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miércoles, 29 de noviembre de 2017

EE.UU. lanza un nuevo "ataque comercial" contra China

Piezas de aluminio en una planta de Anshun

EE.UU. lanza un nuevo "ataque comercial" contra China


Washington ha lanzado una investigación contra el gigante asiático.
El secretario de Comercio de EE.UU., Wilbur Ross, ha lanzado este martes una investigación 'antidumping' contra China centrada en la importación de paneles de aluminio de Pekín, informa CNBC. 
Según la cadena estadounidense, se investiga un volumen de paneles valorado en más de 600 millones de dólares.
Ross asegura que existen pruebas de que los productores chinos están vendiendo aluminio en EE.UU. a un precio menor al de mercado, y que el Gobierno chino les otorga subsidios "injustos". 
Asimismo, el secretario de Comercio ha apuntado que también hay pruebas de que los productores de aluminio estadounidenses "sufren" por estas importaciones desde el país asiático.
Además, ha asegurado que la investigación ha sido lanzada basándose en declaraciones del presidente Donald Trump, que prometió "imponer vigorosamente" las leyes comerciales de EE.UU. y mostrarse más estricto que sus predecesores sobre esta cuestión.
Por su parte, el periódico The Financial Times ha calificado este paso de Washington de "nuevo ataque comercial" contra el país asiático y subraya que se trata de la primera vez desde 1985 que el Departamento de Comercio de EE.UU. lanza una investigación de este tipo sin solicitud formal de la industria.
Asimismo, el medio asegura que en Washington han decidido adoptar esta medida "temiendo" que Pekín "esté preparándose para las escaramuzas iniciales de una guerra comercial".
Actualidad RT

El auge imparable de China

YashTandon 2 de noviembre de 2017 

Mientras que el imperio euro-americano-japonés está en declive, el poder global de China crece cada vez más. Esto repercute en África enormemente; depende de su población moldear el poder de China de manera que les beneficie.
¿El inicio de una tercera revolución?
Mientras escribo este artículo, las noticias sobre la semana del 19º Congreso del Partido Comunista de China, que empezó el 18 de octubre, inundan la prensa occidental. El 17 de octubre la CNN – 
Hong Kong escribió que “en el congreso, el secretario general del partido Xi Jinping podría consolidar su posición revisando el estatuto del partido para incluir «el pensamiento de Xi Jinping» como uno de los principios rectores del partido, encumbrándose así al mismo nivel que el Presidente Mao Zedong”.
Varios artículos (entre ellos uno del periódico británico The Guardian) se han referido al congreso como una «tercera época» en la historia reciente de China. 
La primera época transcurrió con Mao Tse-tung, el Lenin de China, al que le sucedió Deng Xiaoping, que trajo una era de «socialismo con características chinas», lo que, en mi opinión, realmente era “«capitalismo con características chinas». 
En estos momentos, estamos siendo testigos del principio de «la era de Xi Jinping». El periódico The Economist apodó al congreso «la coronación de Xi Jinping».
Pero antes de profundizar más en el tema, tenemos que situar el 19.ºCongreso en un contexto histórico y geopolítico adecuado, sobre todo para poder comprender las consecuencias del auge de China en África y en la población del hemisferio sur.
China: un gigante reticente
Durante quinientos años, Occidente ha dominado el mundo, pero ahora es por todos sabido que el imperio euroamericano está colapsando, y la potencia que poco a poco está neutralizándolo es, sin duda, China. El auge de China es manifiesto.
Esto preocupa a Occidente y especialmente a Estados Unidos, que limita tanto con el océano Pacífico como con el Atlántico. 
Gracias a su estrategia de comunicación radial, Estados Unidos ha consolidado relaciones estratégicas con otros países a lo largo de la costa del Pacífico, convirtiéndolo en el único país (y Japón, su aliado en el Pacífico) que puede ofrecerles seguridad frente a China. 
Pero esto es solo una verdad a medias, pues la mayoría de los países asiáticos son conscientes del poder en declive de Japón y Estados Unidos, y dividen sus apoyos entre este último y China.
Por muy raro que parezca, de momento China no tiene intenciones de relevar a Estados Unidos, pues no está preparada para asumir el liderazgo político global. 
El presidente Xi afirma que China aún necesita otras dos décadas para ponerse a la altura de Occidente y para encargarse de su serio problema de pobreza y desigualdad que todavía asola las zonas más rurales. 
En julio de 2016, durante el 95.º aniversario del Partido Comunista, Xi ha manifestado su intención de regresar a sus raíces marxistas. «Temo que las clases más altas se hayan hecho con el control», ha afirmado. “La brecha de la pobreza está generando tensiones entre las clases sociales”.
Por lo tanto, la prioridad de China es solucionar las contradicciones entre las clases sociales del país. 
Sin embargo, el problema es que el imperio euro-americano-japonés está colapsando más rápidamente de lo que China esperaba. 
Durante la conferencia de Davos en el Foro Económico Mundial de 2017, el presidente Xi vino a afirmar que Estados Unidos ya no es capaz de garantizar la estabilidad mundial, por lo que China tenía que tomar el relevo, aun cuando todavía tiene sus propios problemas que solucionar.
La alternativa de China al orden actual occidental
Actualmente, las ideas acerca del «orden» contemporáneo y su base moral establecidas por pensadores y estrategas políticos de Cuba, Irán, China, Rusia o África difieren mucho de las ideas convencionales euroamericanas. 
Y aunque comparten algunos valores (por ejemplo, los derechos humanos o un buen gobierno), su aplicación en algunas situaciones concretas suscita cuestiones a debatir. 
Es por eso que Occidente habla todo el rato de «volver a llevar por el buen camino» a países como Cuba, Irán o Zimbabue. 
China también tiene un concepto distinto del «orden» y la moralidad, y desafía los conceptos básicos en temas como los derechos humanos y el gobierno. 
Pero debido a su tamaño y su poder, China puede resistir las sanciones de Occidente mejor que los otros países.
En junio de 2015, durante el 7.º Diálogo Estratégico y Económico entre China y Estados Unidos en Pekín, entre otras cuestiones, los dos países abordaron el tema del cambio climático, el código de conducta de la ciberseguridad, la protección de los océanos y luchar contra el tráfico de animales silvestres. 
Pero, sobre todo, China estipuló que el orden internacional necesitaba «nuevas normas» basadas en la cooperación, no en la confrontación. Hizo un llamamiento a la cooperación «responsable» entre los dos países como «socios igualitarios» para construir juntos un nuevo orden internacional. 
Aunque Estados Unidos clama por la idea de «cooperación», en realidad está siguiendo la política de «contención», tal y como hizo con la unión Soviética durante la Guerra Fría. 
Posee además una gran presencia militar en el Mar de China y fuertes lazos con Japón y Corea del Sur, donde hay 28 500 soldados americanos, marines y pilotos.
China está definiendo un nuevo modelo de relaciones internacionales, al que se refiere con la peculiar denominación de «nueva normalidad».
El auge de China desde una perspectiva africana
Entre 2001 y 2011, el comercio internacional (tanto la importación como la exportación) entre África y los países del BRIC (Brasil, Rusia, India y China) ha pasado de 22 900 millones de dólares a 267 900 millones de dólares. 
Aunque Europa y Estados Unidos siguen siendo importantes socios comerciales para África, en 2013 Brasil, India y China compraron juntos un cuarto de las exportaciones de África. 
China es el principal socio comercial de África, con un intercambio comercial que ha superado los 198 500 millones de dólares, en comparación con los 99 800 millones con los Estados Unidos. 
Esto supone sin lugar a dudas un hecho interesante.
Esto ha provocado un encendido debate en Occidente, donde los detractores de China insisten en presentar al país como un gigante sin control. 
Hará un año fui entrevistado por el periodista Hans Wetzels, muy involucrado con el continente africano, el cual me transmitió la preocupación que despierta entre algunos sectores de Europa y África la presencia china en el continente. 
Entre otras cuestiones, me planteó las siguientes preguntas:
– ¿Cuál es su opinión sobre la creciente presencia de China en África? 
¿Cree que es un buen ejemplo de Cooperación Sur-Sur o China representa una nueva potencia imperialista dispuesta a expoliar el continente?
– Mientras viajaba por Angola vi edificios construidos por China sin ocupar; la venta de petróleo a China reporta grandes beneficios al presidente Dos Santos y sus socios, mientras los habitantes de los barrios más pobres de Luanda siguen sin tener perspectivas de mejora. Ese modelo de «petróleo a cambio de infraestructuras» no parece estar concretándose en un desarrollo sostenible. ¿Está usted de acuerdo?
– Una de las principales diferencias que se señalan entre China y las potencias occidentales en África es que China nunca interviene en los conflictos internos del continente, mientras que Occidente ejerce una política a la que usted se ha referido como imperialista y que otros califican de paternalista. 
¿Es correcto? ¿Cree usted que China se implicará en la política de África a medida que adquiera poder y que esto alterará su relación con el continente?
No responderé a las preguntas en este artículo; tan solo diré que, si bien algunos sectores de África muestran una preocupación genuina, la inquietud de Occidente con respecto a la presencia china en el continente tiene más que ver con el fracaso de su modelo de desarrollo que con el gigante asiático. Yuzhou Sun, doctorando en Filosofía en Oxford, sostiene que el estudio de las relaciones entre África y China se enfrenta a un desafío epistemológico: 
la problemática tendencia a la sobre simplificación definida en el concepto dragon in the bush (dragón en la sabana): la idea monolítica de un dragón chino en un paisaje africano despojado de contexto político e histórico.
No obstante, hay quien en Occidente ve con buenos ojos la presencia China en África. 
En el libro TheDragon’s Gift: The Real Story of China in Africa [El regalo del dragón: la verdadera historia de China en África], escrito por Deborah Brautigam, defiende que África y China mantienen una relación de mutuo beneficio. 
El libro parte de años de investigación desarrollada en sus viajes por el continente, visitando proyectos financiados por China en campos como la agricultura, la industria, los recursos naturales y la gestión gubernamental. Remata el libro dando un valioso consejo a África y a Occidente:
«En última instancia, corresponde a los Gobiernos africanos dar forma a esta alianza de modo que beneficie a su pueblo. […] Occidente puede contribuir adoptando una visión más realista del papel que juega China, evitando el sensacionalismo y la paranoia, admitiendo nuestros propios defectos, y quizá explorando la idea de que el planteamiento no intervencionista de China puede resultar preferible a una China que se inmiscuya en los conflictos internos de otros países, o que haga uso de su poderío militar para promover cambios políticos».
Como africano que soy, comparto algunas de las inquietudes que despierta la presencia de China en África, y he instado a los Gobiernos africanos a endurecer sus posturas negociadoras con China (así como con Europa, Estados Unidos o la India). 
No hay motivo, por ejemplo, por el cual China deba seguir trayendo su propia mano de obra para los proyectos que financia en África, ni razón que justifique la apertura de pequeños negocios, un sector que convendría dejar en manos locales. 
Brautigam acierta al defender que «en última instancia, corresponde a los Gobiernos africanos dar forma a esta alianza de modo que beneficie a su pueblo». 
Dicho esto, me gustaría añadir que el modelo chino es más beneficioso que el occidental no solo para África, sino también para países como Cuba, Venezuela e Irán.
Profundizando aún más a nivel geopolítico global, quiero expresar la idea de que África debería sacarle más partido a su relación con los países del BRIC (sobre todo con China) para equilibrar el poder imperialista americano, europeo y japonés que actualmente prevalece en el continente. 
Turquía puede ofrecer una buena perspectiva en este sentido, pues el presidente Erdogan está dándole la espalda a Occidente de forma muy astuta. 
Un ejemplo de ello es su posible anexión a la Cooperación de Shanghai liderada por China y Rusia. 
África debería tomar buena nota de Erdogan.
Conclusión
Para terminar, no puedo resistir la tentación de añadir una cita de Mar de amapolas, una novela de Amitav Ghosh, en la que el agente británico Burnham, que se dedica al cultivo del opio en la India y su exportación a China, afirma: «No veo razón por la que un ciudadano inglés debería ser cómplice del tirano de Manchuria en su afán de privar de opio al pueblo chino» y dejándose llevar por su deseo de que la desaparición de China sea definitiva, añade: «esos amarillos se creen que China aún puede regresar a sus tiempos de gloria… pero ya es tarde, han probado el opio».
Las cosas han cambiado. China está emergiendo rápidamente como primera potencia. Esta es una realidad que ni siquiera Occidente puede ignorar; cuando menos, África.
@YashTandon
Bibliografía 
[1] Véase: 
[2] http://www.history.ox.ac.uk/people/yuzhou-sun 
[3] Brautigam, Deborah, (2009, 2011) The Dragon’s Gift: the Real Story of China in Africa, Oxford University Press 
[4] Amitav Ghosh, Sea of Poppies, 2009, pp. 121, 117
Traducido para UMOYA por Gabriela Hernando Barrios (Universidad de Salamanca).

China, nueva opción económica para América Latina

Hedelberto López Blanch, Rebelion
Poco a poco, sin exabruptos ni imposiciones sino con una política de diplomacia, China se ha ido introduciendo en América Latina, una región que por décadas Estados Unidos controlaba como su patio trasero.
Si en los últimos 15 años esos intercambios se multiplicaron por 26, en estos momentos pueden incrementarse más debido a la enorme incertidumbre que se cierne sobre varias naciones latinoamericanas que mantienen estrechos lazos con Estados Unidos motivada por varias declaraciones del presidente Donald Trump quien, entre otras amenazas económicas, ha dicho que renegociará el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Las relaciones comerciales entre el gigante asiático y América Latina han cambiado progresivamente en los años recientes y China hoy aparece como el principal socio comercial de Brasil, Chile, Uruguay, Cuba y Perú y el segundo de México, Argentina y Venezuela.
Desde el 2003 China ha invertido más de 110.000 millones de dólares en la región, la mayoría en los últimos cinco años. 
El 65 % de las inversiones de ese país desde 2001 fueron destinadas al sector de las materias primas y ahora se lanza también hacia obras de infraestructura y comunicaciones.
Impulso extra resultó cuando a comienzos de 2015, en el primer Foro China-Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), efectuado en Pekín, Xi Jinping se comprometió a incrementar el comercio con la región a 500.000 millones de dólares e invertir 250 .000 millones en el transcurso de la próxima década.
Un estudio realizado por Naciones Unidas en 2016 indica que Pekín desplazó a la Unión Europea como el segundo socio comercial de Latinoamérica con 236.500 millones de dólares, siempre detrás de Estados Unidos, aunque el centro de investigación China Policy Review aseguró que en la próxima década esa nación superará a Washington como el mayor socio comercial de la región.
Claro que para lograr ese objetivo China deberá disponer de mayores empeños pues, como se conoce, Washington ha desarrollado desde el siglo XIX mecanismos con instituciones como forma de control en la región.
En primera instancia, Estados Unidos prevalece como socio principal de la región pues de manera relevante ha desarrollado desde el siglo XIX un entramado de instituciones formales e informales con ese propósito que le facilitan preservar su hegemonía en Latinoamérica.
Entre estas aparecen los diversos organismos financieros internacionales controlados por Washington o los dispositivos instituidos para imponer o controlar gobiernos en la zona.
De todas formas el gigante asiático a partir de 2016 se convirtió en el mayor prestamista de la región y superó en ese renglón al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), al Banco Mundial (BM) y al Banco de Desarrollo de América Latina.
Los beneficiarios de esos empréstitos han sido Venezuela con 56.300 millones de dólares, le siguió Brasil con 22.000 millones y Argentina, 19.000 millones, pero también resultaron importantes las entregas a Perú, Bolivia, Chile, Colombia, Cuba, Nicaragua, Ecuador
Todo esto sin contar los intercambios comerciales bilaterales.
En cuanto a la Inversión Extranjera Directa (IED) el gigante asiático no ha dejado de invertir pese a las turbulencias políticas o económicas que se viven en varias naciones de la región.
Datos del Monitor de la OFDI en América Latina y el Caribe indican que de 2001 a 2016 China invirtió las siguientes cifras en miles de millones de dólares: 
en Brasil 54.849; Perú 12.372; Argentina 10.587; Cuba 5.800; Jamaica 4.927; Chile 3.306; México 3.212; Ecuador 3.052; Guyana 2.775, Bermudas 2.473; Venezuela 1.909; Colombia 1.852, Trinidad y Tobago 1.380 y en el resto de la región 2.612.
Si en los primeros años el comercio se centraba en el intercambio de materias primas, ahora ha pasado, además, a una nueva etapa que consiste en el desarrollo de inversiones en infraestructura, líneas de financiamiento, captación de recursos estratégicos y apertura a líneas comerciales para sus exportaciones.
En ese sentido China ya cuenta con más de 2.000 empresas en la región y una inversión acumulada de 217.150 millones de dólares, es decir 15,3 % de la inversión total de China hacia el exterior, según datos del Departamento de Asuntos Exteriores de la Cancillería asiática.
Innegablemente que hasta el momento han sido muchos los beneficios para América Latina que ha conllevado esta relación.
En primer lugar ayudar a varios países a esquivar la violenta crisis económica que comenzó en 2007 por Estados Unidos y que sacudió a la mayoría de las naciones del orbe.
Asimismo permitió mantener empresas, fábricas y servicios en acción a la par de que se creaban nuevos negocios.
Los intercambios e inversiones permitieron la creación de más de 254.000 nuevos empleos en Latinoamérica.
La diferencia entre lo que han ofrecido Estados Unidos y otras naciones de Occidente a la región, donde primó siempre el saqueo de sus riquezas, se contrapone con la versión china que a la par que se beneficia de esas materias primas ofrece posibilidades para el desarrollo de sus contrapartes y sus habitantes.

Top-500 de supercomputadoras

China barre a EE.UU y Linux gobierna todos los sistemas

China ha superado a Estados Unidos por número de sistemas incluidos en el top-500 de las mayores supercomputadoras mundiales. China tiene hoy el mayor número de sistemas de su historia, mientras que Estados Unidos cae a su nivel más bajo en los últimos 25 años.
Se veía venir. China es un gigante que está dispuesto a arrasar en todos los sectores. Y el de supercomputación no es menor por sus implicaciones en investigación, ciencia y sí, también en defensa. Según el último informe del top-500 de supercomputadoras de noviembre de 2017, China tiene 202 sistemas en la lista, mientras que EE.UU. dispone de 143.
Y no sólo en número. China también ha superado a los EE.UU. en rendimiento global. La superpotencia asiática tiene ahora el 35,4 por ciento de la potencia total (medida en FLOPS) de los 500 mayores superordenadores del planeta, mientras que EE.UU tiene el 29,6 por ciento.

Sistemas Top-500 de supercomputadoras

China también domina por sistemas más potentes. 
El Sunway TaihuLight encabeza el ranking con una potencia brutal que supera los 93 petaFLOPS de rendimiento Linpack y ha supuesto una revolución en China porque ha sido diseñado y fabricado con procesadores de cosecha propia en el centro de supercomputación nacional. Incluye la friolera de 10,6 millones de núcleos de procesamiento RISC de 64 bits.
El segundo superordenador del ranking también es chino. Se trata del Tianhe-2, instalado en la Universidad Nacional del centro de tecnología de defensa en China. 
Cuenta con 3,12 millones de núcleos de procesamiento, entre ellos unos cuantos miles de coprocesadores Intel Xeon Phi, y ofrece una potencia de 33,9 petaFLOPS.
El primer europeo y tercero del listado es el Piz Daint instalado en el centro de supercomputación de Suiza con 19,6 petaFlops, en un sistema Cray XC50 basados en procesadores Intel Xeon, que gracias a una actualización basada en GPUs Tesla P100 logra subir al top-3.
El Gyoukou japonés es el cuarto con 19,1, mientras hay que bajar al quinto puesto para encontrar el primer estadounidense, el Titan del laboratorio Oak Ridge, otro Cray basado en procesadores Opteron y con 17,6 petaFLOPS. 
España “salva el honor” con el MareNostrum del centro de supercomputación de Barcelona, muy bien colocado entre tanto gigante con 6,4 TFLOPS en el puesto 16, aunque baja tres puestos desde el último informe.

Fabricantes Top-500 de supercomputadoras

Por fabricantes, HPE (Hewlett Packard Enterprise)  encabeza el listado con 122 sistemas, seguido por Lenovo con 81 entradas y 53 para Cray, mientras que IBM ha creado 19 y Fujitsu tiene 12.
En cuanto a componentes de procesamiento, Intel es el gran proveedor de la supercomputación mundial sumando Xeon E5, E7 o Phi, mientras que AMD tiene una presencia reducida con los Opteron 6200-6100 en 5 sistemas. 
La presencia de las GPUs de NVIDIA todavía es reducida frente a Intel aunque no conviene obviar su presencia y el aumento de uso de GPGPU. Finalmente, destacar los “clústeres” como la arquitectura más usada: 437 sistemas.

Linux, mención aparte

Era conocido, pero lo del último informe es para nota. 
Todos los sistemas del Top-500 de supercomputadoras, sí los 500, usan Linux como sistema operativo. 
Hasta ahora el listado siempre incluía algún UNIX e incluso vimos un Windows el año pasado, pero es la primera vez que todos utilizan alguna variante del sistema libre.
Como decimos trimestre a trimestre cuando nos llegan estos informes. La baja cuota de mercado en escritorios informáticos de consumo no debe hacernos perder la perspectiva. 
Informe completo | Top-500 de supercomputadoras (Nov 2017)

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