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miércoles, 28 de diciembre de 2016

En Polonia hay un MAIDAN que los medios callan porque al contrario que el ucraniano es contra el fascismo neoliberal

© REUTERS/ Agencja Gazeta/Grzegorz Celejewski

El 'Maidán polaco' 

y la alargada sombra de Ucrania


Varsovia está siendo escenario de una dura batalla entre el partido conservador Ley y Justicia y la oposición liberal, representada por la Plataforma Cívica, el partido Moderna y el partido Campesino Polaco, además de otras organizaciones.

Las protestas callejeras comenzaron a mediados de diciembre, después de que las autoridades polacas decidieran restringir la actividad de los periodistas dentro del hemiciclo del Sejm —Parlamento polaco—.
Además, para forzar la aprobación de los presupuestos del año 2017, el presidente del Parlamento convocó una reunión en una sala aparte, sin sistema de votación electrónica, donde los diputados sacaron adelante diversas leyes.
​​Después de estas maniobras, la oposición salió a las calles de Varsovia bajo los lemas: "¡En defensa de la democracia!", "¡El Sejm es nuestro!" y "¡Medios libres!". Los manifestantes prometieron rodear el Parlamento incluso durante las vacaciones.
El secretario de la Sociedad Cultural y Educativa de Rusia en Polonia, Andréi Romanchuk, enfatizó que la Plataforma Cívica y el partido Moderna habían preparado estas protestas de antemano al crear el Comité para la Protección de la Democracia inmediatamente después de perder las elecciones. 
En este sentido, el proyecto de ley sobre la limitación del trabajo de los periodistas en las reuniones del Parlamento fue solo un pretexto.
"Los círculos gobernantes ya han dado un paso atrás y han cancelado todas las enmiendas que provocaron esta ola de indignación. Pero la oposición no se ha calmado. Los diputados de los partidos opositores han organizado guardias de 24 horas en la sala de sesiones del Sejm. 

Y así será hasta el próximo 11 de enero, día de la primera reunión del Parlamento de 2017".

Sin embargo, el experto no califica de 'Maidán' estos movimientos, sino de tensiones dentro de los círculos políticos y mediáticos polacos.
"El 90% de la población de Polonia ve todo esto con indiferencia y espera, de forma pasiva, lo que sucederá después. 
Ahora hay que ver qué pasará el 11 de enero. Si la oposición no logra organizar una manifestación de entre 15.000 y 20.000 personas en Varsovia para esta fecha, habrán hecho el ridículo", afirmó Romanchuk al diario.
El politólogo Stanislav Stremidlovski también destacó que la limitación del trabajo de los periodistas polacos en el Sejm es solo un pretexto formal para iniciar las movilizaciones, pero lo que realmente las provocó fue la aprobación del presupuesto para 2017 en ausencia de la oposición.
Mientras tanto, las encuestas reflejan el aumento de apoyos del partido Moderna, encabezado por Ryszard Petru. 
El experto señala que este partido tiene ideas bastante radicales como la autodisolución del Sejm si el partido gobernante no cumple con las exigencias de la oposición y no celebra una segunda votación sobre el presupuesto de 2017.
"El crecimiento en la popularidad del partido gobernante y la oposición radical demuestra que en Polonia sigue produciéndose un proceso de polarización política", opinó Stremidlovski.
© AFP 2016/ Wojtek Radwanski

Según el analista, en el conflicto actual, "van en cabeza" las fuerzas gobernantes, porque en la coalición de la oposición polaca pueden iniciarse luchas intestinas que la hagan colapsar.

Si evalúan la situación con seriedad, los opositores más clarividentes no apostarán por un rápido derrocamiento del actual Gobierno polaco, sino por un "asedio correcto", sugirió Mijaíl Neyzhmákov, analista principal de la Agencia de Comunicaciones Políticas y Económicas.
"Considerar que los acontecimientos actuales en Polonia son similares al 'euromaidán' sería demasiado, aunque a menudo se compara ambos movimientos", señaló.
"Sin embargo, los organizadores de las movilizaciones en Polonia recordarán cómo en Ucrania, a finales de diciembre de 2013, las protestas decayeron, y en 2014, la oposición tuvo otro motivo para movilizar a sus partidarios: las llamadas 'leyes del 16 de enero'. 

Es muy probable que la oposición polaca espere a que las propias autoridades les den pretextos para protestar en el nuevo año", observó el politólogo.

El autor del artículo añade que el partido Ley y Justicia siempre ha sido percibido en Polonia como euroescéptico, aunque moderado. 
Teniendo en la Iglesia y en los votantes conservadores y nacionalistas a su electorado más fiel, no están en contra de que el país eslavo sea miembro de la UE, pero intentan limitar la intervención de Bruselas en los asuntos de Polonia, con una clara preferencia por mantener buenas relaciones con Washington.
Entre otras líneas de actuación, el partido Ley y Justicia se opone al asilo de refugiados procedentes de Oriente Próximo, lucha ferozmente contra la corrupción, aprueba la prohibición del aborto y promueve el patriotismo nacional. 
Sus oponentes, por el contrario, se mueven en unos parámetros políticos propios del liberalismo europeo.
"Teniendo en cuenta esta diferencia, el choque de las distintas fuerzas es totalmente natural. La pregunta es si el enfrentamiento se endurecerá o si tendrán lugar incidentes sangrientos, como en Ucrania. Hasta el momento, este escenario no parece muy probable", concluye el artículo.

Un político polaco afirma que el país se asoma "a la guerra civil"

"Si no llegamos inmediatamente a un acuerdo entre los partidos enfrentados, Polonia podría llegar a ser escenario de una tragedia. 
Todo este debate demuestra algo: existe una dramática crisis en el sistema, que puede dar lugar a una guerra civil", afirmó Kukiz —cuyo partido tiene 42 de los 460 escaños del Sejm— en declaraciones al programa del canal de televisión local Polsat, recogidas por RIA Nóvosti.
Según el político, el principal error que desencadenó la crisis parlamentaria que vive el país fue cometido por los ciudadanos de Polonia, que se mostraron favorables al actual sistema de partidos. Además, Kukiz calificó la situación que se vive actualmente en Polonia como de "guerra callejera de partidos".
La noche del 16 de diciembre, miles de personas participaron en una protesta antigubernamental frente al palacio presidencial en Varsovia tras las polémicas decisiones adoptadas por el Parlamento del país.

Además de las tensiones entre los propios políticos dentro del Sejm, uno de los motivos que explicaría el descontento de los manifestantes es la intención del Parlamento polaco de restringir la actividad de los periodistas dentro de la Cámara Baja desde el próximo 1 de enero.

¿Quién es el principal interesado en una crisis política en Polonia?

"La actual crisis política en Polonia es interesante, ante todo, por el papel que desempeña en ella el aspecto geopolítico. 
Hay opiniones que apuntan a que la mano de Europa está detrás de estas acciones de la oposición, que de una manera muy sospechosa se asemejan a las revoluciones de colores", escribió la experta.
Recientemente, en Polonia se produjeron disturbios y movilizaciones motivadas, entre otras cosas, por la reciente decisión de las autoridades polacas de restringir la actividad de los periodistas dentro del hemiciclo del Parlamento polaco.
© AFP 2016/ Wojtek Radwanski

Al conocer esta decisión, los días 17 y 18 de diciembre, miles de personas marcharon en una protesta por las calles de Varsovia cerca del Palacio Presidencial, el Tribunal Constitucional y el Sejm — Cámara Baja del Parlamento polaco—, mientras que los representantes de la oposición asediaron el edificio del Parlamento.

Las fuerzas opositoras acusaron en seguida al partido gobernante Ley y Justicia de socavar la base constitucional, consolidar la censura y menoscabar los intereses de los ciudadanos del país.
De facto, durante las últimas décadas, Polonia gozaba del papel de líder de Europa del Este. 
A cambio de este liderazgo, Varsovia disponía de una posición bastante privilegiada en las estructuras de la UE.
Este estatus, que no tenía ningún otro nuevo miembro del bloque europeo, alimentó las excesivas ambiciones de Polonia, que evidentemente iban en detrimento de los planes e intereses de la mayoría de los demás Estados europeos.
En 2016, después de que el partido Ley y Justicia se pusiera a los mandos del Gobierno, sus planes y decisiones han destacado por tener un cariz conservador, nacionalista y euroescéptico. 

De hecho, fueron calificados en la UE como una ofensiva contra la libertad de expresión, los derechos humanos y los valores democráticos.

Sin embargo, este desagrado y las críticas de Europa no impidieron a Varsovia aplicar sus propias líneas políticas.
"Más que nunca, hoy es el tiempo más favorable para una crisis desde el punto de vista geopolítico", escribe la periodista.
Polonia siempre ha sido la punta de lanza de EEUU con respecto a la resistencia frente a Rusia. 
No obstante, hoy en día, "Varsovia poco le importa a Washington", dado que la Administración de Barack Obama abandonará la Casa Blanca el 20 de enero. 
Además, es muy poco probable que el presidente electo, Donald Trump, ocupe una posición abiertamente antirrusa.
"En este caso (…), Europa quiere acorralar a la potencia regional rebelde… Polonia, de una manera muy contundente, trata de jugar su propio juego a costa de abrir zanjas en el camino de los proyectos europeos, como Nord Stream 2 y OPAL".

La arrogancia de Polonia merece un escarmiento

La Comisión Europea es la guardiana de los Tratados y considera que Varsovia está amenazando uno de los valores fundamentales del club de los 28. 
La "opinión" no se hizo pública —gracias a la opacidad que caracteriza ciertas decisiones del Gobierno comunitario— y fue adoptada por el colegio de comisarios el pasado 1 de junio, en virtud del procedimiento del Marco del Estado de Derecho que arrancó en enero.
"A pesar de nuestros mejores esfuerzos, no ha sido posible encontrar una solución a los asuntos en juego", dijo Timmermans, quien se obligó a lanzar flores a los polacos para que recuperen su papel como "miembro líder de la Unión Europea en estos tiempos tan difíciles". 

"Polonia es necesaria para la UE", añadió.

Lo que pretende el partido polaco en el poder, el ultranacionalista y conservador Ley y Justicia —PiS, por sus siglas en polaco—, es que el sistema judicial quede también en manos del gobierno, desapareciendo así la tradicional separación de poderes.
La pelota está ahora en el tejado de los polacos, quienes deben responder a la propuesta en un "plazo razonable" —previsiblemente de dos semanas—.
 Si no lo hacen o lo hacen insatisfactoriamente, la "opinión" expresada se transformará en "recomendación", lo que abriría la posibilidad de que se decretaran medidas disciplinarias contra ellos, retirándoles el derecho de voto, un paso sin precedentes. 
Sin embargo, las sanciones no prosperarán, ya que es necesaria la unanimidad de todos los Estados miembros para que sean adoptadas, según recoge el artículo 7.2 del Tratado de la Unión, y Hungría está dispuesta a torpedear cualquier decisión de este tipo. 
Esta circunstancia también sería inaudita, porque Polonia estaría depositando su soberanía en el veto del Gobierno vecino.
La amenaza de invocar el artículo 7 podría funcionar si se aplicara a Hungría y Polonia a la vez. 

Pero eso sería complicado por razones diplomáticas y, sobre todo, porque el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, cuenta con el apoyo del Partido Popular Europeo (PPE), del que su organización, Fidesz-Unión Cívica Húngara, forma parte. 

Orbán es otra bestia negra de Bruselas desde 2011. 

De ahí surgió el citado Marco del Estado de Derecho que Bruselas está aplicando.

La reacción de Polonia está llena de arrogancia. 
En primer lugar, cuestiona la legitimidad del Marco del Estado de Derecho y piensa llevar el asunto ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea. 
Además, la primera ministra polaca, Beata Szydlo, denuncia que la Comisión no está respetando la soberanía de los Estados miembros y reclama más autonomía e independencia. 
Por si esto fuera poco, el verdadero jefe del Gobierno, el vitriólico y misógino Jaroslaw Kaczynski, ataca sin contemplaciones a su compatriota Donald Tusk, a la postre presidente del Consejo Europeo, a quien acusa de perjudicar los intereses nacionales, es decir, le tilda de traidor. 
Si el enfrentamiento continúa, y todo apunta a que sí, podría darse la paradoja de que Polonia no apoye a Tusk para su segundo mandato, ya que el actual expira a mediados de 2017.
© Sputnik/ Filip Klimashevsky

A la Comisión le preocupa que, según la nueva legislación, el Gobierno esté autorizado a elegir a los magistrados del Tribunal Constitucional y a no reconocer a los nombrados por el Ejecutivo anterior. 

El temor es que con un número de magistrados "amigos", Kaczynski pueda tener las manos libres para cambiar por completo la Constitución a espaldas de la oposición. 

También ha politizado los medios de comunicación públicos, a quienes consideraba "traidores a la patria". 

Ha aprobado una nueva ley de seguridad que permite los pinchazos telefónicos sin orden judicial. 

Y ha diseñado una reforma judicial que convierte al ministro de Justicia en fiscal general.

La advertencia no proviene sólo de Bruselas. 
La Comisión Venecia, un órgano de expertos del Consejo de Europa, sostiene que en Polonia no sólo se está poniendo en peligro el Estado de Derecho sino también la democracia y los derechos humanos.
Las autoridades polacas han despreciado la "opinión" expresada, restando importancia al valor del documento. 
El ministro de Asuntos Exteriores, Witold Waszczykowki, no tiene ni siquiera interés en leerlo, pues considera que la Comisión Europea carece de autoridad para inmiscuirse en sus asuntos internos. 
Waszczykowski es conocido por su atlantismo a ultranza y sus comentarios contra los vegetarianos y los ciclistas.
En definitiva, la Polonia oficial busca una UE más débil y menos cohesionada. Pero se aprovecha de ella. 

No quiere oír hablar de una Europa federal y repudia el fortalecimiento de las instituciones, pero no deja de poner la mano para conseguir recursos del Fondo de Cohesión, el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) y el Fondo Social Europeo (FSE). 

Entonces sí es muy comunitaria… 

Lo curioso es que, gracias al dinero que distribuye la Comisión Europea que tanto critica, Polonia goza ahora de una prosperidad nunca vista en 1.000 años de existencia.

El PiS, producto de las cenizas del histórico sindicato Solidaridad, agarró las riendas del poder en el otoño de 2015 mediante la instrumentalización del profundo descontento social de la ciudadanía. 
Tomó el control del Sejm —el Parlamento polaco— y logró situar en la Presidencia del país a Andrzej Duda. 
Tanto él como la primera ministra Szydlo no son más que simples marionetas del maquiavélico Kaczynski, quien ganó las elecciones gracias a una retórica nacionalista y católica con una potente agenda de propuestas sociales.
¿Actúa por resentimiento? ¿Por dolor? Es posible. 
Pero su paranoia antirrusa y su obsesión por controlar todas las palancas del poder están desequilibrando al Estado polaco, expuesto a riesgos innecesarios, fruto de la mala fe y de la incompetencia. Kaczynski se merece un escarmiento.

By Vzglyadmundo.sputniknews.com
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