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martes, 18 de abril de 2017

Ruanda, ni democracia ni reconciliación - Ruanda y el Congo. Dos Historias Mal Contadas

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Ruanda, ni democracia ni reconciliación

En estos primeros días de abril, se recuerda de modo especial la tragedia que asoló Ruanda en 1994: guerra civil, genocidio contra los tutsi, masacres indiscriminadas de la población civil hutu, perpetradas antes, durante y después del genocidio de 1994. 
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El Frente Patriótico Ruandés, movimiento político-militar en cuyas manos exclusivas está el poder desde julio de 1994, aprovecha anualmente estas fechas para recordar el genocidio contra los tutsi y, en actividades programas al efecto, legitimar su control total del Estado. 
Estas conmemoraciones, en principio tan indispensables para ahuyentar o exorcizar un pasado sangriento que no debiera repetirse, se convierten, sin embargo, en un factor de callada división social y de posibles e indeseables confrontaciones futuras. 
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Se trata de una memoria oficial selectiva del sufrimiento de unos, los tutsi, que sin duda merecen recuerdo y solidaridad, frente al silencio, olvido e incluso menosprecio del dolor de quienes, los hutu, no pueden recordar y llorar a sus muertos. 
El Presidente-general  Kagame, en estas fechas, no se ha privado de zaherir a la comunidad hutu y de reclamar a los hutu colectivamente que pidan perdón, aun cuando fueran bebés o no hubieran nacido en 1994, por los crímenes cometidos contra los tutsi.
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Paul Kagame gobierna Ruanda desde julio de 1994, primero como vicepresidente y ministro de defensa y luego como Presidente. Por “exigencia y aclamación popular”, este año, en agosto, renovará, sin duda alguna con más del 90% de los votos, por tercera vez su mandato presidencial. 
Ha logrado modificar en ese sentido la Constitución, que fijaba un límite de dos mandatos; otras modificaciones introducidas harán que pueda permanecer en la jefatura del Estado hasta el año 2032. 
Se trataría pues de un mandato vitalicio, acorde con los méritos de un “caudillo providencial”. 
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A lo largo de estos años ha ido eliminando a cualquiera que pudiera hacerle sombra o disputarle el poder. 
Posibles opositores han sido perseguidos, asesinados, encarcelados, obligados al exilio o han pasado a formar parte de la abundante lista de “desaparecidos”. 
Es el caso de numerosos dirigentes o antiguos colaboradores del  núcleo duro del propio FPR, donde la disidencia se paga con frecuencia con la vida.
En esta política de ocupación en exclusiva del espacio político, cabe destacar el encarcelamiento de la Señora Victoire Ingabire, presidenta de las Fuerzas Democráticas Unificadas (FDU). 
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La Sra. Ingabire regresó a Ruanda, después de 16 años de exilio en Holanda, en enero de 2010. 
Nada más aterrizar en Kigali expresó claramente su objetivo: movilizar, superar el miedo y entrar en acción para alcanzar la reconciliación de una sociedad en la que no hay ruandés que no haya conocido el sufrimiento. 
Su discurso terminó con un “despertad y renunciar al miedo; liberémonos pacíficamente”. 
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Un auténtico desafío, que horas después, en su visita a un Memorial del genocidio, completó con la reclamación de que todas las víctimas, no solo las del genocidio contra los tutsi, fueran recordadas.
“Para  que podamos alcanzar una verdadera  reconciliación, debemos mostrar empatía con los sufrimientos de todos. 
Los hutu culpables de masacres contra los tutsi deben ser castigados, lo mismo que los que han matado a los hutu deben responder de sus actos innobles”. 
El mensaje es claro; la reconciliación solo será posible si se reconoce y comparte la verdad. 
Un largo camino que la Sra. Ingabire quiere recorrer, cuya primera etapa sería la campaña para las elecciones presidenciales previstas para agosto de ese año. 
El partido FDU no fue legalizado y la Sra. Ingabire acabó en la cárcel. 
Una primera condena de 8 años, recurrida, terminó con la definitiva de 15 años en diciembre de 2013. Pero la sra. Ingabire representa un caso entre muchos otros.
El régimen se ha ocupado con especial dedicación en desmantelar también las organizaciones de la sociedad civil. 
En algunos casos, mediante la persecución de sus dirigentes; en otros, tratando de infiltrar en las ejecutivas a miembros adictos al régimen y sustituir a los que pretendían mantener las organizaciones sociales fuera de la influencia y control del poder establecido. 
Muchos periodistas independientes, responsables de asociaciones de defensa de los derechos humanos, han sido eliminados, obligados a exiliarse y silenciados. 
Así, además de control total del poder ejecutivo, del legislativo el régimen ha logrado controlar el tejido social y anular cualquier posibilidad de crítica o contestación popular. 
El control llega a las colinas; el régimen ha desplegado por todo el territorio a informantes (uno por cada 10 familias) que son los ojos y oídos del poder. 
El temor, el miedo, el silencio, se han apoderado de las mentes. 
Ruanda se aleja de la democracia y todo parece indicar que se acerca al sistema de Corea del Norte.
Hay otro factor especialmente importante que dibuja un panorama futuro alejado de la deseable reconciliación entre ruandeses. 
A lo largo de estos años, la JUSTICIA, clave para sentar las bases de una convivencia pacífica, ha sido impartida y así ha sido percibida como la justicia de los vencedores, como una justicia vengativa. 
Los crímenes cometidos del FPR contra la comunidad hutu antes, durante y después del genocidio, no han sido juzgados; sus responsables han quedado impunes. 
El FPR ha gozado del privilegio de la impunidad. 
El Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR), fue creado en noviembre de 1995 para juzgar los crímenes cometidos en Ruanda del 1 de enero al 31 de diciembre de 1994. 
¿Ha logrado cumplir con este mandato? 
¿Ha logrado crear las condiciones de reconciliación nacional? 
La respuesta a estas preguntas no puede ser sino negativa. 
Ningún tutsi o miembro del FPR ha sido juzgado, a pesar de la probada existencia de crímenes cometidos por el FPR. Ha sido un tribunal al servicio de los vencedores. 
En 2001 se crearon más de 12.000  tribunales populares GACACA (justicia sobre la hierba, que tradicionalmente se encargaban de resolver litigios entre vecinos; justicia reparadora de la armonía vecinal quebrada). 
Estos tribunales juzgaron casi 2 millones de casos, con un 65% de condenas, algunas con penas de hasta 30 años. 
Tampoco los objetivos pretendidos: hacer justicia, reparar a los supervivientes del genocidio tutsi y sentar las bases de la reconciliación nacional parecen haber sido alcanzados. 
HRW ha hablado de “balance mitigado” y la mayoría de los informes señalan una falta total de garantías de equidad, con lo que han podido sembrarse en una sociedad muy rota por semillas de desconfianza, odio y revanchas futuras.
Quiero terminar este escrito citando unas palabras de Victoire Ingabire, de su libro escrito desde la cárcel de Kigali  “Ruanda, Entre las cuatro paredes de la 1930”
“Para que podamos alcanzar una verdadera reconciliación, debemos mostrar empatía con los sufrimientos de todos. 
Los hutu culpables de masacres contra los tutsi deben ser castigados; lo mismo que los que han matado a los hutu deben responder de sus actos innobles. La reconciliación solo será posible si se reconoce y comparte la verdad. El camino será largo y deberá ser protagonizado por todos los ruandeses. 
Soy consciente de que no es un camino fácil. 
Tenemos que armarnos de paciencia y hacer gala de voluntad y determinación”.
Ramón Arozarena
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Ruanda y el Congo. Dos historias mal contadas

Ruanda y el Congo, dos historias mal contadas

En 1890 el capital codiciaba las ganancias del expolio del caucho. En 1990 el capital codiciaba las ganancias del expolio de los minerales de la electrónica, el oro y los diamantes. 
Los congoleños no merecían, ni entonces ni ahora, comerciar en igualdad de condiciones. El capital había olido a expolio y se lanzaba sobre su presa desnudo, en pelota, el capitalismo en su más puro y virginal estado, sin concesiones de “mercado laboral”, sin aburridos discursos sobre la “ventaja comparativa” y “la mano invisible”. 
El capital invasor en 1890 fue el capital belga, cuya proxy asesina fue el rey Leopoldo. 
El capital invasor en 1990 fue el de las grandes corporaciones multinacionales monopolistas con base en EEUU cuya proxy son los sanguinarios militares de Uganda, Ruanda (FPR) y Burundi.

Juan Carrero (el País 21/3/2008): 

“En Ruanda, el misionero español Joaquim Vallmajó, poco antes de ser torturado y asesinado junto a otros cinco compañeros, fue abofeteado por el coronel Rwahama mientras le espetaba 

"No volverás a informar a nadie, Vallmajó". 

Sin embargo, su voz silenciada resuena hoy cada vez con más fuerza. 

Las denuncias de Joaquim eran certeras y perturbadoras. 

En diversas cartas a sus amigos de Figueres les rogaba que denunciasen que los "invasores" del FPR (Frente Patriótico Ruandés) buscaban el poder a cualquier precio. 

O que habían "puesto en marcha una campaña mundial de desinformación para hacer creer que las víctimas son los verdugos y los verdugos son las víctimas”. 

El FPR tenía constancia de que Joaquim transmitía informaciones al exterior de Rwanda. 

Pocos días antes de su desaparición, realizó una declaraciones ante unos periodistas denunciando que en ocasiones se filmaba intencionadamente a cadáveres identificados como víctimas tutsis, cuando en realizad se trataba de víctimas hutus. 

Tres días antes de su secuestro -desapareció en abril de 1994- inevitablemente tuvo que oír en su casa parroquial los alaridos, explosiones y ametralladoras de la matanza a medianoche, a cargo del FPR de Paul Kagame, de unos 2.500 campesinos hutu encerrados en el estadio de Byumba,”

René Lévesque: 
Los vencidos siempre tiene una memoria mejor que el vencedor que trata de hacernos olvidar.”
Robin Philpot: 
El FPR y su líder fueron en realidad los incendiarios a sueldo disfrazados de bomberos que los supuestos patriotas que salvaron al pueblo del fuego como la historia oficial nos quiere hacer creer”.
“Screening”: Código interno del FPR que significa "eliminación sin distinción"

La historia mal contada del Congo Belga

Leopoldo II (1897): 

La tarea que los agentes del Estado han de cumplir en el Congo es noble y elevada. Está bajo su incumbencia la civilización del África Ecuatorial. Cara a cara con el barbarismo primitivo, luchando contra costumbres, de miles de años de antigüedad, su deber es modificar gradualmente esas costumbres. Han de poner a la población bajo nuestras leyes, la más urgente de las cuales es, sin duda, la del trabajo. 

En los países no civilizados, es necesario, creo yo, una firme autoridad para acostumbrar a los nativos a las prácticas de la que son totalmente contrarias a sus hábitos. Para ello es necesario ser al mismo tiempo, firme y paternal.”

A finales del siglo XIX el caucho aparecía como una materia prima clave para la segunda industrialización capitalista. Por desgracia para los congoleños, la selva del Congo era rica en árboles productores de caucho. 
El negocio del caucho en el Congo comenzó con discursos rimbombantes en altruistas conferencias internacionales donde se defendía con vehemencia la abolición de la trata de esclavos y se propugnaba la intervención europea con el objetivo de desarrollar África y mejorar las condiciones de vida de sus habitantes.
Leopoldo II estableció claramente como debía ser contada aquella historia: 
"Los horrores de este estado de cosas, los miles de víctimas masacradas por el comercio de esclavos cada año, el número aún mayor de seres absolutamente inocentes que son brutalmente arrastrados a la cautividad y condenados de por vida a los trabajos forzados, han conmovido profundamente los sentimientos de todos los que, a todos los niveles, han estudiado con atención esta deplorable realidad; y han concebido la idea de asociarse, de cooperar, en una palabra, de fundar una asociación internacional para dar punto final a este tráfico odioso que es una desgracia para la edad en la que vivimos".
El “Estado libre del Congo” no resultó, en absoluto, libre para nadie, excepto para dar rienda suelta a la libre codicia del capital belga que convirtió el Congo en un coto exclusivo, sometiendo a la población a condiciones de explotación peores que la esclavitud.
En tiempos de la 1ª Globalización el capital dependía de sus bases nacionales. El capitalismo inglés, holandés y norteamericano, resentidos por quedar excluidos del pastel, empezaron a plantear que la historia civilizadora del capital belga era una historia mal contada. 
De ahí que las atrocidades cometidas por Leopoldo II y sus secuaces para forzar la conversión de los indígenas en proletarios del caucho salieron a la luz y fueran denunciadas por figuras de primera fila como como Arthur Conan Doley, Joseph Conrad, Roger Casement, Edward Morel, George Washington Williams o Mark Twain.
La historia bien contada fue que 6 millones de congoleños fueron asesinados vilmente (raptados, esclavizados, torturados, violados, amputados, descuartizados, quemados vivos, “comidos”, etc.) por la extraordinaria codicia del capital belga para lucrarse con la segunda revolución industrial del motor de explosión y del automóvil.
En 1906 la Compagnie du Kasai, que detentaba el monopolio de todos los recursos de la gran región de Kasai, al sur del Estado libre del Congo, intentaba defender la historia altruista y civilizadora de la compañía frente a sus accionistas y al mundo en general. 
Aquellos que atacan actualmente a la Compagnie du Kasai no retienen de su obra más que los buenos resultados financieros que obtiene. Con pleno conocimiento de causa dejan en la sombra los servicios que la compañía no deja de prestar a la civilización y al interés general.” … 
“Se prescribe de la manera más formal que hay que tratar a los nativos siempre con paciencia y amabilidad. Las medidas más severas se tomarán contra los empleados que contravenga este requisito; aquellos que participen en actos brutalidad contra los nativos serán denunciados sin piedad ante la justicia”… 
“Sin embargo, nunca debemos olvidar que los indígenas son seres primitivos, impresionables y que uno no puede fiarse enteramente de ellos”… 
La mayoría de nuestras factorías están lejos de cualquier ayuda. Sin embargo los homicidios de blancos son extremadamente raros. 

¿No prueba esto las buenas relaciones existentes entre nuestros oficiales y los nativos con los que comercian? ¿No demuestra esto que respetamos la libertad y los derechos de los indígenas, para no decir que les inspiramos simpatía?... 

Dejando a parte la cuestión sentimental, nuestra compañía tiene también un interés considerable para trabajar en la emancipación de los indígenas. 

Al hacerlo, la compañía cumple al mismo tiempo con su deber de sabia administración y su deber humanitario.

Frente a las crecientes denuncias, Leopoldo II perdió todo el apoyo y el respaldo financiero y de mala gana tuvo que transferir la custodia del Estado Libre del Congo a Bélgica en 1908 que se apresuraría a echar tierra sobre el primer gran holocausto congoleño. 

La historia mal contada del genocidio de Ruanda y las guerras del Congo

100 años después, de nuevo volvió a ser el Congo el protagonista de la criminal codicia del capital. 

A finales del siglo XX la electrónica se convertía en el motor de la tercera revolución industrial y la carrera por el control y la apropiación de ciertas materias primas básicas para el sector iban a traducirse para el Congo en un segundo holocausto. 

Entre 1990 y 2003, de 6 a 7 millones de centroafricanos perecieron ominosamente (a degüello, a machetazos, amputados, quemados vivos, descuartizados, “comidos”, de hambre, etc.), cientos de miles de mujeres violadas, millones de niños huérfanos, las débiles estructuras estatales, escolares, sanitarias, etc., para someter definitivamente al Congo y a sus habitantes a los planes homicidas y ecocidas de las grandes corporaciones multinacionales.

En 1890 el capital codiciaba las ganancias del expolio del caucho. En 1990 el capital codiciaba las ganancias del expolio de los minerales de la electrónica, el oro y los diamantes. Los congoleños no merecían, ni entonces ni ahora, comerciar en igualdad de condiciones. 
El capital había olido a expolio y se lanzaba sobre su presa desnudo, en pelota, el capitalismo en su más puro y virginal estado, sin concesiones de “mercado laboral”, sin aburridos discursos sobre la “ventaja comparativa” y “la mano invisible”. 
El capital invasor en 1890 fue el capital belga, cuya proxy asesina fue el rey Leopoldo. 
El capital invasor en 1990 fue el de las grandes corporaciones multinacionales monopolistas cuya proxy son los sanguinarios militares de Uganda, Ruanda (FPR) y Burundi.
Pero el capital monopolista transnacional de la 2ª globalización no tiene resquicios. A medida que se eleva el nivel de la gigantesca balsa de sangre e ignominia del expolio del Congo y las atrocidades cometidas por el capital son de tal magnitud que revientan las compuertas y los filtros establecidos, ya no hay división alguna entre las filas del capital.
Todas las instancias, instituciones, organismos y gobiernos del gran capital participan en un sostenido y sistemático esfuerzo mediático y criminal (desaparición y asesinato de periodistas y testigos) para mantener en alto el muro de la vergüenza. 
Basta con escribir “Kagame” en el buscador de Youtube para observar como anda la desequilibrada partida entre información y mega-desinformación.

La historia anterior

Uganda contaba con una numerosa población de exiliados tutsis procedentes de Ruanda como resultado de la llamada Revolución social ruandesa (1959-1961) en la que el país transitó desde la colonia y una monarquía de la minoría tutsi como intermediaria de la dominación belga, a una república independiente con un gobierno de mayoría hutus.

Una pequeña parte del centro de la actual Ruanda había sido gobernada por una monarquía tutsi, al menos desde el siglo XVIII. 
Alemania y luego Bélgica optaron por mantener dicha monarquía en el poder como intermediaria de su dominación colonial. Con la ayuda de las armas alemanas el ámbito de la monarquía tutsi se amplió hasta abarcar a todo el territorio ruandés (donde había anteriormente monarquías y jefaturas hutus) mientras los alemanes introducían sus prejuicios racistas dividiendo a la población colonizada y asignándoles a la fuerza carnets de identidad étnica.
La minoría tutsi, como intermediaria del poder colonial alemán y luego belga, accedía a los estudios superiores y dominaba los negocios y los cargos administrativos del país reservados para los nativos colaboracionistas. 
A partir del final de la segunda G.M. esta minoría privilegiada empezó a optar por la independencia (como en el resto de África). 
Los belgas respondieron apoyando ahora a la resentida mayoría hutu apostando por una transición a su favor. 
A partir de entonces se repitieron cada vez a mayor escala las matanzas entre ambos grupos. 
Bélgica organizó unas elecciones locales a mediados de 1960 en las que los partidos hutus tomaron el control de casi todos los municipios. 
En 1961 quedó establecida de facto la república autónoma de Ruanda y el país se independizó formalmente en 1962 con un gobierno de mayoría hutu. 
La revolución social obligó al menos a 336.000 tutsis a huir a países vecinos como refugiados (Uganda, Zaire, Tanzania). Kagame y muchos de sus oficiales eran hijos de aquellos refugiados.
En los años 1980s y 1990s, Ruanda (7 millones de habitantes) empobreció
Entre 1986 y 1992, el poder de compra real de las exportaciones ruandesas cayó en un 59% (el precio del café había caído en un 72%) 
Los desequilibrios de la Balanza de Pagos aumentaron el endeudamiento externo y facilitaron la intervención del FMI y el Banco Mundial
Las ayudas se condicionaron a un extremo ajuste de reformas y recortes estructurales (privatizaciones de activos públicos que beneficiaban especialmente a los tutsis que ya controlaban la mayor parte del sector privado), escalada de los precios de los alimentos y productos básicos, subida impuestos indirectos, subida de las tasas para acceder a los servicios de sanidad y educación, disminución del sueldo y del número de funcionarios, etc. 
En 1989, uno de cada 6 ruandeses pasaba hambre y el 25% de los niños estaban mal nutridos. 
A principios de los 1980s hizo su aparición el virus del SIDA con enorme virulencia y sin tratamiento posible, gentileza del copyright y las patentes de los monopolios farmacéuticos.
Tras la invasión del norte del país por el ejército de Uganda y el FRP en octubre de 1990 cerca de un millón de campesinos hutus fueron desplazados de sus fértiles tierras en el norte de Ruanda y tuvieron que trasladarse a campos de refugiados internos en los alrededores de la capital del país, agravando la penuria inducida por el tándem BM-FMI. 
A finales de 1993, tras el asesinato de su primer presidente elegido, el hutu Melchior Ndadaye, cerca de 1 millón de hutus de Burundi se sumaron al millón de refugiados internos hutus en Ruanda. Aprovechando estas circunstancias, el FPR, preparaba meticulosamente la invasión y su subida al poder. 

La historia mal contada


Marc Gisa: (comentario de un tutsi al vídeo de youtube Rwanda untold story):

Nuestra pobre gente perdió la vida, y nosotros, los tutsis, nos convertimos en el puente de Kagame y su maquinaria para hacerse con el poder! Ahora, sé por qué Kagame mantiene vivo el culto al “genocidio” y a los ”supervivientes” y utiliza mensajes de guerra durante el luto de nuestros seres queridos en abril de cada año! Después de todo, la verdad está siendo revelada y esta dictadura y KUDUHINDURA INJIJI-tiene que terminar en un futuro próximo al precio que sea

Cualquier intento de modificar la entrada de Wikipedia sobre el Genocidio de Ruanda desencadena tantas alertas de edición que se inicia una guerra de edición Wiki hasta que las autoridades de Wikipedia declaran un alto el fuego impidiendo cualquier cambio.
Según la versión oficial (el guión de la película “Hotel Rwanda”), el odio entre las etnias tutsi y hutu, que ya había provocado a menudo matanzas inter-étnicas en Ruanda y Burundi, fue el causante del genocidio. 
A mediados de los 1990s, un gobierno ruandés lleno de radicales hutu habría organizado y planificado la eliminación física sistemática de la étnia tutsi del país (genocidio). 
El 6 de abril de 1994 se dio el disparo de salida y cerca de un millón de tutsis (la mayor parte de la población de esta etnia habitante en Ruanda) fueron vilmente masacrados a machetazos en una orgía de sangre que duró 100 días.
El derramamiento de sangre fue detenido gracias a la providencial y exitosa intervención del FPR que entró triunfalmente en Kigali el día 6 de julio y formó un nuevo gobierno de reconciliación el 19 de julio de 1994, compuesto de hutus y tutsis. 
Los genocidas huyeron mezclados entre los más de dos millones de hutus no-genocidas para instalarse en los campos de refugiados del Este del Congo y organizar la resistencia contra el FPR. 
Para prevenir futuros ataques, las tropas del FRP habrían invadido el Congo en persecución de los genocidas y “persuadido” a los refugiados del gigantesco campo de Goma a desalojarlo en unas semanas. 
El dictador Mobutu depuesto y un gobierno con garantías democráticas instalado en la recién denominada República Democratica del Congo para el bien de los congoleños. 
El FPR de Kagame representaría el triunfo final de la cordura de los valores occidentales frente a la persistente irracionalidad tribal centroafricana.

La historia no contada


https://lareviewofbooks.org/article/anjan-sundaram-meets-the-world/

Malas noticias para Kagame y compañía


Malas noticias (Bad news: Last Journalists in a Dictatorship) es un libro importante que hará añicos cualquier atisbo de credulidad que alguien aún tuviera en el régimen de Kagame. 

El joven periodista y escritor Anjan Sundaram detalla cómo sus estudiantes terminan aplastados por el sistema, ya sea sucumbiendo a sus mensajes orwelianos o entre rejas. 

Uno se convierte en propagandista del presidente, otro, que se hace pasar por su amigo, resulta haberse convertido en espía y soplón del gobierno. 

Una estudiante fue condenada a 17 años de cárcel después de que los fiscales la acusaran de insinuar que los ruandeses estaban descontentos con sus gobernantes. 

El libro termina con una lista de periodistas agredidos, deportados, obligados a huir, encarcelados, secuestrados, asesinados o desaparecidos después de criticar el gobierno de Kagame. Ocupa 12 páginas detallar todos los casos aunque Sundaram admite que no es exhaustiva.


Anjan Sundaram: 

Lo que quiero hacer es contar las historias. Llegué a Ruanda en 2009 con el encargo de una fundación internacional para enseñar periodismo a jóvenes ruandeses, trabajo que quería compaginar con la redacción final de Stringer, mi primer libro. Estuve en Ruanda desde 2009 a 2013. Ninguno de mis alumnos está practicando como periodista en la actualidad. 

Uno de mis estudiantes fue muerto a tiros el día en que criticó al gobierno. Dos de mis alumnas fueron apresadas y condenadas a 17 años, por “insultar” a Kagame. Otros dos de mis estudiantes huyeron a Europa temiendo por sus vidas. 

Otros se unieron equipo de propaganda del presidente o simplemente se retiraron del periodismo. Uno de ellos se volvió loco.

"No se puede prestar atención a lo que te muestran, pero hay que escuchar a los que guardan silencio. Es necesario mirar de manera diferente en una dictadura, es necesario pensar acerca de cómo escuchar a las personas que viven con miedo " 

“La gente quiere creerse la historia de Ruanda, la de un exitoso país que ha resurgido de las cenizas del genocidio. 
Y así es fácil olvidar que la mayor parte de la información que tenemos sobre el país proviene de una sola fuente: el gobierno de Ruanda. Y es un gobierno muy represivo.” 

“Cuando llegué en Ruanda en 2009 era en gran medida ajeno a la magnitud de la represión y el control. Sabía acerca de los crímenes de guerra de las fuerzas de Kagame en el Congo pero había leído gran parte de las mismas noticias positivas que todo el mundo lee sobre Ruanda. 
No había leído casi nada que me hablara de las historias de los muchos periodistas y políticos y académicos y figuras militares que habían huido del país o habían sido sacrificados debido a que se habían opuesto al presidente. Estas historias son simplemente suprimidas. Estas personas se olvidan.” 

“Espero que mi libro hará que sea más incómodo para los gobiernos extranjeros mentir acerca de lo que saben y obligarlos a hablar más abiertamente acerca de los costes para la población que este apoyo implica." 

Demasiadas cosas a pasar por alto

Para aceptar el modelo estándar de la versión “oficial” hay que pasar por alto que el gobierno del general Habyarimana, en el poder desde 1973, había trabajado para una reconciliación nacional entre hutus y tutsis a pesar de las matanza de 350.000 hutus en el vecino Burundi en 1972. 

Estos datos son confirmados por Amnistía Internacional, que en 1990 consideraba satisfactorio el respeto de los derechos humanos en el país. 


También es preciso pasar por alto que el 1 de octubre de 1990, seis batallones y 2.400 militares de la APR/FPR -apoyados militar y logísticamente por Uganda- invadieron el norte de Ruanda. 
Entre los invasores estaba el comandante en jefe del Ejército y Ministro de Defensa de Uganda, Fred Rwigyema (que resultó muerto durante la invasión), atacaron a los guardias de frontera de Ruanda y avanzaron unos 70 kilómetros en el interior del país causando innumerables víctimas entre la población civil. 
El 4 de octubre, las tropas invasoras estaban a 70 kilómetros de la capital, Kigali.
Tampoco se debería prestar demasiada atención a la labor terrorista de hostigamiento permanente desde 1990 a 1994 de las fuerzas “rebeldes” del FPR en la fértil zona norte de Ruanda con multitud asesinatos “selectivos” de políticos y funcionarios ruandeses aderezadas con matanzas indiscriminadas de hutus y la consiguiente erradicación de centenares de miles de campesinos hutus obligados a huir de la zona en busca de refugio (campos de desplazados internos alrededor de Kigali).
El director de estas operaciones era el principal líder del FPR, Paul Kagame. Amigo y compañero de armas de Musebeni, fue general del ejército ugandés y director de inteligencia militar de Uganda en los 1980s (en esta etapa preparatoria como asesino en serie se ganó el cariñoso apodo de “el Carnicero”), y con formación militar en EEUU.

Ruanda reaccionó con dificultad frente a las experimentadas tropas invasoras de Uganda con un pequeño ejército que no había entrado en combate desde 1969.
La invasión no implicó ninguna amonestación o supresión de la ayuda por parte de EEUU en contraste a su reacción frente a la invasión de Kuwait sólo dos meses antes. 
La invasión se reconvirtió en “guerra civil” mediante una burdo cambio de uniformes, pasando el FPR a presentarse como el “rebelde” aunque legítimo y patriótico invasor.
También deberíamos dejar de lado el extraño interés de los EEUU en un pobre y pequeño país como Ruanda. 
Pero resulta que Paul Kagame estaba entrenando en Fort Leavenworth, Kansas, en el marco del programa de Educación y Entrenamiento Militar Internacional conocido como IMET. De hecho, la mayoría del personal militar de Uganda enviado a los EEUU a través del programa IMET se convertirían en comandantes del FPR. 
El programa IMET y una versión del mismo conocida como Enhanced-IMET, se utilizó para preparar a las tropas ruandesas de Kagame para la invasión de Zaire a partir de 1996. 

Tampoco debería resultar relevante que tras el fin de la guerra fría y tras sucesivas tandas de ajustes estructurales, el régimen cleptocrático de Mobutu en el Zaire se estuviera tambaleando y que los EEUU se estaban preparando para impedir cualquier tipo de transición que amenazara con la nacionalización de los inmensamente ricos recursos del país.

Tampoco deberíamos prestar demasiada atención al derribo con misiles del avión en el que viajaban los presidentes de Ruanda y Burundi, de vuelta de una conferencia de paz (ni por supuesto a quienes fueron los responsables). Ni tampoco a la fecha del atentado, el 6 de abril de 1994, exactamente el mismo día en que el FPR inició el ataque final para tomar el poder en Ruanda.
Habría que dejar de lado que el último censo de la población del estado de Ruanda para el año 1991 daba una cifra total de población tutsi de 590.000. 
Aunque indudablemente la población aumentó entre 1991 y 1994, no es posible que las 800.000 víctimas de los 100 días del genocidio fueran en su gran mayoría tutsis y unos pocos humus moderados que trataban de protegerlos.

La historia empieza ha ser contada


Joaquim Vallmajó (Carta de Junio 1993): 

"Madame Silvie Kinigi (tutsi en el gobierno de Burundi) quiere influenciar las comisiones de encuesta internacionales, como los Ba-Tutsi en el poder han hecho siempre en anteriores ocasiones. Cada vez a lo largo de la historia, ha sido el ejército Tutsi el que ha empezado y provocado las matanzas, y cada vez los muertos habían sido mayoritariamente hutus. 

Cómo siempre Madame Silvie Kinigi quiere hacer pasar frente en la Comunidad Internacional la tesis Tutsi de que “son los Hutu los que empiezan y los Tutsi sólo se defienden

Josep Mª Bonet: "las cartas que llevamos no son sólo cartas que envía Quim a la familia y amigos, son también una crónica que cuenta, día a día, lo que pasa en Ruanda, y que no es lo mismo que nos han contado los ganadores del conflicto. Estas cartas han servido como pruebas documentales en la causa de justicia abierta en la Audiencia Nacional para investigar el asesinato de Quim, la Flors Cirera y otros siete ciudadanos españoles en Ruanda y la República Democrática del Congo.”
Keith Harmon Snow:Según un correo electrónico desde una organización de derechos humanos ruandesa en Bélgica, escrito en kinyarwanda y presuntamente filtrado en 2010, son objetivos extranjeros para los servicios diplomàticos ruanadeses: Robin Philpo; C. Peter Erlinder; Keith Harmon Snow; Jordi Palou-Loverdos; Peter Verlinden; Pierre Péan; Charles Onana; Filip Reyntjens; Luc de Temmerman." 

Keith Harmon Snow: https://www.youtube.com/watch?v=GF0Z_OEkuuE
A pesar del sistemático terror, asesinato, secuestro y desaparición de los testigos que puedan cuestionar la distorsionada versión oficial que presentaba como nobles liberadores a los verdaderos genocidas, la verdad sobre lo sucedido empieza a salir a la luz. 

Faustin Kayumba Nyamwasa, general del FPR que desertó del bando de Kagame cuando era embajador en la India, y lo implica en el derribo del avión presidencial, sufrió un intento de asesinato en Sud-áfrica en 2010.


Patrick Karegeya, coronel ex jefe de la inteligencia exterior del FPR que apareció en un documental de la BBC (Rwanda's Untold Story) afirmando que pretendía testimoniar frente al juez la participación de Paul Kagame en el asesinato del presidente Habyarimana, fue estrangulado el 31 de diciembre de 2013 en su habitación de hotel en Johannesburgo.

Emile Gafarita, uno de los tres miembros del FPR que transportaron de Uganda a Kigali los misiles que derribaron el avión del presidente Habyarimana fue secuestrado en Nairobi el 13 de noviembre de 2014 y desde entonces no se sabe nada de él. 

Ambos estaban a punto de testimoniar frente a los jueces Trevidic y Poux que investigan el ataque del 6 de abril de 1994 al avión que mató al presidente Habyarimana y que fue el detonante de las matanzas en Ruanda.


Aloys Ruyenzi, un teniente del FPR ex-guardaespaldas de Paul Kagame, en la clandestinidad en Francia, afirma que asistió a una reunión con su jefe una semana antes de que el avión fue derribado donde se preparó el ataque.

Paul Kagame personalmente ordenó el derribo del avión del presidente Juvenal Habyarimana. Me sorprendió cuando le oí negarlo. Me quedé sorprendido por igual Radio Ruanda y algunos medios internacionales maniobraron para absolverlo de ese acto. Quiero dejar en claro como el cristal, que asistí a la última reunión en la que se fraguó el plan. 
Yo estaba allí físicamente e incluso conozco los nombres de los que lanzaron los misiles. Yo estaba trabajando con ellos en la unidad del alto mando. Se trata de teniente Frank Nziza y capitán Eric Hakizimana. 
No lo se de oídas; yo estaba presente cuando la reunión se llevó a cabo. Fue el 31 de marzo de 1994 entre las 14:30 a.m. y las 3.30 p.m. Quien presidía la reunión era el general de división Paul Kagame, y los siguientes oficiales estuvieron presentes: coronel Kayumba Nyamwasa, coronel Théoneste Lizinde, teniente coronel James Kabare, mayor Jacob Tumwine, el capitán Charles Karamba. Escuché como P. Kagame pedía al coronel Lizinde que informara sobre sus investigaciones y vi al coronel Lizinde entregando a Paul Kagame un mapa del lugar seleccionado para abatir el avión, etc. “ 

“Durante el tiempo que el APR estaba luchando contra los llamados "infiltrados" en el norte de Ruanda en Ruhengeri y Gisenyi, muchos civiles hutus desarmados fueron asesinados en lo que parecía una verdadera limpieza étnica”

“Los agentes de inteligencia no llevan a cabo labores de inteligencia militar ordinaria. En realidad se trata de un equipo de criminales que fue creado por Kagame para sus propios fines. Su única misión es matar oponentes y otros elementos no deseados”.
“El general Kagame tiene muy mal carácter…No tolera ninguna voz discrepante… Trabajé con él durante mucho tiempo… Una vez que uno de sus más cercanos allegados le comunica que eres sospechoso de deslealtad, esto es suficiente para justificar tu muerte”. 

”Kagame puede pasar un mes entero sin sonreír. Se puede pasar la noche en vela abusando de las personas y tratándolas violentamente. Nadie se libra. Cualquier persona convocada en su casa se pone a temblar de inmediato con excepción de sus secuaces más allegados como general de división James Kabare. Otros oficiales, incluso con el grado de coronel, como Ndugutse, pueden ser maltratados a discreción. 
Es una persona sedienta de sangre. Cuando trabajé con él, se iba muy temprano en la mañana para visitar los lugares de detención de DMI para supervisar algún asesinato. 
Recuerdo una vez en Muhura cuando estábamos luchando para capturar Kigali, él personalmente acudió manejando una ametralladora antiaérea AAC 12,7 mm montada en un jeep de su escolta y masacró a una multitud en un pacífico mercado de campesinos. Fue en 1994. 
Luego ordenó a sus soldados que utilizaran todas las armas disponibles y bombardearan el mercado. Es muy triste ver a un líder involucrarse en tal masacre mientras ríe de forma sarcástica. Las pocas veces en que se le ve sonreír es cuando está matando u observando las personas que acaba de matar.”

” Paul Kagame supervisa el más mínimo detalle de todo lo que sucede en el ejército. Incluso sigue las conversaciones entre los soldados en patrullas militares en sus radios walkie-talkie. 
Cada mañana, convoca a su oficial de radiocomunicaciones y lee todos los mensajes de operaciones y de rutina del ejército, para asegurarse de que no se pierde nada. Suele cortocircuitar a sus comandantes dando órdenes directas a los comandantes de campo, sin pasar por la cadena de mando. 
Con esto quiero hacer hincapié en que no hay nada que Kagame pueda pretender ignorar respecto a lo que hacen sus subordinados. 
Nada puede tener lugar dentro de APR sin su conocimiento.
 Aparte de incidentes muy aislados llevados a cabo por delincuentes de poca monta, todas las atrocidades cometidas por el ejército en las áreas operativas son sancionadas por él. 
Los oficiales detenidos por los denominados “errores operacionales” son detenidos porque no matan de la manera que él quiere. No están en prisión por matar a civiles sino por no ocultar sus cadáveres. Para él esto si que es un crimen. 
El oficial que se espabila para matar al máximo y borrar todas las pruebas seguramente será promovido” 

.”Paul Kagame gestiona el ejército de Ruanda como si fuera su propia milicia. El ejército al completo se ha convertido en su red privada de inteligencia. 
Cuando oficialmente existen cinco oficiales de inteligencia, se puede estar seguro de que hay otros veinte encubiertos. 
No hay una cadena de mando clara en la red de inteligencia, todo el mundo espía a todo el mundo y los informes siempre son a Paul Kagame en persona. Kagame es una persona muy precavida. 
Se ha rodeado de una tupida red de delincuentes siempre dispuestos a llevar a cabo cualquier misión sucia que Kagame les asigna. Estos sicarios son tan letales que nadie se atreve a huir del país ya que pueden ser rastreados en cualquier lugar y eliminados. Kagame no teme a nadie. 
No le importa incluso su salud. Se acuesta a las 2.30 a.m y se despierta a las 4.00 a.m. Él hace lo que quiere, cuando quiere. Es muy terco y arrogante. Él no duda en llamar estúpidos a su entorno porque piensa que él es el más inteligente. No confía en nadie y es muy impredecible.” 

“Paul Kagame ordenó en numerosas ocasiones matar la mayor cantidad posible de civiles. Esto se llevó a cabo en Byumba, Ruhengeri y en otros lugares, y mucho antes de que tuviera lugar el genocidio tutsi. 
Digo esto porque algunas personas piensan que el EPR mató en represalia después del genocidio. Incluso durante el genocidio, he visto y oído en varias ocasiones al general de división Paul Kagame, dando órdenes para matar a civiles, especialmente en Mutara, Byumba y Kibungo. Kagame disfrutaba de las matanzas como un aficionado al fútbol viendo un partido de fútbol y animando a su equipo. 
A veces, utiliza incluso su escolta de selectos operativos del DMI para matar a civiles.” 

“Antes de que se fraguase el plan para deshacerse de Juvenal Habyarimana ya habían tenido lugar reuniones para preparar el asalto final a Kigali. Este era el objetivo cualquiera que fuera el resultado de las negociaciones de paz. 
En ese momento, yo estaba actuando como oficial de información puesto que el titular, teniente Silas Udahemuka (el hombre fuerte del FPR en Kigali), se había visto envuelto en un accidente. Al ocupar este cargo pude asistir a todas las reuniones del alto mando. 
En una de las reuniones, Paul Kagame ordenó que se atrajera a los civiles para una concentración pública para repartir suministros de ayuda alimentaria con el fin de rodearlos y abatirlos. Y esto sucedió en la forma en que se había planeado. La realidad es que los asesinatos en masa de personas se llevaron a cabo bajo sus órdenes directas.” 

“Además, Kagame tenía un odio especial contra los religiosos. Cada vez que comandantes locales detenían a religiosos siempre preguntaban a Kagame qué hacer. 
Invariablemente ordenaba a su asesinato. Incluso estoy al tanto de las conversaciones que tuvo con el teniente coronel Fred Ibingira antes de que varios obispos fueran asesinados en Kabgayi. Incidentes similares ocurrieron en Rwesero. 
El pelotón de ejecución se llevó a los sacerdotes a Karushya para matarlos.” 

“Desencadenando del genocidio tutsi yo estaba a cargo de la recogida y análisis de información de nuestras fuentes dentro de Ruanda. Todos los informes confirmaban unánimemente que los tutsi serían masacrados si la guerra se reanudaba. 
Cualquier pretexto sería suficiente para dar comienzo a la matanza. Al general de división Paul Kagame no le importaban en absoluto estas amenazas. 
Kagame solía decir que los tutsis viviendo en el interior de Ruanda eran oportunistas y elementos reaccionarios que se habían negado a exiliarse. Su muerte no le concernía.” 

“Si Dios quiere, voy a, conjuntamente con otros colegas, compilar un informe completo sobre la limpieza étnica que fue ordenada por Kagame. A veces, lo hizo personalmente. 
Lo vi personalmente dar instrucciones para la excavación de fosas comunes para los cadáveres de personas que habían sido masacradas en Byumba, Muhura y Murambi. 
Más tarde, se ordenó desenterrar los restos para llevarlos a los centros de incineración en Gabiro, Nasho, Masaka, Nyungwe, Kami, cuarteles militares de Gitarama y Mukamira. 
A veces, los detenidos eran conducidos en camiones directamente a los crematorios para ser ejecutados en el acto”. 

“La negativa a rescatar a los tutsis en 1994. No puedo olvidar el dolor que infligió en general Kagame a los ruandeses de su misma etnia tutsi. Algunos incluso fueron asesinados por orden suya. Otros quedaron deliberadamente a merced de los Interahamwe. Se aseguró de que nadie fuera a su rescate.”
En febrero de 2008, el juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu dictó 40 órdenes de arresto internacional por delito de genocidio en Ruanda y la República Democrática del Congo contra otros tantos militares que ocupan altos cargos en el actual Gobierno. Entre los muertos, nueve españoles: seis misiones y tres miembros de Médicos del Mundo.
La respuesta de Kagame a este enjuiciamiento fue un ataque directo al juez Fernando Andreu enviando un amenazador escrito al juzgado en el que califica a Andreu de "racista y negacionista" y en el que llega a afirmar que el juez "comparte la causa" y "se adhiere a los argumentos" de los responsables del genocidio sobre los tutsi.

Jordi Palou Loverdos : 

Desde finales de los años noventa un número de personalidades, víctimas y familiares de víctimas españolas, ruandesas y congolesas, organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales y algunas instituciones públicas -englobadas en la organización Forum Internacional por la Verdad y la Justicia en el África de los Grandes Lagos- concertaron recursos, energías y voluntades para iniciar un proceso internacional de investigación de destacados crímenes internacionales producidos en Ruanda y la República Democrática del Congo entre el mes de octubre de 1990 y el mes de julio de 2002 (inicio de la competencia temporal de la Corte Penal Internacional), crímenes que no eran objeto de investigación por ninguna instancia jurisdiccional internacional ni nacional. 

Después de años de recogida de información, documentación y testigos, todas ellas presentaron en el año 2005 querella ante los Tribunales españoles en aplicación del principio de justicia universal. 

Después de años de investigación formal los tribunales españoles dictaron el pasado 6 de febrero de 2008 Auto de Procesamiento y órdenes de arresto internacional contra 40 altos cargos de la actual cúpula político-militar de Ruanda por crímenes internacionales de genocidio, crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra, entre otros, presuntamente cometidos en el período antes señalado en los territorios de Ruanda y la República Democrática del Congo. 

En dicha resolución se pone de manifiesto que el tribunal ha recibido numerosas pruebas testificales, documentales y periciales en relación a presuntos crímenes destacados cometidos por la APR/FPR en Ruanda y la República Democrática del Congo entre 1990 y el año 2000. principalmente. 

Gracias a dicha investigación se ha podido conocer la estricta y piramidal cadena de mando de la APR/FPR – con el Presidente Paul Kagame a la cabeza- como responsable de tres grandes bloques de crímenes, fuertemente vinculados entre sí: 

a) los sufridos por 9 víctimas españolas, 9 misioneros y cooperantes –que asistían prioritariamente a la población local y fueron en todos los casos testigos incómodos de las matanzas producidas contra la población hutu en ambos países-; 

b) los cometidos contra ruandeses y congoleses –ya sean crímenes selectivos contra diversos líderes o los masivos y sistemáticos contra centenares de miles de civiles-; y 

c) los crímenes de pillaje de guerra de recursos naturales -a gran escala y de forma sistemática-, en especial de minerales valiosos y estratégicos”.

JUZGADO CENTRAL DE INSTRUCCIÓN Nº 4 AUDIENCIA NACIONAL 
SUMARIO 3 / 2.008 -- D


A U T O 
En Madrid, a seis de febrero del año dos mil ocho. Dada cuenta; y a tenor de los siguientes
I. H E C H O S.
PRIMERO.-
De lo actuado hasta el día de la fecha se desprenden indicios racionales y fundados de que, a partir del mes de Octubre del año 1990, un grupo de estructura político-militar, fuertemente armado y organizado, inició una serie de actividades de carácter criminal, comenzando a realizarlas desde Uganda en el territorio de Ruanda.
En sus primeros cuatro años desarrolló diferentes acciones organizadas y sistemáticas tendentes a la eliminación de población civil, tanto a través del inicio de las hostilidades bélicas frente al ejército Ruandés como en la realización de actos terroristas de distinta magnitud e intensidad ejecutadas en el territorio de Ruanda, fundamentalmente en su zona norte y centro, y todo ello bajo un mando estructurado, estable, estratégicamente organizado y fuertemente organizado.
Una vez que obtuvo, mediante la violencia, el poder, y desde el mismo, creó y desarrollo un régimen de terror y una estructura criminal paralela al Estado dedicada, bajo un designio planificado y preestablecido, al secuestro, a la tortura, a la violación de mujeres y niñas, a la realización de actividades terroristas (tanto directos como bajo la simulación de su autoría por sus enemigos), al encarcelamiento de miles de ciudadanos sin proceso judicial alguno, al asesinato selectivo de personas, a la destrucción y eliminación sistemática de cadáveres mediante su hacinamiento en fosas comunes sin identificación, incineración masiva de los cuerpos o precipitación de cuerpos a lagos y ríos, a los ataques indiscriminados a la población civil basándose en su preselección étnica pretendiendo la eliminación de la etnia mayoritaria, e incluso mediante la realización de acciones de carácter bélico realizadas tanto en Ruanda como en el país vecino del Zaire ( actual República Democrática del Congo), produciendo masacres indiscriminadas y sistemáticas de población allí refugiada y actos de pillaje a gran escala de cara a procurarse una autofinanciación de tales actividades criminales, además del enriquecimiento ilícito de los cabecillas.
SEGUNDO.-
Así, tal y como se recoge en el escrito de querella que dio origen a este procedimiento, con anterioridad a la década de los años 1990, muchos ruandeses de la etnia tutsi, principalmente hijos de refugiados que se hallaban en Uganda, fueron formados militarmente en la National Resistance Army (NRA). Muchos de ellos llegaron a ocupar altas graduaciones en el NRA y apoyaron en el año 1986 a que dicha organización obtuviera el poder y la presidencia del país por parte de su líder Museveni. Desde esta plataforma y con el inicial apoyo militar, logístico y financiero del gobierno de Uganda, un numeroso grupo de extremistas tutsis rwandeses con base en Uganda constituyen el Front Patriotique Rwandais (F.P.R.), y ello a fin de obtener tres objetivos:
a) Eliminar el mayor número de personas de la etnia hutu, predominante en su país de origen.
b) Conseguir el poder por la fuerza
c) Constituir una alianza estratégica de la etnia tutsi, en compañía de otros aliados occidentales, para aterrorizar primero a la población de Ruanda y posteriormente a toda la de la zona de los Grandes Lagos, a fin de aumentar su área de poder, control e influencia e invadir la zona del Zaire, apropiándose de sus riquísimos recursos naturales.
De esta forma se constituye el grupo de estructura político militar citado, constituido por el aparato militar por el llamado Arme Patriotique Rwandiase (A.P.R.), siendo su brazo político el Front Patriotique Rwuandais (F.P.R.).
TERCERO.-
El día 1º de Octubre de 1.990, cerca de 3.000 militantes del A.P.R./F.P.R. entrenados militarmente, disciplinados y bien equipados atraviesan organizadamente la frontera ugandesa, invadiendo gran parte del nordeste de Ruanda. En los primeros treinta días se llega a invadir gran parte del norte de Ruanda, llegándose a unos 100 kilómetros de su capital, Kigali, eliminándose ya desde este primer momento a un importante número de civiles, y propiciando una enorme oleada de desplazamientos internos de población perseguida.
Dentro del propio A.P.R. se clasificaron a sus integrantes, tutsis, en función de cinco categorías, según su origen, correspondiendo: -
Categoría 1ª: procedentes de Uganda (los mejor considerados) – 
Categoría 2ª: procedentes de Tanzania. – 
Categoría 3ª: procedentes de Burundi. – 
Categoría 4ª: procedentes de Zaire. – 
Categoría 5ª: procedentes de Ruanda (los menos considerados)
CUARTO.-
Entre los meses de Noviembre de 1.990 a julio del año 1.991, el A.P.R./F.P.R. cambia de estrategia, replegándose a Uganda, desde donde procede a realizar ataques y atentados terroristas organizados, a los que denomina “hit and run Op.” (operaciones relámpago).
En esta época se constituye un grupo paralelo al aparato militar del A.P.R./F.P.R., formado por militares seleccionados que crean la denominada Directorate Military Intelligence (D.M.I.), unidad que si bien oficialmente aparecía como encargada de la inteligencia militar, en realidad se ocuparía de la planificación, organización y ejecución de crímenes sistemáticos ideados por el Alto Estado Mayor (High Command), y ejecutados por los Intelligence Officers (I.O.) y sus Intelligence Staffs (I.S.).
La D.M.I. constituía, por ello, una red paralela a la jerarquía oficial pero que impregnaba en secreto a dicha jerarquía, con el fin de hacer operativas misiones especiales con gran rapidez y efectividad, y sin pasar por la cadena de mando regular. Como más adelante se expondrá, se han recopilado pruebas que indican numerosos crímenes planificados por la D.M.I. en las zonas del norte de Ruanda, especialmente en Kiyombe, Muvumba, Cymba, Kivube, Butaru o Nkana, crímenes destinados a realizar operaciones de eliminación sistemática de personas de la etnia hutu, intelectuales y dirigentes hutu, testigos molestos, oponentes al A.P.R./F.P.R. y a los religiosos y misioneros considerados como colaboradores de los hutus.
QUINTO.-
De nuevo, y entre los meses de julio de 1.991 y agosto de 1.993, el A.P.R./F.P.R. cambia de estrategia y prioriza el ataque abierto a las localidades, a fin de controlarlas definitivamente, realizándose entonces verdaderas masacres de la población civil, fundamentalmente, como se verá, en la región de Umutara, localidades de Muvumba, Kiyombre y Mukarange, así como en Ngarama, Mukingo, Kinigi, Kigombe, Matura o Kirambo. Como se desprende de lo actuado, en dichas localidades la población civil fue planificadamente diezmada a través de ataques sistemáticos. En la mayoría de los casos los cadáveres fueron incinerados. Los campos de desplazados también fueron objeto de ataques, incluso mediante el uso de armamento pesado como morteros 120 mm., el “Katiuska” (lanza proyectil múltiple de 107 mm.) y otro armamento pesado de 23 mm., 37 mm. Y 14,4 mm. De forma paralela a esta estrategia de ataques abiertos, se seguían realizando ataques de carácter terrorista a fin de atemorizar a la población y de mostrar la fuerza de que se disponía.
Iniciadas las negociaciones de paz de Arusha, y a fin de hacer ver su posición de fuerza de cara a las mismas, el A.P.R./F.P.R. crea secretamente un grupo al que denomina “Commando Network”, cuyos objetivos y fines se detallarán más adelante. Además, se realizan operaciones singulares, como el ataque a la localidad de Byumba el 5 de junio de 1.992, atacándose indiscriminadamente a la población, sin respetar el acuerdo de cese de hostilidades existente. En febrero de 1.993 el A.P.R./F.P.R. inicia una masacre sistemática de población civil en la localidad de Byumba y sus alrededores, y en las mismas fechas se producen ataques indiscriminados a la población civil de Ruhengeri. Fruto de tales ataques se calcula fueron masacrados más de 40.000 personas, huyendo más de un millón de personas. Entre el 7 y el 10 de marzo de 1.993, el APR/FPR se dedicó de forma intensiva a enterrar y quemar los cadáveres de la población civil masacrada en las regiones controladas por dicha organización.
SEXTO.-
A parte de las operaciones militares abiertas y de otro tipo de ataques planificados, selectivos y sistemáticos, desde julio de 1.991 a septiembre de 1.992 se registraron al menos 45 atentados terroristas dispersos por todo el territorio. Una segunda campaña de actos terroristas se realizó entre marzo y mayo de 1.993 la mayoría de ellos en mercados, sedes de correos, minibuses, taxis, hoteles o bares, y ello a fin de ocasionar el mayor daño posible en la población civil. Por su parte, el M.R.N.D., el partido al que pertenecía el entonces presidente, Juvenal Habyarimana, creó sus propias milicias, que después se conocerían como “interahamwe”, las cuales realizaron numerosos ataques a la población tutsi del país. La creación de tales milicias fue aprovechada por el APR/FPR para sembrar el caos y la confusión, encargándose al “Commando Network” la producción de numerosos atentados que luego serían estratégicamente atribuidos a los “interahamwe”.
De esta forma, el APR/FPR, a través del “Commando Network” y otra células de la inteligencia militar, realizó atentados selectivos contra la vida de determinados líderes intelectuales hutus, con el fin de eliminarlos de la vida social, provocar el terror e ir comprobando la reacción de la población civil (que a su vez producía matanzas reactivas) en aras a un ataque a mayor escala, como se produjo con el atentado contra el avión presidencial en el mes de abril de 1.994.
Dos líderes paradigmáticos fueron asesinados: el 8 de mayo de 1.993, justo antes de la firma de los acuerdos de paz de Arusha, fue asesinado Emmanuelle Gapyisi, dirigente del “Mouvement Democratique Républicain” –MDR (partido opositor al del presidente Habyarimana) y líder del Forum por la Paz y la Democracia. El atentado se produjo por un grupo de cuatro personas distribuidas en dos motocicletas, cubiertas por otras dos personas a bordo de un turismo. Fueron recogidos 6 casquillos, además del proyectil encontrado en el cuerpo de la víctima, siendo del calibre 9 mm. Con la mención “Israel Military Industries”, de fabricación de 1964, procedente de adquisiciones anteriores realizadas por el ejército ugandés, proveedor de armas y de munición para el APR/FPR.
Asimismo, Felicien Gatabaci (fundador y presidente del Partido Socialdemócrata) fue asesinado el 21 de febrero de 1994, cuando sobre las 22:45 horas salía de asistir a una reunión política en el Hotel Meridien de Kigali y al aproximarse en coche a su domicilio. Estos dos líderes políticos habían rechazado abiertamente una alianza de sus respectivos partidos con el APR en las negociaciones de paz de Arusha.
Igualmente, se produjeron los asesinatos de Martín Bucyana (presidente de la CDR), el 22 de febrero de 1.994, y el de Fidele Rwambuka (miembro del Comité Nacional del MRND), en la noche del 25 al 26 de agosto de 1.993.
Las masacres y ataques a las personas de etnia tutsi se producían indefectiblemente después de cada asesinato de algún lider hutu o de los ataques a la población hutu del norte de Ruanda.
SÉPTIMO.-
Entre agosto de 1.993 y marzo de 1.994, el APR/FPR se dispone a planificar el último asalto al poder por la fuerza. A partir de la firma de los Acuerdos de Paz de Arusha (Tanzania), el 4 de agosto de 1.993, el APR/FPR paralizó sus acciones abiertas. En aplicación de tales acuerdos, el APR instala su 3er Batallón en la capital, Kigali, estando el mismo compuesto por 600 efectivos y que, según los Acuerdos, tendría como misión la protección de personalidades políticas del FPR.
El APR aprovechó este periodo de tregua para aprovisionarse del material de guerra necesario para afrontar el combate final, llegando a esconder bajo tierra, en excavaciones realizadas al efecto hasta 500 toneladas de armas, material que fue transportado en camiones remolque desde Uganda, y depositado en una colina lindante con la frontera ruandesa, desde donde era recogido y escondido en diversos lugares por militares del APR/FPR, y ello antes de la llegada de los observadores internacionales y de la MINUAR.
Este periodo se utiliza, asimismo, para organizar la entrada de fondos económicos, completar el entrenamiento y formación de los militares, el reconocimiento del terreno y forma de avance de los batallones, infiltrarse en organizaciones políticas y en el grupo “interahamwe”. Y también se seguían realizando asesinatos selectivos de líderes hutus, y así los ataques a las localidades de Cyeru, Nyamugali y Kidaho en la noche del 17 al 18 de Noviembre de 1.993, o a las poblaciones en Gisenyi y de Ruhengeri el 8 de febrero de 1.994. El 21 de febrero de 1.994 es asesinado el ministro Felicien Gatabazi por elementos del APR.
El 14 de marzo de 1.994 se produce una reunión de los miembros del Hight Command, y de comandantes de batallón y unidades del APR en Mulindi, sede del APR/FPR, ordenándose la ”limpieza” o “gukubura” de todo elemento hutu de las regiones de Byumba, Umutara y Kibumgo a las unidades Karama Trining Wing, al Coronel Kayumba Nyamwasa y al Coronel Mugambage.
OCTAVO.-
A fin de iniciar el asalto definitivo al poder, y para crear una situación de conflicto civil, se producen distintas reuniones en Kabale, más tarde en Mbarara y posteriormente en Bobo-Dioulasso (Burkina Faso), entre los altos mandos y dirigentes del APR/FPR, todas ellas dirigidas a la preparación de un atentado con el que terminar con la vida del Presidente Juvenal Habyarimana, siendo la última de ellas la celebrada en Mulindi el 31 de marzo de 1.994, a las 14:30 horas. Asistirían a la misma el General Paul Kagame, el Coronel Kayumba Nyamwasa, el Coronel Theoneste Lizinde, el Teniente Coronel James Karabere, el Mayor Jacob Tumwine y el Capitán Charles Karamba. En dicha reunión se ultimas los detalles del atentado contra el avión presidencial, como la determinación del lugar desde donde lanzar los misiles tierra/aire y la composición del comando que ejecutara el atentado.
Al día siguiente, 1 de abril de 1994, desde el Hight Command se da la orden de cambiar todos los códigos y frecuencias de radio militares HF y VHF, sustituyéndose por nuevos códigos.
El día 5 de abril de 1994, el presidente de la República de Ruanda, Juvenal Habyarimana realizó un viaje relámpago al Zaire, reuniéndose con el Presidente Mobutu, quien le aconsejó introducir en el gobierno ruandés a miembros del FPR.
Al día siguiente, 6 de abril, y tras asistir a una reunión regional, el avión presidencial, en el que viajaban, -por la delegación ruandesa, el Presidente Juvenal Habyarimana, el General Mayor Deogratias Nsabimana, el embajador Juvenal Renazo, el Coronel Eli Sagatwa, el doctor Emmanuel Akingeneye y el Mayor Thadee Bagaragaza -por la delegación burundesa, el Presidente CYprien Ntaryamira, el secretario Bernard Ciza y el Ministro Cyariaque Simbizi - y por la tripulación francesa, el Coronel Jean Pierre Minaberry, el mayor Jack Heraud y el Sargento Mayor Jean Marie Perine abandona el aeropuerto de Dar-es-Salaam, siendo las 18:30 h., de forma que sobre las 20:20 horas el avión presidencia, un Falcon-50, inicia las maniobras de aproximación al aeropuerto de Kigali.
Contra el mismo, y desde la colina de Masaka se lanzan dos misiles de precisión SA 16 o IGLA, impactando el primero parcialmente en el aparato, mientras que el segundo produce un impacto certero en el mismo, provocando la caída del avión y la muerte instantánea de todos los ocupantes del mismo.
Dicho atentado es objeto de procedimiento judicial, desde el 27 de marzo de 1.998, por las autoridades judiciales francesas. Entre otros, en informe del Relator Especial de la Comisión de Derechos Humanos en Rwanda, E/CN.4/1995/7 de 28 de junio de 1994 y el informe A/49/508,S/1994/1157, de 13 de octubre de 1.994 concluyen que dicho atentado presidencia desató la prosecución de la guerra y de los crímenes de genocidio, que se iniciaron esa misma noche del 6 de abril de 1.994, señalando en particular: “el ataque del avión del 6 de abril, en el cual perdieron la vida el Presidente de la República Ruandesa, Juvenal Habyarimana, el Presidente de la República de Burundi, Cyprien Ntaryamira, varias personas de sus séquitos y la tripulación del avión, parece haber sido la causa inmediata de los acontecimientos dolorosos y dramáticos que vive actualmente Ruanda ... la muerte del presidente Habyarimana fue la chispa que provocó la explosión e inició las matanzas de civiles”
NOVENO.-
Desde ese momento, desde el Alto Mando Militar, aul Kagame y James Kabarere habrían dado las órdenes oportunas para que se atacase a las Forces Armés Rwandaises (FAR) y así, en una operación planificada de antemano, como inicio de la fase final de toma del poder, aún a sabiendas que sus misiones no iban a impedir la previsible masacre de personas tutsis que no habían abandonado el país en 1959 y que previsiblemente iban a ser asesinadas en los próximos días, especialmente concentrados en las zonas de Kibuye, Gikongoro, Gitarama, Bugeresa y Kibungo, máxime después de las reacciones violentas que sucedían a los ataques terroristas provocados por el APR/FPR en los dos años anteriores especialmente.
A partir de este momento de desarrollan las matanzas planificadas anticipadamente, huyendo cientos de miles de personas a los países vecinos, especialmente a través de las fronteras de Cyangugu y Gisenyi, con dirección al Zaire.
Como más adelante se expondrá, testigos con importantes cargos políticos y administrativos refieren la existencia de informes en los que se recogen la matanza, por parte del APR/FPR, de más de 30.000 personas de etnia hutu, en tan solo dos meses, en tres Prefecturas del país; o la realización de listas nominativas y detalladas de concretamente 104.800 personas asesinadas por al APR/FPR desde su toma del poder por la fuerza en julio de 1.995 hasta julio de 1.995, de un total de 312.726 personas asesinadas de forma selectiva y deliberada de las que se tenía conocimiento, pero no de forma tan exhaustiva, y según el siguiente detalle: Kigali capital: 19.331 personas Kigali rural: 37.410 personas Gitarama: 39.912 personas Butare: 33.433 personas Gikongoro: 17.545 personas Cyangugu: 16.360 personas Kibuye: 23.775 personas Gisenyi: 3.100 personas Ruhengeri: 8.750 personas Byumba: 73.365 personas Kibumgo: 39.745 personas
Del mismo modo, se detallaban las 173 fosas comunes repartidas por todo el país, así como diferentes métodos de desaparición de cadáveres, como incineración tras su transporte en camiones a lugares de prohibido acceso para miembros de la MINUAR o de las ONG u observadores internacionales de Derechos Humanos, así como el lanzamiento de los cuerpos a los ríos, etc.
Para tomar el poder, a través del corredor que tendría como origen la localidad de Kisaro, siguiendo por Buyoga, Muynaza, Mugambazi, Rutungo, Kabuye, Gizozi y Kinyinya, las fuerzas del APR/FPR, principalmente el Alpha Batallion, dirigido por el Coronel Sam Kaka, el Bravo Batallion, bajo las órdenes del Coronel William Bagir y la Military Police, dirigida por el Teniente Coronel Agustín Gashayija masacraron a la población civil, en concreto en las localidades de Munyanza, Kinyanza, Rutongo y Kibuye, siendo así que el Coronel Charles Ngoga habría recibido órdenes expresas del Alto Mando para impedir la huida de la población que se encontraba desplazada en el campo de Nyacyonga, por lo que se disparó contra la misma con armas pesadas posicionadas en el monte Jali, produciendo miles de muertos civiles.
Se realizaron operaciones sistemáticas de limpieza de población hutu, dejando vacías numerosas localidades. Los cadáveres fueron quemados o enterrados en los campos de Bigogwe, Mukamira y otros muchos traslados en camiones hasta las fosas comunes o crematorias en la Foret de Gishwati. Se calcula que sólo en Masaka, entre julio de 1.994 a los primeros meses de 1.995 se asesinó a más de 50.000 personas, y con el fin de proceder a la incineración de los cadáveres, los Tenientes Coroneles Jackson Rwahama Mutabazi y Karake Karenzi habrían enviados dos veces por semana camiones llenos de barriles de gasolina.
En este periodo se producen masacres sistemáticas en Ndera, Gabiro, Rwinkwavu, Nasho, Kidaho, Nkumba y Ruhengeri. Entre abril y junio de 1.994, militares del FPR pertenecientes a la Gabbiro Trining Wing, engañando a la población civil bajo la promesa de ofrecerles alimentos, asistencia y vestidos, se trasladaba a numerosa población al Parque Nacional de Akagera, para ser allí masacrados a metralleta, lanzándose sus cuerpos a grandes agujeros excavados en tierra con maquinaria pesada.
El auto continúa a lo largo de 182 páginas.
TERCERO.- Aplicando dichas tesis al caso, de lo actuado existen indicios racionales y fundados de que los máximos responsables de la organización político/militar, Front Patriotique Rwandaise (F.P.R.) – Armé Patriotique Rwuandaise (A.P.R.) entre los que se encuentran los aquí procesados, han desplegado todo un abanico de metodología criminal, primero operando desde el exterior de Rwanda, desde Uganda, y posteriormente desde y en el propio territorio de Rwanda, tomando el poder por la fuerza mediante atentados terrorista estratégicos y operaciones bélicas abiertas, tomando el control absoluto de la estructura del Estado, generando a partir este momento un auténtico régimen de terror, no sólo a partir de la propia estructura dictatorial de ese Estado sino, sobre todo, a partir de un a compleja y jerárquica estructura paralela encargada de llevar a cabo horrendos crímenes contra la población civil, tanto nacional como extranjera, preseleccionada por motivos étnicos y/o políticos, culminando dicho plan criminal, so pretexto simulado de seguridad, con la invasión y conquista, por dos veces de la inmensa República Democrática del Congo, en compañía de otros grupos político-militares creados al efecto o aliados, exterminando, en esas dos fases, de forma sistemática, organizada y fuertemente jerarquizada, un número indeterminado, y que según algunas fuentes pudiera acercarse, en todo el periodo que comprenden los hechos de este proceso, a los cuatro millones de personas tanto personas, refugiadas hutus rwandesas como población civil congolesa, en su mayoría hutus congoleños, realizando un pillaje y saqueo de enormes dimensiones, sobre todo de recursos naturales valiosos, madera y minerales valiosísimos y estratégicos, creando una red criminal de explotación y saqueo de tales bienes, lo que le permite mantener el poder y dominación geoestratégica en la zona, autofinanciar sus guerras, enriquecerse individualmente y como grupo, y proseguir, extender y especializar su plan criminal de exterminio y dominación.
Resulta evidente que en el estrecho marco procesal en que nos encontramos no se recogen todos los hechos que, desde 1.990 y hasta la actualidad, han sucedido en Ruanda, enfocándose respecto de aquellos hechos que nunca han sido ni han podido hasta la fecha ser objeto de persecución penal, por cuanto el Tribunal Penal Internacional para Rwanda vendría a ser el marco más adecuado para el enjuiciamiento de los hechos ocurridos durante 1.994 y especialmente del tremendo exterminio sufrido por los rwandeses de la etnia tutsi, tan criminalmente deplorable como los hechos aquí enjuiciados, como lo es el hecho de que el presente procedimiento aún no se encuentra cerrado, habiéndose
Al final se dictan cargos contra los principales acusados
3º.- Kayumba Nyamwasa, General Mayor. En la actualidad ocuparía el cargo de Embajador de Rwanda en la India.
En virtud de lo actuado, se desprenden indicios racionales y fundados de su participación en los siguientes hechos criminales:
1.- Sería directo responsable de las masacres cometidas, por orden directa suya o de sus subordinados directos, como el Teniente Coronel Jackson Rwahama Mutabazi, el Coronel Dan Munyuza o el Capitán Joseph Nzabamwita entre otros.
2.- Bajo sus órdenes se procedió al secuestro y posterior asesinato del sacerdote español JOAQUIM VALLMAJO, así como de otros religiosos rwandeses hutus en la zona de Byumba a finales de abril de 1.994.
3.- Habría decidido, ordenado y supervisado el asesinato de los tres miembros de MEDICOS DEL MUNDO españoles, Mª Flors Sirera Fortuna, Manuel Madrazo Osuna y Luis Valtueña Gallego.
4.- Máximo responsable de las operaciones llevadas a cabo por el APR entre finales de 1.996 y principios de 1.997 en el noreste de Rwanda, entre ellas las masacres en la región de Ruhengeri, y de las producidas en Gisenyi y Cyangugu, en Nyakinama o Mukingo.
5.- Planificaría las acciones encargadas de ejecutar a los Intelligence Officers, en especial de los ataques selectivos y terroristas a personas.
6.- Planifica y organiza misiones militares, como la de ocultar armas y municiones en depósitos bsajo tierra de cara al asalto final al poder.
7.- Sería responsable de ataques sistemáticos y planificados de población predeterminada o reunida al efecto, de desapariciones, de ejecuciones extrajudiciales sumarias y otras operativas similares, destacando las realizadas en Munyanza, Kiyanza, Rutongo, Kabuye y, sobre todo, la que se denominó “auténtica carnicería” en el Campo de Nyacyonga.
8.- El día 23 de abril de 1.994, habría coordinado la operación militar en el estadio de Byumba, reagrupando a unos 2.500 refugiados, rwnadeses de etnia hutu, para proceder a su masacre mediante el lanzamiento, primero de granadas y, después, abrir fuego con fusiles automáticos indiscriminadamente.
9.- Como Jefe de la D.M.I., organizaría y ejecutaría atentados terroristas contra enemigos del régimen.
1º.- PAUL KAGAME, General Mayor. Presidente de la República de Rwanda. Jefe de Estado y Comandante en Jefe del Ejército Rwandés – Rwandan Defence Forces / RDF -“Fuerzas Rwandesas de Defensa” (FDR) antes llamadas APR (Ejército Patriótico Rwandés).
De lo actuado se desprenderían indicios para imputarle su participación en los delitos comprendidos en los apartados A), B), C), D, E) y F) del apartado anterior.

Así pues Kagame, la flamante Proxy del gran capital monopolista globalizado, empezó el genocidio. Cuando los hutus empezaron a matar a tutsis, el siguió adelante con la guerra durante los tres meses que duraron las matanzas oponiéndose a aceptar cualquier cese el fuego o tregua. Entre el millón de muertos seguramente habría que contar más hutus que tutsis y lo que es seguro es que el número de víctimas de Kagame es seguramente superior a las víctimas atribuibles a los hutus. 
La historia de que Kagame detuvo el genocidio es pues la inversa a la realidad. Él empezó el genocidio y en ningún momento lo detuvo puesto que una vez en el poder el Ruanda siguió masacrando hutus y preparando la invasión del Zaire donde continuaría con las masacres aún a mayor escala. 
Kagame junto con sus valedores los Gates, los Clinton y los Blair, en representación de los intereses de las grandes corporaciones monopolistas transnacionales, son los únicos responsables del genocidio ruandés y del genocidio congoleño. 
Links:
Artículo contra los “negacionistas” del genocidio 
http://www.otromundoesposible.net/la-politica-del-negacionismo-el-extrano-caso-de-ruanda/
Robin Philpot's book Ça ne s’est pas passé comme ça à Kigali. 
http://www.taylor-report.com/Rwanda_1994/index.php?id=ch1
'Blood Minerals' in the Kivu Provinces of the Democratic Republic of the Congo 
http://www.raceandhistory.com/historicalviews/2007/2106.html

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