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sábado, 26 de noviembre de 2016

Los RICOS...esa especie parasitaria, antisocial e insolidaria que deciden en detrimento y perjuicio del resto del mundo

Los RICOS, esa especie Excepcional, como los EEUU, que no SOLO no paga IMPUESTOS, sino que se dedica a conspirar en contra del bien común de la gente

Los Ricos y el Poder


Mario R. Fernández y Nora Fernández

Un interesante y fundamentado artículo sobre el poder y la riqueza en el mundo. Un tema de actualidad que ilustra la forma en que se mueve la política mundial interrelacionada con el capital financiero. 

Análisis de forzosa lectura para entender, entre otras cosas, que podemos esperar de un multimillonario –Donald Trump- en el gobierno de los Estados Unidos. 

Llama la atención la admiración e influjo casi “místico” de las personas comunes hacia la gente rica y el complejo entramado de las élites para perpetuarse en la cumbre del poder y del dinero. 

Para aquellos fanatizados con las teorías conspiranoicas se advierte que este artículo no pretende desenmascarar a supuestos líderes de esas populares y divertidas especulaciones que venden muy bien a un amplio y crédulo sector de la población. 

El ensayo se refiere a un complejo entramado de hombres y mega empresas multibillonarias y conocidas (no se ocultan en el anonimato) tanto de la vida política como empresarial, que de forma pública (previas conferencias privadas) anuncian la imposición de un único orden económico internacional (globalización) o "Empresa Mundial S.A.", como lo definen algunos. 

Para la gente poderosa resulta irrelevante las confesiones religiosas o el origen racial de quienes comparten una visión unipolar del manejo de la economía para su fin único: enriquecimiento y control político. Conspiración? 

Si, en el estricto sentido del término, estos acuerdos de multinacionales, gobiernos y gente particular muy rica lo definiríamos como tal; y, al ser sus protagonistas personajes públicos, independientemente de su ascendencia étnica o sus particulares creencias "espirituales", las teorías conspiranoicas no tienen sustento lógico a pesar del criterio errado de la mayoría. 

Lo que hemos expresado y lo que van a leer es una realista descripción de lo que muchos definen como "gobierno mundial en las sombras" u otros títulos rimbombantes. (*)


La humanidad  enfrenta serios problemas en su diario vivir; los pueblos tienen que  acarrear  lastres  que en su mayoría no han creado, desastres del medio ambiente,  sufrimiento y miedo a la guerra, la represión, el crimen  y el abuso por sus semejantes,  la carencia de un trabajo estable y digno, la pobreza y la miseria y la falta de servicios básicos de higiene y de salud que afecta a más de un tercio de los habitantes del mundo.  


Pero además las mayorías en casi todas las sociedades del planeta tienen que acarrear, casi como si les llevara en brazos, a los ricos del mundo. 

Los ricos son una especie de animal grande y peligroso, parasitarios y dañinos y hombres en su mayoría, aun cuando hay mujeres ricas también, que aunque nacidos en cualquier extracto social ocupan las elites del poder y del dinero, verdaderos barones del poder, y hoy han acumulado dinero como nunca antes en la historia moderna, que manipulan todo lo que les interese manipular y que persiguiendo sus intereses pueden ser criminales pero no pagan por ello.

Hoy, los ricos  ya no son simples  millonarios como hace algún tiempo atrás, hoy las fortunas son de miles de millones  de dólares, si usamos  la moneda  estadounidenses; forman élites muy reducidas en números si los comparamos al resto de los privilegiados, no son el uno por ciento de la población total como tanto se dice en medios oficiales y no oficiales, sino mucho menos, pero si cuentan con una plataforma de apoyo de entre el uno y el cinco por ciento de los más acomodados, que le sirven a la elite dominante de escolta y sustento o base social, además del apoyo casi incondicional de las clases medias, estas representan el lado “presentable” de un sistema de acumulación totalmente injusto cuando se lo examina. 

La elite dominante cuenta con la escolta de otros ricos inferiores, que forman una especie de pirámide de acomodados, a quienes se suman altos administradores y políticos que ayudan a la elite dominante a manejar el aparato político mundial, cuenta la elite además con no pocos adulones profesionales y aspirantes a millonarios que incluyen incluso a hampones que trafican drogas, personas y servicios.

Estados Unidos, desde hace más de 200 años, ha sido un país favorable a la especie parasitaria de los más ricos, y por eso allí se ha multiplicado con particular facilidad, no tiene tanto que ver con condiciones biológicas particulares sino con un ambiente ideológico que desde el siglo 19 viene justificando la acumulación de riqueza a cualquier costo y como fundamental razón de ser, algo que observó el entonces cientista político francés Alexis de Tocqueville cuando escribió su libro, un clásico,  “Democracia en América”

Durante su estadía en Estados Unidos entre 1830-31, Tocqueville  observó el marcado individualismo y la aceptación sin cuestionamiento de una forma de entender la realidad que simplemente se sobreentiende. 

En su libro dice que “los americanos no  tienen escuela de filosofía propia poco les importan las escuelas  de filosofía en que Europa está dividida…Y sin embargo es fácil percibir que casi todos los habitantes de los Estados Unidos conducen su entendimiento de forma similar y lo gobiernan por las mismas reglas, vale decir, sin tomarse nunca el trabajo de definir las reglas, tienen un método filosófico común a todo el pueblo.”  Y agrega: “Pero si voy más lejos, y busco entre las características la principal…descubro que cada americano apela solo al esfuerzo individual de su propio entendimiento…” algo que Tocqueville entiende tiene limitaciones. 

De ese individualismo dominante con foco en el ahora se llega fácilmente a la sobrevaloración de los logros personales, al vivir sin historia y a la admiración a los ricos cuando la sociedad tiene un foco totalmente material. 

El desarrollo norteamericano fue material y los ricos siguen siendo admirados, ejemplo de triunfo personal, un triunfo sea como sea y pese a quien pese.

El Complejo Rockefeller Center, Manhattan – New York

Las revistas Forbes, Fortune y Bloomber Businessweek, demuestran esa admiración continuamente, los ricos son vacas sagradas y la carrera es una escalera infinita hacia la mayor riqueza. 

Los ricos, expuestos como celebridades y disfrazados de generosos aparecen allí con nombre y apellido, pero allí solamente se hacen carne, sin explicación, sin exploración de lazos de poder o historia, allí son genios salidos de la nada y al hacerse carne de esta forma se los transforma en intocables, se hace impensable criticarlos en otros medios de prensa.  

De los más ricos, los “billionaires”, que no pasan de 2000 en todo en el mundo, con fortunas personales de más de mil millones de dólares, más de un cuarto de ellos son ciudadanos de Estados Unidos, pero no faltan representantes de Alemania, India o Brasil. 

Lo irónico hoy es la existencia de “billionaires” chinos y rusos, algo que nadie podría haberse imaginado hace apenas treinta años. 

La historia está llena de sorpresas, y los nuevos muy ricos en China, que pasan de 200, hicieron sus fortunas de la forma clásica: explotando simplemente a los trabajadores de su país y especulando luego con las fortunas logradas. 

Los magnates rusos, que no alcanzan a 100, son un caso único en la historia: formaron sus fortunas violentamente, de la noche a la mañana saqueando y robando directamente los bienes del estado posterior al derrumbe de la Unión Soviética, muchos los llaman por eso “lumpen burguesía” recordándoles sus raíces antisociales directas.

La Trump Tower en la Quinta

Avenida, Manhattan – New York

Sería injusto, sin embargo, dividir a los ricos en más y menos meritorios, pues en esto de hacerse de fortuna, y aunque todos  los grandes ricos han usado métodos diferentes en la acumulación de su riqueza, algunas veces a través de un producto o creándose un proyecto, otras veces aprovechándose de explotar a otros, extorsionando o engañando, o robando directamente o en negocios ilícitos, no puede haber excepción en el uso de métodos antisociales: nadie se enriquece sin ejercer un nivel de criminalidad.  

Detrás  de toda empresa, sea un banco, una compañía de seguros, una administradora o colocadora de fondos de pensión, un gran supermercado, una fábrica, una mina, una procesadora de alimentos u otros, lo que no pertenece al estado o no está en manos de una cooperativa, es de seguro una pirámide donde las decisiones las toman los más ricos aun cuando figuren como accionistas y cuenten con un servil bien remunerado y a veces hasta famoso que le pone cara pública a la empresa. Y, serán siempre los accionistas menores quienes absorban las pérdidas cuando las haya, que los más ricos muy bien entendidos de lo que sucede abandonaran la empresa a tiempo llevándose todas las ganancias.

Pero los ricos saben que mantener una imagen es fundamental, ninguno de ellos quiere llegar a viejo con gran fortuna pero con fama de ladrón y de asesino, es por ello que se encargan con dedicación a asegurarse de tapar lo mejor posible todos las conductas antisociales que les aseguraron su fortuna y usan la publicidad y la manipulación para crearse una imagen de benefactores y generosos -ahora que tienen todo lo que quieren pueden invertir lo necesario en verse bien. 

La primera generación de toda fortuna tiene siempre mucho que ocultar, de allí que su preocupación no sea sólo con hacer más y más dinero sino con incrementar su nivel de influencia social y política, incrementar influencia ayuda a los ricos a aumentar su riqueza también, pero además corrompe la administración de los bienes comunes y del estado y a los servidores públicos a todos los niveles, y con ello los ricos se aseguran total impunidad, la justicia y las responsabilidades civiles no les aplica como al resto y la corrupción aumenta y facilita el parasitismo de los ricos que viven literalmente de los demás manipulando el o los estados a su gusto. 

La segunda generación tiene más fácil tarea porque el proceso mismo genera la impresión de que al haber heredado la riqueza no se los puede responsabilizar de cómo se generó. 

La segunda generación se ve a sí misma y los demás la ven como más saneada. Los logros de la primera generación facilitan el continuo proceso de enriquecimiento de la segunda: la preocupación por alcanzar niveles de influencia en la sociedad les ha otorgado poder que usan para continuar corrompiendo a la administración del estado y enriqueciendo ahora de forma más parasitaria. 

El estado en sus diferentes niveles les otorga todas las facilidades y los protege incluso del pago de impuestos y royalties, a veces tan bajos que son ridículos. El estado les asegura subsidios para sus empresas, contratos con soborno (lo  que en Estados Unidos es un ejercicio legal), el uso de la infraestructura y servicios públicos gratis. 

Además, el estado en los últimos 35 años les ha asegurado la adquisición de empresas estatales a precios de ganga, y gracias a la desregulación de todo les garantiza creciente espacio para que saqueen. 

El robo más obsceno  quizás de la historia es el  de la última crisis del 2008 con el rescate financiero a grandes bancos con dineros públicos y a cambio de papeles especulativos sin valor real.

El mundo occidental sufre una continua pérdida de trabajos en la industria manufacturera; hasta los empresarios más pequeños con alguna posibilidad de ganancias en la actividad de algún producto o servicio, ya sea en áreas rurales o en centros urbanos, también están en continuo peligro de desaparecer. 

Muchas empresas pequeñas y-o medianas han sucumbido o han sido absorbidas por otras más grandes que simplemente las comprar para cerrarlas por lo que los pequeños empresarios tienen que conformarse con empresas que apenas se solventan. 

Este proceso de monopolización y acumulación sin fronteras, llamado globalización, destruye las economías locales gracias a la firma de tratados que no son de “libre comercio” sino documentos legales para los más ricos y sus empresas que crecen en su monopolio, acumulan crecientes derechos sin responsabilidades, aseguran la libre circulación de mercancías y servicios (incluso financieros) mientras ponen en jaque incluso a los estados mismos –estos, últimos garantes de sus aventuras de enriquecimiento y paganinis de toda especulación fallada. 

Lo irónico: la diatriba repetitiva de los políticos representantes de los ricos (casi todos ellos) en su aparente continua preocupación por la existencia misma, y prosperidad, del llamado “pequeño negocio o empresa” –una preocupación tan irreal como hipócrita que se entiende más bien como una burla surrealista.

La producción industrial y la agricultura, en Europa y en Norteamérica, tuvieron desde 1870 al 1900 un desarrollo en gran escala, en parte debido a las innovaciones tecnológicas en factorías, en minas y en el campo, lo que resultó en más acumulación de dinero para los ricos. 

En Estados Unidos esta fue la llamada “época dorada” (Gilden Age en inglés) durante la cual los ricos disfrutaron en forma casi obscena de una libertad plena de explotar a sus trabajadores y especular con la complicidad de autoridades políticas y administrativas. 

Pero, para fin del siglo 19 emergían esperanzas de cambio gracias a grandes luchas de parte de la clase trabajadora, lucha que aumentó con el logro del sufragio universal, el aumento de la participación política y la creciente organización sindical. 

De esta forma se consiguieron básicos derechos laborales y sociales y se constató una vez más que es la resistencia a la opresión y la lucha por los derechos lo que detiene el avance del poder de los ricos al subirle el precio a su abuso, y no un simple proceso civilizatorio.

Durante el siglo 20 los enfrentamientos continuaron por lo que algunos magnates tuvieron que reconocer la necesidad de lidiar de otra manera con los oprimidos e incluso aplicar algunas reformas recomendadas por los social liberales de entonces. 

No faltaban los ricos que no querían negociar derechos pues estaban convencidos de que la gente de trabajo no se merecía nada. En ese tiempo el odio de clases era muy visible: la mayoría de la gente del pueblo odiaba a los ricos y su institucionalidad liberal, y los ricos odiaban a la gente del pueblo. 

Pero con la llegada de la Primera Guerra Mundial en 1914, el conflicto de clases disminuyó, reemplazado por un nacionalismo aparatoso, oportunidad que los ricos usaron para extorsionar a los trabajadores a que peleen y mueran en sus guerras de dominio.

La Primera  Guerra Mundial fue planeada por un puñado de ricos en una mesa para lidiar con las competencias por mercados entre los países imperialistas mismos; enviaron a millones de soldados a la carnicería más grande hasta ese entonces, una tragedia para hombres, mujeres y niños de Europa y el mundo colonizado. 

Los ricos responsables de esa tragedia comenzaban de nuevo a florecer unos años después y el resultado fue la Segunda Guerra Mundial y el fascismo, de nuevo el mundo sufre una gran destrucción de vidas y bienes, pero terminada esta guerra los ricos y sus empresas ocupaban lugares de importancia incluso en Alemania, Italia y Japón los países derrotados –olvidado quedaba nuevamente el sufrimiento y la muerte de millones de seres humanos que por supuesto no eran parte de las élites acaudaladas.

Y aunque el resultado de ambas guerras no fue exactamente el esperado por las élites, pues los fascistas no terminaron con la “amenaza comunista,” y tuvieron que crear y luego ampliar el Estado de Bienestar Social  en los países de Europa Occidental, Norteamérica y algunos otros, el argumento en contra de los pueblos no cejo y algunos ricos continuaban predicando contra el peligro de “malacostumbrar” a los pobres –o sea a la mayoría de los ciudadanos. 

En estos tiempos la carta a jugar para los ricos fue la propaganda, Alex Carey (científico australiano) lo explica muy bien en “Taking the Risk Out of Democracy” (Quitándole el riesgo a la Democracia).  

La propaganda fue usada como arma de persuasión en la Primera Guerra Mundial por el gobierno de Woodrow Wilson, Estados Unidos. 

Tuvo resultados asombrosos, tanto que las empresas se apropiaron de la estrategia bajo el nombre de “relaciones públicas.” Hitler mismo, y su partido Nazi, fue un gran admirador del sistema de propaganda aplicado en Estados Unidos, idea de la que se apropió e integró en su máquina de terror y de guerra.

El sistema propagandístico se fue desarrollando durante todo el siglo 20, aumentando en sutileza y detalle e incluyendo entre sus herramientas la nueva idea de las “fundaciones” –organizaciones que los ricos crean para mostrar su filantropía y generosidad con la sociedad al tiempo que persiguen sus propias agendas y se niegan firmemente a la justicia de salarios más equitativos y continuados proyectos de justicia social. 

Parte del esfuerzo propagandístico de los más ricos es mandar a escribir sus biografías sesgadas para demostrarse como auténticos. 

La amenaza  del comunismo o del socialismo como alternativas estaba ya casi desaparecida para el año 1990 año en que los centros de propaganda se extienden aún más, con colaboradores llegados desde la izquierda e incluso de sectores radicales, han sido de gran utilidad en afirmar la legitimidad de la acumulación de riqueza en manos de unos pocos y la desesperanza en cuanto a hacer cambios liberadores.


Wall Street. Un símbolo del corazón financiero de New York, el Gran Toro (Charging Bull). Es una alegoría de la fuerza, en este caso, el poder económico de los Estados Unidos, representa la “prosperidad y el optimismo de los “supervivientes” de la crisis bursátil de 1987. Hay también un juego de palabras oculto: en la jerga de Wall Street, el término bullish se usa comúnmente para designar las subidas de la bolsa”.

Cuando los seres humanos eran cazadores y recolectores dependían unos de los otros, un pequeño grupo homogéneo que no podía tolerar la existencia de individuos con conductas antisociales pues ponían en peligro la existencia misma del grupo todo. 

Entonces a los antisociales se los abandonaba o eliminaba, simplemente, los esquimales por ejemplo empujaban al insistente antisocial al agua helada, otros grupos los eliminaban de otras formas, todos entendían que los antisociales no eran buenos pero además entendían que no eran funcionales.  

Los antisociales de nuestros días no sufren esta suerte, al contrario, dominan al resto, son tan dañinos para la supervivencia de la especie como cuando éramos cazadores y recolectores pero no son tan diestramente condenados.  

Han creado su mundo, en el reinan, controlan, deciden para detrimento de la especie entera. 

Cargan los dados continuamente a su favor, reciben los premios y honores, destruyen naciones, favorecen crímenes, implementan robos, especulan para acumular más y más riqueza que es poder, escapan de toda responsabilidad porque la responsabilidad es colectiva aunque el daño sea de un pequeño grupo, juegan el juego de ganarlo todo sin invertir nada, tienen al mundo del cuello con un revolver apuntado a la cien pero son admirados. 

Lo peor es que son un terrible ejemplo de ser humano pero los admiran y emulan. Durante una buena parte del siglo 20 muchos ricos eran más cautelosos, pero la impunidad ha aumentado y se vive una gran Jauja. 

Dominan los medios de comunicación, la mayor parte de la producción y comercialización de alimentos, semillas, medicamentos, fondos de pensión, instituciones financieras, la cultura: una plutocracia nos tiene de rehén y faltan las alternativas.

Mario R. Fernández y Nora Fernández

NOTA: (*) La nota de introducción en letras grandes es el punto de vista del redactor del blog, por tanto, no corresponde a los autores del artículo.
Las negrillas, subrayados y fotografías con su descripción han sido intercaladas por el editor del blog.
The original source of this article is Global Research
Copyright © Mario R. Fernández y Nora Fernandez, Global Research, 2016



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La élite promueve la guerra mientras la opinión pública estadounidense se opone al militarismo

El complot entre los dos partidos pro-guerra limita la posibilidad de elegir y causa la abstención o el voto por "el mal menor".
Introducción
Al atacar al electorado de EEUU como cómplices y facilitadores de las guerras o, en el mejor de los casos, desestimarlos como gente ignorante que sigue el rebaño encabezado por las élites políticas, se está parcializando la realidad. 

Las encuestas de opinión pública, incluso las que tienen un fuerte sesgo de centro-derecha, describen una ciudadanía opuesta al militarismo y a las guerras, pasadas y presentes.
Tanto la derecha como la izquierda no comprendieron la contradicción que define la vida política de EEUU: Principalmente la profunda brecha entre el público y la élite de Washington en cuestiones de guerra y paz dentro del proceso electoral que avanza constantemente hacia un mayor militarismo.
Este es un análisis de recientes encuestas de opinión sobre el resultado de las últimas elecciones. El ensayo concluye con un comentario sobre las contradicciones más enraizadas y propone diversas maneras posibles de resolución de estas contradicciones.
Método
Una de las principales encuestas de opinión pública, patrocinada por el Instituto Charles Koch y el Centro por el Interés Nacional y realizada por Survey Sampling International, entrevistó a una muestra de mil personas.
Los resultados: Guerra o Paz
Más de la mitad del público estadounidense se opone a un incremento del rol militar de EEUU en el exterior, mientras que solo el 25% apoya la expansión militar.
El público ha expresado su desilusión con la política exterior de Obama, especialmente sus nuevos compromisos militares en el Medio Oriente, los que han sido fuertemente promovidos por Israel y los representantes sionistas en EEUU
El público estadounidense muestra una sólida memoria histórica con respecto a las debacles militares promovidas por los presidentes Bush y Obama. 

Más de la mitad de la población (51%) cree que EEUU es menos seguro en los últimos 15 años (2001-2015), mientras que un octavo (13%) se siente más seguro.
En el presente periodo, más de la mitad del público se opone al despliegue de tropas en Siria y Yemen, y solo un 10% apoya continuar respaldando al Reino de Arabia Saudita.
Con respecto a las guerras específicas de EEUU, más de la mitad cree que la invasión de Irak ordenada por Bush disminuyó la seguridad en EEUU, mientras que solo el 25% cree que esta ni aumentó ni disminuyó. 

Hubo respuestas similares con respecto a Afganistán: 42% cree que la Guerra de Afganistán aumentó la inseguridad y alrededor de un tercio (34%) cree que no afectó la seguridad interna de EEUU
En términos de perspectivas para el futuro, tres cuartos (75%) del público estadounidense quiere que el próximo presidente se enfoque menos en operaciones militares en el extranjero o se sienten inseguros ante el tema. Solo el 37% apoya un incremento de gastos militares.
Los medios masivos y los poderosos financistas de la candidata Demócrata a la presidencia están enfocados en demonizar a Rusia y China como "las mayores amenazas de nuestro tiempo". En contraste, casi dos tercios (63,4%) de los estadounidenses cree que la mayor amenaza proviene del terrorismo extranjero y local. Solo un 18% considera a Rusia y China como las mayores amenazas de seguridad.
Con respecto al Pentágono, 56% quiere reducir o congelar el actual gasto militar, mientras que solo el 37% quiere aumentarlo.
Guerra y Paz: La élite política
Contrario a lo que cree la mayoría del público, los últimos cuatro presidentes de EEUU, desde los 90 han incrementado el presupuesto militar, enviando cientos de miles de soldados a librar guerras en tres países del Medio Oriente, mientras promovían guerras civiles sangrientas en tres países del Norte de África y dos países europeos. 

A pesar de que las mayorías creen que las invasiones de Afganistán e Irak han aumentado las amenazas de seguridad nacional, Obama mantuvo tropas en tierra, mar y aire, al igual que operaciones con drones en esos países. A pesar de que solo un 10% aprueba sus políticas militares, el régimen de Obama ha enviado armas, asesores y Fuerzas Especiales para apoyar la invasión del diminuto Yemen por parte de las fuerzas sauditas dictatoriales.
Obama y la candidata demócrata a la presidencia, Hillary Clinton han impulsado una política de cerco en contra de Rusia y han demonizado al presidente Putin rotulándolo como la mayor amenaza para EEUU, en contraste con lo que piensa la opinión mayoritaria en el país, que considera la amenaza de terrorismo islámico como cinco veces más grave.
Mientras que la élite política y los candidatos presidenciales prometen expandir la cantidad de tropas en el exterior y aumentar el gasto militar, más de tres cuartos del público estadounidense se opone o no está seguro sobre la expansión del militarismo de EEUU
Mientras que la candidata Clinton hizo campaña por el despliegue de naves de la Fuerza Aérea y misiles de EEUU para patrullar "la zona de exclusión aérea" en Siria, incluso derribando aviones de Siria y de Rusia, la mayoría (51%) del público estadounidense se opuso a ello.
Con respecto a las leyes, cuatro quintos (80%) del público cree que el Presidente debe contar con el apoyo del Congreso para incrementar la presencia militar en el extranjero. 

Sin embargo, los presidentes de ambos partidos, Bush y Obama iniciaron guerras sin la aprobación del Congreso, creando un precedente que el nuevo presidente probablemente aprovechará.
Análisis y perspectivas
En todos los temas principales de política exterior relacionados con guerras en el extranjero, la élite política es mucho más beligerante que el público de EEUU 

La élite es extremadamente más propensa a iniciar guerras que con el tiempo constituirán amenazas a la seguridad interna, y a no respetar las previsiones constitucionales sobre declaraciones de guerra. 

La élite está comprometida a incrementar el gasto militar, incluso al riesgo de desfinanciar programas sociales esenciales.
La élite política es más propensa a intervenir en guerras en el Medio Oriente, sin apoyo interno y a pesar de la oposición a la guerra expresada por las mayorías populares. Sin ninguna duda, los ejecutivos del complejo militar-industrial oligárquico, del poder pro-Israel y de los medios corporativos masivos tienen mucha más influencia que el público pro-democrático.
El futuro presagia una continuación del militarismo de la élite política, un incremento de las amenazas a las seguridad interna y menos representación de la voluntad popular.
Algunas hipótesis sobre la contradicción entre opinión popular y resultados electorales
Hay claramente una brecha sustancial entre la mayoría de estadounidenses y la élite política con respecto al rol militar en guerras en el extranjero, el debilitamiento de las prerrogativas constitucionales, la demonización de Rusia, el despliegue de fuerzas armadas estadounidenses en Siria y un incremento en la intervención en las guerras de Medio Oriente para beneficiar a Israel.
Sin embargo es también un hecho que el electorado estadounidense continúa votando por los dos partidos políticos principales que continuamente han apoyado guerras, formado alianzas con estados beligerantes del Medio Oriente, especialmente Arabia Saudita e Israel, y agresivamente sancionando a Rusia como la mayor amenaza para la seguridad de Estados Unidos.
Algunas hipótesis sobre esta contradicción que merecen ser analizadas:
1. Cerca del 50% de los votantes se abstienen de votar en las elecciones presidenciales y legislativas. Entre ellos se incluyen muchos del sector mayoritario que se opone a la expansión militar en el extranjero. De hecho, el partido de la guerra "ganador" proclama su victoria con menos del 25% de los votos, y lo considera como un mandato para librar más guerras.
2. El hecho que los medios de comunicación masivos apoyan fervorosamente a uno de los dos partidos de la guerra influye probablemente sobre la parte del electorado que participa en las elecciones. 

Sin embargo, los críticos han exagerado la influencia de los medios masivos y son incapaces de explicar por qué la mayoría del público estadounidense está en desacuerdo con la guerra y se opone a la propaganda militarista.
3. Muchos estadounidenses, si bien se oponen al militarismo, votan por el "mal menor" entre los dos partidos pro-guerra. Quizás creen que hay diferentes niveles de posturas pro-guerra, y eligen la menos estridente.
4. Los estadounidenses, que se oponen al militarismo de manera coherente, pueden decidir dar su voto a políticos militaristas por otras razones, independientes de las guerras en el extranjero. 

Por ejemplo, pueden votar por un político militarista que les garantice el financiamiento de programas locales de infraestructura o subsidios para proteger actividades agro-ganaderas o que prometa creación de puestos de trabajo, reducción de la deuda pública o se oponga a candidatos corruptos.
5. Los estadounidenses, que se oponen al militarismo de manera coherente, pueden ser engañados por las declaraciones de un candidato presidencial demagogo de uno de los dos partidos pro-guerra, cuyas promesas de paz serán -una vez elegido- reemplazadas por un incremento de las guerras.
6. De igual manera, el énfasis en las "políticas de identidad" pueden resultar engañosas para los votantes anti-guerra, impulsándolos a votar por un militarista comprobado que levante estandartes de raza, etnicidad, género, preferencias sexuales o lealtades a estados extranjeros.
7. Los partidos pro-guerra trabajan juntos para impedir que los partidos anti-guerra puedan acceder a los medios masivos, evitando especialmente su participación en debates electorales nacionales vistos por decenas de millones de votantes. 

Los partidos por la guerra complotan para establecer restricciones severas contra la participación de los partidos anti-militaristas en las elecciones nacionales, excluyendo del voto a ciudadanos con un récord policial por actividades no violentas o impidiendo que voten personas que ya han cumplido su sentencia. 

Excluyen a los ciudadanos pobres que no tienen un documento de identificación con foto, limitan acceso al transporte hacia los sitios de votación, restringen la cantidad de sitios de votación en barrios pobres o de minorías y niegan permiso para votar a los trabajadores. 

A diferencia de otros países, las elecciones de EEUU tienen lugar un día laboral y muchos trabajadores no pueden concurrir a votar.
En otras palabras, el proceso electoral está amañado, conlleva un "voto forzado" y abstención: el complot entre los dos partidos pro-guerra limita la posibilidad de elegir y causa la abstención o el voto por "el mal menor" entre los dos partidos pro-guerra.
Las contradicciones entre los deseos de las mayorías anti-militaristas y los votos por la élite pro-guerra solo se podrían resolver si hubiera elecciones abiertas y democráticas, si los partidos anti-militaristas tuvieran igualdad de derechos para registrarse, participar y debatir en los medios masivos y si el financiamiento de las campañas fuera equitativo.

Fuente: La Haine
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