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sábado, 7 de octubre de 2017

A Propósito del Procés - Que no nos dividan los de arriba.... Nuestro Odio, sería su Victoria.

Las Banderas y el Nacionalismo son el instrumento de ladrones y genocidas para perpetrar sus crímenes con total impunidad


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Carta abierta de un diputado guardia civil: nuestro odio sería su victoria

Juan Antonio Delgado Ramos Publicada 07/10/2017 a las 06:00 

Siento tristeza, y siento una enorme congoja por lo que estamos viendo estos días. Llevo más de 23 años de servicio en la Guardia Civil, diez de ellos en Cataluña y con un hijo nacido allí, y jamás podría haber imaginado unos sucesos tan bochornosos para los que vivimos y amamos este país. 

El contraste de noticias, fotos y vídeos que inundan estos días nuestros móviles y redes sociales, tratan de apuntalar un único relato con héroes y villanos. 

Reducir problemas complejos a historias de indios y vaqueros tiene sus riesgos, y puede servir para desviar problemas mayores e incluso ocultar a sus principales responsables. Y eso sólo logra generar frustración y alimentar sentimientos de intolerancia y odio.

Detrás de esos sucesos que inundan la boca de políticos irresponsables, hay familias, familias que hoy tienen miedo: familias catalanas que se sienten españolas, familias catalanas independentistas, familias de trabajadores de la Guardia Civil y la Policía Nacional, familias al fin y al cabo. Y yo les quiero decir que no, que no están solos, que están arropados. 


Los miles de trabajadores de la Guardia Civil y de Policía Nacional los han mandado a Cataluña sin un plan concreto ni fecha de retorno, sin indicaciones claras. 

A ello hay que sumar el acoso al que han sido sometidos y las condiciones lamentables en las que trabajan. 

A todos ellos les dice un compañero que hoy es diputado, que creo que las cosas pueden ser de otra manera: sí se puede ser guardia civil y defender los derechos de los catalanes, y se puede hacer y al mismo tiempo vivir en una Cataluña en paz. 

Pero para eso se necesita política, porque las leyes las hacen los políticos, y los trabajadores públicos ejecutan y las padecen.

Hay que exigir a quien gestiona, quien toma la decisión, porque al fin y al cabo termina por condicionar nuestras vidas: la cama ruinosa en la que hoy duerme un policía nacional en Cataluña; los horarios interminables sin horas extras que tienen mis compañeros allí destinados; la decisión de cargar, de desplazar efectivos. 


Todo ello tiene nombres y apellidos: la falta de derechos, la irresponsabilidad política.

Por eso muchos en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado hemos luchado desde el asociacionismo por garantizar los derechos de las personas que conformamos las instituciones mejor valoradas hasta ahora por los españoles. 

En ese tiempo, he sufrido más de 18 expedientes disciplinarios, por lo que he podido entender en mis propias carnes lo que implica levantar la voz, exigir, trabajar por mejorar tu día a día, y el de tus propios compañeros. 

Y hay algo que he aprendido: fíate de los que quieren que duermas en una cama decente, de los que quieren que tengas un sueldo digno, que garanticen jornadas laborales para que te despiertes con tu mujer y tus hijos; y no te fíes nunca de aquellos que quieren una foto contigo y no cumplen jamás.

Las imágenes del domingo no me gustan, no me gusta ver a mis compañeros entre la espada y la pared. No me gusta que se haya mandado a Cataluña 10.000 efectivos sin ningún plan, sin pago de horas extra, sin turnos, mientras se han recortado sistemáticamente partidas para ampliar plantilla, para mejorar nuestras condiciones. 


La gente está harta de ser usada. Como diputado de Unidos Podemos por Cádiz he trasladado nuestras reivindicaciones al Congreso: equiparación salarial, mejora de material, derecho a estar sindicado. 

Y hoy, aquellos que nos niegan esos derechos, nos instrumentalizan. No en nuestro nombre. Porque las imágenes lamentables del domingo no pueden ser usadas para una campaña electoral. Por nadie. Los trabajadores reciben órdenes de Rajoy y su delegado del Gobierno en Cataluña, y del propio juez Romero de Tejada; ambos son quienes dan la orden de cargar y coordinan la actuación de los efectivos. 

No se les ha visto, no se les ha mencionado. 

Tampoco han aparecido en medios de comunicación las quejas de mis compañeros, hundidos, pidiendo que al menos los máximos responsables de la Policía y de la Guardia Civil hicieran acto de presencia allí. La situación creada el 1-O es intolerable, y al mismo tiempo innecesaria, pues podría haberse afrontado de otra manera.

Me siento orgulloso de formar parte de un proyecto político que ha apostado por la concordia y no por el enfrentamiento, por el diálogo y la necesidad de tender puentes que han dinamitado conscientemente el Gobierno y la Generalitat. 


Siempre he creído en las reglas democráticas más básicas: respetar a las minorías, a las voces que discrepan contigo. 

Por eso queremos que los catalanes hablen, que se expresen. 

Yo soy español, pero también soy andaluz, y lo digo porque en mi tierra se ha votado un referéndum de Autonomía, por cierto, el primero que se votó por esa vía. 

En Cataluña las cosas se han hecho mal, fatal. Votaron en 2006 a favor de su Estatut, que luego fue echado atrás por las firmas del PP que motivaron las sentencias del Constitucional en su contra. 

El mismo partido, el PP de Rajoy, que está desaparecido allí, que aparece sólo para proponer un plan para incendiar Cataluña o para hacerse una foto. Puigdemont se parapeta en el procés, esperando que el ambiente se caldee, y sacar rédito político. No podemos con más pirómanos en este país.

Necesitamos tener un proyecto en el que integrar a todos, a todos los ciudadanos y pueblos de este país. La Mesa de partidos por la libertad, la fraternidad y la convivencia pretende ofrecer una salida al callejón sin salida en el que estamos. 


La propuesta de mediación que de allí ha salido este miércoles —a falta de días para que anuncien una declaración unilateral de independencia, que nunca apoyaría Podemos— es la vía sensata para encauzar la situación. 

Llevamos tiempo indicando que el único camino para la convivencia entre españoles es el diálogo político, dialogar ya. 

Hay que hablar, escucharse, y encontrar puntos en común, y por eso ya pusimos sobre la mesa una solución pacífica, negociada entre Gobierno y Generalitat. 

Esa postura pretendía evitar el choque de trenes que se estaba atisbando y que, tristemente, desde el domingo es una colisión en toda regla que aún se puede evitar.

Las consecuencias de este choque tienen efectos perversos porque se está tratando de fracturar a la sociedad, y los responsables directos de lo sucedido —Rajoy y Puigdemont—, se están haciendo mutuamente el juego al ocultar otros problemas de nuestra sociedad. 


No se ve al marido de Cospedal cobrando comisiones ilegales con el hijo de Pujol, eso se tapa con una bandera. 

Así, esconden detrás de flamantes banderas la abundante y rebosante corrupción y sus recortes, mientras son otros –muchos amigos y compañeros–, los que están sufriendo las consecuencias de millones de euros en recortes y la ira de una población catalana que no entiende las medidas coercitivas. 

Ni los que reivindican el derecho a decidir en Cataluña son violentos, ni las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado son responsables de lo sucedido por obedecer las órdenes que les trasladan sus mandos. Me refiero tanto a los mandos de la Guardia Civil, como de la Policía Nacional y los Mossos d'Esquadra. Todos.

Los verdaderos patriotas, los que queremos a España unida en fraternidad somos más que los que se han metido en esos dos vagones en el que solo existen buenos y malos. Que no nos dividan los de arriba, mientras se siguen haciendo el juego, y sintámonos orgullosos de nuestra pluralidad. La España del siglo XXI ha aprendido que el diálogo y la democracia son el único camino. Nuestro odio, sería su victoria.

___________

Juan Antonio Delgado Ramos es diputado de Unidos Podemos-En Comú-En Marea


infolibre Periodismo libre e independiente

"Las palabras son nuestras armas"


"Queremos evitar el clima de confrontación y el discurso de odio por un lado y por otro, queremos llamar al diálogo y que las posturas dejen de estar encastradas". 

Toma la palabra uno de los miles de manifestantes que la mañana del jueves colapsaron la madrileña plaza de Cibeles reclamando diálogo entre Mariano Rajoy y Carles Puigdemont, con el fin de poner solución al enquistado debate en torno a Cataluña. 

"Que se dejen de líneas rojas, de decir que  el diálogo con el de enfrente no es posible y que dejen de llevarnos a una situación muy tensa, porque todo el pueblo español y el catalán está sufriendo", agrega otra de las participantes. 

Se trata del sentir general que primaba entre la marea de gente que, mediante el color blanco –ropa blanca, pancartas blancas, banderas blancas–, expresó su firme apuesta por terminar con las hostilidades e iniciar una vía pacífica de debate. 

La concentración surge de "un grupo de compañeros y amigos" que busca "pedir diálogo a los gobernantes y decirles que así no, que esta dinámica nos lleva a la ruptura y a una situación traumática", además de promover "una exaltación del patriotismo en el mal sentido". 

Precisamente el rechazo hacia las banderas marcó la tónica general de la concentración. 

Frente a determinados grupos que se presentaron con la bandera española, el grueso de los asistentes respondió con el grito unánime de "sin banderas".  

Guillermo Fernández, promotor de la iniciativa, celebra en declaraciones a infoLibre que el balance "es muy esperanzador y muy positivo" porque supone el "pistoletazo de salida para que la ciudadanía se exprese". 

A su juicio, la concentración muestra cómo "el movimiento cívico que toma la palabra exige diálogo y responsabilidad en un contexto en el que los únicos que hablaban eran los políticos". 

La demanda ahora es clara: "Que se sienten a hablar, a recomponer la situación, a echar unos pasos atrás porque en estas últimas semanas han ido las cosas muy rápido".

Las personas que abarrotaron la plaza frente al Ayuntamiento de Madrid rechazaron además las cargas policiales desencadenadas durante el 1-O –"la violencia no arregla nada", exclamaron– y reiteraron su apuesta por la palabra como herramienta de encuentro. "La voz del pueblo no es ilegal", incidían los asistentes, quienes celebraron la masiva asistencia asegurando que "esto sí se parece a España".
La concentración estuvo, cumpliendo con la voluntad de los convocantes, exenta de simbología política. 
Aunque representantes políticos como Alberto Garzón o Pablo Iglesias mostraron su apoyo a la protesta a través de redes sociales, los protagonistas de la misma fueron los ciudadanos. 
"Los políticos pueden difundir pero nunca pueden convocar", comentaba uno de los asistentes. "Esto es una cosa del pueblo, que les exige a ellos que hagan todo lo que esté en sus manos para dejar de arrastrarnos a esta situación de tensión que no nos merecemos".
Ciudades como Zaragoza, Barcelona o València acogieron asimismo concentraciones bajo el mismo lema.
Guillermo Fernández confía en que, tras las concentraciones, la clase política se siente a hablar. 
"Al mostrarse en la calle la gente manda un mensaje a los gobernantes", considera. Por ello, añade, "si no recogen el guante tendremos que seguir insistiendo". 
Manifestantes de Colón
A pocos metros, en la plaza de Colón, otra multitudinaria concentración clamaba en defensa de la Constitución a través de gritos de "con golpistas no se dialoga". 
Los agentes de Policía tuvieron que mediar para calmar los momentos de tensión que se vivieron cuando parte de los asistentes caminaron hasta Cibeles para encararse con los participantes en la primera concentración. 
Las fuerzas de seguridad impidieron el paso de los manifestantes que portaban banderas nacionales y exclamaban consignas tales como "España una y no cincuenta y una".
Ante la presencia de estos manifestantes, las personas que se concentraban en Cibeles respondieron con gritos de "sin fronteras, sin banderas" o "las palabras son nuestras armas". 
Guillermo Fernández tacha de "ejemplar" el comportamiento de la gente vestida de blanco. 
"Las únicas voces altisonantes son las que insultaban y demostraban una actitud que es precisamente la que nosotros queremos superar para no convertirnos en un país asfixiante", subraya.
La Fundación Denaes, informa Europa Press, ha sido la organización convocante de la concentración en Colón este mediodía en defensa de la nación, la Constitución y el Estado de Derecho tras el referéndum del 1-O y a la que se han adherido cerca de 50 entidades. 
La Delegación del Gobierno cifra la asistencia de Colón en 50.000 personas, y la de Cibeles en 1.500. 
 

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