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viernes, 9 de diciembre de 2016

/El Referéndum de Italia. Trasfondo, Renzi y el M5S, el 'Podemos' italiano

Matteo Renzi

El referéndum de Italia. Trasfondo, Renzi y el M5S, el 'Podemos' italiano.

El referéndum en Italia
Manuel García

Causas del Referéndum

Este fin de semana se ha producido el referéndum constitucional en Italia. Hay varias cosas a considerar.

Creo que todo estaba y está bien atado.

Se ha vendido que esta reforma consistía en quitar el bipartidismo perfecto, o sea que todas las leyes y la elección de gobierno tenían que ser aprobadas por la cámara de diputados y por el senado, y que si en uno de los dos casos no se aprobase, quedaría anulado lo que se vote.

Esta presentación es parcialmente falsa. 

Se propone cambiar 47 artículos de esa constitución. Tantos cambios indican que hay algo más que lo que se dice.

Se propone cambiar también la forma de elegir los senadores. Hasta ahora eran elegidos los 315 por sufragio universal. 

Y ahora se propone que haya sólo 100, cosa que podría parecer aceptable, pero estos senadores serían elegidos de la siguiente forma: 74 por los consejos regionales, 21 por los alcaldes y 5 por el presidente. O sea que el pueblo poco pincha y nada corta.

Esto está ligado a que Renzi quiere cambiar la ley electoral, lo dice bajito (el Italicum) que establece que la lista que supere el 40 % de los votos se queda con el 55 % de los 630 escaños, o sea con 347 escaños, para facilitar la gobernabilidad. 

Esto es algo similar a la reforma electoral que hizo Mussolini y que se llamó "Il Listone".

Además la reforma constitucional incide en las regiones. 

Les quita las competencias en sanidad, planificación urbanística del territorio, turismo, energía y gestión de residuos. 

Todas estas competencias pasan al gobierno central; en otras palabras, una buena centralización.

Dicho de otro modo, se ha querido vender lo que convenía y ocultar el resto.

Renzi

P.L. Bersani
Por otra parte hablemos de Renzi. 

Fue alcalde de Florencia y presidente de la provincia de Florencia. Después secretario del PD desde diciembre de 2013. 

En septiembre de 2012 se presentó a las primarias de su partido para candidato a la presidencia del gobierno italiano, resultó derrotado en la segunda vuelta por Pier Luigi Bersani, que ganó las elecciones de 2013, pero al no tener mayoría absoluta en el senado no pudo ser elegido. 

El presidente Giorgio Napolitano designo a Enrico Letta diputado del PD, que fue elegido y tomó posesión. Estuvo desde el 24 de abril de 2013 al 13 de febrero de 2014, que fue obligado a dimitir por su propio partido donde mandaba Renzi. 

El presidente Napolitano propuso como presidente a Renzi, que ni siquiera era diputado ni senador, o sea que fue presiente de gobierno sin haberse presentado nunca a elecciones generales. Ésta es una de las particularidades de la política italiana.

E. Letta
Renzi propuso la reforma constitucional que debía ser aprobada por los dos tercios del congreso de diputados y del senado. 

En el primero así sucedió, pero no en el segundo. Por lo tanto tuvo que ser sometido a referéndum. 

Hizo la chulada de decir que dimitía si no ganaba el referéndum, amenazando con el caos en Italia y en Europa.


Esta situación ya es antigua. La hizo De Gaulle en Francia, cuando en cada referéndum amenazaba con dimitir, lo que le salió bien unas cuantas veces. 

Pero llegó una reforma no demasiado importante, se sometió a referéndum amenazando con dimitir y lo perdió, por lo que, siendo coherente, dimitió y se retiró de la vida pública.

Posibilidades de salida de la situación

Renzi ha dimitido, pero, ya lo vaticinó, no se va a ir de la vida pública. Salidas posibles:
  • El presidente italiano le propone que presente una cuestión de confianza. Seguramente la ganaría dada la composición de las cámaras.
  • El presidente italiano le propone que forme un nuevo gobierno, con lo que estaríamos igual que en el caso anterior.
  • Otra posibilidad que el presidente designe una persona del PD para primer ministro. Puede ser, pero, dada la personalidad de Renzi, se prepararía para la vuelta al puesto de primer ministro.
  • Por último, que sería lo más lógico, disolver las cámaras y convocar elecciones.
El resultado de esas hipotéticas elecciones evidentemente no se sabe. Podríamos ver esos hipotéticos resultados. Sólo hay dos opciones que pueden ganar, una, naturalmente es el Partito PD; otra es el Movimiento 5 Stelle (M5S).

Sobre el PD creo que ya sabemos lo que es: un conglomerado donde está gente que antiguamente se llamaban comunistas, gente que antiguamente se llamaban socialistas y gente que procedía de la DCI. De hecho Renzi es un democratacristiano con alguna veleidad social y punto. 

Eso sí, tiene una buena imagen que vende políticamente, y en el panorama político actual italiano no hay muchos que le puedan hacer sombra. Por lo tanto si gana el PD esas elecciones tendríamos más de lo mismo.

El M5S es un conglomerado que pocos, si hay alguno, saben lo que es. Ellos se declaran contra el sistema. 

La realidad es que son ellos los que hace pocos años inventaron lo de “la casta” sobre los antiguos partidos. Si ganan las elecciones, ¿qué harán?. Pues yo no tengo ni idea, y por lo que dicen me da la impresión que pueden ser un recambio -como en algún otro país- del PD, al que el sistema ve muy desgastado.

Dicen que el M5S da miedo al sistema. La verdad es que no lo sé.

En cuanto a Di Maio, cabeza visible del M5S con Beppe Grillo, puede leerse la entrevista de El Mundo que reproduzco en el apéndice. En ella Di Maio se desmarca de Podemos, diciendo que el partido podemita "es de izquierdas" y que el M5S, en cambio, es "ni de izquierdas ni de derechas". 

En realidad juegan a lo mismo, son dos variantes del ninismo (ni de izquierdas ni de derechas), dos versiones del mismo tipo de recambio sistémico para impedir que pueda surgir una alternativa de izquierda real.

Manuel García
Blog del viejo topo

Apéndice. Entrevista con Luigi Di Maio

Di Maio, líder del "Podemos" italiano

El primer ministro italiano, Matteo Renzi, ha repetido hasta la saciedad durante las últimas semanas que la reforma de la Constitución es un tren que sólo pasa una vez cada veinte años, que no se puede dejar escapar. 

Y casualidad o no, Luigi Di Maio ha escogido el tren para recorrer buena parte de Italia y hacer campaña para justo lo contrario: para convencer a los electores para que voten en contra de la reforma de la Constitución en el referéndum que se celebrará el 4 de diciembre.

Luigi Di Maio es la actual cabeza visible del populista Movimiento 5 Estrellas, fundado por el cómico Beppe Grillo y que, en España, tanto se compara con Podemos. 

Sin embargo, Di Maio, de 30 años y vicepresidente de la Cámara de los Diputados, asegura que ellos no tienen nada que ver con la formación española porque, argumenta, no son de izquierdas y está convencido de que ellos sí que conseguirán llegar pronto al Gobierno. Para ello, advierte, la consulta de este fin de semana puede marcar un antes y un después.

¿Por qué dice que la situación italiana es única?

Porque el partido de Silvio Berlusconi y el de Matteo Renzi no son vuestro Partido Popular. La política sobre las empresas que se ha hecho en España está funcionando. 

En cambio, en Italia las empresas han sido martirizadas tanto por el centro derecha como por el centro izquierda. Aquí los viejos partidos están acabados, completamente deteriorados. Por eso nuestra situación es única.

En España los viejos partidos también están deteriorados, pero la gente les acaba votando.

No quiero juzgar a nadie, pero Podemos no es comparable al Movimiento 5 Estrellas. Podemos es una fuerza política de izquierdas, y nosotros no somos ni de izquierdas ni de derechas.

¿De qué ideología son entonces?
No tenemos una ideología.

Todo el mundo tiene una ideología.
Nosotros no, porque nuestra fuerza política aglutina a los desilusionados tanto de la izquierda como de la derecha. 

En nuestro programa hay temas que han sido caballos de batalla de la derecha, otros que lo fueron de la izquierda, y temas que izquierda y derecha siempre ignoraron. 

Dentro de nuestro partido hay sectores a los que Silvio Berlusconi traicionó, o que Matteo Renzi o Romano Prodi traicionaron. Por eso tenemos una ventaja respecto a las otras fuerzas políticas. Somos una alternativa real.

Pero otra cosa es conseguir la mayoría.

Las nuevas fuerzas políticas europeas, cuando ven que en unas elecciones les va mal, intentan aliarse con otras formaciones. Por ejemplo, para nosotros las elecciones europeas fueron un fracaso. Sólo conseguimos el 15% de los votos. 

Entonces podríamos haber hecho alianza con listas cívicas o con pequeños viejos partidos. Pero preferimos continuar en solitario, y ahora tenemos el 31% de los votos y somos la primera fuerza política del país. 

Los ciudadanos nos reconocen que nos hemos mantenido coherentes a nuestros principios. Y si esperas, los electores llegan.

¿Por qué el Movimiento 5 Estrellas se opone a la reforma constitucional?

Porque votar sí a la reforma significa dar más poder a quien ya ha tenido poder en este país, a quien ya ha destruido nuestra sanidad y nuestros servicios públicos. 

El nuevo Senado estará totalmente desligado de la voluntad de los electores, y serán designadas personas que no han sido elegidas por el pueblo, sino representantes regionales. 

Si usted mira el mapa de las regiones italianas, casi dos tercios se encuentran en manos del Partido Demócrata. Se quiere crear una caja fuerte de privilegios de esa clase política.

Yo, en esta reforma, veo un intento de sobrevivir de la vieja política italiana. Una clase política que intenta limitar los espacios de democracia para sobrevivir.

En cambio, Renzi presenta la reforma como lo contrario: un intento de acabar con la vieja política reduciendo escaños en el Senado.

Dicen que eliminan a 200 senadores, pero no dicen que han creado 30.000 escaños nuevos en los Ayuntamientos, 25.000 puestos nuevos de consejeros municipales, y 6.000 de asesores. 

Como siempre con Matteo Renzi, la ley tiene un bonito título y spot, pero el texto es completamente lo contrario.

¿Tal vez la interpretación depende de quién la haga?

No. Yo advierto que esta reforma debe interesar también a todos los ciudadanos europeos, porque Italia, como país, está haciendo una reforma que aumentará los casos de corrupción, ya que dará más impunidad a una categoría de administradores, los de las regiones, que al principio no tenían inmunidad parlamentaria. 

La reforma también llevará el caos al país porque existirán diez procedimientos legislativos diferentes para aprobar las leyes, y entre Cámara y Senado habrá una guerra.

Sin embargo, la idea más difundida es que, si gana el 'no' en el referéndum, Italia se sumirá en el caos.

Si se aprueba la reforma constitucional, tendremos diez procedimientos legislativos diferentes, cosa que significa caos. 

Los analistas financieros verán más caos en el país si vence el sí, que si vence el no. Y yo estoy convencido de eso.

Escalofríos en la casa europea  

Europa ha vivido un fin de semana de escalofríos tras los resultados de las elecciones presidenciales en Austria, el referéndum en Italia y la crisis de Gobierno en Francia.

Una Europa resignada al fatalismo, herida por el Brexit y noqueada por su ciega apuesta por Hillary Clinton ante Donald Trump, estaba resignada a que Austria fuera el primer país desde la II Guerra Mundial en aupar a la Presidencia a un candidato del Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), una formación fundada por elementos nazis en 1956.

El FPÖ de Norbert Hofer ya no es considerado como un defensor de las tesis fascistas de sus creadores, pero en esta Europa fragilizada e impotente para frenar la revuelta de sus ciudadanos representa al defensor de las tesis antiliberales, antiélites y antieuropa que campan por el Viejo Continente.

La victoria del candidato Verde, Alexander Van der Bellen, fue recibida con alivio por el 'establishment'. Austria salvaba, por escaso margen —53% contra 47— un primer capítulo en su batalla contra el llamado populismo nacionalista. El combate de vuelta serán las elecciones generales de 2018.

Esa alegría no puede ocultar que el Gobierno de coalición austriaco, formado por socialdemócratas y cristianodemocratas, esté llevando a cabo una política firme contra la inmigración, adaptándose a los temores de una ciudadanía que podría desequilibrar la balanza dentro de un año.

Por el momento, el país entroniza en la presidencia al hijo de emigrantes soviéticos, conocido en su infancia como Sasha, y descendiente de un aristócrata ruso y de una estonia que huyó del estalinismo.

La 'sorpresiva' decisión de Viena es explotada por los europeístas, que temían un nuevo repliegue hacia el Este del corazón del Continente, tras la actitud de los cuatro países del Grupo de Visegrado (Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia), refractarios a la política de inmigración de la UE y cada día más aferrados a la defensa de sus tradiciones y fronteras.

Como en Austria, en la mayoría de los países europeos, una división sociológica del electorado se dibuja en cada cita electoral. Los considerados populistas atraen la adhesión de las zonas rurales, de los obreros, de los empleados menos diplomados y del voto masculino; las mujeres, el voto urbano y los pensionistas optan por el 'statu quo' y mantienen una esperanza, aunque crítica, en la UE.

Para los europeístas convencidos, el alivio del voto austriaco duró solo unas horas. 

En Italia, una suma heteróclita formada por independentistas de la Lega Nord —Liga Norte—, partidarios del expresidente Silvio Berlsconi, extrema izquierda, extrema derecha y, especialmente, los populistas del Movimiento 5 Estrellas, abofeteaba en las urnas al primer ministro de centroizquierda, Matteo Renzi.

El joven político italiano que llegó al poder sin ser elegido y solo por las maniobras que propicia el sistema italiano, presentó la dimisión de forma inmediata. 

Renzi pretendía, ante todo, clarificar el proceso político de su país: reducir el poder del Senado para evitar el bloqueo de las iniciativas aprobadas por la Cámara de diputados. Desde 1948, la Constitución italiana otorga a los parlamentarios un poder de veto que refleja el temor a un Gobierno fuerte heredado de 15 años de fascismo mussoliniano.

Pero no es solo eso lo que ha derrotado a Renzi. 

Los pequeños partidos tienen tal poder en Italia que son capaces de derribar gobiernos aunque su representación popular sea mínima. Renzi había conseguido hacer aprobar una ley electoral en sus primeras reformas que otorgaría una prima al primer partido en votos en un sistema mayoritario a dos vueltas. Un remedio a los 63 gobiernos que ha conocido el país en 70 años.

El presidente del Estado, Sergio Mattarella, debe decidir si convoca elecciones o se vuelve a buscar un Gobierno de tecnócratas o de independientes. Unas elecciones anticipadas tienen como favorito al M5 de Beppe Grillo, que mezcla su antieuropeísmo con sus denuncias a un sistema que considera corrupto.

Tras un fin de semana de escalofríos, la Europa afectada por la gripe populista dirigía su mirada hacia otro país alpino. El primer ministro francés, Manuel Valls, dimitía como jefe de Gobierno para presentarse como candidato a las elecciones presidenciales de 2017.

La decisión de Valls era esperada desde hace tiempo. El 'premier' solo retardó su anuncio a la espera de que François Hollande tirara la toalla y desistiera de concurrir a su reelección.

Valls deberá primero presentarse a las primarias del Partido Socialista (PSF), en el poder, y enfrentarse a los candidatos a la izquierda de su formación. Después, al nuevo aspirante del centroderecha, François Fillon, al social-liberal, Emmanuel Macron, y a Marine Le Pen, líder del Frente Nacional.

Las consultas en Austria e Italia son solo un aperitivo de lo que Europa vivirá el próximo año. En Francia, con Valls o no como candidato, la final de las presidenciales la disputarán Le Pen y Fillon, según todos los sondeos. 

Muy difícil tiene la izquierda pasar la primera vuelta. 

La herencia de los años Hollande —ocho de cada diez franceses rechazan su mandato—, unido a las divisiones irreconciliables entre corrientes que se oponen a socialdemócratas, a socialistas antiausteridad, a izquierdistas anti-UE y a verdes, restan opciones de poder competir contra conservadores y nacional-populistas.

Alemania también pasará el test electoral que juzgará a Angela Merkel y medirá el peso de los antieuropeos y antiinmigración de Alternativa para Alemania (AfD). 

Los socialdemócratas, hasta ahora aliados con los cristianodemócratas de Merkel, tienen también escasas opciones de desmarcarse de la política que han apoyado dentro de la 'gran coalición'.

Más de media Europa juzga a Merkel como la causante del repliegue nacionalista por su generosa política inmigratoria. También ella ha debido recular y propone ahora medidas restrictivas que hace unos meses podrían haber sido calificadas de populistas.

Criticada dentro de su propio partido y por sus aliados cristiano-sociales de Baviera, la canciller ha comprendido que Europa se juega mucho en su país.

Por si fuera poco, los comicios en Holanda, donde el partido anti-Islam de Gert Wilders encabeza los sondeos, indicará también el sentir de un Continente a la deriva.

La insurrección nacionalista contra las promesas de una Unión Europea sin atractivos y sin fuerzas para generar esperanzas se extiende por el Continente. 

Frente a la globalización vendida como una oportunidad, frente al multiculturalismo y el universalismo, los países europeos se refugian en sus tradiciones, se enorgullecen de sus raíces y se aferran a la transmisión de valores que parecían borrados por la modernidad.

Lo peor, según muchos analistas, es que el concepto que sale más perjudicado es el de democracia, a la que se identifica ahora con el liberalismo desenfrenado y con la globalización que ha destruido el tejido industrial de regiones enteras en Europa.

En ese sentido, Andréi Kortunov, director del Consejo Ruso para asuntos Internacionales, manifestaba recientemente en París que "existen dos líneas de demarcación entre los países: la que separa las democracias de los países autoritarios, y la que opone el orden al caos". 

"Para los rusos", dice Kortunov, "la segunda propuesta cuenta más. 

La amenaza del caos nos inquieta más que la del autoritarismo. 

Y esta visión es cada día más compartida en el mundo".

Prueba de que la opinión que viene de Moscú cada día cuenta más es el protagonismo que Rusia tiene en el debate político interno de cada país comunitario. 

Desde Hofer, en Austria, pasando por Fillon y Le Pen, en Francia, y la Liga Norte, en Italia, hasta la formación Alternativa para Alemania, todos piden el restablecimiento de relaciones de cooperación con Rusia. 

Una bofetada popular a las decisiones tomadas en Bruselas por una élite política que asiste atónita y paralizada a la "rebelión de los pueblos".

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK





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