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sábado, 18 de marzo de 2017

Escribir en España es llorar: medios, empresas de medios y libertad de expresión

Escribir en España es llorar: medios, empresas de medios y libertad de expresión

A las periodistas y periodistas despedidos o vetados en los medios por hacer honestamente su trabajo. Señal de que no todo está perdido.
Hace un mes los jueces anularon la decisión de la Complutense de no concederme la compatibilidad. Un par de días después, Albert Rivera retiraba la querella que me puso con la evidente consecuencia de abrir telediarios en campaña electoral. 
La sanción de la universidad y la querella de Rivera fue portada de todos los diarios escritos de Madrid (y de prácticamente toda España), protagonizó telediarios, tertulias, columnas, editoriales, horas y horas de información, insultos, descalificaciones, cuestionamientos personales de todo tipo. 
El fallo contra la universidad y la retirada de la querella no salieron ni en una sola de las portadas que decidieron en su día que aquello era una gran noticia, no fue reseñado en los telediarios y las radios, de la misma manera que los programas que editorializaron con escándalo la sanción o la querella o los columnistas que me dispararon con saña no entendieron que era un buen momento para disculparse. 
La explicación al uso siempre fue: ya sabes cómo son las cosas.
Las mismas cosas que llevan a que supuestos periodistas que no faltan a sus citas en las principales cadenas se reúnan con comisarios de policía en un conciliábulo político dirigido por un Ministro del Interior del Opus Dei para sembrar falsas noticias sobre adversarios políticos. 
Y que hacen que esos periodistas pantuflos se estén sentando en el banquillo. 
No recuerdo que la Asociación de la Prensa haya dicho nada. 
La Organización Médica de España echaría a un médico que hiciera prácticas deshonestas con el juramento hipocrático. 
Pero la APM no hace lo mismo con los que prostituyen el periodismo o lo convierten en moneda de mercenarios. A lo mejor porque la APM sabe cómo son las cosas. 
Todos hemos visto amenazas en directo de políticos a periodistas. Recuerdo a Maroto con maneras mafiosas alertando al presentador en Mañanas Cuatro. El PP y el PSOE saben cómo echar a periodistas de los medios.
Es evidente que no se puede acusar de vileza a todos los periodistas. Pero el hecho de que haya héroes y heroínas en la profesión es una señal precisamente de la vileza en la que ha caído una buena parte del periodismo  en España. 
Porque para poder hacer periodismo hoy en la piel de toro hace falta un comportamiento heroíco. 
Larra regresa y, acongojado, vuelve a decir: “escribir en España es llorar”. Esa gente que se conoce como periodistas “de raza” saben que no amenaza quien quiere, sino quien puede. 
Y practicamente todas ellas -cuántas mujeres castigadas por hacer buen periodismo- han sufrido en sus carnes la pena máxima de desobeder al dueño en sus empresas de medios de comunicación.
Cada día parece más evidente que la Asociación de la Prensa de Madrid se pasó de frenada. Quizá porque la prensa vive de quien financia sus pérdidas, de la publicidad de las grandes empresas y de la publicidad oficial (entonces ¿quién tiene capacidad real de presionar?). 
Quizá porque la APM se ha hecho demasiadas fotos con Reyes, Dictadores, Presidentes, Directores Generales y muchas menos con periodistas de a pie (¡Qué bien vendría más apoyo en lugares hermanos donde se está asesinando a periodistas!) o con periodistas en lucha (Qué pena que Victoria Prego no fuera con el lazo de apoyo a los trabajadores de RTVE en su comparecencia en la cadena pública). 
Quizá por las mismas razones por las que su actual directora -mujer en un mundo depredador de hombres, lo que tiene mérito- guardó silencio durante cuarenta años sobre la explicación de Suárez de por qué no hubo referéndum monarquía-república  a la muerte del dictador. 
¿O no nos merecíamos los españoles tener esa información? Me temo que son inercias corporativas. 
Porque de lo contrario, la APM sería una asociación en defensa de los derechos de la profesión, se hubiera significado en los ERE, en la precarización, cada vez que el Redactor Jefe tergiversaba la información con un titular mentiroso, cada vez que llevaba a portada un sesgo que manipulaba la noticia, cada vez que un empresario de medios se ha fulminado a alguien con la cabeza puesta en recompensa por los poderosos. 
Y de ser así, no habrían salido tantos periodistas honestos (pienso en Juan Tortosa, Ivan Gil, Olga Rodríguez, López Agudín, Andrés Gil, Cristina Fallarás, Guillem Martínez y, por fortuna, tantísimos otros) estos días diciendo que el comunicado contra Podemos es una vergüenza. Sin por ello olvidar ni por un instante que es de radical importancia recordarle a todos los partidos -a todos- que tienen que dejar hacer su trabajo a los periodistas. No a las empresas de medios de comunicación.
No vamos a darle muchas vueltas al comunicado. 
Basta comparar lo que publicó cuando el portavoz del PP llamó “carroña” a todos los medios después del fallecimiento hepático de Rita Barberá (el mismo portavoz que le dijo en televisión a Rita Barberá que no era honesta) con el comunicado contra Podemos. De hecho, al PP ni lo menciona. Y a Podemos le acusa de algo que es delito. Victoria Prego sabe cómo son las cosas:
Comunicado sobre Podemos: 
“Considerados los testimonios y las pruebas documentales aportados por estos periodistas, la APM exige a Podemos que deje de una vez por todas la campaña sistematizada de acoso personal y en redes que viene llevando a cabo contra profesionales de distintos medios, a los que amedrenta y amenaza cuando está en desacuerdo con sus informaciones.”
Comunicado sobre el Partido Popular: 
“La APM defiende ante todo el derecho a la información de los ciudadanos y el derecho a la libertad de expresión, pilares ambos de nuestra democracia. (…) 
La APM recuerda que es responsabilidad de cada uno administrar tal libertad con respeto a los derechos de los demás, entre ellos el de la intimidad y el de la presunción de inocencia, lo cual no puede excluir la crítica a los personajes públicos (…) 
La APM recuerda que si una información es veraz, es de interés general y está debidamente contrastada, en ningún caso se debe ocultar a los ciudadanos, máxime cuando se trate de asuntos que afectan a personajes públicos.”
En Vistalegre 2 pasaron cosas esenciales para la política democrática española. Un partido nuevo salió de un áspero debate interno no solamente sin romperse, sino reforzado. 
No solo era la prueba fehaciente de que se ha roto el bipartidismo, sino la demostración de que hemos empezado a caminar por el sendero de las democracias consolidadas. 
Las primarias, más allá de los inevitables arañazos, no significan olvidar que al día siguiente sigue el trabajo político frente a los verdaderos adversarios que no pueden ser los compañeros de partido. 
En Vistalegre 2 también se ha consolidado la democracia cuando las empresas de medios de comunicación no han podido hacer con Pablo Iglesias lo que hicieron con Pedro Sánchez. 
Porque aquí está el corazón del debate con la APM.
Hay medios que confundieron su tarea de informar verazmente con la de tomar partido. 
Ni la conversión de la línea editorial en un órgano de partido ni la cercanía entre periodistas y políticos son por lo general buena cosa (lo ha recordado el director de El periódico) porque puede derivar en que esa relación de amistad se convierta en una pérdida de objetividad. En el mejor de los casos. 
Porque otra cosa es que a un día de Vistalegre, por ejemplo, alguien se invente una noticia difamando a una candidatura queriendo así participar en el debate interno de un partido. 
Porque, curiosamente, el cien por cien de las supuestas quejas de periodistas maltratados seguro que coincide con periodistas cuya posición personal coincide con la línea editorial de su medio. 
Qué casualidad. Y eso es hacer trampa. 
Por mucho que la APM diga que así son las cosas. 
Así eran durante el franquismo y lo son todavía porque aún persiste el rancio olor de la falta de democracia mezclado con la amenaza constante sobre la libertad de expresión que significa el neoliberalismo y la pérdida de derechos de los profesionales. 
Que los políticos, especialmente los que pueden de verdad amenazar, saquen sus manos de los periodistas y, como garantía, que las empresas de medios de comunicación devuelvan a los profesionales la posiblidad de hacer su trabajo al margen de los intereses de los dueños y lejos de esa inquisición cotidiana que es la precariedad laboral.
PD: Vargas Llosa, en su afán de denigrar a Podemos, se aleja de su condición de gran escritor y hace de funambulista pantuflo diciendo que los ataques de Podemos a la prensa pueden ser, incluso, peores que los de ETA. Que asesinó a periodistas. Aunque a lo mejor sale diciendo que el ABC manipuló sus opiniones. Ya sabemos cómo son las cosas.

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