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domingo, 6 de agosto de 2017

Venezuela – Fracasa el Golpe de Estado por 8 MERCENARIOS a los 5 minutos

Venezuela – Fracasa el Golpe de Estado por 8 MERCENARIOS a los 5 minutos

El ministro del Poder Popular para la Defensa, Vladimir Padrino López, resaltó la moral y conciencia constitucional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), al tomar el control del Fuerte Paramacay, ubicado en la ciudad de Valencia, estado Carabobo, tras el ataque de grupos terroristas en la madrugada de este domingo 06 de agosto. 
Atención: no es un golpe de estado ni insurgencia militar.

Es una operación de propaganda que incluyó un ataque de civiles disfrazados de militares y un video de un oficial retirado, dado de baja por medidas disciplinarias hace tres años, grabado en el exterior.

Fueron repelidos de inmediato por todos los integrantes de la FANB.

Hay varios civiles detenidos con prendas militares que han confesado haber sido contratados

A través de su cuenta en la red social Twitter, @vladimirpadrino, advirtió que quienes se oponen al Gobierno nacional no podrán agredir a la FANB con ataques terroristas.

La intentona fue neutralizada a los pocos minutos y los responsables fueron detenidos, de los 8 golpistas 5 eran civiles/Paramilitares, 1 miliciano, 1 desertor y el otro un reservista.
“Nuestra FANB actuando con máxima moral en defensa de su Honor, de la Paz, y de la Patria ha controlado la situación, seguiremos informando”, destacó.

http://carlosagaton.blogspot.com/2017/08/venezuela-fracasa-el-golpe-de-estado.html

Venezuela, los aprendices tropicales de ISIS

Published on: viernes, 4 de agosto de 2017 

LUIS HERNÁNDEZ NAVARRO
La Jornada
25 julio 2017

Carlos Eduardo Ramírez salió a buscar empleo el jueves 18 de mayo. Alrededor de las 3 de la tarde caminaba por una de las calles cercanas a la estación del Metro de Altamira, en Caracas, cuando un grupo de unos 20 opositores al Gobierno encapuchados lo abordó. De inmediato comenzaron a golpearlo con palos y piedras. Uno llevaba una pistola. «¡Mátalo, mátalo, mátalo! ¡Se tiene que morir ese chavista!», le gritaron.

Carlos Ramírez les gritó: «¡Yo no soy chavista, yo no soy chavista! ¿Por qué me van a matar? ¡Déjenme vivir que quiero ver a mi hija!» Los enmascarados le echaron gasolina encima y le prendieron candela. Él comenzó a saltar, a correr, a gritar y se tiró al piso para sofocar las llamas. La policía municipal de Chacao (municipio en manos de la oposición) no hizo nada para evitarlo. Sólo lo auxiliaron los bomberos (https://goo.gl/tDTB7A).

Carlos fue la primera persona a quien los pacíficos opositores venezolanos le prendieron fuego por «ser chavista». Afortunadamente vivió para contarlo. Sin embargo, Orlando José Figueras, de 21 años, no pudo decir lo mismo. El 20 de mayo, en Altamira, fue salvajemente golpeado, apuñalado y quemado por los aprendices tropicales de ISIS por ser ladrón y madurista (https://goo.gl/krpfcu). No pudo sobrevivir.

Desde entonces, los enemigos de la Revolución Bolivariana no han parado de quemar a seres humanos por el delito de ser chavistas. Los fanáticos le han prendido fuego a 19 personas, en su inmensa mayoría negros, pobres o funcionarios gubernamentales.

Pero, su vocación piromaniaca no termina ahí. Han incendiado alimentos (más de 50 toneladas en el estado Anzoátegui, donde, según Marco Teruggi, acompañaron la lumbre con tres pintadas: «chavistas malditos», «no más hambre», y «viva Leopoldo»); urnas fúnebres del cementerio de Guaicaipuro; banderas cubanas; la estatua de Hugo Chávez; la Dirección Ejecutiva de la Magistratura (DEM) del Tribunal Supremo de Venezuela en Chacao; la sede del Ministerio de Vivienda; el Instituto Nacional de Nutrición; comisarías y una larga lista de edificios públicos.

La pedagogía del fuego opositor forma parte de su apuesta insurreccional. Su conversión en la versión sudamericana del Ku Klux Klan (no es casualidad que muchas de sus víctimas sean afrodescendientes) es parte de su fracaso para ganar base social en los sectores más humildes. 

Como la guerra económica, el bloqueo de calles y avenidas en los barrios de clase media, el despliegue de formas de lucha de guerrilla urbana y la campaña mediática que desplegaron no han provocado ni la fractura del Ejército ni la deserción popular de la causa chavista, la oposición recurre ahora al terror. 

Busca que el miedo paralice a quienes se le oponen. Pretende desgastar la resistencia popular.

No es novedad. La derecha latinomericana tiene una larga tradición terrorista. No hay pueblo en el continente que no la haya sufrido. Sin embargo, la oposición venezolana la ha innovado y superado con creces. Sus asesores han aprendido de ISIS. 

Hacer que las llamas devoren a seres humanos es una de las cartas que han puesto sobre la mesa para provocar pánico. Sin embargo, quemar vivas a las personas es una bestialidad que muchos medios de comunicación y grupos defensores de derechos humanos han decidido ignorar y silenciar.

A pesar de que los grupos de choque opositores recurrentemente hacen uso de la violencia contra la población pobre, la prensa internacional los describe como «pacíficos», «libertarios», «cool» y hasta «sexis». 

Y, aunque los comandos que ejecutan la violencia callejera están integrados por paramilitares colombianos, lúmpenes pagados, bandas de delincuentes y grupos de choque con entrenamiento en guerra irregular, se les presenta como jóvenes idealistas que luchan contra la «dictadura castrocomunista» durante el día y luego van a reventarse de noche; que combinan las máscaras antigases en las barricadas con los vestidos de moda y los tragos exóticos cuando el Sol se oculta (véase, por ejemplo, https://goo.gl/djHLgQ y https://goo.gl/LY8w3z).

Esta campaña de desinformación sobre lo que sucede en Venezuela ha alcanzado niveles grotescos. 

Durante meses, Lilian Tintori aseguró que se su esposo, Leopoldo López, estaba siendo torturado en prisión. Incluso se dijo que había fallecido. Multitud de medios dieron por buena esta versión sin corroborarla. Sin embargo, cuando el pasado 8 de julio López pasó a prisión domiciliaria, parecía más un instructor de fisioculturismo que un reo martirizado.

Hasta el momento, la intentona golpista de la oposición venezolana ha provocado 105 muertos. De ellos, 29 fueron víctimas directas de los mismos manifestantes. 

Por ejemplo, cuatro perecieron cuando les estallaron en las manos los explosivos que pensaban utilizar contra otros. Fallecieron durante saqueos y un incendio dentro de un almacén provocado por los asaltantes, 14 personas. Otros 14 decesos fueron obra de autoridades del Estado, procesados en su mayoría judicialmente. Los 44 restantes están bajo investigación (https://goo.gl/VCqv97).

A corto plazo, la oposición venezolana está empeñada en hacer fracasar la votación para nombrar la Asamblea Nacional Constituyente el próximo 30 de julio. 

Pero, más allá de este propósito, aspira a formar un gobierno paralelo, que, aunque sea testimonial (y esté incapacitado para ejercer el poder real), pueda obtener el apoyo de Estados Unidos, y abra la puerta a una invasión extranjera. 

Los aprendices tropicales de ISIS van con todo, incluyendo prender fuego a los venezolanos negros y pobres, a los que no perdonan la osadía de haberse hecho dueños de su propio destino.

Twitter: @lhan55

Venezuela: La guerra de los votos

Se sabía qu
e la derecha rechazaría automáticamente el número de votos de la Constituyente, hubiera sido este mayor o menor.

Cantar fraude ha sido su ejercicio predilecto desde 1999 y esta vez quería impedir a toda costa que los venezolanos salieran a la calle.
Cualquier resultado habría sido una victoria para el chavismo, fuerza política a la que jamás la derecha reconocería el acto de valentía que supone salir a los centros de votación después de más de cuatro meses de hogueras, personas vivas quemadas a la luz pública, terrorismo mediático, desabastecimiento programado, acoso imperial y sabotaje de todo tipo.
Los voceros opositores se hartaron de decir que desconocerían al Consejo Nacional Electoral, y los medios internacionales tenían listos sus titulares y sus portadas del domingo y del lunes, aún antes de que se produjera la elección.
Una única foto y un mismo titular empapeló las noticias - “Caos en Venezuela”-, acompañado de la espectacular llamarada que produjo estallido de una bomba en Altamira contra motorizados de la policía.
Fue tan ostensible el montaje de escena, que los fotorreporteros esperaron tranquilamente el bombazo, como si cubrieran el lanzamiento de un cohete de la NASA a una hora convenida para ser ejecutada con precisión suiza.

Pero, ¡oh, sorpresa!, el pueblo venezolano le entregó al gobierno bolivariano un impecable cheque en blanco a favor de la paz. 

Más de 8 millones de votantes se presentaron a los colegios electorales, y a medida que avanzaban las horas del domingo, se hizo cada vez más difícil desconocer la realidad, a pesar de que la guerra de los votos ya estaba instalada en los medios.

Si no fuera tan dramático el asunto, daría risa la distancia entre los números de votantes que divulgaron las agencias, los propios opositores y los medios internacionales. 

Más divertidos son los circunloquios y eufemismos para evitar referencias a la información del Consejo Nacional Electoral (CNE) -fácilmente auditable- y las declaraciones de Jorge Rodríguez, alcalde del Municipio Libertador (Caracas) y jefe de estrategia y comunicación del Comando Zamora 200.
Rodríguez aseguró que se pudo haber superado la cifra de 10 millones de votantes, si la población venezolana no hubiera estado bajo el fuego de la violencia simbólica y real desatada por la oposición.

Pero, por mucho que quieran, los opositores no pueden borrar ahora de la letra impresa los potes de humo de la pirotecnia antichavista.

No hay un opositor en cámara o en las redes sociales, que no haya intentado sumarse a la subasta del número de votantes del 30J, sin tomarse siquiera el trabajo de ponerse de acuerdo al menos para fijar un límite que les permitiera no hacer tan estrepitoso ridículo.
Véalo en esta gráfica elaborada por Red58.org, y la tabla posterior incluye los días y las horas, además de las fuentes, de las declaraciones de cada actor político. 

Nadie escapa a la evidencia de la realidad:


La hora y la vez de Venezuela

Estar a favor del gobierno de Venezuela no es solo una cuestión política, pero también de carácter. Es vergonzoso como gente que pretende estar en el campo de la izquierda, instituciones con tradición de izquierda, partidos que en principio pertenecen al campo popular, quedan silenciosos o se valen de críticas al gobierno para justificar la falta de solidaridad con el gobierno de Venezuela.
Uno de los argumentos de mala fe es el de que habría que sortear la polarización entre gobierno y oposición, como forma de contornar la radicalización, que sería no estar de ningún lado. Es pretexto para no solidarizarse con un gobierno asediado por la derecha local y por el gobierno de los EEUU. Intelectuales suman críticas al gobierno para pronunciarse por la solidaridad “con el pueblo de Venezuela”, como si el pueblo del país no estuviera involucrado en la polarización.
Se puede no estar de acuerdo con aspectos de las políticas del gobierno de Maduro, pero ninguna crítica justifica una posición de equidistancia, porque nadie tiene dudas de que, caso se lograra la caída del gobierno, sería sustituido por un gobierno de derecha e incluso de extrema derecha, con durísimas medidas para los derechos de la masa de la población venezolana y para los intereses nacionales del país.
Hay todavía el argumento de que la izquierda latinoamericana no debiera estar solidaria con el gobierno de Maduro, que le daría legitimidad en toda la región, comprometiendo la imagen de las fuerzas progresistas latinoamericanas. Los que hablan de esa forma tiene un imagen particular de la izquierda, que no es de la izquierda realmente existente.
Una parte de esas posturas es reflejo de una ideología liberal. Lo único que hay para esa visión son democracia y dictadura. Y como el gobierno de Maduro no cabe en la concepción que tienen de democracia, lo clasifica inmediatamente de dictadura y centran su fuego en contra del gobierno, supuestamente aislado por una “sociedad civil” en rebelión contra la “tiranía”.
Para esos, aunque se digan de izquierda no existen ni capitalismo, ni imperialismo. No hay tampoco derecha, ni neoliberalismo. Las clases sociales desaparecen, disueltas en la tal “sociedad civil”, que pelea en contra del Estado. No toman en cuenta que se trata de un proyecto histórico anticapitalista y antimperialista.
Parece que no se dan cuenta que no se trata de defender un gobierno, sino un régimen y un proyecto histórico. Que si llegara a caer ese gobierno, cae todo el proyecto histórico iniciado por Hugo Chávez y Venezuela se sumaría a la recomposición neoliberal que hoy victimiza a Argentina y a Brasil.
Se puede ser de izquierda y ser crítico, pero peleando dentro de la izquierda, de las fuerzas anti-neoliberales, por el avance de esos procesos, nunca por su derrota. Porque la alternativa a esos gobiernos está siempre en la derecha, como Argentina y Brasil lo confirman, nunca en la extrema izquierda. Derrotar a gobiernos antineoliberales es abrir el camino a la restauración neoliberal, que es la única bandera de la derecha.
Lo que está en juego hoy no solo en Venezuela, sino también en Bolivia, en Ecuador, en Uruguay, en Argentina, en Brasil, es el destino de los más importantes gobiernos que América Latina ha tenido en este siglo: si se afirman y avanzan, si recuperan el camino donde la derecha ha retomado el gobierno o si la contraofensiva neoliberal vuelve a imponer la década nefasta en que imperó en nuestra región.
Esa es una razón más para que la izquierda exprese su apoyo y solidaridad con Venezuela. Hay horas en que el silencio es criminal, sea de dirigentes, sea de militantes, sea de intelectuales, sea de partidos, sea de instituciones, sea de gobiernos, sea de quien sea.



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