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viernes, 6 de octubre de 2017

EEUU y Arabia Saudita preparan nueva guerra en Sudeste de Asia bajo pretexto del Genocidio contra los Rohingyas

EEUU, Arabia Saudita y Turquía preparan una nueva guerra en el sudeste asiático bajo el pretexto del genocidio contra los rohingyas : el Islam infiltrado contra China 

Verdad y paciencia: los mismos que desestabilizaron Afganistán, Yugoslavia, Irak, Libia, Siria y Yemen prepararan una guerra en el sudeste asiático soltando los soldados zombís bajo la bandera del Islam y con el pretexto de salvar a los rohingas musulmanes, cuando nunca han tenido sentimiento de piedad de los musulmanes de Libia, Irak, Yemen, Siria Palestina---, simplemente vergonzoso. 
Cuando veas que todos los países están de acuerdo en algo busca entonces dónde se oculta la trama. Y cuando veas que hay una acogida bajo el pretexto de la presunta solidaridad con los inmigrantes es que preparan la guerra de las civilizaciones en Occidente.
Recep Tayyip Erdogan comenzaba a comunicarse telefónicamente con todos los jefes de Estado de países musulmanes para alertarlos sobre «el genocidio contra los rohingyas». 
Tanto Arabia Saudita como Turquía son estados controlados por los Dönmeh. 
Erdogan habla del genocidio de los Dönmeh y nunca ha condenado el genocidio de los armenios prepetrados por los Dönmeh. 
Leer el artículo de Hanry Makow: Los illuminati judíos controlan Turquía.
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Artículo de Thierry Meyssan
Usted ha notado probablemente que la información que posee sobre lo que se trama alrededor de Myanmar es muy incompleta y es posible que ni siquiera haya oído hablar de la coalición militar que se prepara para atacar ese país. 
Lo cierto es que, como Thierry Meyssan revela en este trabajo, los acontecimientos actuales venían siendo organizados por Riad y Washington desde 2013. 
No tome posición sin haber leído antes este artículo y haber analizado la información que aquí se expone.
Según el estado mayor estadounidense, Birmania está en la zona del mundo cuyos Estados deben ser destruidos, como puede verse en este mapa, publicado por Thomas P. M. Barnett en 2003.
En la continuación de su Gran Estrategia de Extensión del Ámbito de la Guerra [1], el Pentágono venía preparando simultáneamente la utilización de los kurdos en el Medio Oriente ampliado, una guerra civil en Venezuela y una guerra de desgaste en Filipinas. Pero esos conflictos van a tener que esperar porque se ha dado la prioridad a un cuarto teatro de operaciones: Birmania, a las puertas de China.
28 de septiembre de 2017. El estadounidense Jeffrey FeltmanFoto por: segundo de derecha a izquierda
En la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU realizada el 28 de septiembre, la embajadora de Estados Unidos y varios de sus aliados acusaron de «genocidio» al gobierno de coalición de Myanmar [2].
La sola mención del término «genocidio», que en derecho europeo designa una masacre masiva pero que el derecho estadounidense aplica a un método de asesinato –aunque el criminal tenga en su haber una sola víctima–, es suficiente para que Washington considere que se justifica una guerra, con respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU o sin él, como ya pudo verse en el caso de Yugoslavia [3]. 
La reunión del Consejo de Seguridad de la ONU se convocó a pedido de la Organización para la Cooperación Islámica (OIC, la antigua Organización de la Conferencia Islámica).
Para hacer que los hechos concuerden con su narración particular, Estados Unidos, el Reino Unido y Francia, que durante la «revolución azafrán», en 2007, tanto celebraron la resistencia no violenta de Aung San Suu Kyi y los monjes budistas frente a la dictadura del SLORC (State Law an Order Restoration Council) [4], simplemente metieron en un mismo paquete al ejército birmano, a la Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi [5] y a todos los budistas del país [6] y los clasificaron, a todos juntos, como “los malos”.
Desde 2013, los medios de difusión occidentales vienen presentando el budismo bajo una imagen sectaria. En esta portada de la revista Time, aparece el monje Ashin Wirathu. Condenado en 2003 a 25 años de cárcel debido a su prédica antimusulmana, estuvo entre los beneficiarios de la amnistía general decretada en 2012. El hecho es que hay fanáticos en todas las religiones.
Desde los tiempos de la dominación extranjera –primeramente británica y más tarde japonesa [7]– nunca hubo en Birmania un periodo de paz civil y desestabilizar ese país se hizo mucho más fácil desde que la junta militar del SLORC aceptó compartir el poder con la Liga Nacional por la Democracia (LND) y que ambas comenzaron a tratar de resolver juntas los numerosos conflictos internos del país.
Indispensable para la economía china, el oleoducto de Yunnan desemboca en la ribera del Pacífico, en el Estado birmano de RakhineFoto por: antiguamente llamado Arakan
Por un azar de la geografía, el oleoducto que vincula la región china de Yunnan con el Golfo de Bengala pasa por Birmania, país que además alberga varias estaciones chinas de vigilancia electrónica de las rutas navales que pasan frente a sus costas. 
Llevar la guerra a Birmania resulta por tanto más importante para el Pentágono que bloquear las dos «rutas de la seda» en el Medio Oriente y Ucrania.
Herencia de la colonización británica, entre las poblaciones discriminadas en Birmania se cuentan los 1,1 millones de descendientes de los obreros bengalíes que Londres desplazó para utilizarlos en Birmania [8]. 
Pero resulta que esta minoría nacional –que no es una minoría étnica– es de confesión musulmana mientras que la gran mayoría de los birmanos son budistas. 
Y resulta también que, durante la Segunda Guerra Mundial, los rohingyas colaboraron con el Imperio británico en contra de los nacionalistas birmanos.
Perfectamente equipado, el Movimiento por la Fe o Ejército de Salvación Rohingya de Arakan fue entrenado por los británicos en Arabia Saudita y Bangladesh. Antes del inicio de los recientes acontecimientos, contaba al menos 5 000 soldados.
En 2013, en momentos en que el Pentágono y la CIA habían desplegado hordas de yihadistas en Siria, donde libraban una guerra de posiciones, Arabia Saudita creó en La Meca una enésima organización terrorista: el Movimiento por la Fe (Harakah al-Yaqin). Ese grupo, que dice reunir a combatientes rohingyas, está en realidad bajo las órdenes del pakistaní Ata Ullah, quien luchó contra los soviéticos en Afganistán [9]. 
El reino saudita albergaba la más importante comunidad masculina de rohingyas, después de Birmania y antes de Bangladesh, con 300 000 trabajadores, todos hombres sin sus familias.
Según un informe de los servicios de inteligencia bengalíes, redactado antes de la actual crisis, el Movimiento por la Fe actúa desde hace un año con una escisión de la organización bengalí Jamat-ul-Mujahideen bajo el eslogan «La Yihad de Bengala a Bagdad». 
Ese grupúsculo juró fidelidad al Califa del Emirato Islámico (Daesh), Abu Bakr al-Baghdadi, y ha reunido en el seno de una coalición a grupos como los Mudjahiden indios, Al-Jihad, Al-Ouma, el Movimiento de Estudiantes Islámicos de la India (SIMI), el Lashkar-e-Toiba (LeT) y el Harkat-ul Jihad-al Islami (HuJI) pakistaní. Todo ese conjunto de grupos recibe financiamiento de la fundación Revival of Islamic Heritage Society (RIHS) con sede en Kuwait.
Hace menos de año y medio, en marzo de 2016, cuando el SLORC aceptó compartir el poder con el partido de Aung San Suu Kyi, Estados Unidos trató de utilizar a la Premio Nobel de la Paz en contra de los intereses chinos. 
Al mismo tiempo, sabiendo que no iba a ser fácil manipular a la hija del padre de la independencia birmana –el comunista Aung San–, y fiel a su eterna estrategia de apostar simultáneamente a dos caballos, Estados Unidos también estimuló el Movimiento por la Fe.
En septiembre de 2016, Aung San Suu Kyi explica ante la Asamblea General de la ONU sus esfuerzos a favor de los rohingyas. Al igual que su padre Aung San –quien creyó en su momento en la ayuda de los japoneses para liberar Birmania de la colonización británica–, la Premio Nobel de la Paz creyó ingenuamente en la simpatía de los anglosajones para resolver los problemas internos de Myanmar.
En septiembre de 2016, Aung San Suu Kyi representó a su país en la Asamblea General de la ONU [10]. Muy ingenuamente, explicó los problemas de su pueblo y a través de qué medios ella estaba tratando de resolverlos paulatinamente, comenzando por la cuestión de los rohingyas. 
Ya de regreso en su país, se dio cuenta de que sus antiguos respaldos estadounidenses eran en realidad enemigos de su patria. El Movimiento por la Fe emprendió una serie de ataques terroristas, como el perpetrado contra el puesto de la policía fronteriza de Maungdaw, donde 400 terroristas robaron el arsenal y mataron 13 aduaneros y soldados.
Aung San Suu Kyi prosiguió tenazmente la instalación de una comisión de consulta encargada de analizar la cuestión de los rohingyas y de proponer un plan concreto para poner fin a los actos de discriminación contra ellos. 
Esa comisión se componía de 6 birmanos y 3 extranjeros –la embajadora de los Países Bajos Laetitia van den Assum; el ex ministro libanés de Exteriores Ghassan Salamé, que en realidad representa a Francia; y el ex secretario general de la ONU Kofi Annan, como presidente de la comisión
La Comisión de Consulta sobre los rohingyas alrededor de su presidente, Kofi Annan. Entre los seis miembros birmanos hay personalidades históricas de la lucha por los derechos humanos –como U Win Mra y U Khin Maung Lay– así como Al Haj U Aye Lwin, guía espiritual de una orden musulmana sufista.
Los nueve miembros de esa comisión iniciaron un trabajo de singular calidad, a pesar de todos los obstáculos birmanos. 
Varios partidos políticos fracasaron en su empeño por lograr que la Asamblea Nacional disolviera la comisión, pero lograron que se adoptara contra ella una moción de desconfianza en la Asamblea local del antiguo Arakan (el Estado donde viven los rohingyas). 
En definitiva, la comisión entregó su informe el 25 de agosto de 2017 con una serie de posibles recomendaciones que podrían aplicarse –sin ningún tipo de trampas– para mejorar las condiciones de vida de todos [11].
Ese mismo día, los servicios de inteligencia de Arabia Saudita y Estados Unidos emitieron la señal para desatar la respuesta: el Movimiento por la Fe, rebautizado por los británicos como Ejército de Salvación Rohingya de Arakan, dividido en 24 comandos, atacó varios cuarteles del ejército y puestos de la policía, dejando un saldo de 71 muertos. 
Durante una semana, las tropas birmanas realizaron una operación antiterrorista contra los yihadistas. Unos 400 familiares de estos últimos huyeron hacia Bangladesh.
El 1º de septiembre de 2017, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, en su calidad de presidente de la Organización para la Cooperación Islámica, abre en Estambul la campaña mediática sobre los rohingyas.
Tres días después, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan comenzaba a comunicarse telefónicamente con todos los jefes de Estado de países musulmanes para alertarlos sobre «el genocidio contra los rohingyas». 
El 1º de septiembre, o sea el día del Aid al-Adha, la fiesta más importante del mundo musulmán, el propio Erdogan llamaba, en un vibrante discurso pronunciado en Estambul en su calidad de presidente en funciones de la Organización para la Cooperación Islámica, a salvar a los rohingyas y apoyar su Ejército de Salvación [12].
Sin embargo, lo cierto es que esos yihadistas nunca defendieron a los rohingyas sino que intervinieron sistemáticamente para hacer fracasar todos los intentos por mejorar sus condiciones de vida y poner fin a la discriminación contra ellos.
El general Mohsen Rezaei fue el comandante de los Guardianes de la Revolución que lucharon junto a la OTAN y Arabia Saudita contra Serbia, en la guerra de Bosnia-Herzegovina.
El 5 de septiembre, el presidente del Consejo de Discernimiento de Irán, Mohsen Rezaei, proponía unir las fuerzas de todos los Estados musulmanes y crear un ejército islámico para salvar a los «hermanos rohingyas» [13]. 
La importancia de esa declaración reside principalmente en el hecho que el general Rezaei fue comandante en jefe de los Guardianes de la Revolución.
A pesar de que el ejército birmano había cesado toda acción contra los terroristas, seguían los incendios de aldeas rohingyas mientras que la población rakhin de la región de Arakan linchaba musulmanes, por considerar que estaban todos vinculados a los terroristas. 
Según los rohingyas, los soldados del ejército birmano estaban quemando sus aldeas, pero según el ejército birmano eran los yihadistas quienes cometían esos hechos. Poco a poco, todos los rohingyas del norte de la región de Arakan se marchaban para buscar refugio en Bangladesh, cosa que curiosamente no hicieron los rohingyas que viven en el sur de la misma región.
El 6 de septiembre, una delegación oficial turca viajaba a Bangladesh para distribuir víveres entre los refugiados. Encabezaban esa delegación el ministro turco de Exteriores Mevlut Cavusoglu, así como la esposa y uno de los hijos del presidente Erdogan
La campaña de movilización en marcha en los países musulmanes recurre a elementos visuales especialmente fuertes, como esta fotografía, divulgada por el gobierno turco, que supuestamente muestra cuerpos de musulmanes asesinados por los monjes budistas en Birmania. 
En realidad es una foto antigua de una ceremonia fúnebre donde se ven víctimas de un terremoto en China.
En los países musulmanes, una amplia campaña de desinformación aseguraba, recurriendo a la presentación de fotos como prueba, que los budistas estaban perpetrando grandes masacres contra los musulmanes. 
Pero ninguna de las fotos utilizadas había sido tomada en Birmania y esas noticias falsas acabaron siendo desenmascaradas una tras otra. 
Sin embargo, en los países donde el nivel de educación de la población es bajo esas fotos convencieron a la gente y los desmentidos fueron inaudibles. 
Sólo Bangladesh emitía reservas en cuanto al papel de los yihadistas y garantizaba a Myanmar que podía contar con su cooperación contra los terroristas [14].
El 11 de septiembre, el presidente en funciones de la Organización para la Cooperación Islámica, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, intervenía ante la comisión científica de la organización, reunida en Astaná (Kazajstán), comisión que no tiene nada que ver con el asunto, para reclamar «salvar a los rohingyas».
El ayatola Alí Khamenei estima que implicar militarmente a su país en Birmania, junto a la OTAN y Arabia Saudita, sería una catástrofe, sobre todo teniendo en cuenta la milenaria historia de cooperación entre Irán y China.
Al día siguiente, 12 de septiembre, el Guía de la Revolución iraní, el ayatola Alí Khamenei tomaba posición. 
Muy inquieto ante la proposición del general Rezaei, Khamenei deslegitimó la guerra de religión que actualmente se prepara, el «choque de civilizaciones», aunque criticando la presencia de una mujer a la cabeza de un Estado. 
El Guía se empeñó principalmente en cerrar la puerta a toda implicación militar de los Guardianes de la Revolución, declarando: «Es muy posible que el fanatismo religioso haya desempeñado un papel en esos acontecimientos, pero se trata de una cuestión totalmente política ya que el responsable es el gobierno de Myanmar. 
Y a la cabeza de ese gobierno está una mujer cruel, laureada con el Premio Nobel de la Paz. En realidad, esos acontecimientos han firmado el acta de defunción del Premio Nobel de la Paz.» [15].
Inmediatamente, también en Teherán, el presidente-jeque Hassan Rohani recurría al ejército regular para participar en el conflicto en ciernes. 
El 17 de septiembre, los jefes de los estados mayores de los ejércitos de Irán y de Pakistán se ponían en contacto para unir sus fuerzas en el marco de la crisis [16]. 
Se trata de la primera iniciativa militar, pero quien participa no es el cuerpo de Guardianes de la Revolución –que están luchando junto a los sirios contra los yihadistas– sino el ejército iraní –que ya trabaja con los ejércitos de Turquía y Pakistán para defender Qatar. Irán también está enviando grandes cantidades de ayuda a los refugiados.
Aung San Suu Kyi llama la opinión pública internacional a tener en cuenta los esfuerzos de Myanmar por resolver la cuestión de los rohingyas y denuncia el terrorismo yihadista. Pero no ha recibido más crédito que Muammar el-Kadhafi, cuando este último denunció los ataques de al-Qaeda contra LibiaFoto por: Naypyidaw, 19 de septiembre de 2017
El 19 de septiembre, ignorando las explicaciones de Aung San Suu Kyi [17] y aprovechando la ocasión que le ofrecía la apertura del periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU, Erdogan reunió el grupo de contacto de la OCI para solicitar a todos los Estados miembros que suspendan toda forma de comercio con Myanmar y pedir al Consejo de Seguridad a que se pronuncie [18].
Arabia Saudita protege y maneja, desde 2013, el Ejército de Salvación Rohingya de Arakan. 
El rey Salman asignó 15 millones de dólares a los refugiados rohingyas en Bangladesh, donde se encuentran los campos de entrenamiento de ese grupo yihadista.
Saliendo por fin de la sombra, Arabia Saudita afirmó entonces que ha venido apoyando discretamente a los rohingyas desde hace 70 años y que les ha aportado 50 millones de dólares en todo ese tiempo. El rey Salman agregó a esa suma una donación de 15 millones de dólares [19]. 
El embajador de Arabia Saudita ante los órganos de la ONU en Ginebra, Abdulaziz ben Mohammed Al-Wassil, movilizó allí al Consejo de los Derechos Humanos.
Olvidando las guerras que los enfrentan entre sí en Irak, Siria y Yemen, Turquía, Irán y Arabia Saudita, las tres principales potencias militares musulmanas, se congregaron nuevamente, por simple reflejo comunitario [20] y tomaron posición a favor de los rohingyas, designando además como enemigo común al gobierno de coalición del ejército birmano y Aung San Suu Kyi.
Ese cambio radical de situación en el Medio Oriente tiene como precedente las guerras de Yugoslavia. 
En Bosnia-Herzegovina (de 1992 a 1995) y en Kosovo (de 1998 a 1999), los países musulmanes y la OTAN lucharon juntos contra los cristianos ortodoxos vinculados a Rusia.
En 1995, Osama ben Laden hace desfilar su Legión Árabe ante el presidente bosnio Alija Izetbegovic, en Zenica. Eran ex muyahidines que habían luchado contra los soviéticos en Afganistán. Posteriormente pasarían a ser designados como al-Qaeda. Durante aquella guerra, los servicios de inteligencia rusos lograron introducirse en el cuartel general de la Legión Árabe y comprobaron que sus documentos no estaban redactados en árabe sino en inglés.
En Bosnia-Herzegovina, el presidente bosnio Alija Izetbegovic tuvo como consejero diplomático al estadounidense Richard Perle, quien incluso dirigió la delegación bosnia que participó en la adopción de los acuerdos de Dayton. 
Como consejero mediático tuvo al francés Bernard-Henri Lévy, según ha afirmado este mismo personaje, lo cual nunca ha sido desmentido. Finalmente, en el plano militar, el presidente Izetbegovic tuvo como consejero a un tal… Osama ben Laden, quien organizó para él la Legión Árabe y recibió incluso un pasaporte diplomático bosnio. Durante el conflicto, respaldado por la OTAN por debajo de la mesa, Izetbegovic recibió públicamente apoyo de Turquía, Irán y Arabia Saudita [21].
Después de haber sido testigo impotente del éxodo de miles de civiles, la opinión pública occidental aceptó sin discusión la decisión de violar la Carta de las Naciones Unidas.
El conflicto kosovar comenzó con una campaña terrorista del Ejército de Liberación de Kosovo (UCK) contra el gobierno de Belgrado. 
Los combatientes fueron entrenados por las fuerzas especiales de Alemania en una base de la OTAN en Turquía [22]. 
El hoy jefe de los servicios secretos de Turquía, Hakan Fidan, fungió como oficial de enlace con los terroristas en el estado mayor de la OTAN. Fidan, dirige actualmente el MIT, los servicios secretos turcos y es incluso el número 2 en la jerarquía del régimen de Erdogan. 
Al principio de la guerra, 290 000 kosovares huyeron de Serbia en sólo 3 días para refugiarse en Macedonia. 
Las televisoras occidentales divulgaron ampliamente las imágenes de aquella larga procesión de fugitivos. 
Según los varios millones de macedonios que los acogieron, nada justificaba aquella ola migratoria, ampliamente estimulada por la OTAN, pero ese desplazamiento de población fue ampliamente explotado para acusar al presidente Slobodan Milosevic de haber reprimido de manera desproporcionada la campaña terrorista contra su país y la OTAN le declaró la guerra sin autorización del Consejo de Seguridad de la ONU.
El trabajo sucio que hoy se prepara extiende el teatro de operaciones hacia el este. 
El Pentágono no tiene posibilidades de imponer una alianza turco-irano-saudita, pero tampoco lo necesita. 
En Yugoslavia, cuando esos tres países no tenían contactos directos entre sí, fue la OTAN quien los coordinó. 
Sin embargo, para luchar juntos en Birmania tendrán que llegar a arreglos en Irak, Siria y Yemen, e incluso en Libia. 
Teniendo en cuenta el estado actual de devastación del Medio Oriente y la perseverancia de los pueblos que siguen resistiendo, el Pentágono puede decidirse a dejar que esta región restañe sus heridas durante una década, sin temor a ver surgir allí la menor capacidad de oposición a su política.
En vísperas de la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU que sentó las bases de la futura guerra contra Birmania, el Departamento de Estado anunció a Massud Barzani, que Estados Unidos no apoyará la independencia del Kurdistán iraquí. 
El problema es que el Pentágono no puede movilizar a Turquía e Irán en el sudeste asiático si les crea problemas con los kurdos en sus propias fronteras. 
Así que, después de haberse comprometido a fondo con el tema del referendo de independencia del Kurdistán en Irak, Massud Barzani pronto se verá obligado a retirarse de la vida política, tanto más cuanto que las exhibiciones de banderas israelíes en Erbil –ciudad sede del gobierno regional kurdo iraquí– fueron masivamente difundidas por los canales de televisión árabes, persas y turcos, debido a lo cual todos los vecinos de Barzani le han dado la espalda.
Si el Pentágono sigue adelante con su guión, la guerra contra Siria podría extinguirse por falta de combatientes, ya enviados a otras latitudes, para servir al «Imperio Estadounidense» en un nuevo teatro de operaciones.
[1] Fuente: The Pentagon’s New Map, Thomas P. M. Barnett, Putnam Publishing Group, 2004. Análisis: «El proyecto militar de Estados Unidos para el mundo», por Thierry Meyssan, Haïti Liberté (Haití), Red Voltaire, 22 de agosto de 2017.
[2] «Myanmar: le Secrétaire général demande “une action rapide” pour mettre fin au “cauchemar” des Rohingya dans l’État de Rakhine», Compte-rendu du Conseil de sécurité, ONU, 28 de septiembre de 2017. Referencia: CS/13012.
[3] El Reino Unido y Estados Unidos habían redactado el acta de acusación contra Myanmar por adelantado, antes de que se produjeran los actuales acontecimientos: Countdown to Annihilation: Genocide in Myanmar, Penny Green, Thomas MacManus y Alicia de La Cour Venning, Queen Mary University of London, 2016. Persecution of the Rohingya Muslims; Is Genocide Occurring in Myanmar’s Rakhine State; a Legal Analysis, Allard Lowenstein, Yale University, 2016.
[4] «Birmania: Estados Unidos se muestra interesadamente solícito», por Thierry Meyssan, Abiad & Aswad (Siria), Red Voltaire, 2 de noviembre de 2007.
[5The Burma Spring: Aung San Suu Kyi and the New Struggle for the Soul of a Nation, Rena Pederson, Prefacio de Laura Bush, Pegasus, 2015.
[6Neither Saffron Nor Revolution: A Commentated and Documented Chronology of the Monks’ Demonstrations in Myanmar in 2007 and Their Background, Hans-Bernd Zöllner, Humboldt-University, 2009.
[7Burma/Myanmar: What Everyone Needs to Know, David Steinberg, Oxford University Press, 2013.
[8] Para ser más exacto, hay que señalar que, aunque hubo inmigrantes bengalíes en Birmania incluso antes de la dominación británica, la inmensa mayoría de los rohingyas descienden de los trabajadores que los colonos desplazaron para utilizarlos como mano de obra barata. Nota del Autor.
[9] “Myanmar’s Rohingya insurgency has links to Saudi, Pakistan”, Simon Lewis, Reuters, 16 de diciembre de 2016.
[10] “Speech by Aung San Suu Kyi at 71st UN General Assembly”, por Aung San Suu Kyi, Voltaire Network, 21 de septiembre de 2016.
[11Towards a peaceful, fair and prosperous future for the people of Rakhine, Advisory Commission on Rakhine State, agosto de 2017.
[12] “We won’t Leave Rohingya Muslims Alone”, Presidency of the Republic of Turkey, 1º de septiembre de 2017.
[13] “Rezaei urges Muslim states to defend Rohingya Muslims”, Mehr Agency, 6 de septiembre de 2017.
[15] «Myanmar : le Guide critique les défenseurs des droits de l’homme», Leader.ir, 12 de septiembre de 2017.
[17] “Aung San Suu Kyi speech on National Reconciliation and Peace”, por Aung San Suu Kyi, Voltaire Network, 19 de septiembre de 2017.
[18] «OIC Contact Group on Rohingya calls for UN Resolution on Myanmar», Organisation of Islamic Cooperation, 19 de septiembre de 2017.
[20The Rohingyas: Inside Myanmar’s Hidden Genocide, Azeem Ibrahim, Hurst, 2016.
[21Comment le Djihad est arrivé en Europe, Jürgen Elsässer, prefacio de Jean-Pierre Chevènement, ediciones Xenia, 2006.
[22] «L’UÇK, une armée kosovare sous encadrement allemand », por Thierry Meyssan, Notes d’information du Réseau Voltaire, 15 de abril de 1999.

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Petróleo, Gas y La Agenda Geopolítica de US los que Mueven la Crisis en Rohingya

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El conflicto interno, localizado apropiadamente, deletrea oportunidades geopolíticas. 

Con el aliado estadounidense Arabia Saudita financiando e impulsando las insurrecciones en Rohingya, Estados Unidos crea la oportunidad de bloquear el suministro de petróleo a China y proporcionar a Aung San Suu Kyi la cooperación militar necesaria para arrebatar a Myanmar de la influencia china.

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En los últimos años, Myanmar (antes Birmania) apenas ha estado en las noticias. 

El trato silencioso se debió mucho al supuesto de que la naciente democracia del país estaba en "buenas manos" una vez que la ganadora del Premio Nobel de la Paz de 1991, Aung San Suu Kyi ganó renombre político después de las elecciones de 2015 y posteriormente asumiera el cargo de canciller. 

Sin embargo, la marea de la opinión pública internacional ha estado girando fuertemente contra Suu Kyi provenientes de activistas de derechos humanos, las Naciones Unidas y de otros premios Nobel que han criticado fuertemente su manejo de lo que ahora se conoce como la "crisis de Rohingya".

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La crisis se centra en la difícil situación de los Rohingya, una minoría musulmana históricamente perseguida que vive en el estado costero de Rakhine (antes Estado de Arakan) en Myanmar. 

Los rohingya también son apátridas, ya que el gobierno de Myanmar se ha negado durante mucho tiempo a reconocer su reivindicación de siglos en la región y ha afirmado en varias ocasiones que los rohingya no son nativos de Myanmar sino "inmigrantes ilegales" del vecino Bangladesh. 

Privados de la ciudadanía y por lo tanto de los derechos básicos, su sufrimiento ha sido agravado por el gobierno de Myanmar, que ha utilizado a los militares para intimidar violentamente a los Rohingya y obligarlos a salir de sus tierras.

Este mes, en particular, los medios de comunicación corporativos, así como varias prominentes organizaciones de derechos humanos y organismos internacionales, como la ONU, han prestado una atención sin precedentes al conflicto. 

El lunes pasado, por ejemplo, Zeid Ra'ad al-Hussein, alto comisionado de las Naciones Unidas para los derechos humanos, acusó a Myanmar de "un ejemplo de libro sobre la limpieza étnica" y declaró que la campaña de Myanmar contra los rohingya violaba el derecho internacional. 

En las primeras dos semanas de septiembre, los medios de comunicación corporativos han informado ampliamente sobre la crisis. 

La semana pasada, CNN publicó 13 artículos diferentes sobre la difícil situación de los Rohingya. Las llamadas se han montado para que Suu Kyi, como líder de Myanmar, intervenga.

Dada la reciente oleada de cobertura de la prensa y el aumento de la preocupación entre organismos internacionales como las Naciones Unidas, se podría suponer que la limpieza étnica de los rohingya por el gobierno de Myanmar es un fenómeno reciente. 

Sin embargo, en realidad, el conflicto en sí tiene casi un siglo de antigüedad y su escalada actual no comenzó este año, sino más bien en 2011, y ha seguido empeorando desde entonces. 

Además, muchos otros casos de genocidio, como la destrucción de Yemen por parte de los saudíes y la limpieza étnica de Palestina por parte de Israel, apenas se ven afectados por los medios corporativos o mencionados en el discurso político dominante.

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¿Por qué el repentino interés en Myanmar?

Petróleo y Gasoductos

Como tantos otros casos de limpieza étnica, el conflicto en Rohingya es esencialmente un conflicto sobre los recursos, a saber, el petróleo y el gas. 

En 2004, un enorme yacimiento de gas natural, llamado Shwe en honor del líder de la junta militar de Myanmar, fue descubierto en la costa de Myanmar en la Bahía de Bengala. 

En 2008, la Corporación Nacional de Petróleo de China (CNPC) garantizó los derechos sobre el gas natural y otorgó al campo su nombre honorífico. 

La construcción comenzó un año después con dos oleoductos terrestres de 1.200 km que cruzarían desde el estado de Rakhine de Myanmar - la casa de los Rohingya - hasta la provincia de Yunnan, en China.

Los oleoductos - uno que transportaba gas y el otro que transportaba petróleo de Oriente Medio Oriente y África, llevados a Myanmar en barco no cumplió su fecha de acabado. 

El gasoducto entró enfuncionamiento en 2014 y transporta más de 12.000 millones de metros cúbicos de gas natural al año a China. El oleoducto ha demostrado ser más difícil de construir y está previsto que se complete a finales de este año. 

Una vez completado, permitirá a China un acceso más fácil al petróleo procedente de Oriente Medio y África y reducirá el tiempo de transporte de dicho petróleo hasta en un 30 por ciento.

Más allá de la bendición obvia de tener acceso creciente y más fácil al petróleo, el oleoducto Shwe es de importancia estratégica crítica para los intereses geopolíticos chinos. 

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Actualmente, el 80 por ciento del petróleo importado de China pasa por los estrechos de Malaca y las disputadas zonas del Mar de China Meridional. 

Esta ruta actual dejaría a China vulnerable a un posible bloqueo energético impuesto por la 6ª Flota de la Armada de los Estados Unidos, y surgieron hostilidades entre las dos naciones rivales. 

Una vez que el oleoducto Shwe entrara en funcionamiento, los chinos ya no tendrían que preocuparse por la posibilidad de que Estados Unidos impusiera un bloqueo a la gran mayoría de las importaciones chinas de petróleo, una ventaja crítica para China durante un período de rápida desintegración de las relaciones chino-estadounidenses.

Desde que comenzó la construcción, las protestas contra los oleoductos en el estado de Rakhine y otras zonas de Myanmar han sido constantes . 

Los residentes del estado de Rakhine, en particular, se han quejado al gobierno y a la CNPC en numerosas ocasiones de que el proyecto había contaminado los ríos, destruido la propiedad privada y diezmado el sustento de los pescadores locales. 

Además, muchos de los propietarios de las propiedades expropiadas para el proyecto no fueron compensados ​​por la CNPC como se les prometió, lo que provocó manifestaciones y disturbios anti-tuberías. 

Los manifestantes también han pedido repetidamente a la CNPC que suministre electricidad a la zona circundante, una utilidad básica de la que todavía se carece allí, y ofrecer más oportunidades de empleo a los trabajadores locales.

El gobierno de Myanmar es una de las principales partes interesadas en el gasoducto, ya que posee una participación importante en la producción de gas natural del campo Shwe y está programado que gane 7 millones por año en derechos de paso para los gasoductos una vez que ambos se hayan completado. 

Dado que la oposición pública obligó a Myanmar a suspender el proyecto de la presa Myitsone de China en el estado de Kachin en 2011, el gobierno es muy consciente de que una resistencia local sin control a los oleoductos podría privarle de millones de dólares en ingresos anuales. 

Por lo tanto, los militares de Myanmar han perseguido ardientemente a los rohingya, clamando venganza por los ataques periódicos lanzados por insurgentes regionales como un pretexto para la violencia que ha forzado a cientos de miles a irse de sus hogares.

Una insurgencia manufacturada y financiada por Arabia Saudita

La "insurrección rohingya" en el estado de Rakhine no es la respuesta orgánica local a la supresión de estado de larga data que se afirma que es 

El grupo, ahora conocido como el Ejército de Salvación de Arakan Rohingya (ARSA) y anteriormente conocido como Harakah al-Yakin, está dirigido por Ataullah abu Ammar Junjuni, un nacional paquistaní que trabajó como imam Wahhabi en Arabia Saudita antes de llegar a Myanmar

Según un reporte de Reuters del año pasado, el grupo es financiado por Pakistán y Arabia Saudita - y "un comité de 20 ancianos emigrantes de Rohingya ", con sede en La Meca, "supervisa" al grupo.

A pesar de ello, medios de comunicación corporativos internacionales como CNN y Al Jazeera han publicado interpretaciones simpatizantes hacia la insurgencia wahhabista, afirmando que el grupo "no es un grupo terrorista dirigido a golpear el corazón de la sociedad de Myanmar como el gobierno afirma que es" sino que es "un grupo de hombres sin esperanza" que trabajan para proteger a su pueblo. 

Sin embargo, las organizaciones musulmanas de Myanmar han condenado abrumadoramente a ARSA por sus tácticas y sus puntos de vista extremistas. 

Los paralelismos en la cobertura de medios corporativos con los "rebeldes" sirios financiados por Arabia Saudita son evidentes.

¿Qué es lo que Arabia Saudita puede obtener financiando y conduciendo el conflicto en Rohingya? 

Una gran crisis en el estado de Rakhine, particularmente la que ha atraído la atención de la ONU, tiene el potencial de descarrilar la terminación del oleoducto Shwe que llega a China, que comenzará a funcionar a finales de este año. 

La paralización de la construcción de este oleoducto podría beneficiar directamente a Arabia Saudita hasta cierto punto, pero sería mucho más beneficioso para un aliado importante de los saudíes, Estados Unidos. Otro aliado de Estados Unidos y Arabia Saudita, Israel, también se está benificiando como un importante proveedor de armas al régimen de Myanmar, un papel que ha continuado sin obstáculos a pesar del conflicto.

La evasiva respuesta de los Estados Unidos es producto de su juego cínico

Si bien el apoyo tácito de China a la respuesta de Myanmar a la crisis de Rohingya debido a sus claros intereses económicos y estratégicos en la nación, algunos informes expresaron su sorpresa de que Estados Unidos -el reputado, aunque selectivo, "defensor" de los derechos humanos- fue “cauteloso en involucrarse” en el conflicto a pesar de la indignación expresada por la ONU y los medios corporativos. 

Según la Associated Press , Estados Unidos está preocupado de que su participación pueda "socavar al líder democrático del país asiático", Aung San Suu Kyi, cuyo gobierno es en gran medida un producto de la financiación occidental .

El interés de Estados Unidos en Myanmar no es nuevo, ya que el gobierno de Estados Unidos, junto con varias organizaciones no gubernamentales estadounidenses, ha gastado millones en "la promoción de la democracia", específicamente en financiar la Liga Nacional para la Democracia liderada por Suu Kyi. 

En 2003, un documento tituladoBirmania: Tiempo de cambio ” realizado por el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR) señaló que la LND, y su líder, “no pueden sobrevivir en Birmania [Myanmar] sin la ayuda de los Estados Unidos y la comunidad internacional".

Además, en 2015, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) fue el "principal donante" en las elecciones de Myanmar en 2015, en las que Suu Kyi y su partido consiguieron una victoria decisiva. 

También financió la creación de la base de datos de votantes completa de Myanmar ese año y el uso de toda la tecnología utilizada en la elección y las elecciones subsiguientes. 

En última instancia, más de 18 millones fueron gastados en las elecciones por la USAID.

La elección de Suu Kyi marcó una inversión para Myanmar de varias maneras, particularmente económica. 

Mientras que los predecesores de Suu Kyi habían favorecido las inversiones de China y Corea del Sur, el ascenso de Suu Kyi al poder ha aumentado la inversión de Estados Unidos en Myanmar, en parte porque Estados Unidos retiró las sanciones contra el país cuando se convirtió en líder de la nación. 

Poco después de su elección, la inversión estadounidense aumentó abruptamente y se espera que se duplique su nivel actual en 2020. 

Hasta el mes pasado, las compañías estadounidenses han invertido 250 millones de dólares en Myanmar después de que Suu Kyi asumiera el poder.

Sin embargo, este nuevo aumento de la inversión no es tan nuevo para las compañías estadounidenses de petróleo y gas, a las que se les permitió invertir en Myanmar, a pesar de las sanciones de Estados Unidos, desde 2012 . 

El gobierno de Obama hizo la excepción debido al temor de que Estados Unidos "perdería a los competidores extranjeros" antes de que se levantaran las sanciones, una alusión clara a las compañías chinas y surcoreanas que habían demandado grandes extensiones del campo de gas Shwe un año antes. 

Sin embargo, la subida de Suu Kyi al poder condujo a contratos más lucrativos para las compañías occidentales y de los EEUU, particularmente Shell Oil y ConocoPhillips .

"Títeres" con ideas propias

El presidente estadounidense Barack Obama, a la derecha, observa a la activista por la democracia de Myanmar, Aung San Suu Kyi, en el centro, saludando a la secretaria de Estado estadounidense Hilary Rodham Clinton en su residencia en Yangon, Myanmar, lunes 19 de noviembre de 2012.
Aunque el alza de la inversión corporativa estadounidense y los lazos de Estados Unidos no es sorprendente, dada la masiva inversión realizada por los Estados Unidos en Suu Kyi y su partido político, que el gobierno estadounidense no esté satisfecho con el mandato de Suu Kyi hasta ahora. 

Como señaló recientemente The New York Times , Suu Kyi ha mantenido e incluso fortalecido los lazos de su nación con China, fallando en favorecer a los intereses de Estados Unidos responsables de su ascenso al poder.

Por ejemplo, Suu Kyi ha visitado Beijing dos veces desde que se convirtió en líder de Myanmar, pero rechazó una invitación a una conferencia organizada por el secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson. 

Ella ha expresado sus sentimientos de que China "hará todo lo posible para promover nuestro proceso de paz", refiriéndose al afán de China de poner fin a los enfrentamientos sectarios en el estado de Rakhine y en otras áreas de Birmania. 

También hay sugerencias de que los chinos están tratando de desarrollar una base naval en la ciudad portuaria de Kyaukpyu, algo que EE.UU. quiere evitar desesperadamente.

La decisión de Suu Kyi de mantener a China cerca es similar a la postura tomada por el presidente filipino Rodrigo Duterte, quien ha luchado para disminuir la influencia históricamente fuerte de Estados Unidos en su país y forjar lazos más estrechos con China y Rusia. 

Curiosamente, tras el fortalecimiento de los lazos entre estas dos naciones y China, Myanmar y Filipinas se convirtieron en las únicas naciones del sudeste asiático obligadas a luchar contra las insurgencias wahhabistas financiadas por Arabia Saudita - ARSA en Myanmar y Daesh (ISIS) en Filipinas. 

Duterte ha culpado implícitamente a los Estados Unidos por el ascenso de Daesh en su país.

El surgimiento de ambos grupos wahhabistas ha ofrecido una excusa conveniente para que Estados Unidos impulse su presencia militar en ambas naciones.

En Myanmar, a finales de junio, el Departamento de Estado de los Estados Unidos retiró a Myanmar de su lista de naciones que utilizaban niños soldados, a pesar de que no tenía ninguna razón válida para hacerlo, ya que Myanmar continúa esa odiosa práctica. 

La medida, que terminó convenientemente con la prohibición estadounidense de proporcionar ayuda militar estadounidense, entrenamiento y armas fabricadas por Estados Unidos a Myanmar, se llevó a cabo por encima de las objeciones de expertos de la Oficina de Democracia, Derechos Humanos y Trabajo del Departamento de Estado que suele dar forma a la política estadounidense sobre el tema.

Estados Unidos está dispuesto a ampliar aún más sus vínculos militares directos con la nación a través de una enmienda oculta dentro de la Ley de Autorización de Defensa Nacional de 2017 (NDAA). Si se aprobara, la NDAA permitiría la plena normalización de los vínculos entre los militares de los Estados Unidos y Myanmar y permitiría a los Estados Unidos proporcionar el mismo nivel de asistencia técnica y logística, así como la capacitación que actualmente brinda en Filipinas. 

También abriría el camino para que los Estados Unidos establezcan una base militar, lo que terminaría definitivamente con las esperanzas chinas de su propia base naval en Myanmar.

Mientras tanto, Israel, un fuerte aliado de Estados Unidos, ha estado vendiendo armas a los militares de Myanmar.

Jugando a ambos lados: una raqueta geopolítica de alto riesgo

En el contexto de la crisis de Rohingya, Estados Unidos está jugando a ambos lados del conflicto. Por un lado, su aliado Arabia Saudita está financiando y fomentando la insurgencia responsable de la peor escalada reciente de la crisis, mientras que los medios corporativos estadounidenses pintan esta insurgencia como "luchadores por la libertad" y centran la atención pública en el tema en un momento crítico. 

Por otro lado, Estados Unidos está ofreciendo a Myanmar una cooperación militar más profunda para ayudar a combatir el problema mismo de la insurgencia que está ayudando a crear, al mismo tiempo que ofrece una mayor inversión corporativa en la economía de Myanmar.

Con las llamadas a Suu Kyi a tomar medidas drásticas para hacer frente a la cuestión que va creciendo cada día, los EE.UU. tiene la capacidad de forzar su mano, tanto encubierta y abiertamente. 

Si la crisis continúa empeorando, crecerá la posibilidad de que Suu Kyi solicite ayuda militar estadounidense para combatir un brote de "terrorismo". Este resultado beneficiaría enormemente a Estados Unidos, que obtendría un nuevo punto de apoyo militar en otra nación fronteriza china y también aseguraría las riquezas de petróleo y gas de Myanmar por sí misma.

El interés estratégico de Estados Unidos en Myanmar apenas se limita a dominar la explotación de los lucrativos recursos de petróleo y gas de la nación. 

Una gran parte de la motivación estadounidense es arrebatar la influencia de los chinos que es crucial para su estrategia regional más amplia de "contención china", que busca crear un frente unido de la influencia estadounidense alrededor de China para reafirmar el dominio estadounidense en la región.

Esta meta fue notablemente expresada por la ex secretaria de Estado Hillary Clinton quien, en un discurso privado en 2013, declaró "vamos a dar un toque de atención a China con la defensa antimisiles. Vamos a aumentar nuestra flota en el área ". 

Esta política se puso en práctica en 2011 con el “pivote hacia Asia” de Obama - lo que resultó en un aumento masivo de las ventas de armas a los países vecinos de China, así como la proliferación de insurgentes respaldados por Arabia Saudita en naciones que buscan fomentar lazos más estrechos con Beijing, a saber, Filipinas y Myanmar.



Con tanta ganancia en la meta-realización geopolítica de un viraje favorable en la actual "crisis", los EE.UU. también es muy consciente de lo que puede perder si las fichas caen al revés. 

Una apertura del oleoducto Shwe a China eliminaría permanentemente la capacidad de los Estados Unidos de imponer un bloqueo al 80 por ciento del suministro de petróleo de China. 

La pérdida de esta gran ventaja estratégica sería desastrosa para los EE.UU. dentro de un importante conflicto geopolítico entre las dos potencias rivales que se puede desarrollar. 

Con los Estados Unidos amenazando con retirar China del sistema bancario SWIFT, las tensiones en la península coreana, y China alabando una alternativa petróleo / oro / yuan al petrodólar, este conflicto está lejos de ser una remota posibilidad.

Por lo tanto, el interés de Estados Unidos en Myanmar es multifacético -una siniestra unión de la creciente demanda de combustibles fósiles de Estados Unidos y su empuje despiadado para reafirmar el dominio político en Asia a expensas de China. 

Al igual que otros esfuerzosrecientes dirigidos por Estados Unidos para controlar los flujos globales de hidrocarburos estratégicos, el telón es una insurgencia financiada por Arabia Saudita que ha provocado y sigue fomentando una brutal represión contra un grupo minoritario en desventaja. 

El objetivo es simple: obligar a Myanmar a elegir entre los Estados Unidos o China como un "socio estratégico".

En última instancia, los rohingya son los últimos peones de los desesperados intentos de los Estados Unidos de aferrarse al dominio global bajo el disfraz de "humanitarismo". 

Si los intereses estadounidenses tienen éxito y expulsan a los chinos, los rohingya seguirán sufriendo de todos modos. La única diferencia será que sus atormentadores responderán a diferentes amos.



BIRMANIA: UN MUNDO SIN ROHINGYAS

Por Guadi Calvo.
La crisis migratoria que recrudeció en Myanmar tras el accionar del Tatmadaw (ejército birmano)  y   organizaciones fundamentalistas budistas como el grupo 969 y el movimiento Ma Ba Tha, (asociación patriótica de Myanmar), contra la minoría rohingyá, concentrada en el estado de Rakhine, donde se asienta la mayoría, de hasta hace pocas semanas, el millón 300 mil musulmanes birmanos que carecen de todo derecho y que según ha denunciado el jefe de derechos humanos de la ONU, el jordano Zeid Ra’ad al-Hussein se está practicando “una limpieza étnica de manual”.
Lo que ha obligado en estas últimas tres semanas por lo menos a 400.000 rohingyás a huir a Bangladesh, que se suman a un número igual que llegaron tras las periódicas operaciones que práctica el gobierno de Naipyidó contra ellos.
El comandante en jefe del Tatmadaw jefe del Estado Mayor el general Min Aung Hlaing, aparece como el máximo responsable del genocidio, que cataloga a la etnia como un grupo de inmigrantes bengalíes que deben volver a su país. 
Según sus declaraciones: “Se debe acabar con un problema que no debería existir en Myanmar”.
Mientras el peso político de esta nueva operación antirohingyás lo está llevando Aung San Suu Kyi, el general Hlaing, en estos últimos días ha profundizado la limpieza étnica en una carrera contrarreloj, intentando terminarla antes que la burocracia internacional pueda producir algún tipo de sanción.
Hlaing, fue una de las cabezas de la represión de la” Revolución de Azafrán” en 2007 para contrarrestar la manifestaciones encabezadas por monjes budistas que exigían una baja en los precios de los alimentos y el costo de vida. 
En su foja de servicio también consta la aniquilación en 2009, del Ejército Alianza Democrática Nacional de Myanmar de la minoría étnica kokang cuya violencia y prácticas de guerra sucia obligó a unos 40.000 mil miembros de esa etnia a huir a China.
Según la constitución birmana el poder político del país no controla el accionar de las fuerzas armadas, que se maneja prácticamente de manera independiente, dirigiendo también a la policía, los servicios de seguridad, el control de las prisiones, las fronteras, además de dominar el 25 % del Parlamento.
Para contener la oleada de refugiados que sin duda se continuara el Gobierno de Dhaka que ha intentado por todos los medios impedir esta nueva llegada de refugiados, ha decidido en estas últimas horas la construcción de un campo de refugiados para albergar a estos nuevos 400.000 que han entrado en el país, en los últimos 10 días. 
Este nuevo asentamiento de aproximadamente 800 hectáreas se sumaría a los campos ya desbordados de Teknaf, Kutupalong, Balihkali, y se ubica en Cox’s Bazar, a unos cincuenta kilómetros de la frontera birmana.
Esta decisión de la Primera Ministra bangledí Sheikh Hasina, tratando de controlar el desborde que se está sucediendo en las aldeas fronterizas, cuyas calles se han visto inundadas de rohingyás pidiendo comida, agua y en muchos casos asistencia médica, ya que son muchos los refugiados presentan heridas y diferentes enfermedades, que podrían desatar epidemias de características imprevisibles.
Por su parte el ministro de asuntos internos Asaduzzaman Khan, dijo que los  rohingyás no podrán salir del campamento y que el gobierno impondrá severas normas a los nuevos habitantes del asentamiento.
Las organizaciones humanitarias que ya están actuando en la región han señalado su preocupación por las condiciones físicas y de salud con que han arribado numerosos contingentes de refugiados tras semanas de persecución y acoso por parte del Tatmadaw.
Es muy poco lo que estas organizaciones y el propio Gobierno podrán hacer frente a esta crisis. 
Ya que Bangladesh además de estar superpoblado, unos 160 millones de habitantes en una superficie de 144.000 kilómetros (Uruguay cuenta con 176.220), es uno de los países más pobres del mundo, en que donde un tercio de sus habitantes vive con menos de un dólar al día. 
Con un 30 % de en el umbral de la pobreza extrema, que convierte al país en uno de los más pobres de la región. 
Con una economía basada en la ganadería, la agricultura y cuya única industria es la textil, con mano de obra prácticamente esclava, sin regulaciones laborales, de seguridad y sanitarias, lo que ha convertido al país en el centro ideal para la explotación de multinacionales de la moda. Su producción textil ocupa el segundo lugar a nivel mundial detrás de China.
Según datos del Banco Mundial en las últimas dos décadas salieron de la pobreza 20 millones de personas y existen índices de crecimiento importantes aunque está muy lejos de ocupar a la mayoría de su población.
Bangladesh, entonces Pakistán Oriental, consigue su independencia en 1971 tras una cruenta guerra con Pakistán Occidental que se estima dejó entre 300.000 y tres millones de muertos. 
Desde entonces golpes de Estado, revoluciones, asonadas, rebeliones militares y protestan sociales han marcado el ritmo político del país dejando siempre un gran número de muertos. 
La última gran masacre se registra en el año 2000, en el que fueron asesinadas más de 6.000 personas y fueron heridas 40.000 en diferentes protestas laborales. 
En 2001 consigue un importante triunfo el partido Bangladesh Jatiotabadi Dôl (Partido Nacionalista de Bangladesh) de Jaleda Zia, la viuda del fundador del Bangladesh moderno Mujibur Rahman, asesinado en 1975, que gobernó hasta 2009. 
En la actualidad encabeza el gobierno otra mujer, Sheikh Hasina, del partido Awami Muslim League (Liga Awami de Bangladesh).
Rohingyás sin mundo
No solo Bangladesh ha recibido importantes flujos de refugiados rohingyás que huyen de las arbitrariedades del Gobierno birmano. 
Desde los años 70 esta etnia ha buscado refugio en diferentes países musulmanes, se estima que unos 350.000 en Pakistán, 200.000 en Arabia Saudita, 150.000 en Malasia, 40.000 en India, Indonesia, 10.000 en los Emiratos Árabes, 5.000 en Tailandia y 1.000 en Indonesia.
Hasta ahora ninguna de estas naciones se ha mostrado proclive a seguir recibiendo más refugiados e incluso en India, donde la cuestión entre las comunidad musulmana aproximadamente unos 150 millones están viviendo un momento de gran tensión política y social, impulsado por las medidas nacionalistas del ultraderechista Primer Ministro Narendra Modi.
En estos últimos meses los rohingyás han sido declarados ilegales y se han anunciado próximas deportaciones a Myanmar. 
Las comunidades de esta etnia establecidas particularmente en Sharam Vihar y Madanpur Khadar, en el sureste de la capital Delhi, Jammu, Hyderabad, Haryana, Uttar Pradesh y Rajasthan viven desde hace dos meses en la incertidumbre y el miedo de tener que volver a Myanmar, donde creen los espera una muerte segura.
El sábado 9 de septiembre en una reunión mantenida en Kazajistán entre el presidente turco Recep Erdogan y el jefe del estado iraní Hasán Rohaní, acordaron enviar ayuda humanitaria a los musulmanes de Myanmar y coordinar junto a otros países musulmanes acciones diplomáticas sobre el Gobierno que de hecho encabeza Aung San Suu Kyde para detener la violencia. 
Este acuerdo entre Erdogan y Rohani, se profundizará el próximo 4 de octubre cuando Erdogan visite oficialmente Teherán.
Mientras las maquinarias burocráticas internacionales se ponen en marchan la maquinaria genocida del el Gobierno birmano continua generando más muertos y más desesperación a esta minoría que parece no tener lugar en el mundo.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook:

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