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miércoles, 28 de diciembre de 2016

Cowboy Indian Alliance: indígenas y vaqueros contra la tiranía del petróleo

En rojo, el ya construido oleoducto Keystone; en azul, el polémico KeystoneXL. Fuente: BBC

Cowboy Indian Alliance: indígenas y vaqueros contra la tiranía del petróleo


KeystoneXL es el oleoducto más polémico de la historia, un proyecto energético que pretende exportar petróleo de Canadá a Estados Unidos con el fin de subministrar crudo de forma estable y a un precio más reducido. Pero este proyecto se ha encontrado con la oposición de ecologistas y otros grupos políticos, incluida una organización curiosa que aúna a dos enemigos históricos como son indígenas y vaqueros.
La empresa TransCanada presentó en 2008 su proyecto energético, que pretendía construir un oleoducto desde Canadá hasta el golfo de México, en el estado de Texas. 
KeystoneXL es el nombre que ha recibido el proyecto energético más polémico de la Historia, el cual ha unido a enemigos históricos como son indígenas y vaqueros. 
La razón de dicha unión, a la que también se han sumado grupos ecologistas, políticos y personajes mediáticos, es frenar un proyecto que se considera muy peligroso para el medio ambiente.
Las movilizaciones consiguieron paralizar el proyecto en 2015, ya iniciado, por las presiones a la Administración Obama. 
La nueva Administración de Donald Trump tendrá que decidir entre continuar con la construcción de KeystoneXL, lo que aportaría 830.000 barriles diarios de crudo que le permitirían reducir enormemente la dependencia de países “hostiles”, como Venezuela y algunos países de Oriente Próximo, o la protección del medio en el que viven indígenas y vaqueros, aunque por lo prometido en campaña parece claro que el republicano no tiene la defensa del medio ambiente en su agenda.
KeystoneXL es un oleoducto que tendría cerca de 2.000km de longitud y que conectaría las arenas bituminosas del estado canadiense de Alberta con otro oleoducto existente, el oleoducto Keystone, en la estadounidense Steele City, en Nebraska, y de allí hasta el golfo de México, donde se encuentran las refinerías y las terminales de exportación.
KeystoneXL tiene el mismo origen y destino que el ya existente oleoducto Keystone, solo que la nueva propuesta tendría una ruta más directa. 
En realidad, se trata, pues, de una ampliación para aumentar la capacidad de Keystone, el cual exporta cerca de 550.000 barriles diarios.
La primera fase de Keystone en su primer año de funcionamiento causó 14 abocamientos de crudo en territorio estadounidense, hecho que hizo saltar las alarmas entre la población. 
Las movilizaciones contra el proyecto de la empresa TransCanda provocaron en 2011 una ola de desobediencia civil en Washington nada despreciable y marcaron un nuevo auge en EE. UU. del movimiento contra el cambio climático.

KeystoneXL y sus aliados

El objetivo del proyecto es unir las arenas bituminosas de Alberta, en Canadá, con estados de EE.UU como Texas, Nebraska, Dakota del Norte y Montana. 
Aparte de la empresa promotora, hay numerosas instituciones y actores muy interesados en llevar a cabo el proyecto. 
El primero es el Gobierno canadiense, probablemente el mayor defensor de la empresa. TransCanada se reunió en 2012 nada menos que 279 veces con la Administración del conservador Stephen Harper, primer ministro de Canadá hasta finales de 2015. 
La llegada del liberal Justin Trudeau no ha puesto en riesgo el proyecto de la empresa ni la apuesta por la extracción de recursos fósiles de las arenas bituminosas, aunque sí ha exigido mayores controles ambientales en la construcción de este tipo de oleoductos.
Pero los aliados de KeystoneXL no se encuentran únicamente en territorio canadiense. 
En EE. UU., TransCanada tiene varios y grandes aliados: en el ámbito privado, de modo nada sorprendente, las empresas energéticas y petroleras; en el ámbito político, cuenta con el apoyo unánime del Partido Republicano y algunos miembros del Partido Demócrata, así como ciertos sindicatos. 
Todos estos sostienen que el proyecto de TransCanada aportaría beneficios económicos: más de 3 mil millones de dólares y la creación de puestos de trabajo—entre 42.000 y 100.000 empleos directos, 35.000 de ellos fijos—.
Más información: Informe del Departamento de Estado, 2014
En el plano geopolítico, el argumento más esgrimido es la notable reducción de la dependencia energética —hasta un 40%—, por lo que KeystoneXL se presenta como proyecto vital para la seguridad energética de EE. UU.; es preferible tratar con su estable aliado del norte que con países considerados hostiles, como la Venezuela de Nicolás Maduro. 
Además, por su proximidad, la importación de crudo canadiense sería más barata que la de otras regiones.
El apoyo al proyecto transciende al establishment, ya que según una encuesta del Pew Research Center la opinión pública estadounidense es favorable a la construcción de KeystoneXL, más entre los votantes republicanos que entre los demócratas.

Sus detractores

El conflicto generado en torno a la construcción de este proyecto se está presentando a menudo como la batalla ambiental reciente más grande de EE. UU. 
Cabe decir que no es una batalla que se esté librando exclusivamente en territorio estadounidense, ya que la oposición al proyecto está también presente en Canadá. 
La región de Alberta está sufriendo ya los costes ambientales de la explotación de sus arenas bituminosas con la desaparición de sus bosques, la muerte de ganado y la contaminación de sus aguas y aire. 
El daño además se extiende a las poblaciones indígenas, que se han visto obligadas a desplazarse, así como al resto de población, en la que han aumentado los casos de cáncer.
La Cowboy Indian Alliance es una organización relevante en el conflicto y especialmente llamativa. 
Fundada durante las luchas contra la explotación de uranio en 1980, está compuesta por vaqueros e indígenas que viven a lo largo de la ruta propuesta por el oleoducto. 
Esta coalición entre colectivos tradicionalmente enfrentados ha sido capaz de dejar atrás las diferencias entre ambos para hacer frente a un proyecto que puede amenazar su territorio y su estilo de vida. Gracias a su capacidad organizativa y de liderazgo, han conseguido por sí solos relanzar el movimiento de lucha contra el cambio climático en EE. UU.
También se han opuesto a KeystoneXL otras muchas organizaciones, como Greenpeace, 350.org o el Sierra Club, así como destacados personajes, como el expresidente Jimmy Carter, la famosa escritora Naomi Klein, el premio Nobel Desmond Tutú o el experto de la NASA James E. Hansen. 
Los críticos de KeyStoneXL se oponen al proyecto por razones ambientales: las ya probadas fugas durante el transporte de crudo, como las ocurridas durante la fase 1 de Keystone; emisiones de gases, contaminación de aguas, el peligro de contaminación por trabajar con arenas bituminosas, que presentan un riesgo añadido al de la extracción habitual y más emisión de dióxido de carbono por extraer petróleo de este tipo de suelos, y la no reducción de la dependencia de energías fósiles, por mencionar las principales cuestiones que preocupan a los críticos.

Evolución del conflicto

Existen ya varios oleoductos que exportan crudo desde Canadá a EE. UU. Entonces, ¿por qué no utilizar los oleoductos ya existentes? Básicamente porque, con el tiempo, dichas infraestructuras serán incapaces de transportar toda la creciente demanda de petróleo que consumen los estadounidenses:
Laberinto de oleoductos. Fuente: CAPP
Es por ello que KeystoneXL fue oficialmente propuesto en setiembre de 2008 a la Mesa Nacional de Energía de Canadá, que aprobó el proyecto tres años más tarde. 
Por su lado, el Departamento de Estado de EE. UU. —que entre 2008 y 2016 ha tenido a Hillary Clinton y a John Kerry como secretarios— ha sido el responsable de las negociaciones, la supervisión y la investigación del proyecto, competencias que se le atribuyen por cruzar KeystoneXL una frontera internacional. 
No obstante, otras agencias gubernamentales han estado en la mesa, como la Agencia de Protección Ambiental (EPA por sus siglas en inglés), la cual ha mantenido una posición crítica al proyecto desde el inicio y pidió al presidente Obama su paralización.
El conflicto tuvo mayor repercusión y oposición en el momento que TransCanada tomó la decisión de pasar el oleoducto por las montañas arenosas de Nebraska, donde se encuentra el acuífero Ogallala, uno de los más grandes el mundo, el cual ocupa el territorio de ocho estados y que abastece de agua potable a dos millones de personas y proporciona el 30% de agua subterránea de regadío de todo EE. UU. 
Muchos vieron el peligro que supondría para la vida un hipotético escape en el oleoducto sobre Ogallala.
Para ampliar: Pipe Dreams: The KeystoneXL Documentary, Leslie Iwerks, 2011
El Departamento de Estado ha mantenido una postura titubeante a lo largo de estos años. 
Primeramente, en agosto de 2011, concluyó en su primer informe que el proyecto no presentaba un impacto significativo para el medio ambiente, pero en noviembre del mismo año pospuso la decisión final, porque decían necesitar más información acerca de rutas alternativas que no afectaran al acuífero de Ogallala. 
A finales de año, el Congreso, de mayoría republicana, aprobó una ley para forzar a Obama a tomar una decisión en un plazo de 60 días, que el presidente rechazó.
El Departamento de Estado elaboró nuevamente un informe en 2013, cuando Kerry había asumido el cargo para suceder a Hillary. 
El secretario afirmaba que KeystoneXL no tendría un impacto notablemente negativo para el medio ambiente; sin embargo, recomendaba no aceptar ni rechazar el proyecto por el momento. 
Tanto el Senado como la Cámara de Representantes—las dos cámaras del Parlamento estadounidense— aprobaron a inicios de 2015 la construcción de KeystoneXL con el veto de Obama. 
El entonces presidente mantuvo una posición ambigua y no dio una solución final al conflicto hasta noviembre de 2015, cuando rechazó el proyecto después de más de seis años de revisiones. No obstante, el conflicto no ha quedado zanjado.
La fase 4, KeystoneXL, es la bloqueada por Obama. Fuente: Wikimedia
Canadá no se quedó de brazos cruzados ante el rechazo de la Administración Obama y amenazó con vender su petróleo a China, aunque la logística se presenta complicada. 
De hecho, Canadá ya ha utilizado la baza de China, de momento sin mucho éxito, con otro proyecto que también extrae recursos fósiles de las arenas bituminosas de Alberta: 
el oleoducto Northern Gateway, que conectaría estas arenas con la Columbia Británica, también en territorio canadiense, un proyecto anunciado en 2006 y en el que entró a negociar la empresa estatal PetroChina. 
Además, en enero de 2016, la empresa TransCanada anunció que emprendería medidas legales bajo el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (conocido en inglés como NAFTA) contra la Administración estadounidense.
Ya en la reciente campaña electoral para las primarias primero y las presidenciales después, el proyecto KeystoneXL ha sido un tema relevante dentro de las propuestas energéticas y ambientales. 
Hillary Clinton, candidata del Partido Demócrata para las elecciones presidenciales, aunque en algunos momentos de los últimos años se ha mantenido ambigua o ha optado por el silencio, finalmente enfrentó la cuestión y manifestó su oposición al proyecto, sobre todo debido a la presión del sector de Bernie Sanders.

Trump y el fracking, dos revoluciones para KeystoneXL

KeystoneXL se ha convertido en una cuestión vital para el legado energético y ambiental de la Administración Obama, que no ha sabido o no ha podido dar una solución final, en parte por encontrarse ante un Congreso que ha ejercido una presión constante al ya expresidente para iniciar el proyecto. 
Es por ello que la nueva Administración surgida de las recientes elecciones será la que tenga que decidir. 
Parece obvio cuál será la vía que tomará Donald Trump, quien durante la campaña electoral apoyó la construcción de KeystoneXL sin reservas, además de negarse a cumplir los Acuerdos de París. 
Previendo la elección de Hillary como presidenta, la compañía TransCanada creía que su último cartucho era la mediación de la NAFTA, pero unas inusuales elecciones han abierto una vía fácil al dar esperanzas inesperadas de solución del conflicto a favor de la empresa.
KeystoneXL no es solo un oleoducto que traviesa regiones. 
Se ha convertido en un símbolo de la lucha contra el cambio climático y las energías fósiles, del nuevo espíritu del renaciente movimiento contra el cambio climático en EE. UU., que puede encontrar sinergias con otras batallas políticas y movimientos de protesta —como el movimiento feminista, Occupy o Blacks Lives Matter— y que pueden ser utilizados por el Partido Demócrata —especialmente por el sector de Sanders— ahora que ha visto frustrada su continuidad en el Despacho Oval. 
Si el movimiento contra KeystoneXL tuvo muchas dificultades para paralizar el proyecto con Obama en la presidencia, quien parecía tener intenciones firmes de actuar contra el cambio climático, ahora tiene la difícil tarea de resistir la nueva Administración Trump.
Cabe señalar que inesperadamente ha surgido una fuente de recursos fósiles que puede transformar el futuro de KeystoneXL: el fracking. 
Este nuevo método de extracción ha reconfigurado el panorama mundial del mercado de crudo al convertir en 2013 a EE. UU en un exportador neto, con una producción de diez millones de barriles al día. 
Esto acerca al país a la soñada independencia energética y podría ser clave para cerrar la puerta al polémico oleoducto, además de transformar las relaciones geopolíticas de los estadounidenses con Oriente Próximo y los países latinoamericanos.
Para ampliar“Hidrocarburos no convencionales, la nueva revolución energética”, Fernando Arancón en El Orden Mundial, 2015

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