50 años cumplidos -nacidos en 1967-, es dejar la oficina con el 80% del salario bruto pensionable, primas por desvinculación voluntaria y ventajas adicionales como favorables condiciones en hipotecas.
Otra de las grandes empresas españolas, Telefónica, ha decidido recientemente prorrogar por un año más su Plan de Suspensión Inicial de Empleo, que se dirige a efectivos mayores de 53 años, que disfrutarán de una jubilación anticipada con el 68% de su nómina, libre acceso a la mayoría de los beneficios sociales que ofrece la compañía, preservando la antigüedad y con la tranquilidad de que la empresa pagará sus cotizaciones a la Seguridad Social, garantizándoles así una pensión futura en el rango alto del sistema. 
Iberia, interesada en dar salida a otros 955 trabajadores, garantiza hasta el 80% del salario regulado en doce pagas anuales a empleados con 58 años cumplidos. 
Y en Ericsson, por poner otro ejemplo , los trabajadores con 53 años tendrán la oportunidad de irse a casa con el 75% del salario hasta alcanzar la edad de 61. 
Tras una etapa de crisis en la que, salvo la banca, la mayoría de las empresas han reducido sus plantillas a golpe de reforma laboral, con despidos objetivos indemnizados con 20 días y un acumulado máximo de 12 meses de salario, las condiciones de estos últimos planes de ajuste recuerdan a los de la edad de oro de las prejubilaciones, a finales de los 90 y principios de los 2000 cuando la privatizaciones del Estado y la entrada en la Europa del euro desencadenaron planes de ajuste de plantilla en lo más granado del tejido empresarial español: Telefónica, RTVE, Hunosa, Tabacalera, Repsol, BBV, Argentaria, Santander Central Hispano, Banesto...
El asunto llegó a alcanzar tal magnitud que el por entonces ministro de Trabajo, Manuel Pimentel, amenazó con reformar el marco legal para evitar que los planes acabaran generando un problema financiero al Estado, ya que no hay que olvidar que estos planes se diseñan descontando la acción de la red de seguridad del Estado, que abona la prestación por desempleo a los trabajadores que se quedan sin puesto de trabajo al menos durante dos años.
Penalización a las prejubilaciones
Sin embargo, no fue hasta la reforma de las pensiones de 2011 del último gabinete Zapatero cuando se empezó a penalizar en serio estas prácticas con la denominada ‘enmienda Telefónica’, que obligó a las empresas en beneficios a sufragar buena parte del coste para las arcas públicas de las prejubilaciones. 
Posteriormente, la reforma laboral de 2012 dio un paso más allá y estableció una escala de penalizaciones a las empresas que pusieran en marcha este tipo de planes de bajas incentivadas, de modo que se les obligaba a abonar hasta el 100% de las prestaciones públicas a las que tuvieran derecho los trabajadores incluidos en el plan en función del tamaño de la empresa, el número de despidos realizados y su situación financiera.
La reactivación económica y la situación de las arcas públicas no ha inhibido este tipo de planes: aún crece el número de los empleados que se retiran sin acabar su vida laboral y contribuir como correspondería a las depauperadas arcas de la Seguridad Social. 
Si en víspera del estallido de la crisis se prejubilaban 96.000 personas en un año, la cifra escaló por encima de los 136.900 durante el pasado ejercicio. 
Según estadísticas de la Seguridad Social, el censo rebasa los 1,16 millones en la última década, en parte responsable de los despidos masivos para sortear apuros presupuestarios y cuadrar cuentas.
El caso de la banca 
La banca es quizá el máximo exponente con su radical reconversión, donde las alrededor de 60 entidades originales -bancos y cajas de ahorros- se han reducido a poco más de una docena, fusión sobre fusión. 
En el camino se han extinguido 85.000 puestos de trabajo de los 270.800 contabilizados en el punto álgido de 2008, la inmensa mayoría vía prejubilaciones, detalla un estudio del sindicato Fine.
El proceso de adelgazamiento en banca arrancó con fuerza en 2011 y aún continúa abierto, pero fue en 2012 y 2013 cuando vivió el proceso más agresivo. 
Prácticamente todos los nuevos grupos nacidos de fusiones de cajas echan mano entonces de los ERE's para empleados con edades entre los 55 de NCG Banco -hoy Abanca- y los 50 de la extinta Catalunya Banc con, en la mayoría de los casos, el 60 o 70% de su sueldo.
Ahora bien, la polvareda levantada por los voluminosos despidos en bancos auxiliados y en beneficios, con el desempleo en guarismos récord, sí contribuye a elevar la edad ‘prejubilable’ en un sector donde son  ofertas casi perennes, siendo su censo el que varía según las necesidades. Caixabank, por ejemplo, eleva de 53 a 58 el corte entre 2013 y 2016.
Las últimas oleadas, bancarias y no financieras, recuperan casi las mejores condiciones históricas. 
No se han rescatado los polémicos 48 años a los que Telefónica ó Santander llegaron a ofrecer el retiro en los años 2000 ó 2003 pero sí retornan las ofertas más generosas -Endesa, prejubilaba entonces con 50 años y hasta el 90% del sueldo-. 

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