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lunes, 2 de enero de 2017

El Auge del POPULISMO de los Antisistema contra el Declive de la Hipócrita DEMAGOGIA del "Establishment"

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POPULISMO contra DEMAGOGIA

El POPULISMO de los Antisistema contra la Hipócrita DEMAGOGIA del "Establishment"

POPULISMO ( Decir lo que el pueblo quiere oir, verdades como puños, aunque sea políticamente incorrecto) contra DEMAGOGIA ( Decir una cosa que queda muy bien e hipócritamente hacer la contraria con la intención de llevar al pueblo con engaños por donde se quiere)

El POPULISTA es simplista, afronta un problema cortando por la raíz. Ni mas más ni mas menos.

El DEMAGOGO solo sabe marear la perdiz. No enfrenta el problema sino que lo escamotea disfrazándolo de aquello que quieren que creamos que sea para poder ofrecernos como solución la que previamente había dispuesto.

EJEMPLO

El demagogo del bipartidismo sionista apela a tu humanidad para acoger refugiados pero te oculta que son las intervenciones humanitarias la causa del problema. De paso intenta borrar la identidad cultural de los pueblos de Europa a la vez que tirar por los suelos salarios y derechos laborales con mas oferta de mano de obra barata. 

El populista de derechas te enfrenta con la realidad de que un país en crisis no puede estar acogiendo infinitamente refugiados sin antes solventar sus problemas económicos. El populista de izquierdas además, te ofrece como solución dejar de intervenir en terceros países y ayudarlos a crecer económicamente ya que solo ésto puede frenar las oleadas de inmigrantes y refugiados.

ARMAK de ODELOT
El presidente electo, Donald Trump durante la campaña electoral.
ESPAÑA es el ÚNICO PAÍS de OCCIDENTE que se traga la ESTAFA de la CRISIS y la aplicación ( porque no hay otra) de las injustas políticas de AUSTERIDAD que solo sirven para salvar a los bancos y empresas que crearon la crisis, a costa de axfixiar a los ciudadanos con más y más impuestos y todo tipo de recortes. Cuando habría que haberlos dejado caer y haber metido a sus directivos en la cárcel como en Islandia.

No es de extrañar, que en los demás países se agarren a cualquier opción que rompa con el sistema que nos ha traido hasta aquí. Ya sea, ultranacionalista de derechas que a Izquierdas Reales que no a socialdemocracias de pega.

España es la excepción. Aquí seguimos aferrados al bipartidismo corrupto y privatizador, vasallo de SION y sus CORPORACIONES.


Trump simplemente aplica la lógica. Si las deslocalizaciones, la globalización y los Tratados Comerciales de Libre Comercio perjudican a la economía, los trabajadores y los ciudadanos en general, se da marcha atrás y punto. No se puede legislar solo en función de las corporaciones y en perjuicio de la gente.

En Europa, por culpa del euro que no se puede devaluar, con lo fácil que sería cambiar eso, se prefiere devaluar el nivel adquisitivo y salarial de la gente de los paises mas endeudados. Y se utiliza al parlamento europeo y la comisión europea para legislar en favor de los lobbys de las corporaciones y en contra del bienestar de sus ciudadanos.

Los partidos que proponen salir del euro y romper con esta UE al servicio de las corporaciones y no de los pueblos, son los que se están llevando el gato al agua. 

Esto que sirva de Aviso a navegantes y a esa izquierda, que parece un proyecto más de Soros que una izquierda real, anticapitalista y en contra de la guerra como de siempre, venía siendo.


ARMAK de ODELOT

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El desconcierto de las élites


Los que están en posiciones directivas no entienden lo que está ocurriendo. Viven en entornos cerrados que les impiden ver lo corrosiva que es la persistente desigualdad y la diferencia de oportunidades













Están pasando cosas imprevistas, también para quienes en principio disponen de los mejores instrumentos para conocer la sociedad y anticipar su posible evolución: resultados electorales desconcertantes,pérdida de referendos contra todo pronóstico, avance de fuerzas políticas reaccionarias… 

El pabellón de los desconcertados está formado por gente de variada procedencia, tanto de derechas como de izquierdas, los conservadores clásicos y los pijos progresistas, el Partido Republicano americano y los Clinton, los socialdemócratas y los democristianos europeos… 


Por lo general, los conservadores se llevan mejor con la incertidumbre y no tienen demasiadas pretensiones de formular una teoría de la sociedad, mientras las cosas funcionen. 

La izquierda suele sufrir más con la falta de claridad y tarda mucho tiempo en comprender por qué los trabajadores votan a la extrema derecha. 

De ahí el amplio debate acerca de qué debe hacer la izquierda (los liberales, los demócratas, los socialistas o los progresistas) para recuperar alguna capacidad estratégica en medio de una situación que ni comprende ni, por supuesto, controla. 

De todas maneras, puede que la distinción entre la derecha y la izquierda sea menos relevante que la diferencia entre quienes lo han entendido (Trump y Sanders) y quienes no han entendido nada (los demócratas y los republicanos clásicos).

¿Cómo se explica este desconcierto? Mi hipótesis es que tiene su origen en la fragmentación de nuestras sociedades. 

Vivimos en comunidades atravesadas por fracturas múltiples, en Estados Unidos concretamente,entre las ciudades de la costa y el interior del país, entre la población blanca y las minorías, la ética protestante del trabajo y una cultura de la abundancia y la diversión… 

Al mismo tiempo, los medios, los tradicionales y las redes sociales, han acelerado esta fragmentación de las identidades culturales y políticas; especialmente las redes sociales permiten la creación de comunidades abstractas y homogéneas en unos enclaves de opinión donde se refleja la autosegregación psíquica de las comunidades ideológicas.

Una de las consecuencias de esta ruptura es la incapacidad de entenderse unos a otros, no solamente desde el punto de vista de compartir objetivos comunes, sino también desde el meramente cognitivo: hacerse cargo de lo que les pasa a los otros, de las razones de su malestar, antes de denigrar el hecho de que no tengan soluciones verdaderas a ese malestar o se dejen seducir por ofertas políticas que no representan ninguna solución

Por un lado, ese grupo de americanos blancos, mayores, salidos de las clases medias superiores y movidos por un espíritu de resentimiento racial contra la América de las minorías que Barack Obama encarnaba, que se sienten irritados con la inmigración y el comercio internacional. 

Por otro, la secesión de una minoría civilizada que se distancia de las pulsiones populistas no tanto porque tiene una idea superior de democracia como porque no sufre las amenazas de precariedad a los más golpeados por la crisis ni comprende los temores de los de abajo. 

Las élites dirigentes no están entendiendo bien lo que ocurre en el seno de nuestras sociedades, probablemente porque ellos se encuentran en unos entornos cerrados que les impiden entender otras situaciones. 

No hay experiencias compartidas ni visión de conjunto; tan solo la comodidad privada, de una parte, y el sufrimiento invisible, de la otra. 

Quienes se han turnado en la dirección de los asuntos públicos no han entendido lo corrosivo que está resultando para la democracia una persistente desigualdad y la diferencia de oportunidades. 

Las múltiples convulsiones experimentadas por la sociedad americana (con sus equivalentes en otros lugares del mundo), desde el Tea Party hasta Trump o, en el extremo contrario, los movimientos Occupy Wall Street y el éxito ines­perado de Bernie Sanders, son los síntomas de una desafección de los americanos por una modernidad forzada, mientras que la élite y su formidable aparato de propaganda repite una y otra vez que no hay otro horizonte posible.






El desconcierto en el que vivimos tiene su origen en la fragmentación de las sociedades


Las élites argumentan que ciertas reacciones no son razonables ni ofrecen las soluciones adecuadas, y es cierto, pero eso no les exime de la responsabilidad de indagar en las causas de ese malestar y pensar que tal vez estén haciendo algo mal. 


Insistir en que la política es representativa, que la globalización ofrece muchas oportunidades y el racismo es malo, es algo que solo vale para tener razón, pero no sirve para hacerse cargo de por qué resulta tan irritante el elitismo político, qué dimensiones de la globalización representan una amenaza real para mucha gente y qué aspectos del conflicto multicultural deben resolverse con algo más que buenas intenciones.

El problema es que tampoco la gente es necesariamente más sabia que sus representantes, por lo que esa fórmula de elitismo invertido que es el populismo no soluciona nada. 

El problema de fondo es la falta de mundo común. 

Las soluciones solo se alumbrarán compartiendo experiencias, es decir, emociones y razones; si, en vez de seguir enfrentando las razones de los de arriba con las pulsiones de los de abajo, aquellos interpretan adecuadamente las irritaciones de estos, condición indispensable para que los irritados puedan confiar en las intenciones y capacidades de quienes les representan.

Daniel Innerarity es catedrático de Filosofía Política, investigador Ikerbasque en la Universidad del País Vasco y profesor invitado en la Universidad de Georgetown. Su último libro es ‘La política en tiempos de indignación’.

Juan Perón, expresidente de Argentina.
Juan Perón, expresidente de Argentina


Populismo y demagogia: enemigos de la libertad

Este post se entiende mejor si se toma como buenas las acciones que se achacan a los populistas y como demagogos a los políticos lacayos del sionismo internacional. ARMAK

Por Juan Carlos Fernández Hernández.
Si alguien me preguntara hoy, cuál o cuáles serían los principales desafíos (peligros) a los que estaríamos expuestos en un futuro, no dudaría en señalar, entre otros, a dos flagelos que parecen estar siempre, por lo menos en América Latina, sin considerarlo un determinismo histórico pero, amenazando unas veces y, otras, las más, destruyendo gradualmente el Estado Democrático por circunstancias y causas diversas. 
Estos peligros han estado, sin dudas, presentes en nuestra realidad continental desde los tiempos coloniales. Recibidos y asimilados desde la matriz de la política de la Madre Patria y, lamentablemente, aún subsisten en nuestros días.
Me atrevería a señalar al populismo y la demagogia, como dos serios problemas a los que no les hemos dado solución y que mantienen en una fragilidad permanente al Estado de Derecho en nuestro subcontinente.
Son dos hermanos que van de la mano, cuando personajes públicos inescrupulosos desean a toda costa obtener primero, y después preservar, el poder y la hegemonía política a través de la “popularidad” ante las masas, con “discursos digeribles” (entiéndase sencillos) y posteriormente “medidas populares”. 
Nuestro país, por supuesto no está, ¿cómo podría? exento de estos males. Nos azotan con rudeza y constancia hace más de cinco décadas.
Pero no está de más, tratar de hacer un acercamiento crítico a estos verdaderos “enemigos de la libertad”, como les ha llamado, insistente y muy acertadamente, el escritor y político cubano Carlos Alberto Montaner.
Descubramos, pues, sin más dilación, a las estrellas nefastas de la política latinoamericana, que tanto dañan nuestras sociedades:
El populismo
Este es un término que proviene del latín populus “pueblo” y en política se utiliza para designar corrientes de pensamiento, muchas de ellas heterogéneas, caracterizadas por su aversión a las elites económicas e intelectuales y su rechazo a las instituciones democráticas, apelando constantemente “al pueblo” como su fuente de poder.
Una vez en el poder, estas administraciones, que han sido lo mismo de derechas que de izquierdas, han ofrecido a amplísimas capas de la población, beneficios, siempre limitados, y soluciones a corto plazo que nunca han puesto en peligro el status quo vigente, así mismo jamás le han otorgado a la ciudadanía poderes reales, al contrario, gradualmente van eliminando los que hay en nombre del bienestar general del pueblo
Medidas como: la regulación excesiva de los medios masivos de difusión o la total supresión de estos, hostigamiento y encarcelación de comunicadores sociales, homogenización de la sociedad civil, son señales inequívocas para identificar a este gran manipulador.
En el plano económico, los populistas no tardan en embaucarnos en sus mayúsculos disparates, impulsando e implementando nacionalizaciones de todo cuanto se considere estratégico, planeación estatal total de la economía, sustitución de importaciones y protección de la industria local con altos aranceles a los productos extranjeros, control de todos los poderes públicos en una sola persona: legislativo, judicial y ejecutivo y por supuesto el “estado permanente de plaza sitiada” en donde todo lo interno y externo que no coincida con sus puntos de vista, es una agresión o injerencia en los asuntos internos de la nación. 
Aunque parezca exagerado decirlo, esta táctica es, hasta el día de hoy, muy efectiva. Esta última medida es primordial, siempre tiene que haber un enemigo o una conspiración lista para “despojar al pueblo de sus conquistas”, esto deja las manos libres de todo control al grupo de poder encabezado por el líder populista que “salva la situación y con ello al país”.
Las consecuencias de estas administraciones son tan evidentes como nefastas para sus respectivos países: clientelismo, corrupción, poco crecimiento económico, dependencia casi absoluta de los recursos naturales, desmembramiento casi absoluto de la sociedad civil, mafias en las más altas esferas de gobierno y un largo etcétera hartamente conocido.
Pero no menos dañina a la libertad y la democracia es la hermana gemela del populismo, que tan presente está entre nosotros, ella es:
La demagogia
Este término proviene del griego demos, pueblo y agein dirigir. Es ante todo una idea política que se fundamenta en apelar a los sentimientos, amores, odios, deseos y miedos. 
Exacerbarlos para ganarse el favor popular es su arte, en esto es inigualable.
El demagogo(a) es ante todo un maestro(a) en el arte de la oratoria y tiene la capacidad de atraer hacia sí las decisiones de los demás utilizando aparentemente razones de valía, que sin embargo, cuando son sometidas a un análisis profundo, resultan simples falacias.
¿Entonces por qué tienen tanto éxito, sobre todo en América Latina?
Existen varias características que le dan un cuerpo visible a la demagogia, entre estas, las más comunes, aunque no las únicas, son:
Omisiones: se ofrecen informaciones incompletas, excluyendo de estas objeciones y problemas, o sea, falseando la realidad sin caer directamente en la mentira.
Estadísticas fuera de contexto: consiste en utilizar datos numéricos para apoyar una idea, pero estos, fuera de contexto, no reflejan la realidad.
Demonización: identificar a un grupo o persona, con valores negativos, hasta que la sociedad los vea así.
Discurso digerible: oratoria “sencilla y fácil”, concepto maniqueo de la realidad. Ejemplo: “estás conmigo o contra mí”, “dentro de la revolución todo, fuera de la revolución nada”.
Táctica de despiste: si preguntas “A”, respondo “B”.
Estas características tienen como triste final la subordinación de la ley al capricho de una elite o una persona que instaura un régimen autoritario. 
Estas condiciones le permiten al demagogo(a) arrogarse el derecho de interpretar los intereses de todos y toda la nación. 
Esta situación va aparejada con un incremento sustancial del aparato represivo silenciando todo esbozo de disidencia que impide por un tiempo, más o menos prolongado, la toma de conciencia de la sociedad civil, la que ha sido sometida en todo ese tiempo a un minucioso proceso de “Frankeisteinstación” (unir a voluntad pedazos de partes que por naturaleza no lo están ni lo estarán) con escalpelo de cirujano enajenado pero con alta dosis de egolatría y por consiguiente baja estima por los demás. 
Con las consecuencias traumáticas que estas acciones conllevan para toda la sociedad..
Los análisis simplistas de nuestra realidad y la del mundo, asombran y espantan. 
Muchos caemos en la tentación de analizar nuestro entorno sin matices y esto puede y ha resultado fatal. 
Y para qué mencionar la complejidad que a cada paso nos rodea en nuestras vidas, es más fácil ignorarla o desvirtuarla. 
Hacerla comida fácil a la que todos acceden pensando simplistamente, es la solución de la inmediatez, que es precisamente el caldo de cultivo de estos dos males.
La alerta es para todos, porque nos han hecho pensar que pensar es aburrido. 
Pensar, analizar, buscar todos los posibles e imposibles escenarios que una situación, obra de arte, teoría o hipótesis tengan o puedan tener, es enriquecernos y enriquecer a otros.
Muchas, muchísimas cosas de la vida no deben y no pueden ser explicadas de manera simple, porque, aunque la vida es sencilla, tiene problemas muy, muy complejos,
y todos debemos entrenarnos en ellos en el día a día, leyendo lo profano y lo sagrado, lo permitido y lo prohibido, lo bello y lo no tan bello y hasta feo, escuchando lo profundo y lo banal, filosofando en la calle y ante togas ilustradas. 
Todos sabemos que hay preguntas sencillas que contienen respuestas complejas y viceversa. Lo que no debemos pretender, nadie lo ha logrado, es que todos nos entiendan. 
Eso sería sucumbir al facilismo del Top Ten de popularidad, que está separado de la demagogia y del populismo, por una línea imperceptible.
El arma del populista, que por lo general es un(a) demagogo(a), es sin dudas, la dejación por parte del ciudadano, de la libertad y responsabilidad que posee por dignidad propia, para, cómodamente al principio, que otro haga lo que le correspondía hacer a él. 
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Juan Carlos Fernández Hernández (1965). Pinar del Río.
Fue co-responsable diocesano de la Hermandad de Ayuda al Preso y sus Familiares de la Pastoral Penitenciaria de la Diócesis de Pinar del Río.

Miembro del Equipo de Trabajo de Convivencia. Animador de la sociedad civil.

Política

“Las concertinas estaban antes de Trump.

¿Las puso el populismo o la demagogia?”

Teresa Rodríguez, Antonio Maíllo, Lina Gálvez, Antonio Hurtado y José Chamizo analizan en un debate organizado por ‘La Marea’ el auge del neofascismo y posibles antídotos de izquierda.
29 diciembre 2016

“Las concertinas estaban antes de Trump. ¿Las puso el populismo o la demagogia?”
Antonio Maíllo, Teresa Rodríguez, Lina Gálvez, José Chamizo y Antonio Hurtado.

El neoliberalismo ha creado vencedores y vencidos. 
Y los vencidos han apostado por opciones neofascistas 
ante la insuficiente respuesta de la izquierda. 
No hay frontera para el capital, pero sí para las personas. 
Trump no es el inicio de ninguna ola. 
La ultraderecha lleva fermentando años en Europa. 
Estas son, básicamente, las ideas en las que han coincido todos los ponentes del debate Antídotos de izquierda contra el neofascismo, organizado por La Marea en Sevilla. En este vídeo puedes ver las principales intervenciones.
“No se están practicando políticas en clave antifascistas en los barrios”, denunció José Chamizo, exdefensor de Pueblo Andaluz, quien apeló a los políticos a llevar su discurso de izquierda a los rincones donde siguen votando al PP. 
La coordinadora de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez, reivindicó el papel del 15-M y las protestas en la calle como arma para frenar las políticas de ultraderecha. 
“Si en Francia hubiera habido 15-M Le Pen no estaría donde está”, dijo. 
En respuesta a Antonio Hurtado, diputado del PSOE por Córdoba en el Congreso, que propuso más derechos, acabar con el miedo al otro, a los musulmanes, y hacer políticas que no sean ni “demagogia ni populismo”, Rodríguez afirmó que las concertinas en España estaban antes de Trump: “¿Y quiénes las han puesto, la demagogia o el populismo?”.
Tras realizar una autocrítica sobre la izquierda pero también denunciar “el degüello” a todo lo que va en contra del establishment -en referencia a Unidos Podemos-, el coordinador general de IU en Andalucía, Antonio Maíllo, denunció las políticas de la UE con los refugiados y abogó por construir la política desde el pueblo
“España está rota socialmente”, aseguró. Maíllo también recriminó al diputado del PSOE que hubiera votado a favor de la reforma del artículo 135 de la Constitución.
Hurtado justificó que esa modificación no había afectado a la vida de las personas y reivindicó su posición como persona de izquierda por su defensa de la libertad, derechos y la justicia distributiva. “El Estado del Bienestar es posible”, aseguró. 
La defensa del 135 generó un sonoro revuelo en el espacio Tramallol, donde se celebró el acto. Numerosos asistentes desaprobaron sus palabras.
Lina Gálvez, catedrática de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad Pablo de Olavide, argumentó la necesidad de construir la democracia “derribada por el neoliberalismo” con profundos cambios culturales y económicos: 
“Porque si no, no vamos a llegar a amplias capas de la población que pueden permitir precisamente esos cambios”. 
Y como Chamizo, insistió en la necesidad de estar en los barrios y “recuperar a esas clases desposeídas”.
Las intervenciones duraron más de dos horas y varias personas del público se quejaron de los escasos minutos que tuvieron para participar. La Marea se comprometió a organizar un debate en el que los protagonistas sean los asistentes.



Monedero advierte que el sistema quiere acabar con Podemos: “Si cae Pablo, caerá todo el partido”


El cofundador de Podemos Juan Carlos Monedero ha advertido del “intento impenitente del sistema para acabar” con el partido morado y, en su opinión, es en este contexto en el que hay que entender la discrepancia en el seno de la formación durante las últimas semanas.
Además, ha avisado de que si el líder de Podemos, Pablo Iglesias, “cae”, también lo hará todo el partido. Así lo ha manifestado Monedero en un artículo de opinión publicado este lunes en el diario ’20 minutos ‘, recogido por Europa Press, que se titula precisamente así, “Si cae Iglesias, cae Podemos (y tu te jodes)”, aunque que en el texto no explica en ningún momento si con esta expresión se refiere a nadie en concreto.
Según Monedero, “en un país donde todavía nos huelen los pies en el franquismo (el Parlamento español aún no ha condenado en el pleno el golpe de estado del 18 de julio de 1936 culpable de la guerra civil), el régimen prefiere sembrar sospechas generalizadas sobre la política antes que cargar a las espaldas del bipartidismo y los socios nacionalistas las culpas de la democracia que tenemos “.
“Aquí hay que entender la discrepancia de Podemos de estos días. Con el añadido de que hemos sido tan ingenuos y tan tontos de ayudarles en esta tarea de intentar cargarse a Pablo Iglesias, responsable de haber juntado cinco millones de votos en cinco años. Si cae Iglesias, cae Podemos “, afirmó el cofundador de la formación morada.
De este modo, ha advertido que “Podemos no puede cometer el error de ser su propio verdugo” , ya que “hay un pueblo esperando” y la “alternativa” a esto es “más Rajoy”. “Es decir, más pueblo sufriendo”, apuntó.
 por el comunista

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