Páginas

jueves, 15 de diciembre de 2016

YIHAD en el HEXÁGONO FRANCÉS

YIHAD EN EL HEXÁGONO

Por Iñaki Urdanibia.
Radiografía de la creciente presencia del islamismo en el estado francés.
Cualquiera que se haya interesado por conocer aspectos relacionados con el islam y sus derivaciones guerreras se habrá tropezado, inevitablemente, con Gilles Kepel. 
No estaría mal que algunos dirigentes gubernamentales franceses le leyesen y tuvieran en cuenta sus lecciones, en vez de dedicarse a repetir una serie de grandilocuentes proclamas que, en el fondo y en la forma también, no hacen sino el juego a quienes tratan de buscar un enfrentamiento abierto en tierras europeas, según dejan ver sus belicistas manifiestos.
Recuerdo, hace unos años ya, su 
« La yihad. Expansión y declive del islamismo» (Península, 2001) en donde presentaba una puntillosa toma de pulso del fenómeno de los movimientos islámicos que tomando el Corán y la guerra santa ( yihad) como inquebrantable brújula pretendían implantar el Estado islámico. 
En tal obra planteaba como ya quedaba indicado en su propio título que tras la meteórica expansión, en la segunda mitad de los noventa comenzó el rápido declive…
Queda claro que no destaca el profesor del parisino Instituto de Estudios Políticos por sus dotes proféticas, ya que el supuesto asentamiento de la modernidad en las diferentes geografías árabes no parece asomar por ninguna esquina, pero bueno.
Ahora ve la luz un libro « El terror entre nosotros. Una historia de la yihad en Francia » (Península, 2016) en el que se muestra un panorama pormenorizado de la influencia yihadista en tierras europeas, y más en concreto en Francia. La obra avanza entrelazando varias cuestiones que en su cruce explican el peso de la presencia del yihadismo lejos de los países árabes: por una parte, están las diferentes fases que ha atravesado el islamismo, con sus cambios de estrategia, por otra, se da cuenta de cómo se han traducido dichos cambios en territorio francés, exponiéndose una periodización de cómo se han dado dichos cambios y cómo se ha expresado, de modos diferentes, el islamismo , y por último, se saca a la palestra la importancia que los conflictos en el área internacional y su interferencia en las expresiones locales de dicha corriente que se reclama del islam. 
La red que con tales componentes elabora Kepel dan cuenta cabal del fenómeno estudiado.
El periodo abarcado es el que va desde la marcha de los beurs (modo de llamar a los árabes en verlan, argot juvenil) a principios de los ochenta al brutal atentado del Bataclan el año pasado por estas fechas; tránsito que iba acompañado del dominio en dichos sectores de la sociedad de los Hermanos musulmanes a la posterior del salafismo. 
De las primeras reivindicaciones identitarias de los indígenas de la república, se pasó en años posteriores a las revueltas de la banlieue en 2005, tiempos en los que los flics patrullaban / atosigaban / provocaban a los jóvenes de tales zonas, comandados por el chulesco Sarkozy, que insultaba (racaille) y anunciaba sin recato que iban a limpiar la calle; a continuación algunos de aquellos jóvenes, hijos de la emigración argelina, y otros lugares del Magreb, fundamentalmente, comenzaron a participar en política, integrándose en las listas, fundamentalmente, de la llamada izquierda, lo cual parecía anunciar, en cierta medida una cierta asimilación con los valores republicanos; la propia victoria de Hollande era favorecida por el voto musulmán que con tal decisión mostraba, no su acuerdo con el presidenciable del PSF, sino su hartazgo con la discriminación salvaje de la derecha sarkozysta ( para los análisis electorales el autor se ha servido de la ayuda de Antoine Jardin). 
Si esto es cierto, también lo es que a niveles minoritarios seguían funcionando algunas formas de radicalidad, provocadas por la desatención de dichos guetos periféricos y el hartazgo de sus habitantes, y alimentado por ciertos discursos incendiarios que ponían el acento en aspectos comunitarios, achacando dicha falta de atención, de servicios, de trabajo a la pertenencia- originaria- de los ciudadanos ( de segunda o de tercera) a unos orígenes que no eran de pura cepa (pure souche) sino árabes y con diferencias culturales y religiosas notables. 
Tal énfasis caló en ciertas franjas de la juventud y se amplió más todavía por quienes iban a caer a prisión- a causa de pequeños delitos de delincuencia o tráfico de drogas- en donde eran adoctrinados por otros veteranos, que aprovechando la desesperación y falta de perspectivas de los recién llegados, tenían fáciles presas para ser captadas para integrarse en la lucha, con algunos viajes preparatorios a zonas de lucha abierta (Afganistán, Iraq, Siria…), con cuya experiencia práctica y aprendizaje volvían a sus domicilios dispuestos a trasladar la lucha santa a territorio europeo( el caso estudiado, reitero, es el hexagonal). 
Dentro de este retrato hexagonal, no carecen de importancia la irrupción de la extrema derecha( FN) y las corrientes supuestamente anti-sionista (Soral y Dieudonné como figuras destacadas) que junto a las caricaturas del profeta ( que ya tenían los precedentes de la condena –fatwa– de Salman Rushdie, y la publicación en Dinamarca), que tuvieron sus expresiones de solidaridad, muy en concreto, en Charlie Hebdo…son otros de los factores que azuzaron las posturas extremistas, alimentada igualmente por el comportamiento del estado de Israel con respecto a los palestinos.
Paralelamente a este panorama interno francés, Kepel presta amplia atención a los cambios de modo de actuar y estrategia por parte del islamismo, que pasó de la lucha en sus zonas árabes al traslado de la lucha a Europa, tras la época en la que la espectacularidad de los atentados estaban dirigidos hacia EEUU, por miembros trasladados de diferentes países de Oriente Medio. 
Así la primera fase, en la que Ben Laden y sus colaboradores eran apoyados por EEUU con el fin de enfrentarse, en Afganistán, con la URSS, el resultado fue el cerril gobierno talibán; de aquellas zonas en las que se trataba de implantar el califato que unificase a diferentes países y creyentes bajo la autoridad de tal órgano de poder político-religioso, al-Qaeda dio el salto al considerar que la lucha había de desplazarse al corazón del enemigo mayor, a EEUU y a sus instalaciones y embajadas en otros lugares, recurriendo a la espectacularidad de los atentados (propaganda por el hecho) que suponían que atraería a más apoyos a su causa; luego vendrían los de Madrid y Londres. 
Más adelante se daría un cambio de rumbo con el Llamamiento a la resistencia islámica global de Mehdi Nemmouche, ya coincidiendo con la instauración del Daesh (EI), en el que se proponía trasladar la guerra contra los infieles a Europa y más en concreto a Francia en donde se tenía posibles muyahidines, en la banlieue, con la ayuda de otros colegas de países vecinos, sin tener para parachutarlos de otros lugares; la perspectiva no siendo otra que provocar una guerra civil (sic).
El repaso es detallado tanto en lo que hace a fechas, giros de orientación de las acciones, y las correrías de los autores de atentados así como de los ideólogos del yihadismo ; desde los primeros atentados aislados, al crecimiento de intensidad y eficacia criminal de estos el seguimiento es meticuloso: de la masacre en una escuela de Toulouse, realizada por Mohamed Merah, hasta la del Bataclan y otros cafés parisinos, de 2015, pasando por la bestial embestida contra la redacción de la revista satírica Charlie Hebdo y el supermercado kósher a principios del mismo año, o el barrido criminal con un camión en Niza en pleno 14 de julio …somos puestos al corriente del in crescendo criminal, alentado y difundido exponencialmente con la hábil utilización de las redes sociales, que ha convertido indudablemente a Francia en el objetivo de los ataques yihadistas, como si del eslabón débil –del que hablase el otro- se tratase.
Hay algunos aspectos, relacionados con las derivas, por ejemplo con las derivas de la revista satírica nombrada desde un claro izquierdismo a posturas más tibias y conservadoras que resultan de innegable interés y acierto, no así – a mi modo de ver – cierto espíritu amalgamador a la hora de enfocar el fenómeno conocido como islamogauchismo – lo cual no quita para poder afirmar que realmente hay ciertas veleidades harto complicadas, en las filas de la izquierda radical, que en cierto sentido evitan las críticas a los comportamientos arcaicos, 
por no denominarlos de otro modo, de los seguidores de la religión de Alah – o, por otro lado, una tendencia descarada a restar importancia y entidad a la oleada de islamofobia, que salta a la vista en la misma proclamación de leyes ad hoc (por ejemplo la prohibición de ostentación de símbolos religiosos… pensada de manera absoluta pensando únicamente en el velo), 
o en las diferentes varas de medir los atentados contra mezquitas que contra sinagogas e iglesias. 
A lo que acabo de decir, podría añadirse la visión que ofrece Kepel que da la impresión, por momentos, de que 
toda la oleada de atentados tienen su origen, única y exclusivamente, en una serie de mentes desquiciadas en base a su fanatización.
Cierto que en busca de soluciones, pensadas en especial con el propósito de evitar el desastre – que en la lectura puede adoptar ciertos resabios cercanos a lo apocalíptico – único y exclusivamente en el territorio francés, Kepel reclama que se preste atención a las condiciones de marginación y abandono que se dan en las banlieues, lo cual las convierte en criaderos de futuros terroristas…
dicho lo cual, 
con respecto a los bombardeos franceses en tierras árabes no se dice ni pampelune, del pasado colonial con sus humillaciones y latrocinios tampoco, 
al tiempo que, sin embargo, sí que se considera, certeramente, que las continuas afirmaciones de Hollande et compagnie acerca de la declaración de guerra que les han hecho los partidarios del Estado islámico que no hace sino caer en el juego planteado por estos; 
declaración de una supuesta guerra… que sin entrar en mayores – ni en cuestiones de falta de ejército en liza, etc. – si que puede conducir a la aporía del huevo y la gallina… y ahí, aun sin dar por buena de manera absoluta la relación monocausal de la presencia occidental con su pasado, y presencia, intervencionista, sí que parece probo hasta las cartolas tener en cuenta al hablar de estas cosas lo que dice François Burgat, autor de una obra reciente Comprendre l´islam politique (La Découverte, 2016): 
«el islamismo es una respuesta  a la sobredosis de presencia occidental», proponiendo que la solución ha de venir teniendo en cuenta la alteridad islamista a la luz de la colonización que ha alimentado frustraciones, radicalización y terrorismo, que es lo que fabrica yihadistas; en lucha contra el monopolio interpretativo, de los Gilles Kepel y Olivier Rollin… ya que al fin y a la postre, «en Francia la presencia de la islamofobia racista es interpretada por la izquierda con la flauta, con el saxofón por la derecha y por el FN con el tambor y los clarines». 
Análisis, los hexagonocentristas, de Kepler que también se pueden/deben complementarse con las lecciones, basadas en sus experiencias clínicas, del psicoanalista Fethi Benslama, sobre la figura del “surmusulmán” que en paralelo del superego freudiano, define a los «musulmanes que quieren ser más musulmanes que lo musulmanes que ya son» lo que lleva a ciertos jóvenes a convertirse en sanadores de su grupo social, salvadores de su sociedad y de la humanidad entera…lo que hace que no les importe morir por la redención…lúcidas ideas que plantea en su reciente «Un furieux decir de sacrifice» (Éditions du Seuil, 2016)

No hay comentarios:

Publicar un comentario