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domingo, 19 de junio de 2016

En Francia y Reino Unido nos jugamos romper con la austeridad y/o seguir tragando en nombre Sión y la Santa Europa


Organización contra el Neoliberalismo: 

"Francia paralizada por una huelga indefinida silenciada en España"

<<¡La democracia no es la calle! 
¡La democracia es el voto!>> 
Manuel Val, Libération, 9/6/16).

Mas muestras de bloqueo informativo de los medios masivos entorno a las reivindicaciones populares de justicia social y reparto de la riqueza

Los capitalistas lo quieren todo, y nos arrancarán el pellejo para conseguirlo si es necesario. Uno a uno, persona a persona, contrato a contrato. Quieren hacer del mundo una maquila yerma de esclavos.

Apoyar la lucha en Francia es fundamental para frenar el avance inexorable del neoliberalismo por medio de las justificaciones legalistas. 

Frenar a los políticos es tan importante como frenar la ley. 

Se apunta a la justicia burguesa, codificadora de la programación social, y los proclamados interlocutores sociales como origen de la situación de desigualdad e injusticia social. 

Solo después de la organización social al margen de los mismos salen a la luz las verdaderas reivindicaciones del pueblo sometido.

Lo que es tamos viendo no es un milagro, es producto de la lógica. 

No es la legalidad de los privilegiados sino la Justicia, la Solidaridad, la Unión, la Acción Directa y la Autogestión establecidas entre las distintas Organizaciones sociales al margen de los partidos y las instituciones las armas más poderosas con que cuenta la ciudadanía consciente para organizarse y decidir por sí misma.

Acabemos con el bloqueo informativo. 

Acabemos con la desertización neoliberal!
Hoy unidos, mañana organizados, pasado soberanos!

Viva la lucha Social en Francia!

Salud! PHkl/tctca
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Fuente- losreplicantes.com vía Arrezafe.blogspot

Alex L 14 Junio 2016
Francia está harta. 

El descontento por las medidas liberales llevadas a cabo por los socialistas de Hollande ha acabado hartando más que las reformas de gobiernos propiamente de derechas, como pasara con Tony Blair. 

También ocurrió con nuestro Zapatero. No olvidemos que el 15-M estalló en contra del gobierno del PSOE.

El Frente Nacional de ultraderecha estaba canalizando dicho descontento, la Nuit Debout socialiberal hace poco se lanzó a la calle y ahora es algo que trasciende a ambas: una huelga indefinida que ha paralizado los sectores estratégicos del país galo. 

Por supuesto, en España se informó de las dos primeras vías de canalización política, pero no de esta última, no vaya a ser que alguien deje de demonizar el sindicalismo de verdad en nuestro país.

[FPV] LOI TRAVAIL 14/6/2016 • PARIS : LE RÉVEIL DE LA FORCE

https://www.youtube.com/watch?v=j6VPXuc3b8w




1 Paralización de un país

Nuestro país vecino está logrando enfrentar la reforma laboral mientras aquí se nos acumulan en el cajón de cosas para derogar. 

La huelga indefinida se extiende desde las protestas iniciadas masivamente en abril hasta junio y julio, Eurocopa mediante, abarcando distintos sectores productivos.

Los controladores aéreos han bloqueado parte del espacio aéreo y varios aeropuertos, así como los pilotos de la privatizada Air France -que harán huelga durante la misma Eurocopa y ya paran el 20% de los vuelos-. 

Todo esto produce el bloqueo del transporte junto a la acción de los empleados de ferrocarriles de SNCF, que están muy movilizados en las protestas (mientras aquí están privatizando a precio de saldo AENA, RENFE y ADIF, y nos da igual).

También tienen lugar cortes de carreteras y literales desmantelamientos de vías ferroviarias

Son de los sectores más fuertes en los paros junto a las refinerías de petróleo y los empleados de depósitos de carburante, que bloquean la entrada y han logrado dejar regiones enteras de Francia sin gasolineras activas (obligando al Gobierno a buscar en las reservas del país).

Se unieron a principios de este mes los sectores de estibadores y personal portuario, dejando sin astilleros y embarcaderos operativos gran parte de la costa. 

Los trabajadores de limpieza urbanos y de plantas de tratamiento y procesamiento de los residuos se han sumado a una huelga que ya es más grave para el establishment político-económico del país y de su entorno en décadas (incluida la patronal española) que las huelgas generales de UGT y CCOO en mucho tiempo. 

Otros almacenes como los alimentarios también empiezan a ser bloqueados, incluyendo mercados de alimentos. 

La patronal ya ha salido a llamar terroristas a los huelguistas. Nada nuevo bajo el Sol

2 La huelga Robin Hood

Del mismo modo, la huelga ha llegado al sector nuclear, de fuerte implantación en la producción energética de Francia, produciendo cortes y racionamientos eléctricos en multitud de provincias. 

Según los medios franceses -no esperen ver medios a los españoles informando salvo que interfiera con la Eurocopa-, los trabajadores de las plantas están cortando la electricidad a los ricos y empresas para conectarla a los pobres.

Esta peculiaridad está llamando la atención en todo el país puesto que no podría haber mejor mecanismo para que los poderosos se den cuenta de que ya cayó el Antiguo Régimen y deben gobernar para el pueblo, que el hecho de que noten en sus carnes los efectos de la huelga. Mientras, en España se llamaba terroristas a los que realizaban escraches. 

Los obreros franceses de la electricidad están siendo los más fuertes a la hora de ganar apoyos de las clases populares, han ampliado la huelga y han cortado la luz de los actos gubernamentales más mediáticos, ganando visibilidad y asestando duros golpes simbólicos a Hollande.

3 Sindicalismo

El sindicato de referencia en esta huelga es la CGT, de los mayoritarios en Francia. Han convocado una huelga general masiva para este 14 de junio. 

Su movilización está siendo tan grande como en las precedentes, pues el movimiento sindical francés es bastante más combativo que el de sus vecinos europeos. En la última gran movilización superó el millón de personas protestando en las manifestaciones.

En los medios de comunicación españoles Francia aparece en los telediarios tan solo para mencionar lasinundaciones de París, nada más. 

El descaro es real. La huelga está siendo reprimida con dureza, llegando las fuerzas del orden a gasear manifestantes y encarcelar sindicalistas. 

El Gobierno francés ya está valorando militarizar el país y confiscar salarios de los trabajadores en huelga en sectores clave, bajo pena de prisión. 

Próxima parada: la Francia de Vichy.

4 Ley del trabajo



Hollande y sus liberales encabezados por el barcelonés primer ministro de Francia, Manuel Valls, han decidido acabar con la jornada laboral de 35 horas. 

De hecho, el salario en Francia es de media el doble que en España, pero nuestro país sufre un terrible síndrome de desclasamiento. 

Del mismo modo que con las reformas llevadas a cabo en España, esta ley dejaría en papel mojado los convenios colectivos y reduce drásticamente la indemnización por despido.

Además debido al escaso apoyo del que dispone François Hollande entre la población, rondando el irrisorio 10%, ha llevado a que la huelga tenga un apoyo mayoritario, logrando recaudar miles de euros para espolear a los huelguistas. 

La reforma de la Ley del trabajo llevaría a los trabajadores franceses a lo que la Troika ya ha impuesto a los países del sur: la precarización de las condiciones laborales y de los derechos de los obreros. Ahora también Francia.


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Rompamos el bloqueo! Para saber más:

Francia es el centro de la crisis europea

Por Rafael Poch

El proyecto de reforma laboral está culminado tres décadas de frustración francesa por el robo de soberanía y el deterioro del nivel de vida medido en; recortes de ingresos, aumento de la desigualdad y retroceso de los servicios públicos. 

Esa es la enfermedad francesa.


EL MANIFIESTO DEL 28 DE MAYO QUE PASÓ DESAPERCIBIDO
El  ambiente en París, ciudad en la que palpita el corazón de Francia, se está haciendo más rebelde. 

Desde que el 19 de febrero se colgara en la red la llamada contra la ley laboral que fue inmediatamente firmada por más de un millón de personas, se han sucedido nueve jornadas de protesta y huelga sindical, y multitud de manifestaciones. 
En ese caldo nació la ocupación de las plazas, el 31 de marzo, y se alzaron los estudiantes. Desde entonces cada día ocurre algo, algún desafío, alguna protesta. 
Qué lejos queda el ambiente del pasado otoño, cuando era el Frente Nacional quien determinaba los temas del debate público y las políticas xenófobas, identitarias y de seguridad ante el terrorismo. 

Hoy es lo social lo que prima. Y como telón de fondo, cada vez más presente, el descrédito de la Unión Europea.
El epicentro del problema no es el Brexit. 
Una eventual salida del Reino Unido de la UE es economicamente irrelevante (hay mucha exageración ahí), pero políticamente debilitaría la influencia de Estados Unidos, del que el Reino Unido ha sido el más solicito servidor, en el continente. 
Solo por eso harán cualquier cosa por evitarla, pero el verdadero problema está en Francia. 

Fue Francia, no Inglaterra, la fundadora de lo que se está desmoronando desde 2007. 

Y es aquí donde se decidirá la verdadera partida.
Después de Grecia (71%), Francia es líder europeo en opinión desfavorable sobre la UE: 61%. En el último año ese desprestigio ha aumentado aquí 15 puntos. 
En España (49%), 16 puntos, según el último sondeo. 
El proyecto de reforma laboral está culminado tres décadas de frustración francesa por el robo de soberanía y el deterioro del nivel de vida medido en; recortes de ingresos, aumento de la desigualdad y retroceso de los servicios públicos. 
Esa es la enfermedad francesa.
En el nombre de Europa
Todo eso se ha ido imponiendo en nombre de Europa, y el proyecto de ley laboral, que se quiere forzar por decreto a falta de mayoría en el parlamento y en la calle, ha sido la gota que ha colmado el vaso. 
El gobierno francés no parece entender la situación y sigue viviendo en el universo anterior a febrero. 

Por eso responde con el arsenal de una firmeza ultraderechista: desde esta semana se ha introducido una amenaza de prohibición de manifestarse, alegando las turbias violencias de las manifestaciones que la policía ha propiciado por acción  -nunca se había visto tanta violencia policial y tantos manifestantes heridos- y omisión, por la indulgencia oportunista demostrada hacia la acción de los casseurs

Sin miedo al ridículo, el Ministerio del Interior ha llegado a recomendar que no se hable de política en los estadios durante la Eurocopa, oportunidad cirquense en la que Hollande y Valls querían ampararse para capear el temporal social, entre un ataque yihadista y otro que fortaleciera una victimizada unión sagrada
Todo esto no parece estar funcionando muy bien e ilustra la incapacidad de los gobernantes para comprender la situación. 
Se sabe que el proyecto de ley está directamente inspirado en las directrices, documentos y resoluciones de la Comisión Europea, organismo que, tras lo que se vio en Grecia el pasado julio, “es capaz de verdaderos golpes de Estado”, como dijo el domingo una dirigente izquierdista en el Teatro Dejazet de París.
Moción de censura a la UE
En ese contexto, el 28 de mayo, antes de diluirse, quizás temporalmente, en todo un rosario de acciones y proyectos activistas, la asamblea de la Nuit Debout parisina aprobó uno de esos documentos que acaso sean vistos como históricos cuando culmine el actual proceso ciudadano. Se trata de la Moción de censura contra la Unión Europea
En siete párrafos y cuatro conclusiones se resume todo el alegato ciudadano contra la UE: su dictado de políticas violadoras del derecho y de la libertad sindical, la utilización del euro y el dumping fiscal para empobrecer a los Estados y privatizar el sector público, la sumisión de esa política a los intereses de las multinacionales, la inmoralidad de sus políticas migratorias violadoras de la convención de Ginebra, su apoyo a las intervenciones militares que ponen en peligro la paz mundial y fomentan el militarismo, y, finalmente, la constatación de que todas esas orientaciones se adoptaron contra lo expresado en las urnas (en Grecia, Portugal y antes en Francia, Holanda e Irlanda) en virtud de la doctrina Juncker que afirma que, “no hay opción democrática contra los tratados europeos”.
Considerando todo eso, la asamblea -unas 300 personas, pero no se rían de las minorías cuando una situación social es propicia-; acuerda la desconfianza en la Comisión Europea y sus instituciones, censura a la UE y sus tratados y pide la dimisión de la Comisión, propone votar esta moción en las plazas de Francia y de Europa, y llama a construir una Europa solidaria entre sus pueblos y respetuosa de la soberanía popular.
Ha quedado dicho, a 28 de mayo de 2016, en este París cuyo ambiente se hace más  rebelde.
Kaosenlared.net

La Transcendencia de lo que ocurra en Francia es Vital en el Futuro de la Clase Obrera en la UE ya que su triunfo serviría como freno a las futuras ofensivas de Bruselas en sus propuestas de más reforma laboral con más recortes en los derechos laborales de los trabajadores.

Por todo esto, la movilizaciones de apoyo a esta huelga en el resto de la UE, hoy casi inexistentes, deberían ser incentivadas por los movimientos sociales y sindicales de los demás países, incluido el nuestro, para así no solo visibilizar su lucha sino para hacer también comprender a la gente que esta lucha es nuestra lucha también. 

ARMAK de ODELOT

Dossier

Francia: La clase obrera entra en acción. 

Es trascendental lo que ocurre en Francia. Si ganan, podemos compartir una victoria insólita en una época marcada por la vuelta a la servidumbre. Si pierden, habrá que aprender para poder salir de esto.

Por Thomas PikettyPhilippe Martínez y Gregorio Morán



Thomas Piketty

Mientras las tensiones sociales amenazan con bloquear el país y el gobierno sigue negándose al diálogo y la negociación, su propuesta de legislación laboral se revela cada vez más como lo que es: una metedura de pata terrible, uno más de un periodo presidencial perdido, y tal vez el más grave.  

El gobierno nos quiere hacer creer que paga el precio por ser reformador, y que tiene que luchar solo contra el conservadurismo.  

La verdad es muy diferente: en este tema, como en otros antes, quienes ostentan el poder multiplican sus improvisaciones, mentiras y chapuzas.

Lo hemos visto ya en el caso de la competitividad.  

El gobierno comenzó suprimiendo – erróneamente – las contribuciones de los empleadores decididas por el gobierno anterior, antes de poner en marcha un increíble mecanismo para reembolsar a las empresas en forma de rebajas fiscales la parte que las empresas habían contribuido el año pasado,  con una gran pérdida de credibilidad relacionada con la falta de legibilidad y durabilidad del dispositivo.  

Por el contrario, habría que haber puesto en marcha una ambiciosa reforma de la financiación de la seguridad social.


Falta de preparación y cinismo
Con la ley de trabajo nos enfrentamos a la misma mezcla de falta de preparación y de cinismo.  
Mientras que el desempleo ha aumentado de manera constante desde el año 2008, con un medio millón de parados más (2,1 millones de solicitantes de empleo Clase A a mediados de 2008, 2,8 millones a mediados de 2012,  3,5 millones a mediados de 2016), no se debe a que la legislación laboral de repente se ha vuelto más rígida.  
Es porque Francia y la zona euro han causado por la excesiva austeridad una recaída absurda de la actividad en 2011-2013 , por debajo de Estados Unidos y del resto del mundo, convirtiendo así una crisis financiera llegada del otro lado del Atlántico en una larga recesión europea.
  
Si el gobierno comenzara por admitir sus errores, y sobre todo saca las lecciones necesarias para una reforma democrática en la zona del euro y des sus criterios presupuestarios, sería mucho más fácil hacer los debates imprescindibles para llevar a cabo las reformas que necesita Francia.
Es particularmente lamentable que el derecho del trabajo tenga que ser debatido.  El creciente uso de los contratos de duración determinada (CDD) por las empresas francesas nunca ha reducido el desempleo.  
Ya es hora de adoptar un sistema de bonus-malus que permita poner coto a los empleadores que abusan de la precariedad y del desempleo.  
De manera más general, hay que restringir el uso de los CDD a los casos que realmente se justifiquen y hacer de los CDI la norma para las nuevas contrataciones, teniendo como contrapartida una aclaración de las condiciones de ruptura del contrato, que a menudo incluyen demasiadas incertidumbres tanto para empleados como para empleadores.  
Hay condiciones para una reforma equilibrada, basada en la negociación; pero por desgracia, el gobierno ha sido incapaz de proponerla al país.
El debate se centra ahora en el artículo 2 de la Ley del Trabajo, que tiene como objeto convertir los convenios de empresa en la norma habitual, con la posibilidad de desviarse tanto de los acuerdos sectoriales como de la legislación nacional, en particular en lo que respecta a la organización de  las horas de trabajo y el pago de horas extras.  
El asunto es complejo y no se presta a respuestas simples, como muestra también el volumen del proyecto de ley (588 páginas para todo el proyecto, incluyendo 50 páginas para el art. 2).  
Obviamente, algunas decisiones muy específicas sobre las pausas y los horarios solo pueden ser tomadas a nivel de empresa.  
Por el contrario, hay otras, más estructurales, tienen que decidirse a nivel nacional, porque de lo contrario la competencia generalizada entre las empresas podría conducir al dumping social.  
Por ejemplo, los países que no tienen una legislación nacional ambiciosa sobre las vacaciones pagadas tienden a tomar muy pocas vacaciones, a pesar del crecimiento histórico de los salarios, lo que puede ser colectivamente absurdo.
El espejismo de unos convenios de empresa equilibrados
Sobre la cuestión de los acuerdos de empresa, algunos pensaban que su crecimiento en Alemania en la década del 2000 fue una de las claves del éxito actual del modelo alemán (véase por ejemplo este estudio).  
El debate está abierto, y es legítimo.  
Pero hay que hacer hincapié en dos puntos.  
En primer lugar, hay que recordar que el buen comportamiento del empleo en Alemania se explica en parte por el nivel inusualmente alto de su superávit comercial, más de 8% del PIB como media en los últimos 5 años.  
En otras palabras, cada vez que Alemania produce 100 euros de bienes o equipos, el país solo consume e invierte 92 euros en Alemania.  
Para el registro, simplemente no hay ningún ejemplo histórico de una economía de este tamaño con un superávit comercial tan importante y duradero.
Es cierto que esto se explica en parte por los puntos fuertes del modelo industrial y social alemán, incluyendo su excelente integración en los nuevos circuitos de producción de Europa central y oriental tras la ampliación europea en la década del 2000, pero es también debido a la excesiva moderación salarial, que probablemente se ve agravada por el aumento de los acuerdos de empresa y la competencia generalizada entre los centros de producción, lo que en última instancia significa hacerse con parte de la actividad económica de los vecinos.  
Si se pretendiera extender tal estrategia a toda Europa, por definición estaría condenada al fracaso: nadie en el mundo podría absorber ese superávit comercial.  
Eso agravaría la tendencia actual, que conduce directamente a nuestro continente un régimen de bajo crecimiento, deflación de los salarios y alto endeudamiento.
A continuación, y lo más importante, uno de los puntos fuertes del modelo alemán son sus sindicatos fuertes y representativos.  
Dada la debilidad de los sindicatos franceses y de su implantación, parece ilusorio pretender desarrollar acuerdos equilibrados a nivel de empresa.  
En estas circunstancias, sería mejor volver a escribir el artículo 2, con el fin de favorecer los acuerdos sectoriales, que teniendo en cuenta la realidad actual del sindicalismo francés es el nivel más pertinente y más prometedor.  
Como han mostrado los trabajos de Thomas Breda , los delegados sindicales están prácticamente ausentes de la mayoría de las empresas francesas, no sólo de las más pequeñas, sino también de las medianas, en parte debido a la discriminación salarial de las que son objeto.  
Aquí nos encontramos con una cultura de la conflictividad muy apreciada por muchos empresarios franceses, como acaba de ilustrar el jefe de la patronal Medef con sus insultos estúpidos a la CGT.  
En el norte de Europa, hace décadas que los representantes de los sindicatos desempeñan un papel importante en los consejos de administración  (un tercio de los puestos en Suecia, la mitad en Alemania), y las empresas han aprendido a utilizar en su favor la mayor implicación de los trabajadores en sus estrategias corporativas.  
Este modelo de cogestión, inventado después de la Segunda Guerra Mundial, podría mejorarse aún más en el futuro; por ejemplo, permitiendo a los empleados votar en las juntas generales de accionistas, que se convertirían en asambleas mixtas, lo que permitiría nombrar a administradores capaces de representar proyectos de desarrollo apoyados por ambas partes.  Pero Francia se encuentra todavía en su infancia en la etapa de la negociación social y la democracia económica.
Pasar por alto las elecciones sindicales
De manera más general, la principal debilidad de la ley de trabajo es no tomar suficientemente en cuenta la debilidad de los sindicatos franceses, y cómo resolverlos.  
Peor aún: la ley de trabajo contiene disposiciones que podrían debilitar aún más a los sindicatos y sus delegados.  Esto es particularmente cierto cuando se trata de los referendos de empresa previstos en el artículo 10. 
El objetivo es permitir a los empleadores convocar un referéndum – y en condiciones que a menudo se asemejan a un chantaje – sobre  acuerdos que habrían sido rechazados por sindicatos que representan hasta el 70% de los empleados de la compañía en las últimas elecciones sindicales en la empresa. 
Se entiende que a la CFDT le pueda convenir en algunos casos particulares: con un 30% de los votos se puede pasar por alto a los otros sindicatos, especialmente a la CGT, y negociar un acuerdo directamente con el empleador. 
Sin embargo, esta manera de pasarse por alto las elecciones sindicales – que tienen lugar cada cuatro años – es dar marcha atrás en relación a los tímidos avances democráticos que han supuesto las recientes reformas de la representación sindical en 2004-2008, y que por primera vez dan a los sindicatos con el 50% de los votos el papel decisivo en la firma de acuerdos de empresa (mientras que el sistema anterior permitía que cada uno de los cinco sindicatos históricos de 1945 pudiese firmar acuerdos, independientemente de su representación en la empresa, lo que no tuvo apenas éxito dado el modelo social francés). 
Todos los ejemplos extranjeros lo demuestran: la democracia económica tiene necesidad de entidades intermedias. No se conseguirá sacar a Francia de la crisis poniendo en contra y frustrando a la mayor parte de los sindicatos y el cuerpo social del país.
“La puerta está abierta, pero no se puede entrar”
 Entrevista
Philippe Martínez
Philippe Martínez, secretario general de la CGT, el mayor sindicato de la República francesa,  acusó el miércoles 1 de junio al gobierno de negarse a diálogar sobre el proyecto de ley El Khomri “el gobierno dice: 
“El diálogo es posible, mi puerta está abierta … 
“Por ahora, está abierta, pero no podemos entrar , esa es la realidad”, contra-ataca el líder de la CGT , invitado al programa “Questions d’info” de Françoise Fressoz, en la cadena LCP, en colaboración con Le Monde.
El martes, la Ministra de Trabajo , Myriam El Khomri, ha denunciado “la política de la silla vacía” de la CGT , instándola a hacer “propuestas”.  


El líder de la CGT recordó que recientemente firmó con el sindicato Force Ouvrier (FO) una carta al Presidente de la República, para pedir audiencia.  
“Sé que François Hollande está muy ocupado, hace muchos viajes, pero no tenemos ninguna respuesta”, lamentó, al tiempo que reafirma que “todavía hay tiempo para hablar”.
Desde la noche del lunes, se ha producido un cambio significativo en la CGT: Philippe Martínez ya no pone como precondición la retirada del proyecto de ley; pero el martes, el primer ministro, Manuel Valls , ha sido muy firme, recordando que no había manera de que el gobierno retirase el artículo 2 que trata de las negociaciones en las empresas y que cristaliza las tensiones.
A nueve días de la Eurocopa de fútbol , Los trabajadores de SNCF han votado una huelga indefinida.  Philippe Martínez se defiende de las acusaciones de querer perturbar la competición.  
“No se trata de bloquear la Eurocopa”, asegura, volviendo a colocar la pelota en el tejado de Manuel Valls: 
“Si el gobierno mañana dice “discutimos “, no hay más huelgas.  Que cada uno asuma su responsabilidad “.
El dirigente sindical ha reaccionado enérgicamente una vez más en relación con Pierre Gattaz, jefe de la patronal Medef, que llamó “terroristas” a los militantes de la CGT.  
“Terrorista, en este país, en la situación actual, con el año que acabamos de vivir , es un insulto”, se indigna.  Por la mañana, Pierre Gattaz vuelve a explicar la utilización de este término, condenada por el gobierno y la CFDT.  
“Esta palabra ha sido mal interpretada y puede sorprender , especialmente a aquellos que han sido afectados por los recientes acontecimientos que han devastado nuestro país”, afirma el presidente de MEDEF en un comunicado, y agrega:
 “Los métodos de matones utilizados por la CGT debe terminar”.
A los socialistas que reprochan a la CGT favorecer a la derecha al enfrentarse al proyecto de ley, Martínez responde:
 “Siempre es fácil tirar la pelota al jardín del vecino”, y se burla de la “vieja historia” de “socorro, que viene la derecha”.  Dice que la CGT estará presente este fin de semana en el Congreso del PCF, a invitación de este último.
Bloquear a FN, única consigna de voto de la CGT
Martinez se defiende también de la acusación de haber abierto una guerra contra Francois Hollande, y añade que “a título personal,” la única consigna de voto que dará en 2017 será “para bloquear el Frente Nacional”.  
“Tenemos que hablar de ello en la organización, pero yo, personalmente, me gustaría que fuera está la consigna de voto “.
El líder de la CGT da la bienvenida a la iniciativa de Anne Hidalgo, alcaldesa de París , que ha instalado en el norte de la capital un campamento de acogida para los inmigrantes.
 “La inmigración siempre ha sido un activo para nuestro país.  Así que hay que seguir en esa lógica, con este enfoque”, añade.
Por el contrario, bromea sobre el ministro de Economía, Emmanuel Macron, que, según Le canard enchainé y Médiapart, se vería obligado a pagar con carácter retroactivo la ISF, después de una revalorización de su patrimonio. 
“Si la información es verdadera, es grave, porque es alguien que da lecciones a todo el mundo . Cuando se es ministro, hay que ser humildes e interesarse por la vida real “, agrega.
Le Monde, 6 de junio de 2016
Lecciones de Francia
Gregorio Morán
Estamos viviendo uno de los fe­nómenos sociales y políticos más importantes de los últimos años: la situación en Francia, atenuada desde hace dos días por las inundaciones. 
Confieso que echo en falta más artículos de nuestro irónico corresponsal Rafael Poch. Serían de agradecer para contrarrestar los lugares comunes de la prensa conven­cional.
En Francia se confrontan dos concepciones, de cuyo resultado nosotros seremos de los primeros en sentirlo. Primero, porque ya estamos en ello, y luego porque la derrota aceleraría nuestra decadencia. 
En claro; un gobierno con el marchamo socialdemócrata asume a trompicones la política que exige “la patronal” –no sé si el término ha sido arrumbado de nuestro lenguaje cosmopolita–, pero que se mueve en las mismas coordenadas que se crearon a comienzos del siglo XIX y la acumulación de riqueza y capital. Muy sencillo. 
Hay que sacar al Estado de todos aquellos centros económicos y sociales donde, tras correr mucha sangre, se consiguió hacerle garante de una legislación que no fuera aristocrática y reaccionaria, tan sólo burguesa. Ahora les parece poco.
Segunda tarea. Hay que liquidar los sindicatos como organizaciones y reducirlos, en el mejor de los casos, a unos representantes limitados a las empresas. 
Lo más inquietante de la reforma francesa está en eliminar lo general, es decir, las clases sociales reivindicativas para reducirlas a los empleados de empresas privadas. 
No hace falta ser un genio de la sociología para destacar que es el final del sindicalismo francés, entendido como una fuerza de defensa y presión del conjunto de la clase trabajadora.
No han tenido bastante con la erosión permanente de las clases medias –en España se calcula la bajada social en tres millones de familias y sigue el jijijijajaja– para ahora liquidar los restos de la historia obrera. 
Hacerlos empleados de empresas, negar su carácter de colectividad. Y como siempre ha ocurrido en la historia, desde Alemania hasta España, pasando por Francia, esa es una tarea que debe encomendarse a la socialdemocracia. 
La derecha no se atrevería a hacerlo, salvo en países donde la tradición sindical se destruyó, como aquí, en los años postreros del PSOE.
Pero en Francia hay elementos que dificultan la impunidad del poder y las presiones patronales –bastaría recurrir a su historia–. 

Lo primero es una sociedad civil que ejerce, sin castrar. Ya se han recogido 5.500 firmas de notables –publicadas en el diario Libération (¡dónde podrían aparecer aquí!)– exigiendo que los grandes salarios no pueden pasar de 1,75 millones de euros anuales, que no está mal, pero que son una nadería con lo que están ganando los ejecutivos de esas empresas que consideran que el mayor problema es tener trabajadores fijos y atenerse a las condiciones que impone la legislación estatal.
(El caso de Carlos Ghosn, líder de Renault –participada por el Estado–, es que alcanza los 16 millones anuales y que le importa una higa lo que puedan decir los consejos de administración, porque no son vinculantes).

Ocho premios Nobel galos y una medalla Fields (¿cuántos tenemos nosotros?) han exigido que se mantengan los programas de investigación, y ese Gobierno implacable de un Hollande desnortado y un Valls implacable en su ambición de llegar a la presidencia, han tenido que pensárselo. 
Primera medida, subir los sueldos de los profesores. 
En Francia tienen un peso que nosotros ni podemos soñar, y que tampoco hicieron aquí nada por ganárselo, el desdén social por la enseñanza de alto o bajo grado viene de lejos y en muchos casos justifica esa obsesión por garrapiñar los departamentos docentes. 
La quiebra de la enseñanza en España es una pandemia en la que se mezcla la zafiedad de una sociedad descerebrada con el desánimo de los profesionales. La enseñanza media está en precario y la universidad en quiebra.
En Francia viven algo insólito para nuestros parámetros. 
El sindicalismo no ha muerto. 
Y gracias a eso ha aparecido un líder, Philippe Martínez, técnico de la Renault de Billancourt, la leyenda de antaño en la lucha obrera, un tipo audaz y con capacidad política, parece ser que oratoria ninguna, pero que ha arrastrado tras él a un movimiento que no le hace ascos a nada porque conoce la pelea. 
Es el primer secretario de la CGT, el mayor sindicato aunque muy capitidisminuido –alcanzó cinco millones de afiliados y ahora no llega al millón–, que no milita en el Partido Comunista; lo dejó en el 2002. 
(Tiene su aquel que la lucha enfrente a dos hombres de procedencia española, con una aspirante muy bien colocada en esta pelea de machos: Hidalgo, alcaldesa de París. Tanto Valls, el primer ministro, como Martínez, de familia exiliada y nacido en el norte de África, como la alcaldesa Hidalgo pertenecen a aquella generación de padres españoles que tuvieron que salir de la canallesca y agobiante España del franquismo. Bastaría la ruinosa experiencia del pintor Xavier Valls, padre del político, en aquella Barcelona franquista, timorata y meapilas de los años cincuenta).
Cuando, el pasado 21 de mayo, Philippe Martínez, líder de la CGT, agarró un neumático y asumiendo su papel de dirigente hizo lo que los demás no creían que iba a hacer, echarlo para que ardiera y bloquear la refinería de Haulchin, se ganó los galones del valor y de la coherencia. 
Las cosas son así, esas peleas no se ganan en los despachos; porque los valores no son supuestos, como en el ejército. En el sindicalismo se demuestran.
Otra lección francesa es la cautela ante las huelgas generales, que ya se sabe dan mucho rebomborio mediático y escasa influencia en el adversario. Siete sindicatos en pie de guerra, desde los transportes públicos de París hasta las centrales nucleares –19 en Francia–, bloqueo de refinerías… 
Pero con otro rasgo significativo, el apoyo de la población a los huelguistas se mantiene en un 50 por ciento, según estimaciones que no tienden a la benevolencia. 
(Aquí, cuando hay una huelga, es raro que los medios informen a la ciudadanía, y como venimos de donde venimos, es decir, de una insolidaridad y una falta de entendederas de nuestra situación precaria en un mercado que nos vuelve a siglos pasados, el personal se subleva. 
Lo normal es que cargue contra los huelguistas y nunca contra la empresa que los provoca. 
Esa frase terrible que suele escucharse en las huelgas que afectan al común, “¡Yo soy un trabajador y me están jodiendo con estas gilipolleces!”. Procedemos de donde es sabido y nadie entiende una protesta que no sea la propia. Los demás le joden, porque llega tarde a trabajar).
Ese es otro signo. 
La ausencia de conciencia de que nosotros somos griegos habiendo trabajado como alemanes, y que no debemos nada a nadie. Y que si hubiera alguna duda que se lo pregunten a aquellos que esquilmaron el Estado. 
¿Fuimos nosotros, ahora que hemos pasado casi todos de trabajadores a autónomos, es decir, a pequeños empresarios, ricos y sin patrimonio? 
¿Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades? 
Que se lo pregunten al PP, al PSOE, pero si hay un delito que cometimos es el de la cretinización. 
La gente crédula seguía pensando que algún brujo bancario, profeta y extorsionador, nos había explicado cómo podías sentirte rico siendo más pobre que antes.
Por eso es trascendental lo que ocurre en Francia. 
Si ganan, podemos compartir una victoria insólita en una época marcada por la vuelta a la servidumbre. Si pierden, habrá que aprender para poder salir de esto. 
Eso sí, todos nos insistirán en que Mariano Rajoy no miente, sencillamente engaña. 
Al menos en Francia pelean cuerpo a cuerpo sobre algo que es trascendental: si se elimina el papel del Estado, por más corrupto que sea el nuestro, habremos per­dido un recurso.
 Igual que perdimos los sindicatos porque supieron alquilarlos a tiempo parcial.
La Vanguardia, 4 de junio 2016


(1971) es director de estudios de la EHESS (École des Hautes Études en Sciences Sociales) y profesor asociado de la Escuela de Economía de París, además de autor de reciente y fulgurante celebridad por su libro El capital en el siglo XXI (Fondo de Cultura Económica, 2014).
Secretario General de la CGT, el mayor sindicato de la República francesa.
Columnista habitual en el diario barcelonés La Vanguardia y amigo desde el principio del proyecto SinPermiso, fue un resistente político en el clandestino Partido Comunista de España bajo el franquismo. Periodista de investigación e insobornable crítico cultural, ha escrito libros imprescindibles para entender el proceso que llevó en España de la dictadura franquista a la Segunda Restauración borbónica. Su último libro: El cura y los mandarines (Madrid: Akal, 2014).

Fuente: Varias
Traducción:Enrique García



REFERÉNDUM EN EL REINO UNIDO

"Brexit": 

los protagonistas, los argumentos

FRANCISCO LOUÇA
Sábado 18 de junio de 2016
Francisco Louça
Los protagonistas, la derecha

El referéndum británico de la próxima semana, comienza a asustar a la Unión Europea y ha dejado de ser mirado de forma condescendiente como un simple juego de Cameron para ser considerado un peligro real. 

Y como los sondeos vaticinan una victoria del Brexit (pero, cuidado, sin saber qué pasará con la gran cantidad de indecisos y con el miedo de los últimos días), se nota que las instituciones europeas no están preparadas, no saben qué hacer y lo peor, nunca tomaron en serio la posibilidad de que aquí se diera un paso hacia la desagregación de la Unión Europea.

De hecho, parece que ni las autoridades británicas parecen saber qué están haciendo. 

Para analizar esta paradoja , voy a tratar en esta primera nota uno de los aspectos de la cuestión, que es el retrato de alguno de los principales protagonistas de un enfrentamiento que nació de un ajuste de cuentas dentro de la derecha británica.

El primer referéndum no fue así. 

En 1975, Harold Wilson, primer ministro laborista, convocó un referéndum sobre la participación en el Mercado Común que ganó con un 67 % contra el 33 % (la adhesión había sido decidida tres años antes por un gobierno conservador sin referéndum). 

Wilson intentaba así resolver la división en su propio partido entre los partidarios del “sí” y del “no” y tomar la iniciativa política. Ganó en todos los terrenos.

Treinta años después, Blair lanzó en 2004, la propuesta de un nuevo referéndum a propósito de la Constitución europea pero reculó después de la derrota de las consultas sobre el proyecto en Francia y en Holanda.

David Cameron, el primer protagonista de este referéndum, no está mirando a su distante predecesor ni en seguir la sugerencia de Blair, sino que está desarrollando un juego político nuevo y arriesgado. 

Sobre todo, porque la cultura de la derecha ha cambiado mucho desde entonces. 

Se ha reforzado la política neoliberal, de la que uno de los principales promotores fue el laborista Blair, poco tiempo después de Thatcher, radicalizada ahora en el partido conservador, se ha reforzado el discurso nacionalista de derechas estimulado tanto por el impasse europeo como por la hegemonía alemana. 

De esta forma, el partido de Cameron, que gobierna con mayoría absoluta, se mueve en respuesta al temor del efecto de su división y de los desafíos que le surgen desde la derecha. 

Y Cameron lanzó los dados para responder tanto al UKIP como a los euroescépticos de su propio partido. Todo es un juego y no hay nada más desmovilizador para el electorado.

¿Puede perder? Puede. 

Lo peor de esta campaña de Cameron es que está auto-derrotada: para justificar el voto “sí”, el primer ministro hace referencia a medidas contra los emigrantes europeos, es decir, desacredita la integración con la complacencia, por su parte, de la Comisión Europea que permitió medidas discriminatorias que afectan a los trabajadores y trabajadoras de otros países europeos. 

El extraordinario argumento de Cameron es: voten para permanecer en la Unión, con la seguridad de que nos quedamos aplicando reglas especiales que serán una barrera contra las y los emigrantes.

El segundo protagonista es Niger Farage , que dirige el UKIP y ganó las últimas elecciones europeas y demostró de ese modo la fragilidad de los conservadores (pero después, incluso con tres millones de votos, quedó reducido a la insignificancia de un único diputado gracias a un sistema electoral que falsifica el resultado del voto popular). 

La campaña del UKIP está centrada en el rechazo a la emigración con razones racistas (un ejemplo muy discutido fue un viñeta con rasgos antisemitas entre otras particularidades). Es un Cameron un poco más consecuente y esa es la fuerza de su campaña.

El tercer protagonista es Boris Johnson, ex alcalde de Londres, que dirige una bancada de 150 diputados conservadores que defienden la salida.

Hay en todo esto una lucha interna para sustituir a Cameron, y Johnson es el Trump británico, representa esta nueva generación de gente del partido conservador, sin ningún escrúpulo, dispuesta a la xenofobia y que solo aplaude a Cameron cuando negocia ventajas nacionales a cambio de fingir un discurso europeísta, como la UE ha demostrado y practicado.

Así pues, los protagonistas del referéndum están a la derecha y son una derecha radical para que no haya dudas. 

Ninguno de estos protagonistas quiere la “integración europea” o convergencia o “políticas comunes”. 

Lo que discuten entres sí es cómo y qué limitan, si más o menos, los derechos de los otros. 

De esta forma, cualquiera que sea el resultado del referéndum, la UE pierde: anunciando la subordinación de los Estados y limitando alegremente la soberanía y la democracia, creó un monstruo locuaz y un poder que asusta y ahora ve a un primer ministro de la derecha lanzando una jugada destructiva por puras razones de juego político interno.

Conclusión: no merece la pena pensar en la opción del “sí o del “no” para alinearse con cualquiera de estas dos estrategias.

15/06/2016
http://blogues.publico.pt/tudomenos...
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Los argumentos, a la izquierda

En la nota anterior, dije que los protagonistas, a la derecha, dominan la agenda del referéndum británico. 

No había leído el discurso tremendista del ministro de Finanzas Osborne, que demostró la forma más brillante para hacer campaña a favor de la Unión Europea: amenazando al país con un aumento de impuestos y nuevos recortes en los servicios sociales. 

No le faltaba mas que esta amenaza para el panel protagonistas elegante mostró todo su valor. 

No creo que sea sorprendente que, con tanta diligencia de Cameron y su ministro Osborne, la salida está subiendo en las encuestas.

Ahora voy a fijarme en la izquierda británica que, ante el referéndum condicionado por la lucha interna de la derecha, se ve atrapado en un proceso que no desea, no controla y en el que influye escasamente. 

También dividida, la izquierda -dejando a un lado a los partidos y concentrámdome en los analistas e ideólogos- presenta tanto razones para el "sí" como para la salida con el "no".

A favor de la salida, Richard Tuck, profesor en Harvard, politólogo, sostiene la irreversibilidad de l

os daños causados ​​por la UE contra la democracia. En la traducción en el blog Los ladrones de bicicletas, escribe:

"La izquierda británica corre el riesgo de prescindir de la única institución que históricamente ha sido capaz de utilizar con eficacia: el Estado democrático, a favor de un orden constitucional hecho a la medida de los intereses del capitalismo global y de la política empresarial. 

El desarrollo de la jurisprudencia de la UE socavado sistemáticamente las opciones políticas asociadas a la izquierda, como la política industrial y las nacionalizaciones. 

Estructuras constitucionales que, en gran medida, están fuera del alcance de los ciudadanos tenderán a bloquear el tipo de políticas radicales que la izquierda impulsaba tradicionalmente. (...) 

Incluso si los partidos de izquierda europeos tuvieron éxito en el desarrollo de un programa común, la UE no es el tipo de entidad política que puede ser cambiada mediante una política popular. La UE se construyó para bloquear la política popular ".

Pero la sorpresa viene de la mano de los que argumentan que el Reino Unido no debe salir. 

Dos de los casos más relevantes y respetable, dado el impacto de sus opiniones, son el Monbiot y Mason.

George Monbiot, académico y una de las figuras de referencia del pensamiento medioambiental en el Reino Unido, denuncia el argumento soberanista porque, escribe, su país se convirtió en un refugio para la mafia financiera que ahora plantea cambiar la abdicación de la soberanía a la Unión Europea por abdicación a los Estados Unidos. 

El ejemplo que menciona es el tratado de la Asociación Transatlántica, que está siendo negociado entre la Comisión Europea y Washington, y llega a la conclusión de que la opción de salir se encamina a una solución peor, ya que su país sería rehén de este neoliberalismo radical. 

El problema con este argumento es que este tratado lo está negociando, precisamente, la UE, lo que hace que sea difícil de Monbiot reivindique la permanencia como una condición para rechazar el acuerdo con los Estados Unidos, sobre todo porque el acuerdo tiene sus mejores aliados en Bruselas.

Paul Mason, periodista y editor de Channel Four, defiende la salida, pero no ahora, con el argumento de que la UE es un proyecto fallido y peligroso: 

no es una democracia y restringe la democracia, prohíbe la política industrial y socava la creación de empleo, degrada las relaciones sociales, promueve un vergonzoso acuerdo con Turquía... pero el Reino Unido deben permanecer, por una razón, para no ceder a Boris Johnson. 

Es decir, por un cálculo de la relación de fuerzas política, lo que sin duda siempre tiene que ser tenido en cuenta. Pero ¿es la razón que determina al electorado?

Entonces, querido lector o lectora, te pregunto: ¿crees que es movilizador el argumento que dice que deberían irse o el que deben quedarse porque los que presentan la salida son unos impresentables?

Así pues, la derecho ha conducido al Reino Unido a una aventura incierta y la izquierda es derrotada de antemano, ya que parece saber que quiere un mundo mejor, pero no puede porque el mundo es peor.

16/02/2016
http://blogues.publico.pt/tudomenos...

Traducción VIENTO SUR





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