El imperialismo tiene distintas facetas, la más conocida sin duda es la bélica.
El potencial armamentista estadounidense es inmenso, sin embargo tiene sus límites, tanto financieros como culturales. Estados Unidos y sus aliados no pueden organizar intervenciones armadas a gran escala en cada uno de los países donde encuentran resistencia a su dominio geopolítico, por ende han desarrollado instrumentos de injerencia menos costosos y más sutiles.
Desde su fundación la propaganda estadounidense se ha encargado de crear un aura de santidad alrededor del gobierno, la sociedad y el estilo de vida estadounidense.
Este país se ve a sí mismo como la culminación de la civilización occidental y de la historia humana; intenta esparcir los valores y costumbres que han convertido a este país en la superpotencia dominante (a discutir). Por obvios motivos sabemos que esto es simple propaganda y retórica colonial.
El American Way of Life no puede exportarse al mundo entero, en primer lugar porque ese estilo de vida depende de la sobreexplotación continua de los recursos, la creación de una mano de obra empobrecida y la sumisión de pueblos en todo el mundo.
El Estilo de vida estadounidense está reservado para una clase social privilegiada dentro de occidente; entiéndase occidente como la América anglosajona, Europa, Japón, los países insulares de Oceanía (Australia y nueva Zelanda) y para las altas burguesías reinantes en todas las naciones del planeta.
Sin embargo para esta élite es imperativo que la humanidad crea ciegamente en el sueño americano, el cual se expresa a través de la exportación de la democracia, libertad y justicia “a la americana”.
Desde la disolución de la Unión Soviética los países occidentales han modificado sus estrategias intervencionistas.
Anteriormente su trabajo propagandístico era realizado por medio de sus servicios de inteligencia, infiltrándose y reclutando a ciudadanos, políticos, intelectuales, prensa y militares extranjeros que se oponían a los gobiernos y facciones antagónicas a los intereses de Washington y a sus aliados.
Por lo general esto desembocaba en cambio de regímenes a través de procesos electorales fraudulentos, clientelismo político, golpes de estado “suaves” y militares/policiales, terrorismo, magnicidios, guerra civil y contrarrevoluciones.
Tarde o temprano estos eventos salieron a la luz pública, lo que provocó una reacción en la sociedad civil y en diversos organismos internacionales que condenaron duramente las políticas y la violencia de la guerra cultural occidental y de su consecuente fase armada en el resto del mundo.
Sumado a esto hay que mencionar el cambio del modelo económico dentro del modo de producción capitalista; con la emergencia neoliberal el protagonismo del sector privado en la guerra ideológica gubernamental aumentó radicalmente, hasta el punto en que los gobiernos se han puesto al servicio del poder financiero que se ha fundido con los estados creando una plutocracia empresarial, militarista y supranacional la cual adoptó los ideales estadounidenses para facilitar su expansión global, creando nuevos mercados y extinguiendo las soberanías nacionales.
El Papel de las organizaciones no gubernamentales (ONG) es fundamental en la nueva ofensiva propagandística de los poderes hegemónicos.
Al no ser parte del estado (convencional) y por no buscar en apariencia fines lucrativos, éstas son percibidas como una respuesta para solucionar los problemas que aquejan al mundo; mediadoras entre la ciudadanía y el gobierno.
Sin embargo, el tradicional estado republicano burgués dejó de ser desde hace décadas un espacio relativamente libre de intereses privados y se ha transformado por completo en la sede del poder corporativo; en esencia han logrado la meta que los padres fundadores de EEUU se propusieron hace poco más de dos siglos.
Las ONGs son el mecanismo predilecto de manipulación social que busca cambiar la percepción pública con respecto a las actividades de las empresas y los gobiernos que las patrocinan, llegando incluso a incidir directamente y de manera violenta en los procesos políticos y económicos de distintos países.
La caridad secularizada al servicio de los grandes capitales está íntimamente ligada con la historia de los Estados Unidos y de sus élites gubernamentales y empresariales.
Las fundaciones y las ONG han sido el brazo filantrópico de occidente, una filantropía basada en el control de las masas y el aprovechamiento de la opinión pública como arma para contrarrestar a sus enemigos, gobiernos y personajes críticos a las políticas injerencistas estadounidenses.
Podemos considerar que la primera fase del “altruismo” capitalista comienza a finales del siglo XIX con el ascenso de los “Robber Barons” a la cúspide del poder económico estadounidense.
La “aristocracia americana” (oligarquía) logró hacerse del poder a partir del monopolio de diversos sectores, como el financiero-bancario e industrial comúnmente conocidos en la jerga anglosajona como trusts.
El primero de los individuos que amasó una fortuna estratosférica, fue John Jacob Astor, un inmigrante alemán convertido en multimillonario (el primero en el continente americano) a partir de su monopolio del cuero a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX.
A éste le siguieron sujetos que incurrieron en un sin fin de delitos con tal amasar fortunas y poder.
Individuos como el banquero J.P. Morgan, el ferrocarrilero Cornelius Vanderbilt o el Media Mogul (Magnate de los medios de comunicación) William Randolph Hearst (padre del amarillismo) se hicieron de un poder nunca antes visto sobre la faz de la tierra, tejiendo redes de poder más allá de las fronteras estadounidenses, controlando las materias primas, la industria de trasformación, el transporte, los medios y por ende el gobierno de Estados Unidos y de muchos otros países.
Sin embargo, tres familias se distinguen por haber adaptado la falsa caridad cristiana en una herramienta secular para lavar su imagen, deducir impuestos, acrecentar sus ganancias y controlar a pueblos y gobiernos:
Los Rockefeller, Ford y Carnegie, “The Big Three” 1 padrinos del filantrocapitalismo, un mecanismo de ese viejo imperialismo hoy conocido como globalización.
Una de las fundaciones estadounidenses más poderosas, añejas y oscuras es, sin duda, la creada por los Rockefeller, dinastía que ha estado en la cima del poder económico desde hace 150 años.
La obscena riqueza de esta familia se originó a mediados del siglo XIX a partir del monopolio energético que convirtió a su fundador John Davison Rockefeller en el hombre más rico del mundo; Rockefeller sería conocido como el “Mercader de la Iluminación”, ya que su gasolina alimentaba todas las lámparas y la calefacción de los Estados Unidos, por lo que su poder ilimitado se basó en el control imprudencial y lucrativo de una necesidad básica 2.
A comienzos del siglo pasado, el patriarca familiar y su petrolera Standard Oil se inmiscuyeron en innumerables actos criminales como la represión de los trabajadores, la eliminación de la competencia, la evasión fiscal y el despojo de territorios ricos en yacimientos petrolíferos; para desgracia del clan, la Standard Oil se enfrentó con una facción del gobierno estadounidense que deseaba una tajada de su fortuna.
El 15 de mayo de 1911 la Suprema Corte de Justicia ordenó la división del Trust petrolero por su competencia desleal; la compañía fue fraccionada en 34 empresas menores; algunas sobreviven y se han convertido en monstruos similares a la Standard: Exxon y Mobil.
A pesar del desmembramiento del imperio Rockefeller, estos siguieron siendo accionistas y enriqueciéndose con las nuevas empresas cuyos actos ilegales no se detuvieron, por lo que se vieron obligados a lavar su imagen pública a través de obras caritativas coordinadas por una fundación establecida en 1913, la cual se involucró en campos como la educación, la medicina y la agricultura, y por supuesto, la propaganda, la cual ha ejercido desde su concepción una fuerte carga de darwinismo social enfocado en la guerra contra las masas camuflada como paliativo para disminuir la pobreza.
Sin embargo, la verdadera personalidad de John D. no pudo ocultarse tras su velo caritativo.
Tan solo un año después de la creación de su fundación Rockefeller se vio inmiscuido en una acto represivo durante una huelga en una mina de carbón en Ludlow, Colorado, que cobró la vida de unas 25 personas, incluyendo los hijos y esposas de los mineros.
Posteriormente todos los trabajadores de la zona se levantaron en armas contra Washington, a pesar de que su lucha fue aplastada y el gobierno acabó favoreciendo a Rockefeller 3.
Este hecho sería un reflejo y parteaguas de todo lo ocurrido durante el siglo XX y a comienzos del XXI en todas las latitudes.
Una década antes Rockefeller ya había ordenado reprimir a sus trabajadores; en Cripple Creek, en el mismo estado de Colorado (en 1903), asesinando a 41 mineros por órdenes del gran patrón 4. Al sur de la frontera en Cananea, Sonora una huelga similar había estallado en una mina de cobre ocho años antes de los hechos de Ludlow.
El resultado fue el mismo, mineros asesinados, esta vez a manos de tropas federales mexicanas, rangers y rompehuelgas estadounidenses como los agentes de la firma Pinkerton (agencia a menudo utilizada por Rockefeller, Ford y Carnegie).
Curiosamente uno de los inversionistas de la Cananea Consolidated Copper Company era Mr. Rockefeller 5.
A la par del establecimiento de su Fundación Laura Spellman Rockefeller, los Rockefeller convirtieron a Chicago en su centro de operaciones, ciudad que a la postre se convirtió en el epicentro del neoclasicismo económico mundial (conocido hoy en día como neoliberalismo) con el surgimiento de los Chicago Boys.
La fundación Rockefeller estuvo íntimamente ligada con la difusión del nuevo modelo económico que desplazó al modelo del estado de bienestar capitalista que comulgaba con el gobierno, al cual John D. detestaba después de su derrota judicial que lo obligó a fraccionar su compañía 6.
Instituciones privadas como la Fundación Rockefeller serían el remplazo del viejo estado capitalista asistencialista creado a partir del New Deal.
Además de su imparable cabildeo, la fundación Rockefeller se especializó y se convirtió en modelo primigenio del propagandismo privado de las políticas estadounidenses patrocinando investigaciones en universidades estadounidenses como Chicago, Princeton, Stanford y Yale enfocadas en tácticas de shock, guerra mediática, mercadotecnia, persuasión social y monitoreo durante la posguerra de la primera guerra mundial con lo cual buscaron crear una opinión favorable para la entrada de los EUA en una futura e inminente segunda gran contienda mundial 7.
En 1919 la Rockefeller creó en la Universidad de Stanford la Hoover Institution, en honor del republicano que pronto se convirtió en presidente de Estados Unidos, Herbert Hoover (1929-1933).
Esta intuición se dedicó a recolectar documentos del último periodo zarista en Rusia, de la revolución de 1917 y sobre el comunismo en general con el afán de demonizar todo lo concerniente al marxismo y el ateísmo.
Con el paso de los años se transformó en un Think Tank, un centro de estudios político-propagandísticos cuyo única meta fue la lucha contra la Unión Soviética la cual se había creado tan solo dos años antes de la institución y de todos los países socialistas-comunistas-no alineados del orbe 8.
La Rockefeller no se limitó a moldear a las instituciones de educación superior según sus necesidades. Los fondos de la fundación también fueron destinados a escuelas de maestros a través del General Education Board (Junta General de Educación), la cual ideó un plan de estudios que excluía la filosofía, el latín, el griego, la literatura clásica y lengua inglesa de la educación básica pública estadounidense.
Este programa fue aplicado en una de las escuelas de maestros más popular del país, la Columbia Teachers College, donde cada año se graduaban un tercio de los directores de las escuelas de EEUU. Esta reforma educativa intento adiestrar a los alumnos en un “estilo de vida ideal” en el que podrían
“hacer de una manera perfecta las cosas que su padres hacían de una manera imperfecta, en los hogares, en las tiendas y en las granjas” 9.
Debido al éxito de estas operaciones el modelo fue utilizado en Latinoamérica donde los Rockefeller tenían intereses empresariales.
A comienzos de la década de los cuarenta, poco antes del ingreso de EUA en la segunda guerra mundial se creó The American Social Surveys (junto con el empresario George Gallup), otra entidad “no lucrativa” que recibía donaciones de la fundación Rockefeller y del gobierno estadounidense para medir y estudiar el sentir popular latinoamericano frente a los intereses y la injerencia estadounidense 10; Estados Unidos quería evitar a toda costa experiencias traumáticas como la expropiación petrolera cardenista mexicana en 1938 y estos mecanismos funcionaron a la perfección para detectar y aplastar a tiempo a los movimientos sociales opuestos a sus ambiciones colonialistas.
A partir de 1931 la Fundación Rockefeller con apoyo del gobierno de EEUU se expandió a Europa.
Instituciones como la Escuela Práctica de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, la London School of Economics y la Deutsche Hochschule fur Politik de Berlín sirvieron para captar a estudiantes e investigadores que promovieran los intereses de la Standard Oil y del gobierno de EEUU, entre ellos, la guerra contra el comunismo y el sindicalismo 11, muchas veces sin saber que los fondos de sus instituciones eran inyectados por el gobierno estadounidense.
Intelectuales franceses de la talla del antropólogo Claude Lévi-Strauss o los historiadores Lucien Febvre y Francois Furet recibieron fondos para sus proyectos e investigaciones.
Al otro lado del Canal de la Mancha, en Reino Unido, la fundación captó y se convirtió en mecenas del filósofo Raymond Aron y del economista Fredrich Von Hayek, el padre del neoliberalismo que posteriormente fue empleado en la Universidad de Chicago con ayuda de sus patrones los Rockefeller 12.
La fundación ofrecía becas para estudiar en universidades al otro lado del Atlántico a cambio de convertirse en analistas de la situación política europea, concretamente contra el avance del comunismo 13.
Con la creación de la CIA, después de la guerra, occidente tendría a todo un ejército de acérrimos anticomunistas educados por el bolsillo de los Rockefeller a su servicio que incluso utilizaron su pantalla académica para visitar la Unión Soviética en numerosas ocasiones y así elaborar reportes sobre la situación social en el país, especialmente la relación psicológica entre el pueblo y el estado comunista; esto se repetiría en décadas posteriores en otros países comunistas y no alineados como Cuba, India y Egipto 14.
A diferencia de David Rockefeller quien hizo su fortuna a través de la naciente industria petrolera, Henry Ford se enriqueció desmedidamente gracias a otro sector emergente a finales del siglo XIX, los automóviles.
Ford convirtió un extraño y novedoso artefacto solo digno de la clase pudiente en una necesidad para la clase media estadounidense.
Ford fue un anticomunista y antisemita que comulgó con las ideas del nacionalsocialismo alemán, incluso Hitler lo consideró un aliado y una influencia para el Tercer Reich, gobierno que fue auspiciado por Ford y su imperio automotriz.
Su fundación fue creada en 1936 y desde ese momento estuvo ligada íntimamente con la agenda del gobierno estadounidense.
“Todo lo que hace la fundación es asegurarse de que el mundo sea un lugar seguro para el capitalismo” McGeorge Bundy, ex presidente de la fundación Ford 15.
En la década de los treinta los dos tycoons en cuestión (Ford y Rockefeller) comenzaron a inyectar grandes cantidades de dinero al Council of Foreign Relations, una organización creada en 1921 especializada en dictaminar la política exterior de los Estados Unidos, específicamente para satisfacer los intereses de las grandes corporaciones, además de patrocinar a grupos afines a las estrategias injerencistas de Washington en el extranjero 16.
En la Posguerra de la IIGM, también crearían la Corporación Rand (Research and Development Corporation) otro organismo “no lucrativo” enfocado en la ofensiva ideológica y armamentista estadounidense por medio de la investigación científica, mercadotécnica y propagandística que marcó la pauta para los futuros Think Tanks que vincularon al sector privado con el gubernamental; estos organismos fueron la vanguardia cultural estadounidense durante la Guerra Fría.
Al igual que la Fundación Rockefeller, la Ford destinó enormes sumas de dinero a centros de estudio como la Freie Universität Berlin (Universidad Libre de Berlín), creada y auspiciada por la fundación en Berlín Occidental para contrarrestar la influencia comunista de la Universidad Humboldt en el lado oriental.
La Ford también donó millones de dólares a otras universidades e instituciones educativas y científicas de Europa como Cambridge, Oxford y la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN); en Francia se enfocó en subvencionar las ciencias sociales al patrocinar a la Casa de la Ciencias Sociales del Hombre en la que participó el historiador Fernand Braudel, miembro emblemático de la Escuela de Annales 17.
En los años cincuenta la Fundación Ford (F.F.) era indistinguible de la Agencia Central de Inteligencia; fue precisamente a comienzos de aquella década cuando la F.F. se expandió globalmente con la creación del Congreso para la Libertad Cultural (Congress for Cultural Freedom) el cual se enfocó en la lucha cultural contra el comunismo mundial.
Un gran número de pensadores conservadores, liberales y socialdemócratas desfiló por el congreso; algunos de sus miembros más destacados fueron filósofos como James Burnham, Arthur Schlesinger, Bertrand Russell, Sidney Hook, Raymond Aron y hasta dramaturgos de la talla de Tennessee Williams, los cuales se enfrascaron en una lucha contra la intelectualidad socialista-comunista 18.
Finalmente nos encontramos con Andrew Carnegie, otro legendario multimillonario estadounidense de origen escoces que se enriqueció gracias a su monopolio acerero.
Carnegie se mantuvo en la línea del darwinismo social y el malthusianismo de Ford y Rockefeller.
En 1910 Carnegie creó el Fondo Carnegie para la Paz Internacional (Carnegie Endowment for International Peace), fundación que en sus inicios buscó frenar la carrera armamentista que pocos años después llevó al mundo a la Gran Guerra; además de su fundación, Carnegie propuso y financió la creación de la Corte Penal Internacional en la Haya, Países Bajos y la Universidad Carnegie Mellon.
La Fundación Carnegie también participó en la Creación de Council of Foreign Relations, por lo que poco a poco se fue alejando de los principios antibelicistas y aislacionistas de su fundador, fallecido en 1919 19.
En 1930 la Carnegie creó el National Advisory Council on Radio in Education (NACRE), organismo cuya labor sería alinear a los intelectuales y maestros estadounidenses en los intereses privados de las dos mayores radiodifusoras del país, la NBC y la CBS, que a su vez eran las promotoras comerciales de los Carnegie, Rockefeller y Ford.
25 años después 20, con el fin de la Segunda Guerra Mundial, el CFR se dedicaría enteramente a organizar la cruzada logística contra el comunismo a cargo de su presidente Allen Dulles (su hermano J.F. Dulles se hizo cargo de la Carnegie y más tarde de la fundación Rockefeller), ex director de la Oficina de Servicios Estratégicos y futuro primer director de la CIA.
El Consejo también monopolizó el estudio de los documentos oficiales militares estadounidenses de la Segunda Guerra, elaborando así la historia oficial estadounidense de aquel periodo que prevalece hasta nuestros días.
El término de la Segunda Guerra Mundial marcó la emergencia de Estados Unidos como superpotencia hegemónica junto con la Unión Soviética.
Las operaciones de las fundaciones estadounidenses se diversificaron y se integraron por completo al sistema del dominio global de Washington en su lucha contra los países comunistas y no alineados.
“Controla el petróleo y controlarás naciones; controla los alimentos y controlarás a los pueblos”
Henry Kissinger 21
Las fundaciones Ford y Rockefeller se involucraron en la salud, la agricultura y la educación, áreas fundamentales para la supervivencia y la soberanía de los pueblos.
La misión de estas y otras ONGs en la agricultura fue la introducción del modelo intensivo de monocultivos agroindustriales vinculados con la petroquímica (Standard Oil) en los países en vías de desarrollo empezando con México, nación que se convirtió en campo de experimentación de la fundación Rockefeller y paulatinamente fue forzado a abandonar sus métodos de cultivo milenarios, lo que provocó la erosión y sobrexplotación del suelo, pérdida de biodiversidad, contaminación de cuerpos de agua y mantos acuíferos y el desarraigo de los pequeños productores de sus ejidos y familias de sus hogares.
En la llamada Revolución Verde participó activamente el gobierno estadounidense encabezado por el mismo ex vicepresidente y ex secretario de agricultura estadounidense Henry Wallace, el cual se encargaba de promocionar las semillas híbridas y pesticidas que se utilizarían en los proyectos y al mismo tiempo exterminar la diversidad de las semillas a través de su monopolio 22 de semillas híbridas desarrolladas por ex empleados de la división agroindustrial de Dupont 23.
Este plan poco tuvo que ver con el altruismo, todo lo contrario.
La Rockefeller estaba haciendo lo que su fundador hizo setenta años antes con su dominio absoluto de la extracción, refinación y transporte del petróleo, pero esta vez en un sector esencial para la humanidad, la agricultura convertida en un negocio, agribusiness; hay que mencionar que las semillas utilizadas tenían dificultad para reproducirse, por ende los campesinos acababan siendo clientes de empresas como Dupont y Monsanto, ambas asociadas a los Rockefeller.
Paralelamente la CIA absorbió el modelo agroindustrial Rockefeller y lo incorporó a una nueva ONG, USAID 24, que años más tarde perfeccionó esta herramienta “altruista” de dominación, de lo cual hablaré más adelante.
Cínicamente los esfuerzos de la fundación Rockefeller por convertirse en el mayor monopolio agroindustrial fueron bautizados como “Food For Peace”, una batalla entre la agricultura tradicional y los OGM que se ha extendido hasta nuestros días25; esta misma retórica se ha utilizado en el campo bélico, en que las agresiones imperialistas ahora son conocidas como “Guerras Humanitarias”.
Para entender el rol de la Fundación Rockefeller en la agricultura y la salud es necesario regresar a la década de los veinte, en la que asociados con los Carnegie y Ford y a través de universidades como Harvard, Yale y Stanford se desarrolló lo que llamaron “Eugenesia Negativa” que buscó exterminar las “líneas de sangre indeseables” 26; en pocas palabras, se buscó el exterminio y esterilización de la población considerada inferior.
Esta idea fue llevada a la práctica en Europa con el genocidio de millones de personas durante la guerra: judíos, gitanos, comunistas, homosexuales y discapacitados; sin embargo, sus orígenes se encuentran al otro lado del Atlántico, en EUA; inspirados en el genocidio de los pueblos indígenas norteamericanos y concretamente en la obra de Lothrop Stoddard, el autor creador del concepto sub-humano, el untermensch para los alemanes 27.
Antes y durante la Segunda Guerra Mundial, en California (epicentro de la eugenesia estadounidense) se llevó a cabo la esterilización masiva de aproximadamente 60,000 personas, un programa organizado por la Universidad de California, los Carnegie y Rockefeller.
En la Costa Este estadounidense la Carnegie Institution en complicidad con los servicios sociales gubernamentales almacenaron cientos de miles de documentos de inmigrantes de “razas inferiores” que luego servirían para su localización y esterilización/deportación, poniendo especial énfasis en los judíos, griegos e italianos 28.
“Haré mi mayor esfuerzo en llevar sus teorías (de Ford) a la práctica en Alemania” Adolf Hitler.
El racismo, el clasismo y la xenofobia han estado insertos en el gobierno y la élite económica estadounidense desde el siglo XIX.
El seudocientificismo del darwinismo social y la sociobiología han servido para legitimar los abusos de la cúpula industrial y financiera occidental desde comienzos del siglo pasado, y fueron justamente los Ford y Rockefeller quienes más lo explotaron para lograr su supremacía capitalista 29.
La ideología de los altos empresarios se conjugó con la cooperación industrial de un estado que compartía sus postulados: la Alemania Nazi.
La empresa automotriz fabricó automóviles para el Tercer Reich incluso en plena guerra, mientras que la petrolera Standard Oil abasteció de petróleo a las aeronaves de la Luftwaffe; es pertinente señalar que el segundo accionista mayoritario después de la familia Rockefeller era el gigante químico-farmacéutico alemán I.G. Farben, empresa dedicada a la elaboración de un gran número de productos que iban desde combustibles de cohetes y gases venenosos (utilizados en campos de exterminio) hasta aspirinas y vacunas 30
Aquí es cuando surge el interés de la Fundación Rockefeller y de otras compañías estadounidenses como Dupont y GM en el campo agroquímico.
La amistad y admiración mutua entre Henry Ford (autor del “Judío Internacional) y Adolf Hitler (autor de “Mein Kampf”) reforzó sus lazos económicos.
La fundación Rockefeller financió la investigación eugenésica de Josef Mengele antes de que éste lo llevara a la práctica en Aushwitz.
En 1926 donó unos 4 millones de dólares al Intituto Kaiser Wilhem para la psiquiatría cuyo director sería el encargado de la represión médica sistemática gubernamental que asesinó a unas 100,000 personas en asilos, sanatorios y orfanatos en Alemania y otros países de Europa 31.
Entre los promotores de la Eugenesia y el genocidio nos encontramos con personalidades de la política, la ciencia, el arte y la cultura:
Los presidentes estadounidenses Roosvelt y Wilson, el primer Ministro británico Winston Churchill (furibundo racista, antisemita y anticomunista), Alexander Graham Bell (quien se adjudico la invención del teléfono), el novelista de Ciencia Ficción H.G. Wells y George Bernard Shaw.
¿Guerra contra la pobreza o contra los pobres?
De la mano de la Fundación Rockefeller el “Racismo Científico” también echó raíces en otras naciones del orbe a finales de los años treinta.
En el Instituto para la Genética Humana en Dinamarca (patrocinado por la fundación) se comenzó a dar un giro en las investigaciones eugenésicas; ahora ya no se hablaba de erradicar a los indeseables, sino de “erradicar la pobreza y salvar al medio ambiente” 32.
En Guatemala, entre 1945 y 1956 la Fundación Rockefeller en complicidad con la Universidad-Hospital John Hopkins y el gigante farmacéutico Bristol-Myers (hoy Bristol-Myers Squibb) infectaron a cientos de personas con enfermedades de transmisión sexual como Sífilis y Gonorrea; entre las víctimas se encontraban trabajadoras sexuales, prisioneros, militares, pacientes y niños 33.
Diez años después la Fundación Rockefeller junto con el Banco Mundial (cuyo presidente Rober McNamara se convertiría en secretario de defensa estadounidense) crearon el Population Council, un organismo enfocado en desarrollar estrategias de control demográfico en el “Tercer Mundo” cuya población crecía a un ritmo “alarmante”.
Uno de los proyectos del Consejo de la Población fue la distribución de cientos de miles de dispositivos intrauterinos que a menudo provocaban infecciones, esterilización “accidental” e incluso la muerte.
La misión del consejo también fue apoyada por la Fundación Ford y Clarence Gamble (Procter and Gamble) 34.
En 1971 las Naciones Unidas creó el Fondo de Población, auspiciado por los Rockefeller que buscó implementar medidas en la contracepción y la fertilidad en países como Brasil, Bangladesh, India, México y años más tarde en China, país que instauró su política de “un solo hijo” a partir de la ayuda de la ONU, controlada por los Rockefeller (los terrenos donde se levanta la ONU en NY fueron donados por su fundación en 1946).
En India se promovió la esterilización entre las castas más bajas; aquí nuevamente intervino la fundación Rockefeller en alianza con la primer ministro Indira Gandhi, cuyo hijo Sanjay fue envestido como el jefe de Control Poblacional Nacional; a los ciudadanos se les ofrecieron casas nuevas a cambio de aceptar la esterilización.
Este plan tuvo un éxito sin precedentes: seis millones de hombres y dos millones de mujeres fueron esterilizados 35.
En Brasil ocurrieron hechos similares: se calcula que desde finales de los setenta aproximadamente el 44% de la mujeres brasileñas entre los 14 y 55 años fueron esterilizadas, operación coordinada por fundaciones como la Rockefeller y USAID, organismo del cual hablaré en un próxima texto.
En Puerto Rico, país ocupado por EEUU desde hace un siglo y cuyos habitantes son considerados ciudadanos estadounidenses también se realizaron esterilizaciones masivas.
Se calcula que un tercio de todas las mujeres de clase trabajadora sufrieron este proceso.
Los puertorriqueños también fueron víctimas de experimentos más complejos por parte de los “médicos” de los Rockefeller.
13 pacientes del instituto Rockefeller para la Investigación Médica murieron después de que se les inyectaron células cancerígenas.
Más que eugenésico, este programa tenía tintes bélicos, en los que se buscó convertir al cáncer (inducido) en un arma letal.
El líder de esta investigación era el patólogo Cornelius Rhoads, personaje que en los años posteriores inauguró el programa de Guerra Biológica estadounidense en Fort Detrick Maryland (lugar donde se afirma fue creado el VIH) 36.
En los años setenta las multinacionales habían logrado apropiarse de agricultura a nivel mundial.
Ejércitos de agrónomos y biólogos desfilaban por las universidades estadounidenses para adiestrarse en los nuevos paradigmas de la agroindustria; dejaban de ser científicos y se convertían en tecnócratas y empleados de las grandes empresas.
Se gestó la segunda revolución de los Rockefeller, la genética, la cual se esparció por el mundo entero dominado por el libre mercado 37.
En el período interrevolucionario (entre la Revolución Verde y la genética) el campo del mundo en desarrollo se convirtió en un páramo deshabitado de monocultivos tecnificados; las economías familiares campesinas fueron destruidas y las personas abandonaron el espacio rural para emigrar a las ciudades donde eran empleados en las fábricas de las mismas multinacionales que habían destruido su antiguo modo de vida.
Inmensos cinturones de miseria se multiplicaron en los suburbios de las grandes urbes de África, Latinoamérica, India y el Sudeste Asiático emulando el proceso ocurrido en Europa durante la Revolución Industrial siglo y medio atrás.
Los últimos 30 años han marcado un hito en el imperio de las ONG, las cuales han concentrado su poder en tres grandes bloques: Derechos Humanos, Medio Ambiente y Tecnología.
El gigantismo de las grandes fundaciones ha provocado la desaparición de las ONG impedientes y la exclusión y marginación contra movimientos políticos y activistas sociales de izquierda: marxismo, anarquismo y ecologismo.
Fundaciones como la Ford y Rockefeller se centran en promocionar sus “programas placebo” y canalizar sus recursos a organizaciones satélites más pequeñas mientras combaten tras bambalinas las luchas antisistémicas.
Ejercen su poder a través de lobbies en todos los niveles de gobierno, incluso ya no es necesario comprar a funcionarios porque en su mayoría han formado parte de la inmensa red de las empresas vinculadas y propietarias de las ONGs.
En el seno gubernamental-filantrópico-empresarial se han gestado nuevas campañas como el green o pinkwashing, los cuales han convertido a las luchas por el medio ambiente o por los derechos LGBT en nuevos sectores de consumo adaptados a las políticas del mercado liberal.
Intentan crear una imagen de capitalismo amable acercándose al gran público a través de colosales campañas en los medios; sus redes han absorbido a cientos de grupos en todo el mundo que ingenuamente o por oscuros intereses se han convertido en sus títeres y por ende en secuaces de las políticas injerencistas estadounidenses.
1 “Foundations and the Enviromental Movement” Barker, Michael. Counterpunch, 13 de diciembre de 2010.
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