Páginas

jueves, 3 de agosto de 2017

Digan lo que digan los Press-titutos de la Falsimedia... La Constituyente, un gran éxito político de Nicolás Maduro

Resultado de imagen de La Constituyente, un gran éxito político de Nicolás Maduro

Resultado de imagen de La Constituyente, un gran éxito político de Nicolás Maduro

La Constituyente, un gran éxito político de Nicolás Maduro

OPINIÓN de Emilio Marín.- A pesar de los numerosos actos de violencia de la oposición, Venezuela concurrió a votar masivamente para la Asamblea Nacional Constituyente. 

Fue un gran éxito político de Nicolás Maduro, pero no obstante la oposición continuará con su violencia. 

Los contrastes son muy gruesos, aunque desde Argentina sea difícil apreciarlos debido a la campaña de los medios concentrados como Clarín, que distorsionan todo lo relacionado con Venezuela. Este domingo el gran distorsionador fue Jorge Lanata en Canal 13, pata televisiva del monopolio.
Resultado de imagen de La Constituyente, un gran éxito político de Nicolás Maduro
El 16 de julio la Mesa de Unidad Democrática, MUD, convocó ilegalmente a votar en un plebiscito para armar un gobierno paralelo en el país sudamericano. Uno de los tres puntos sometidos a consulta autorizaba a la Asamblea Nacional, dominada por esa oposición pero colocada fuera de la ley por sus acciones fulminadas por el Poder Judicial, a designar nuevos jueces y miembros del Tribunal Supremo de Justicia.
En esa consulta trucha, sin el concurso del Consejo Nacional Electoral ni padrones ni autoridades ni veedores internacionales, dijeron que votaron 7.6 millones de personas. 
Como todo era fraudulento, de inmediato de proclamado el resultado, los operadores de la MUD quemaron todos los registros con el argumento que el gobierno no pudiera perseguir a los votantes. En realidad, estaban flojos de papeles y no toleraban un mínimo chequeo. Esa fue una cara de la moneda.
La otra, muy diferente, fue la elección convocada por el gobierno bolivariano para una ANC prevista por el artículo 348 de la Constitución de 2009. Eso fue anunciado el 1 de mayo pasado por el presidente y se cumplieron todos los pasos legales, con la convocatoria del Consejo Nacional Electoral presidido por Tibisay Lucena. Estaban convocados 19,4 millones de venezolanos en 24.000 mesas electorales, para elegir libremente a 537 delegados constituyentes. 
El total será de 545, pero los 8 restantes procederán de los pueblos originarios, que los elegirán según sus modos y costumbres hoy 1 de agosto.
El resultado fue, según el informe de Lucena a nombre del CNE, una votación de 8.089.230 personas. 
Sobre el padrón total supone un 41,53 por ciento, un alto porcentaje sobre todo por el contexto político actual. 
Ese porcentaje sube al 58,8 por ciento si se tiene en cuenta que normalmente no concurre a votar el 100 por ciento del padrón sino alrededor del 70. 
Además, hay que tener en cuenta que el voto en Venezuela no es obligatorio sino voluntario, otro elemento que otorga más importancia al caudal que se recogió en las urnas el domingo 30.
Hasta los diarios opositores como El Universal, El Mundo, Tal Cual, El Carabobeno y otros, debieron admitir que la cifra proporcionada por el CNE era la correcta. A confesión de parte, relevo de pruebas...
Río de gente
Los procedimientos y escrutinios de la justicia electoral venezolana gozan de un bien ganado prestigio internacional. Con la del domingo se cuentan 21 elecciones desde que Hugo Chávez llegó al Palacio de Miraflores; él y sus seguidores, caso de Maduro en 2013, ganaron 19 comicios y perdieron sólo dos, admitiendo de inmediato los resultados, algo que la oposición nunca hizo. Elecciones reñidas y polémicas fueron de una limpieza absoluta según los observadores internacionales, entre ellos Fundación Carter de EE UU.
Y la del 30 de julio no fue la excepción, de allí el contraste con el fraude de la MUD de dos semanas antes, con quema de toda la papelería para no dejar evidencias.
Lo más resaltable del 30-J fue el contexto de violencia criminal y terrorista que tuvo que amortiguar el gobierno y la población para poder ejercer el voto. En barrios del este de Caracas, sector rico de la población, se había amenazado de muerte a quienes fueran a sufragar. 
Allí y en otros estados se atacó 200 centros de votación y quemaron máquinas de votar, se asesinó a un sargento de la Guardia Nacional Bolivariana, hubo atentado explosivo en la plaza de Altamira, bastión opositor del Chacao, donde se hirió a ocho efectivos que sufrieron serias quemaduras, etc.
En el PPT de Lanata, con dos periodistas filmando y mintiendo a dos manos, no registró ese atentado terrorista en la plaza de Altamira, a pesar de que anduvieron por allí. Luego se fueron a Miami, desde donde completaron su farsesco reporte al canal 13.
Pese a ese clima de violencia y muertes, sobre todo en Táchira y Mérida, el grueso del pueblo creyó necesario ir a votar. 
En algunos municipios donde era imposible votar por la violencia y amenazas de las guarimbas de la MUD, el CNE autorizó votar en un estadio de Caracas. No se piense que fue al voleo ni generalizado el cambio de lugar. 
La titular del organismo aclaró que “únicamente electores de municipios Chacao, Baruta, Sucre y El Hatillo, así como de las parroquias El Valle, La Vega y El Paraíso, del municipio Libertador, pueden votar en el centro de contingencia de paz habilitado en El Poliedro de Caracas”.
Las imágenes del gentío que no podía votar en sus lugares habituales por la violencia opositora e iba a pie hasta el Poliedro, fueron conmovedoras. 
Aún más lo fueron las fotos de población de Táchira cruzando un río o caminando por el monte para eludir los trancazos de la oposición y poder votar. Hugo gran cantidad de electores pero también mucha calidad de gestos patrióticos y democráticos de la ciudadanía para participar del inicio de la Constituyente sin olvidar a los 146.000 efectivos de la Guardia y de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana que dieron seguridad al comicio.
Paz y profundización
¿Por qué tal afluencia de gente a votar, en circunstancias tan adversas?
La respuesta no es sencilla, porque influyeron diversos motivos, pero seguro que uno de las más importantes es que la población no está de acuerdo con que siga el terrorismo que ya provocó más de cien muertos y 1.600 heridos. 
La apuesta de Maduro a la Constituyente contactaba con ese deseo profundo del pueblo, de sus seguidores e incluso de quienes no lo son pero quieren discutir civilizadamente el rumbo político al interior del campo bolivariano.
Para esa amplia mayoría era la hora de los votos y no de las balas, las molotov y las guarimbas, ni de quemar vivo a sus contrincantes, como han hecho los opositores con personas del chavismo y efectivos de seguridad.
Maduro dijo haber negociado con Julio Borges y otros dirigentes de la MUD hasta último momento para que participaran de la ANC, pero hubo un boicot violento a la elección de constituyentes. 
Y luego una seguidilla de mentiras: que era un fraude, que habían votado 2 millones de personas, que convocan a una nueva toma de Caracas para el día que se constituya la ANC, etc.
De allí que, con un punto de vista realista, sale como conclusión que el deseo de paz expresado en el voto no será posible plasmarlo en la realidad inmediata, por más voluntad que exprese la ciudadanía y el gobierno. Para los acuerdos hacen falta dos partes...
Otro motivo que explica la masividad de la votación es que reunió a los partidarios firmes de Maduro, que son millones, con sectores que mantienen críticas a determinadas políticas, métodos y funcionarios del gobierno, pero que obviamente se deslindan del boicot de la MUD. 
Por caso, las veinte organizaciones nucleadas en “Chavismo bravío” que cuestionan la falta de profundización antiimperialista, el burocratismo en la administración y la falta de resolución práctica de problemas que hacen al abastecimiento de productos de primera necesidad (la responsabilidad principal recae en el gran empresariado privado pero el gobierno tiene su parte).
El gobierno de Maduro busca que la Asamblea Constituyente pueda ampliar los derechos sociales establecidos en la Carta Magna de 1999; superar el rentismo petrolero alrededor de PDVSA, fortalecer los poderes comunales y programas como los Comités de Lucha por el Abastecimiento y la Producción (CLAP); castigar el terrorismo filofascista y a esa parte de la oposición empeñada en montar un gobierno paralelo e ilegal con el beneplácito de la administración Trump y gobiernos neoliberales de la región.
Uno de los que primero salió a atacar la Constituyente fue el departamento de Estado. En su comunicado dijo que la ANC está diseñada “para reemplazar la Asamblea Nacional legítimamente electa y socavar el derecho del pueblo venezolano a la autodeterminación”.
Y como obedientes patitos en fila, los gobiernos de Argentina, Colombia, Panamá, Brasil, México, Perú, España y el Parlamento Europeo repitieron ese libreto estadounidense. 
Uno de los más provocadores fue el de Macri, cuya cancillería lamentó que se “haya proseguido con la elección a una asamblea constituyente que no cumple con los requisitos impuestos por la Constitución; Argentina no reconocerá los resultados de esa elección ilegal”.
Brasil, Argentina y Paraguay se han puesto de acuerdo para suspender a Venezuela en el Mercosur, ahora ya no pretextando incumplimiento de legislación del bloque sino con la aplicación de la Carta de Ushuaia, por violar supuestamente la democracia. Muy digno Evo Morales que ya en la cumbre de Mendoza no firmó una declaración preparatoria.
La victoria política interna de Maduro el domingo explica que la oposición busque en Trump, Macri y otros lamebotas yanquis, el apoyo para su guarimba decadente. Claman por más aval de afuera para mantener su golpismo de adentro.

¿Quién teme a la Constituyente venezolana? Por Ángeles Diez*


Mariano Rajoy teme a la Constituyente venezolana. Felipe González y Jose María Aznar, Albert Rivera y Pedro Sánchez, hasta el calculador Pablo Iglesias teme a la Constituyente. 
La oposición golpista venezolana y Donald Trump temen a la constituyente. 
Los empresarios venezolanos que especulan con la comida del pueblo, las hordas de jóvenes desclasados y bien pertrechados que queman a chavistas, los intelectuales orgánicos, los que callan, los que otorgan, los paraperiodistas que no paran de disparar a las audiencias europeas. 
Todos sienten que se les acaba el tiempo para torcer el brazo a la revolución bolivariana.
Hay muchos y distintos tipos de miedos que atraviesan el ámbito de la política. 
El miedo a un proceso constituyente es parecido al miedo que históricamente ha aterrorizado a las oligarquías cuando avizoran una posibilidad revolucionaria por pequeña que esta sea. 
A veces, es un miedo irracional pues hay pueblos sumisos y doblados por el talón de hierro capitalista que no guardan rescoldo alguno de rebelión. Pero eso no importa ni al orondo y clásico burgués, ni al joven tiburón especulador. Si hay una remota posibilidad de que ese pueblo despierte ahí estarán, la amenaza terrorista, las leyes mordaza, el caos tercermundista y la crisis económica que todo lo explica. El miedo de las élites europeas a los procesos constituyentes tiene mucho de terapia preventiva, es un “por si acaso mejor prevenir que curar”.
El miedo del imperialismo estadounidense es otro tipo de miedo. Es el histórico miedo del esclavista a que los esclavos dejen de cultivar la tierra y se liberen, es el miedo del colono a un ataque de los indios sobrevivientes. 
Es el miedo a que los asesinados, los desaparecidos, los torturados y los saqueados latinoamericanos reclamen justicia. 
A que el retrato del imperialista salga a la luz y se vea nítidamente y sin máscara su democracia realmente existente. 
Donal Trump y antes Barak Obama temen que América Latina deje de ser un patio trasero donde hacer ricos negocios que oxigenen la economía estadounidense.
El miedo español es un miedo neofranquista y tiene su origen en una Constitución sin Asamblea Constituyente. 
La historia de nuestra Constitución es la historia de un apaño, de una componenda entre las élites franquistas y las nuevas élites socialistas y nacionalistas, ambas conectadas por finos hilos geoestratégicos a los intereses estadounidenses.
No hubo pueblo español, ni vasco, ni catalán, ni siquiera franquista que participara en la elaboración de la Constitución española de 1978. Las elecciones del 15 de abril de 1977 no fueron para elegir a una cámara constituyente que elaborara ninguna constitución. 
Fue la Ley de Reforma Política (15 diciembre de 1976), aprobada por las Cortes Franquistas la que sentaba las bases para elegir a unos parlamentarios que a su vez designaran una Comisión de Asuntos Constitucionales compuesta por sólo 7 miembros repartidos entre comisionados de probado curriculum franquista como el ministro de Información y turismo Manuel Fraga Iribarne o Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, letrado del Consejo de Estado y Secretario General técnico del ministerio de Justicia; y comisionados vinculados al emergente y ambicioso PSOE como el abogado Gregorio Peces-Barba o Jordi Solé Turá. Después, sólo después de que la lápida del consenso enterrara la esperanza de recuperar la democracia republicana se hizo un referéndum legitimador.
Para la reforma constitucional del 2011 tampoco hubo necesidad de preguntar al pueblo, y eso que el artículo a reformar, el 135, era nada menos que aquel que obliga a cualquier gobierno, sea del signo que sea, a priorizar el pago de la deuda antes que cualquier otro gasto del Estado, primero la bolsa y luego la vida. 
Quince días para maniatar al próximo gobierno y ni siquiera un referéndum de ratificación ¿Por qué había de opinar el pueblo si ya opinan sus representantes? ¿Por qué preguntar si las respuestas venían dadas desde la troika europea?
¿A qué se debe que las Constituciones den tanto miedo y los procesos constituyentes mucho más?
La Constitución es la regla básica que fundamenta y ampara el sistema jurídico de un país así como el funcionamiento de las instituciones y poderes de un Estado. 
Se suele decir que es la ley de leyes. 
Las constituciones establecen los marcos jurídicos pero a su vez éstos implican una redefinición del Estado y de la fuente de la soberanía
Cuando son el resultado de procesos constituyentes suponen la incorporación de los ciudadanos a la discusión, elaboración y ratificación de la constitución, caso que se dio en Venezuela en 1999; estamos hablando de procesos en los que hay una ratificación popular del contrato social en la que los ciudadanos establecen y aprueban los instrumentos concretos para el ejercicio del poder del Estado y sus instituciones. 
Es algo así como si los ciudadanos participaran en la elaboración de los instrumentos que puede utilizar el Estado para gobernar y al mismo tiempo dijeran qué herramientas no pueden ser utilizadas.
Las constituciones otorgan poder al Estado pero también limitan el ejercicio de ese poder.
Las clases populares, siendo la fuente de poder en el proceso Venezolano, se convirtieron también en 1999 en fuente de derecho pues no se limitaron solo a votar una constitución previamente elaborada por juristas o comisionados no electos, sino que participaron activamente en la elección de los encargados de elaborar el articulado de la Constitución y también en discutir y debatir sobre las propuestas que éstos realizaban.
Cada Constitución, dice el constitucionalista Roberto Gargarella, trata de responder a uno o varios problemas, o lo que es igual, trata de remediar algún mal; nos dice:
La Constitución de 1999 en Venezuela vino a resolver tres problemas básicos: 
la incorporación de los sectores populares a las tareas de gobierno, es decir, convertir a estos sectores en sujetos políticos protagónicos, en segundo lugar, recuperar la soberanía sobre los recursos naturales (especialmente el petróleo), y en tercer lugar, resolver el drama de la desigualdad social.
La movilización social, el cambio de correlación de fuerzas y la acumulación de poder social fueron el punto de partida de las nuevas Constituciones latinoamericanas tanto en Venezuela como en Ecuador o en Bolivia; y también la crisis del modelo de acumulación capitalista en estos paises.
Pero esa recuperación de la soberanía popular que significó la Constitución de 1999 sólo podía estabilizarse con la mejora de las condiciones de vida al tiempo que se desarrollaba una cultura política de participación real y efectiva. 
Ambos procesos, mejora económica y participación política, son los que han dado y dan legitimidad al gobierno bolivariano. Son las bases del poder popular que derrocó al golpe contra el gobierno bolivariano en el 2002.
Dieciocho años después de esa Constitución, ha habido 24 procesos electorales, se ha avanzado en casi todos los indicadores sociales (educación, desarrollo, vivienda, salud…), como demuestran los datos de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) de Naciones Unidas. 
Pero el contexto nacional e internacional han cambiado. A pesar del avance en cultura democrática y participación –o precisamente por ello-, el gobierno de Nicolás Maduro perdió la mayoría de la Asamblea Nacional que ahora se encuentra en manos de la llamada “oposición venezolana” –un conglomerado de más de 20 partidos unidos sólo por el odio al gobierno bolivariano2, una Asamblea que además sesiona en desacato. 
La llamada oposición y las oligarquías empresariales han emprendido una hoja de ruta que, como en la Chile de Allende, trata de reventar la economía (inflación inducida, embargo comercial encubierto, bloqueo financiero internacional), someter por hambre a las clases populares (boicot en el suministro de bienes de primera necesidad, desabastecimiento programado), bloquear las instituciones, tomar las calles con la violencia extrema, crear un gobierno paralelo y finalmente, si no se derroca al gobierno bolivariano ni se quiebra al ejército bolivariano, habrá creado las mejores condiciones para una intervención humanitariamente armada.
Tal vez no a través de la IV Flota estadounidense próxima a las costas venezolanas, pero como declaró hace apenas unos días Michael Richard Pompeo, director de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA), se trabaja con los gobiernos de Colombia y México para evaluar las maniobras necesarias para lograr un cambio de gobierno en Venezuela3.
Internacionalmente la región latinoamericana ha sufrido un retroceso provocado por la derrota del gobierno progresista de Cristina Kirstchner, los golpes parlamentarios en Brasil (2016) y Paraguay (2012), precedidos por los Golpes de Estado de Haití (2004) y Honduras (2009). 
La integración regional se ha ralentizado por los Estados más afines a Estados Unidos, como Colombia o México. 
La OEA (Organización de Estados Americanos) vuelve a ser esa organización internacional instrumentalizada por el imperio contra los gobiernos latinoamericanos díscolos.
También a escala global el imperio estadounidense y sus aliados tienen sobre sus cabezas la espada de Damocles de una crisis económica que sólo resuelven aumentando la presión y la desposesión de sus poblaciones (saqueo de lo público, austeridad, recortes, precarización…). 
Llevar la guerra a cualquier parte del mundo donde haya algo que saquear, recuperar cuotas de influencia frente a Rusia o China y disciplinar a sus propias poblaciones, se hace urgente y necesario. Así, apoyar a las llamadas oposiciones, moderadas, armadas o de colores es la única política internacional realista para las necesidades imperiales.
Ante este nuevo contexto nacional e internacional, el Poder electoral venezolano, a propuesta del Presidente (de acuerdo con el artículo 348 de la Constitución) ha convocado elecciones para una Asamblea Nacional Constituyente el 30 de julio. No hay constitución que aguante tamaña embestida.
Cada venezolano podrá votar una vez territorialmente y una vez por el sector y subsector que le corresponda. 
Los comisionados electos tendrán que reformar la Constitución de 1999 para tratar de resolver esta vez los siguientes graves y nuevos problemas que se resumen en 9 temas propuestos para la reforma: 1) Constitucionalizar las Misiones (salud, vivienda, educación…) creando un sistema público que garantice por ley los avances sociales, 2) dotar de instrumentos más eficaces para defender la soberanía nacional y el rechazo al intervencionismo, 3) constitucionalizar las comunas y consejos comunales para hacer de la participación un requisito democrático, 4) crear instrumentos jurídicos y penitenciarios para luchar contra la impunidad, el terrorismo y el narcotráfico, 5) caminar hacia un sistema económico menos dependiente del petróleo, 6) luchar contra el cambio climático y el calentamiento global, 7) favorecer los procesos de paz, reafirmar la justicia y aislamiento de los violentos, 8) Desarrollar los derechos y deberes sociales, 9) una nueva espiritualidad cultural y venezolanidad, garantizar el carácter pluricultural y la identidad cultural.
El miedo a la constituyente venezolana se ha convertido en pánico en las pantallas
Los paraperiodistas dan diariamente el parte de guerra: 80, 90, 100 muertos, 20,30, 40 heridos. ¿Quiénes eran, a manos de quién, estaban en la manifestación?,-detalles irrelevantes-; huelga general, 70%, 90% de seguimiento –¿quién da esas cifras, están comprobadas? –detalle irrelevante-; nueva manifestación que es reprimida violentamente; ¿por qué es reprimida, en qué consiste la represión de la policía si solo vemos manifestantes tapados que arrojan cócteles y disparan morteros? – detalles irrelevantes. 
Qué extraña “dictadura” la venezolana donde los periodistas nacionales e internacionales campan a sus anchas por las calles grabando la “represión policial”. 
Paraperiodistas que solo beben de las fuentes de la oposición, que no desaprovechan la oportunidad de disfrazarse de reporteros de guerra, que nunca entrevistan al pueblo bolivariano, que repiten cual papagayos las consignas de la llamada “oposición”.
Todo vale en la propaganda de guerra, quien paga manda. 
El paraperiodista está siempre del lado correcto, el del empresario, el del gobierno si es un medio nacional, como televisión española, y si el gobierno español se ha pronunciado declarando enemigo al gobierno venezolano, pues ellos están ahí sirviendo a la patria.
Los paraperiodistas españoles tienen un serio entrenamiento: descubrieron armas de destrucción masiva en Iraq, nos convencieron de que para quitar el burka a las afganas había que facilitar a USA la intervención, justificaron el bombardeo de la OTAN en Yugoslavia, el asesinato de Gadafi, el golpe de Estado del 2002 en Venezuela, han apoyado a la más que moderada, moderadísima oposición siria, en fin, una probada fidelidad a las Agencias de información y a las orientaciones imperiales. 
Lástima que según un informe de la Universidad de Oxford de 2015, de los 11 países consultados en Europa, los medios de comunicación españoles son los menos creíbles y los segundos menos creíbles de los 12 países estudiados a nivel mundial.
Sin embargo, hay quienes no temen a la Constituyente venezolana, es más, hay quienes la defienden incluso a riesgo de su vida. Es el pueblo venezolano, son las clases populares que no se han dejado engañar ni amedrentar. 
Es el pueblo que rinde homenaje a la memoria de su comandante que les colocó en la historia. Son los que recibieron educación, libros gratis, vivienda, salud,… No temen a la constituyente los líderes barriales, los obreros, los dirigentes, miles de venezolanos que se postulan para servir a su pueblo.
Nadie que conozca la historia reciente de Venezuela, nadie que conozca los planes imperiales, nadie que haya soñado alguna vez con que en su país le hubieran dejado participar en un proceso constituyente, puede temer a la Constituyente venezolana.
* Ángeles Diez es Doctora en CC. Políticas y Sociología, profesora de la Universidad Complutense de Madrid.
1 Gargarela R., El nuevo constitucionalismo latinoamericano: Promesas e interrogantes; CONICET/CMI
Resultado de imagen de La Constituyente, un gran éxito político de Nicolás Maduro
Imagen relacionada

Masivo respaldo a Constituyente fortalece Revolución venezolana

El masivo respaldo del pueblo venezolano a la Asamblea Nacional Constituyente nos fortalece y nos empuja hoy a seguir trabajando por la Revolución bolivariana, afirmó el embajador de Venezuela en Costa Rica, Jesús Arias.
Rodeado de una veintena de representantes de movimientos sociales, sindicatos y partidos políticos de Costa Rica en su residencia en esta capital, Arias presenció En Vivo, por Venezolana de Televisión, que ocho millones 89 mil 320 venezolanos respaldaron este domingo la Asamblea Nacional Constituyente.
A los gobiernos de la región y el mundo que decidieron desconocer esa salida a la situación de violencia creada por la oposición, el pueblo venezolano les respondió a través de esos ocho millones 89 mil 320 hijos de esa nación suramericana que respaldaron una solución pacífica y que son ellos quienes determinan su futuro y su rumbo.
Tomándolo con la misma humildad que el pueblo venezolano se expresó este domingo, es un llamado a que nos reconozcan como una fuerza grande, potente, que ha hecho cambios importantes y está dispuesta a la paz, pero también decidida, con mucha fortaleza, a defender sus logros y conquistas, señaló Arias en exclusiva con Prensa Latina.
Este masivo respaldo a la Constituyente nos impulsa a ‘seguir avanzando en el camino trazado por el Comandante Hugo Chávez, quien está celebrando en el cielo o donde esté la gran victoria de su pueblo que una vez más dijo presente, somos chavistas, somos bolivarianos y estamos en camino de construir la Venezuela que nuestros hijos y nietos se merecen’.
El embajador venezolano aseveró que el apoyo popular es una muestra más de la decisión del pueblo de su país de defender la paz interna y a nivel internacional constituye una demostración más de la determinación de los venezolanos, de civismo, de ganas de armonía y de democracia.
Eso, prosiguió, también viene a formar parte de un sistema electoral fuerte y robusto, que parte de la esencia del venezolano, que ya está en sus genes el votar, porque si nace en Revolución, nace en democracia, nace con alegría, nace comprometido con construir la Venezuela que queremos.
Destacó al presidente Nicolás Maduro, por haber tenido la iniciativa de convocar el pasado 1 de mayo a la Asamblea Nacional Constituyente, de llamar al pueblo venezolano para que fuera él quien decidiera cuál era la hoja de ruta a seguir.
‘Tuvimos anoche un resultado y hoy tenemos Asamblea Nacional Constituyente y a trabajar para mejorar la calidad de vida del venezolano, por incluir a las mujeres, a los discapacitados, a los obreros, a los pescadores, a todos lo que este domingo fueron realmente los vencedores’, subrayó Arias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario