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miércoles, 28 de diciembre de 2016

FUERZAS ESPECIALES de ORIGEN DESCONOCIDO matan a JEFES “REBELDES” en SIRIA

Oleada de ejecuciones selectivas de dirigentes salafistas en Siria 

Los fulgurantes ataques se han producido en las propias bases de apoyo de los grupos, algunas de las cuales están en la provincia de Idlib, aunque otros han llegado hasta Deraa, en el sur.
Según la agencia de prensa Step News ayer un comando no identificado atacó en Al-Numan Maarrat, al sur de Idlib, una base de Al-Furqan, perteneciente al llamado “ejército libre de Siria”, ejecutando a su máximo dirigente Ahmad Ali Al-Hattyb y todo el mando del grupo que opera el norte de Hamas.
El comando asaltante llegó a primera hora de la madrugada a la base en cuatro vehículos, cuando estaba más desguarnecida, ya que en ese momento sus fuerzas estaban desplegadas en Hama. Todas las instalaciones fueron destruidas.
Además el comando atacó un puesto de control de Ahrar A-Sham situaado en la frontera entre las provincial de Hama e Idlib, ejecutando al dirigente terrorista Mustafa Al-Djidan.
Los atacantes colocaron explosivos en Binnish, muy cerca de las ciudades asediadas de Al-Fuah y Kafarya, hiriendo a varias personas.
Por lo tarde se produjo un intento de ejecución de un comandante salafista en la ciudad de Nawa, al oeste de la provincia de Deraa, en el sur de Siria.
No se conoce la afiliación de los asaltantes. Aunque los yihadistas acusan a las fuerzas especiales del ejército sirio, otros aseguran que se trata de fuerzas especiales extranjeras.

¿Por qué el Reino Unido pretende aumentar ataques en Siria?

La Fuerza Aérea del Reino Unido tiene previsto bombardear Siria en 2017 de manera más intensiva, indican medios de comunicación.
El país europeo ha tomado tal decisión, so pretexto de combatir al grupo terrorista EIIL (Daesh, en árabe), pero, según Alexandr Jrolenko, columnista de la agencia rusa de noticias RIA Novosti, Siria nunca ha invitado a los pilotos británicos a su territorio.
Además, ningún tratado internacional regula ni justifica ataques aéreos sobre el territorio sirio por parte del Reino Unido. El propio rotativo The Telegraph afirma que con la liberación de la ciudad de Alepo (noroeste de Siria), “Occidente ha perdido el control sobre Oriente Medio, y esta pérdida lo perseguirá durante décadas”.
La fuente explica que actualmente lo que preocupa a Londres es el oleoducto que va desde el Golfo Pérsico a Europa Occidental, que ya no se podrá construir en Siria, por lo que tendrá que comprar hidrocarburos a Rusia durante años y años.
Por otra parte, el ministro de Defensa del Reino Unido, Michael Fallon, cree que Moscú está ejerciendo presión sobre Europa, Oriente Medio y el Ártico. Por lo tanto, en respuesta, el Reino Unido se compromete a colocar cazas en Rumanía, participar en la formación del batallón británico-franco-danés en Estonia y enviar un regimiento a Polonia.
Así que, el plan de desplegar las Fuerzas Armadas británicas en Siria en 2017 puede estar dirigido no tanto contra Daesh, sino más bien en contra de la creciente influencia de Rusia en Oriente Medio y el mundo, destaca Jrolenko.
Desde el inicio de los bombardeos rusos en Siria, Rusia se ha visto presionada principalmente por los países occidentales. Últimamente y con la total liberación de Alepo, ha habido un aumento exponencial de las acusaciones y presiones sobre la Aviación rusa para que ponga punto y final a sus ataques aéreos, que realiza de manera legítima –a petición del Gobierno de Damasco–, contra las posiciones terroristas.

SIRIA: LA GUERRA QUE PERDIMOS

Por Guadi Calvo.
Sin duda, ni los halcones más recalcitrantes de la política exterior norteamericana tuvieron como presupuesto que la componenda planeada contra el gobierno del presidente sirio Bashar al-Assad, iba a tener estas consecuencias. Aunque de esto no se desprende que si los analistas del Pentágono lo hubieran advertido, los Estados Unidos y sus socios menores Reino Unido y Francia, hubieran detenido sus planes.
A casi seis años de iniciada las acciones en Siria, la oposición interna e internacional al presidente al-Assad ha tenido tantos cambios de dirección que, de trazarlas en un mapa, asemejaría a un delta.
En el largo y sangriento trayecto de esta guerra, no se han privado de nada, incluso del genocidio, tanto que quizás con algún razonamiento tan pueril como estúpido, alguien podría terminar preguntándose si al final del conflicto sirio, pongamos que alguna vez lo tenga, habrá algún remedo de los juicios de Nuremberg, y podamos ver a Obama, Hilary Clinton, Sarkozy, Flanby Hollande, Cameron, el rey Salmán bin Abdulaziz, el emir Tamim ben Hamad al-Thani y su abdicado padre Hamad, a Erdogan, a Bibi Netanyahu, q Ban Ki-moon y su otrora segunda y aspirante a sucederlos, protectora de pedófilos -entre otros atributitos morales- y actual canciller argentina Susana Malcorra, entre una veintena más de testas coronadas, sentados en un tribunal, que enjuicie sus acciones que han provocado una de las crisis humanitarias más espantosas de estas últimas décadas.
Algunos analistas insisten con que es la más grave desde la II Guerra Mundial. Alguna vez, Woody Allen, en referencia al holocausto judío, dijo: “Los récords están para ser superados”; por eso mejor es no dar ideas.
Más que inocente habría que ser imbécil para esperar, por ejemplo, que Obama, de pie y  en silencio con la cabeza gacha, espere circunspecto la decisión de un tribunal que lo condene o lo absuelva por el asesinato de varios millones de personas, la demolición de media docena de países junto a su gavilla multinacional.
La gran prensa internacional, partícipe necesario de todas estas matanzas, desde hace semanas informan a plena voz y tonillo triunfante, sobre la creciente debilidad del Estado Islámico, el gran monstruo engendrado en el fragor de esta guerra: la perdida de territorio, la desaparición de sus fuentes de financiación, la aniquilación de sus hombres, la destrucción de sus almacenes de armamentos y salas de operaciones de inteligencia (en manos de la CIA y el Mossad), las fuertes derrotas sufridas en Shargat y Qayyarah, todo pareciera ser por obra y gracias del Espíritu Santo. 
Al tiempo que en un ejercicio de esquizofrenia absoluta, la gran prensa acusa al “régimen” de al-Assad y a la intervención rusa, junto a Irán, Hezbollah y China, de los constantes ataques a la población civil con armas químicas, lanzamiento de barriles explosivos desde el aire, el uso artillería antibúnker, proyectiles de fragmentación y bombas que han demolido edificios y destruido manzanas enteras de todas las ciudades sirias. 
Alepo es por caso el ejemplo de ese martirio, aunque sobre evidencias del accionar de los “moderados” de al-Nusra que impiden la salida de la población civil de la ciudad para poder utilizarlos como escudos.
A todo esto, rápidamente, el cansino Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, ha calificado de “crímenes de guerra”, por si a alguien no le quedaba claro, justificándose con que este armamento está  prohibido para el uso contra objetivos civiles.
La pregunta es: ¿cómo se combate a un ejército irregular como el Daesh, que no se ajusta a otra norma que su fanatismo y se esconde entre la población civil, a la que castiga, con todos los métodos posibles: muertes, torturas, encarcelamiento, violaciones, extorsiones y secuestros?
El representante sirio en Naciones Unidas, Bashar Jaafari, denunció un plan de ataque químico contra la población civil, para luego culpar a las tropas del gobierno, como ya se ha hecho en varias oportunidades. 
En este caso, el ataque estaría a cargo del grupo fundamentalista Ahrar ash-Sham, aliados del Frente al-Nusra, que recientemente había anunciado su separación del Daesh y que pretendía ser considerado como oposición “moderada”.
En su denuncia, Jaafari da detalles del tipo de armas a utilizar contra la población civil, que incluyen fósforo blanco, al tiempo que los implicados en la simulación utilizarían uniformes del Ejército Árabe Sirio, y que sería grabado en video, como prueba “irrefutable”; además, el diplomático sirio informó que expertos norteamericanos estuvieron presentes en los lugares de almacenamiento de los productos químicos, en la ciudad de Saraqib, al norte del país, tras lo que abandonaron el país por la frontera turca. 
Ya en agosto último, los “moderados” habían denunciado que Rusia había atacado con armas químicas a población civil de esa ciudad.
Sin que se le mueva un músculo por la vergüenza, el ministro francés de Exteriores, Jean-Marc Ayrault, reclamó una resolución del Consejo de Seguridad que detenga los combates (alentados por ellos) y advirtió que los responsables de los ataques a Alepo, entiéndase Rusia, “tendrán que rendir cuentas”. 
Quizás, con el característico coraje francés, tan bien demostrado en Dien Bien Phu o en la Kabylia argelina, decida pedirle explicaciones personalmente a Moscú.
Todas las culpas son rusas
El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, quizás la única persona seria y creíble en toda esta crisis, y su par norteamericano el Secretario de Estado John Kerry, habían acordado en Ginebra el último 9 de septiembre una tregua en el conflicto sirio, pacto que nació prácticamente muerto, ya que aviones de los Estados Unidos atacaron horas después de lo acordado en Ginebra, posiciones del Ejercito Árabe Sirio, en uno más de los muchos lamentables errores de Washington (Ver: Siria y el perro que no la suelta).
Una vez más, Kerry ha llamado este último viernes a Lavrov para volver a acordar la tregua.
Una noticia que si bien se puede esperar poco, sería importante intentarlo otra vez, ya que ambas potencias han definido militarmente sus posiciones de manera rotundamente opuestas.
La Casa Blanca pretende de Moscú el inmediato cese de los bombardeos a posiciones de los “moderados”, aunque nadie pueda establecer que diferencia a un moderado de un fundamentalista en esta guerra; y el Kremlin exige a Washington, justamente que obligue a los grupos rebeldes que apoya, a desligarse de la milicias vinculadas a al-Qaeda y al Daesh.
Rusia pretende llegar al fin del conflicto con al-Assad, por otra parte el legítimo presidente de Siria, en el poder; al tiempo que Estados Unidos exige su inmediata destitución, para acomodar en Damasco a alguno de sus aliados, que desde el comienzo del conflicto rugen valerosamente bien atrincherados en Londres, a 3500 kilómetros del frente de guerra.
Infinidad de operaciones mediáticas se han trazado a partir del quiebre del último alto el fuego, intentado dejar al presidente Vladimir Putin como el malo de la película.
Desde el ataque en la frontera turca a un convoy humanitario de ONU, hasta los bombardeos a objetivos civiles en distintas ciudades sirias particularmente, y en estos días a Alepo.
Como parte de toda esta operación política-diplomática y mediática, es que ha resurgido al plano internacional un verdadero experto en ataque a población civil, el multimillonario ucraniano Petro Porochenko, a la sazón presidente de su país tras el golpe fascista del 22 de febrero de 2014. 
El rey del chocolate, como mejor se lo conoce, viajó a Nueva York para participar en el Consejo de Seguridad de la ONU y respaldar a los Estados Unidos en su acusación contra Rusia, de haber bombardeado el convoy humanitario.
En esa misma semana, y solo por pura casualidad, el Equipo Internacional que investiga la caída del avión de Malaysia Airlines MH17, que cubría la ruta entre Ámsterdam y Kuala Lumpur, y que cayó sobre territorio ucraniano el 17 de julio de 2014, dejando 300 muertos, aseveró que fue atacado por un misil Buk, de la serie 9M38, llevado desde Rusia hasta Ucrania y disparado de un campo cercano a la localidad de Pervomajsk, al este del país y cuya lanzadera fue rápidamente devuelta a territorio ruso por carretera.
Sin duda, la guerra en Siria se ha expandido al plano mundial, y restableció la Guerra Fría; aunque este no fue su único “logró”.
Podríamos sumar la crisis de los refugiados, que han provocado no solo el Brexit, sino el resurgir del neo-nazismo en muchísimas naciones de la Europa, donde no sólo han ganado espacio en la sociedad sino también más de un gobierno, Polonia y Hungría como los ejemplos más claros. 
Estas situaciones han puesto en jaque incluso la  continuidad de la Unión Europea, hasta hace unos meses una de las organizaciones más sólidas del mundo.
Otra de las consecuencias ha sido la expansión del terrorismo a escala mundial, donde hoy es tan peligroso tomar un café en Yakarta como en París, o en San Francisco como Dacca, visitar un museo en Túnez, como un mall en Munich, viajar en subte en Bruselas, como asistir a un festejo popular en Niza y ni hablar si se es ciudadano de algún país sin importancia como Nigeria, Libia, Mali o Somalia.
Es claro, entonces, que esta guerra que solo parece interesar a Sira la hemos perdido todos.
*Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook:

SIRIA Y EL PERRO QUE NO LA SUELTA

Por Guadi Calvo.
Cómo un perro rabioso. Occidente ha clavado desde hace ya más de cinco años sus colmillos en Siria, y no la suelta.
El último acuerdo entre Moscú y Washington para un alto el fuego que tendría vigor a partir del 12 de septiembre, se diluyó en horas, como tantos otros, dejando bien claro de quien son los colmillos que desangran al pueblo sirio.
Bien iniciado el cese el fuego, la aviación sionista atacó posiciones que responden al presidente Bashar al-Assad en Damasco y el Golán. 
A pocas horas de la incursión israelí, la aviación norteamericana atacó posiciones del Ejército Árabe Sirio (EAS) en Deir ez-Zor, por un “error” como otros muchos que ya acometido. 
No es la primera vez que la aviación norteamericana “falla” y en vez de atacar posiciones del Daesh (E.I.) o el Frente al-Nusra, las dos organizaciones salafistas más virulentas y numerosas que combaten en Siria, ha atacado al ejército leal al presidente al-Assad, y no solo eso sino que ha descargado abastecimientos en territorios dominados por los integristas musulmanes.
Moscú debió reclamar por el “error” de Deir ez-Zor, que posibilitó que milicianos del Daesh atacaran posiciones del EAS aprovechando el “error” que debilitó sus líneas defensivas, para impedir el restablecimiento de la ruta terrestre que une Teherán con Damasco.
Esta nueva acción de Washington, obviamente terminó con el acuerdo entre el secretario de Estado John Kerry y el ministro ruso de Exteriores Serguei Lavrov.
Los ataques lanzados por Tel-Aviv y Washington, sumado a la impostura del ataque al convoy pretendidamente humanitario de Naciones Unidas, que según fuentes rusas era trasponte de armas, precipitan la situación siria a un espiral que profundiza todavía más el conflicto llevando la situación al borde de la generalización regional, que terminaría involucrando a países todavía más lejanos.
Según la denuncia de Naciones Unidas, el convoy, escoltado por funcionarios de la Media Luna Árabe, estaba conformado por más de una docena de camiones de asistencia humanitaria, y fue atacado en una ofensiva aérea en cercanías a la comunidad de Urum al-Kubra, al noroeste de la ciudad de Alepo. 
Según el comunicado de la ONU, habrían muerto unas trece personas, y otras habrían quedado heridas de gravedad.
No es la primera vez que se detecta que transportes de Naciones Unidas, tanto en Siria, como ya sucedió en Nigeria y en Sudán del Sur, son utilizados para llevar armas para algún grupo antagónico.
Por otra parte, ya es bien sabido que Turquía se convirtió, desde comienzo de la guerra en Siria, en una plataforma de abastecimiento tanto para los grupos aparentemente moderados, como para los salafistas que combaten contra el gobierno legal de Bashar al-Assad. 
Desde su territorio, Ankara ha permitido pasar no solo grandes cantidades de armamentos y abastecimiento de todo tipo para las organizaciones terroristas sino también entrenar en su territorio a miles de “voluntarios”, provenientes de gran cantidad de países del mundo musulmán, Asía Central y Europa,  quienes pasaron después a luchar en alguna de las organizaciones terroristas.
Un accidente oportuno
Cada vez que el conflicto sirio parece entrar en una vía de solución, un accidente oportuno vuelve a encallarlo. 
En esta dirección es importante recordar que ya en su edición del 22 de mayo de 2013, el semanario alemán Der Spiegel, publicó información aportada por el entonces jefe del Servicio Federal de Inteligencia (BND) Gerhard Schindler, (destituido en abril de 2016, tras el escándalo de las escuchas de la NSA estadounidense), quien vaticinaba la victoria de Bashar al-Assad hacía finales de ese mismo año. 
Para esa fecha, casualmente, el entonces ISIS, se hace fuerte en la ciudad iraquí de Faluya, para emerger con una contundente y asombrosa fuerza seis meses después, con el nombre de Estado Islámico; que, como bien se sabe lleva la guerra en Siria a su máxima potencia.
Washington, junto a sus aliados europeos, a Israel y a las petro-monarquías wahaabitas del golfo pérsico, no se ha corrido un ápice de su presupuesto inicial sobre Siria, que es dividirla en tres o cuatro pequeños estados, con la idea fundamental de anular la alianza entre Siria e Irán. 
La confusión que significa el próximo cambio de gobierno en Estados Unidos es una buena excusa para justificar no solo las aberraciones realizadas, sino las por realizar.
El reciente y frustrado alto el fuego tuvo tan sólo el sábado 17, 45 violaciones por parte de la coalición internacional encabezada por Washington, deteniéndose a bombardear con exclusividad posiciones del Ejército Árabe Sirio,  en las cercanías a la ciudad de Deir ez-Zor, que dejaron 62 soldados muertos y más de 100 heridos.
Como para confirmar las pretensiones del Pentágono, su Secretario de Estado, John Kerry, ha exigido a la aviación del Ejército sirio y ruso que no sobrevuelen las zonas del país controladas por la oposición.
La oposición siria es un extraño magma compuesto por mercenarios, “moderados”, fanáticos salafistas locales y de más de 93 países y desertores del ejército sirio, que cambian de denominación, según las necesidades y el lugar del país donde operan, lo que hace imposible distinguir en realidad quiénes, cuántos son y dónde se ubican.
Como prueba de ello,  es significativo el caso de las armas que París entregó a la oposición “moderada” a los pocos meses de iniciado el conflicto y esas mismas armas aparecieron en abril del 2012 en el norte de Malí, a más de 5500 kilómetros de distancia de Siria, en manos de los grupos salafistas Ansar al-Din, el Movimiento para la Unidad y la Yihad en África Occidental (MUJAO) y al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), que interfirieron en la sublevación Tuareg contra las autoridades de Bamako.
Según distintas fuentes, este último martes 20, desde buques de guerra rusos destinados a aguas sirias, habrían atacado con cohetería kalibr, un enclave de inteligencia para las operaciones de las bandas terroristas que operaba en la región montañosa de Sam’an, en las cercanías de Alepo, donde habrían muerto unos treinta oficiales extranjeros, entre ellos israelíes, estadounidenses, turcos, saudíes, qataríes y británicos.
No es la primera vez que agentes extranjeros son sorprendidos operando en Siria, durante los trágicos sucesos en el barrio damasquino de al-Ghoutta, en el que 1500 personas murieron tras un ataque con armas químicas el 21 de agosto de 2013. 
Más tarde se supo que las armas habían sido entregadas por Israel, al frente al-Nusra, al tiempo que se localizaron en el sector a 15 agentes del Mossad y, según el periódico francés Le Figaro, un grupo de agentes de la CIA, se había infiltrado en Siria, el 17 de ese mes, para entrenar a los terrorista en el uso de esa armas.
En esta guerra, los participantes se siguen sumando. Tras el presidente Bashar al-Assad se encuentran Rusia, Irán, China y la organización libanesa Hezbollah, del lado de los invasores un gigantesco conglomerado de naciones que responden a los Estados Unidos por lo que esta guerra se ha convertido en un paradigma del desencuentro entre los intereses imperiales y las naciones que lo resisten.
El final de la guerra aparece cada vez más lejano y su resolución más confusa. Nadie puede aseverar un pronóstico, quizá habrá que conformarse con que el perro que ha atacado a Siria, y no lo suelta, no se convierta en el mítico Cerbero, quien tendría entonces, dos bocas más, para seguir mordiendo.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.

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