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lunes, 27 de junio de 2016

Los Tratados de Comercio Transnacionales son el instrumento del 1% vs el Resto del Mundo



1% versus resto del mundo

Son banqueros, petroleros, industriales, militares, dueños de medios de comunicación, alimentadores y hambreadores del pueblo global.
Comenzaron con el comercio marítimo, los créditos financieros, los saqueos coloniales, la esclavitud, y terminaron mercantilizando cada aspecto de la vida humana y natural con el paso del capitalismo productivo al financiero y la desregularización de cada uno de los controles que los limitara.
Ahora van por lo que falta y ocultan la historia que los llevó a concentrar la mitad de la riqueza mundial.

El 1%, genoma reciente, desesperanza humana

Con la maquinaria mediática disparando entretenimiento y relatos inventados, este poderoso sector ha consolidado su hegemonía global al punto que desde su poder en la banca y energía ha crecido con distintos personeros hacia la alimentación, la biología, la tecnología y la famosa innovación que hace al futuro, entre otras áreas.
Son los Goldman Sachs, Rockefeller, Lehman y Loebs Kuhn de Nueva York, los Rothschild de París y Londres, los Warburg en Hamburgo, los Lazards de París, y los Israelíes Moisés Seifs de Roma. Son los cuatro jinetes bancarios y petrolerospropietarios de Bank of America, JP Morgan Chase, Citigroup, Wells Fargo y las energéticas Exxon Mobil, Royal Dutch Shell, BP Amoco y Chevron Texaco.
Son también los diez principales accionistas de casi todas las 500 corporaciones más grandes del mundo y registran a sus personeros en la administración de la tecnocracia mundial del FMI, del Banco Mundial y del Gobierno mundial de Estados Unidos y su estratégica Reserva Federal, que marca el compás del dólar y sus tiempos.
Son eso y más en los momentos en que manejan los tiempos modernos a su antojo, como cuando al crack financiero de 1928 y la amenaza comunista le salieron al paso con el seductor consumista y de servicios del Estado de Bienestar y el fascismo unificador en los países desarrollados, cuando apretaron todo lo que pudieron en los países periféricos para borrar a fuerza de golpes de Estado, matanzas y guerras a los gobiernos nacionalistas y los movimientos de liberación.
En esta lógica vimos cómo usaron a la bananera Chiquita Brands para llenar de golpes a Centroamérica y cómo las petroleras, mineras y demás transnacionales anglos apoyaron las guerras "antisubversivas" y los conflictos deslocalizados en la periferia (África, América Latina, mundo árabe) para evitar que emergieran modelos civilizatorios distintos al capitalismo y el ansia irreparable de concentración de riqueza de este 1%.
Y ganaron siendo lo que son porque en la Segunda Guerra Mundial estaban con los aliados y también con los nazis, y en la Guerra Fría estaban por destrozar la Unión Soviética y las naciones libres y socialistas de las periferias, así que en los 70 se adelantaron a preparar el terreno con el caos constructivo y la doctrina del shock para instalar el modelo civilizatorio victorioso con la caída del Muro de Berlín, el neoliberalismo.

La construcción del Fin de la Historia

Los que son entonces tuvieron que apoyar al papá de los helados del neoliberalismo, Milton Friedman, de la Escuela de Chicago, y se inventó una teoría económica y política donde la elección racional dominante se volvió la nueva religión para que sus evangelizadores la comenzaran a divulgar para hacerla coincidir con el nacimiento de la globalización y el imperio financiero.
El Chile sanguinario de Pinochet fue el primer experimento victorioso de los Chicago Boys y la tecnocracia mundial económica inició su nuevo mantra, mientras en los 80 se llevaba al mundo directo a una crisis económica que legitimara la salida por elevación hacia el neoliberalismo con la caída del Muro, la llegada de Margaret Thatcher y el primer guerrero "contra el terror", Ronald Reagan. Así nos hicieron tomar la pastilla de las privatizaciones y la desregulación financiera del Consenso de Washington y abrimos los ojos en un mundo diferente donde la expresión geopolítica del 1%, el imperialismo gringo, era el nuevo César de la historia.
Los reyes de la Reserva Federal, los petrodólares y el capitalismo financiero así impusieron la modernidad globalizada y la supuesta industrialización, foco de organización de trabajadores, que se convirtió en una deslocalización a cielo abierto y empezamos a horrorizarnos con el germen maquilador asiático de los niños haciendo franelas de Mickey y apoyando el primer salto industrial chino.
Invirtieron en vender la idea de la democratización del consumo y el marketing publicitario nos hizo creer que si en Venezuela tenías zapatos Rebook no eras tan pobre, si trabajabas doce horas y no tenías para la papa y la educación del chamo. 
El mismo mecanismo de dominación psicológica del ascenso social de consumo simbólico y masificación de las telecomunicaciones que nos volvió una masa líquida de percepciones con la llegada del posmodernismo y sus primeras guerras de expansión unipolar, como la de Yugoslavia, con su partición pro Unión Europea y Estados Unidos después de que fuera un país modelo en igualdad con el mariscal Tito.
Mientras, por abajo, silbando bajito y con las manos en los bolsillos a lo Frank Sinatra, los victoriosos del son consiguieron las leyes desregulatorias de los mercados financieros de Bill Clinton y nacieron los mercados de derivados, el casino financiero y la competición intra 1% se materializó en el infle y explosión de burbujas especulativas, como el de la punto com o las hipotecas ninja otorgadas a personas de escasos ingresos que llevó al quiebre del banco de Lehman Brothers, una excusa más para concentrar el capital financiero.
Porque si algo ha marcado esta nueva fase del capitalismo financiero es la concentración económica (contradictoria al padre del liberalismo, Adam Smith) en la que, por ejemplo, 10 empresas por sector controlan el 55% del mercado farmacéutico, el 67% de las semillas registradas, el 40% de los comestibles vendidos de las 100 primeras y el 66% de la biotecnología.
El futuro nos pisó y así llegamos.

Fascismo para vender, fascismo para controlar

La competitividad así se convirtió en "innovación, conocimiento y oportunidad" basados en relocalizar las producciones en las "cadenas de valores más eficientes" y se inauguró también la era del capital intensivo con mano de obra calificada para el salto tecnológico en curso, que en términos criollitos significa que no vas para la pela si no sabes manejar el software y la máquina cual, y los códigos tal.
Nos dijeron "ahora sí, el progreso es de todos, Ipads para ti, para mí y para todos", y pasaron de que la producción fuera el sostén de la economía capitalista a que la bolsa financiera y los mercados de acciones y derivados marcaran la proa del nuevo mundo con las manipulaciones de los que son.
Los estados latinoamericanos así se convierten en las expresiones de las resistencias más avanzadas pero con sus límites, ya que requieren articular la emergencia de un nuevo orden, donde las periferias puedan intervenir en las conductas impuestas por el 1%
Y así vemos cómo juegan, por ejemplo, con los papeles de deuda de Venezuela, su moneda y su índice de riesgo país (que serían distintos si estuviese entregada al máximo a estos buitres del 1%).
Pero Madonna, los reality shows, la comida rápida y la religión Microsoft sonaban de fondo y apenas nos dimos cuenta de cómo sus empleados se convirtieron en los mimos de la venta de acciones y se inventaron millonarios sin que nadie se preguntase si en realidad eran dueños de algo. 
Y fueron naciendo los hijos tutelados del salto tecnológico: los Bill Gates, los Steve Jobs y los Mark Zuckerberg como caras visibles del nuevo rico y el emprendimiento individual.
Y cuando asimilábamos eso, ya era demasiado tarde para putear la imposición de facto de la tercerización y la flexibilidad laboral para competir en este nuevo mundo. 
Los que son continuaron, como si no hubiese pasado nada, con una nueva ofensiva concentradora en la que esta vez los Estados Nación son los legos a desarmar para consolidar un gobierno global financiero y transnacional, formalizado con el intento del Tratado del Transpacífico, el ALCA moderno y global.
Lo vimos y lo vemos pantallas táctiles mediante–  y también nos horrorizamos cuando la violencia de una masa laboral sobrante y pauperizada (en que el empleo manual, paradójicamente, es su único refugio), empieza a visibilizarse con la exclusión social y el no futuro para un tercio de la población mundial, lo que dio nacimiento a lo que Boaventura de Sousa Santos llamó el fascismo social en el que democracia se vuelve sólo un ingrediente, no una necesidad.
Y así nos enteramos también de que el nazismo ucraniano y el yihadismo cortacabezas también podían ser utilizados como herramientas de la intervención y, nuevamente, el ciudadano global se horrorizó con las muestras del nuevo orden global pero siguió comprando y consumiendo, como si eso le fuera ajeno y lejano, total, había que volver a la casa a darle cucharadas de Bob Esponja a los niños para trabajar tranquilo en su laptop y vía mails.

El renacimiento de la resistencia

En este contexto, Estados Unidos, el sheriff mundial, mascarón de proa del 1%, iba viento en popa haciendo y deshaciendo estados en esta clave y mercantilizando los recursos naturales para saquearlos rápidamente con la nueva tecnología, y llegaron las rebeliones sociales a lo largo del mundo pero nacieron también focos de resistencia, que van desde franjas soberanistas de la elite rusa hasta los pueblos que se niegan a ser saqueados por las transnacionales y delimitan una soberanía nacional sobre sus recursos naturales.
América Latina, Asia, Medio Oriente, Rusia, Irán y otros comenzaron también a emerger con sus estados como resortes de elevación de sus élites o pueblos (lo que depende de la particularidad de cada país) para competir y quebrar el orden facho emergente en el que el capitalismo financiero pone el pop cantor para imponer su identidad única al ciudadano global.
Sin un modelo de civilización superador y alternativo a este capitalismo, estas regiones y países absorben e intentan remasterizar el nuevo orden con una mayor soberanía, control sobre recursos naturales, margen de maniobra y poder sobre el capitalismo financiero totalmente desbocado. 
En sí, son parte continuadora del viejo orden, pero sin la lógica financiera, y eso es lo que lleva a que en este momento Estados Unidos se prepare para nuevamente imponer su nuevo orden y evitar que nazca uno nuevo, al igual que una elite multipolar que le cuestione su hegemonía en el sistema-mundo.
De ahí nace la contradicción mundial del momento con el sancionismo a Irán y Rusia, el excepcionalismo global a todo el que desafine en la orquesta neoliberal y la disputa por evitar que China se integre a Europa con sus Nuevas Rutas de la Seda a través de Rusia y termine de formalizar el fin de una era rumbo al nacimiento de otra en la que los modelos de civilización mundiales y regionales comienzan a entrar en disputa y a volverse difusos frente al ascenso del capitalismo productivista basado en el Estado.
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Marco en el que los chinos utilizan el colonialismo de baja intensidad para emerger como el centro del globo y el imperialismo del 1% despliega su posmodernismo bélico con una nueva Guerra Mundial para evitarlo con Siria, Libia, Ucrania y los yihadistas móviles como referencias.
Así el gran dilema existencial de la humanidad está tanto en la disputa global en dirección a nuevos conflictos deslocalizados en las periferias y nuevas emergencias sociales, como en la construcción de un nuevo modo de vivir en el que el facho salto tecnológico, la lógica financiera y la privatización total de la vida sean quebrados para por lo menos viabilizar la humanidad de miles de millones de personas regidas por el imaginario del no futuro.
Los estados latinoamericanos así se convierten en las expresiones de las resistencias más avanzadas pero con sus límites, ya que requieren articular la emergencia de un nuevo orden, donde las periferias puedan intervenir en las conductas impuestas por el 1% en los mercados de las materias primas, por ejemplo, desde donde nace nuestra bendición y maldición extractivista.
Lo mismo corre también a la realidad geopolítica en la que nos vemos inmersos y presionados para cambiar las rutas de exportación hacia Asia sin que se integre social y económicamente hacia dentro cada región del continente, para que se termine con la violencia emergente de la "inseguridad ciudadana" como correlato de los bolsones de exclusión contenidos por las políticas sociales y la redistribución del ingreso y riqueza de los gobiernos progresistas.
Aunque parezca comeflorismo de guitarreada en la playa, los desafíos de la humanidad pasan por América Latina y sus irresueltas contradicciones para evitar que nuestro único camino posible sea el de la defensa organizada y aislada del mundo como salvación de colectivos particulares y territoriales, vistos y desarrollados en los estados modelos del desastre agobiados por la lógica 1%, como Colombia y México, en los que la lógica Walking Dead funciona a la perfección.
De la victoria inminente de los 70, ahora estamos ante la lucha estratégica por hacer más vivible un mundo post industrial donde sobramos como materia viva y motor de la humanidad, y somos presa de la violencia eterna para robar nuestros recursos naturales.
La lógica 1% ha vuelto al medioevo; la necesidad del Estado Comunal y la resistencia global ha llegado.

Fascismo corporativo: TTIP

Conferenciar y escribir sobre el TTIP (Tratado Trasatlántico de Comercio e Inversión) entre Estados Unidos y la Unión Europea no es sencillo, debido a las negociaciones clandestinas que mantienen sus muñidores, pero el politólogo y activista Carlos Taibo prepara, pese a ello, un libro en el que desentraña los aspectos del acuerdo comercial entre los dos gigantes económicos, que representan el 30% del comercio y casi la mitad del PIB mundial. 
Las posiciones de los defensores del TTIP son tan "francas" y "obscenas" que escucharles y leerles ilumina mejor sus verdaderos intereses que un arduo trabajo de investigación, afirma Taibo, quien ha avanzado algunos de los contenidos del libro en las XVII Jornadas Libertarias de CGT-València, tituladas "Utopia en moviment".


El TTIP no es un tratado que surja de manera aislada. Parte de una inercia de negociaciones trasatlánticas que hunden sus raíces en la "guerra fría", por ejemplo, con la constitución de la OTAN.
Otro de los elementos que explica el acuerdo entre Estados Unidos y la Unión Europea es el auge del comercio internacional. 
Desde 1950 hasta la actualidad éste se ha multiplicado por 32, mientras que la producción de bienes y servicios lo ha hecho sólo por ocho. 
Tampoco se explicaría el TTIP sin el crecimiento de los países "emergentes", y el hecho de que China se haya convertido en el principal exportador mundial.

Los pronósticos apuntan a que en 2020 la producción conjunta de Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Francia, Italia y Alemania será superada por la de China, India y Brasil. 
Por otro lado, en 2030 el 80% de las clases medias del planeta vivirán en los países del Sur, en economías que ya no serán "emergentes". A ello se agregan otros factores como la crisis de la Organización Mundial de Comercio (OMC) después que India vetara, por el litigio sobre las ayudas a los productores agrícolas, el acuerdo de Bali (2013).
Además el TTIP se inserta en el proceso de globalización neoliberal, según Carlos Taibo, "un paraíso fiscal a escala planetaria".
En este punto algunos analistas consideran que ha llegado el momento de los estados-nación, pero otros - entre ellos Taibo-opinan que estos actúan más bien en provecho de las estrategias globalizadoras de las multinacionales. 
Sobre la esencia del TTIP, el mayor acuerdo comercial de la historia, que afectará a 820 millones de personas, se han ofrecido asimismo diferentes versiones.

Algunas apuntan a la eliminación de aranceles comerciales, sin embargo, el profesor de la Universidad Autónoma de Madrid afirma que esta explicación es muy "liviana", pues los aranceles oscilan entre el 3 y el 5%. 
Otras explicaciones ponen el centro en la reducción de burocracias y "duplicaciones", pero el eje del acuerdo trasatlántico se sitúa en la igualación a la baja de las legislaciones que imperan en Estados Unidos y la UE. Ésa es la cuestión, a pesar que las versiones oficiales "vendan" el acuerdo como la gran panacea.

Los discursos oficiales defienden que el TTIP implicará un crecimiento económico muy notable, una masiva creación de puestos de trabajo y favorecerá a los consumidores por la reducción de los precios de bienes y servicios. 
Se ha hablado de unos beneficios de 545 euros por cada familia europea, e incluso Mariano Rajoy se ha referido a la creación de 300.000 empleos en España como consecuencia del acuerdo comercial. Sin embargo, los informes de impacto de la Comisión Europea reconocen que el TTIP supondrá un aumento en las emisiones de CO2 de 11,8 millones de toneladas. 
Taibo recuerda que los mismos argumentos propagandísticos se utilizaron hace quince años con la introducción del euro, pero también hace dos décadas cuando se aprobó el NAFTA (Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Canadá y México). 
Los efectos serán seguramente muy similares: en Estados Unidos se han perdido 700.000 empleos como consecuencia del NAFTA, y en México cerca de dos millones sólo en el campo.

No faltan los empresarios europeos que valoran el hecho de que los mercados estadounidenses, con 320 millones de consumidores, se abran a las empresas de la UE, pero esta apertura se producirá también en sentido contrario, con el agravante de que los mercados de la UE son fundamentales para las empresas comunitarias. 
Finalmente, resume Taibo, "las grandes transnacionales de Estados Unidos y la UE serán las principales beneficiarias del acuerdo"
Además, ante el nuevo escenario, el gobierno estadounidense ha conservado instrumentos de política económica con los que hacer frente a coyunturas comercialmente delicadas, lo que contrasta con el progresivo desarme de los ejecutivos de la Unión Europea. 
Será, en definitiva, un coste muy alto el que los ciudadanos tengan que pagar por un acuerdo forjado en el mayor de los secretismos y con actores no democráticos. De hecho, el 93% de las reuniones preparatorias del TTIP tuvieron como protagonistas a las grandes empresas y lobbies
El dato ofrece pistas sobre los contenidos del acuerdo, ya que unos 1.700 grupos de presión financieros gastan anualmente 123 millones de euros en ejercer su función ante las instituciones de la UE.

El TTIP afectará a prácticamente todos los sectores de la economía europea y estadounidense. Si desaparecen los aranceles que protegen la agricultura y la ganadería de la UE, ésta quedará desarmada ante el sector agropecuario de Estados Unidos, mucho más competitivo. "Los principales perdedores con el acuerdo serán los pequeños agricultores y ganaderos europeos, pero también los norteamericanos", resume Carlos Taibo.

Las consecuencias para la alimentación de los consumidores serán evidentes, por ejemplo, el 70% de los alimentos que se venden en los supermercados de Estados Unidos incluyen organismos modificados genéticamente. 
En la Unión Europea se aplica el "principio de precaución", es decir, ha de demostrarse que un producto no es pernicioso para la salud antes de ser comercializado. El "principio de precaución" no opera en Estados Unidos. 
La posible eliminación de esta cautela afectará al uso de hormonas en la carne, el cloro en los pollos, o la utilización de transgénicos, antibióticos y pesticidas.


Otro sector estratégico, el de la energía, también se verá influido por el tratado comercial. A la liberalización de los mercados eléctricos se agregará previsiblemente un aumento de las importaciones de petróleo y gas norteamericano por parte de la Unión Europea. Ello implicará, subraya Carlos Taibo, "un incremento de la dependencia de los países de la Unión respecto a los combustibles fósiles". 
Otro posible efecto del TTIP es el aumento de la extracción de hidrocarburos mediante la técnica del fracking en Estados Unidos - que además resulta cada vez menos rentable-, lo que inevitablemente frenará un cambio en el modelo energético. 
La privatización de los servicios y las trabas a procesos de remunicipalización está en la agenda del TTIP. "La sanidad y la educación públicas padecerán nuevas agresiones", apunta el politólogo, y en ámbitos como la genética o la biotecnología el sector privado ganará peso.


En principio, la regulación de las normativas a la baja beneficia a las corporaciones de Estados Unidos, pues en este país los controles públicos son generalmente más laxos. Pero desde la crisis de 2007 la legislación norteamericana ha aumentado los mecanismos reguladores en el sector financiero, por lo que el TTIP beneficiaría en este ámbito a las corporaciones europeas. En el mundo del trabajo, explica Carlos Taibo, "se producirá un retroceso en los derechos laborales, unas jornadas de trabajo cada vez más prolongadas y seguramente un descenso de los salarios en el reparto global de la renta".

El politólogo advierte de las contradicciones de una formación como el PSOE en este capítulo, pues "rechazan la reforma laboral de Rajoy pero no ven inconveniente en la aplicación del TTIP". 
Además, el modelo laboral estadounidense se opone a buena parte de las normas de la OIT, por ejemplo respecto a la libertad sindical o el trabajo infantil, aunque también es cierto que la legislación laboral europea se acerca cada vez más a la norteamericana. 
El Tratado de Libre Comercio dejará su huella en los sectores productivos y especulativos, pero también implica "agresiones a la libertad digital y controles cada vez más severos en materia de copyright", asegura Carlos Taibo.

Uno de los aspectos más polémicos del TTIP son los tribunales de arbitraje privados, que teóricamente han de resolver las diferencias entre los estados y los inversores. Estos tribunales no suponen una novedad, pues se han incluido en numerosos acuerdos comerciales entre estados occidentales y países del Sur. 
El organigrama judicial se compone de tres magistrados, señala Taibo, "que estarán sometidos a todo tipo de presiones"
Además, se trata de organismos judiciales que actúan al margen de la legislación ordinaria, mientras en la propaganda oficial se habla continuamente de "estado de derecho". ¿Cuál es el trasfondo de estos mecanismos de arbitraje? "Se considera que las inversiones privadas tienen un valor absoluto", responde el politólogo.

Explica el sentido de estos tribunales de arbitraje el hecho de que sólo las empresas puedan plantear demandas frente a los estados, y únicamente por cuestiones comerciales. 
El listado de ejemplos es ya abundante. El ejecutivo ecuatoriano tuvo que afrontar en 2015 una multa de mil millones de dólares, impuesta por un tribunal de arbitraje internacional, por la expropiación de la petrolera estadounidense Occidental (Oxy).
La multinacional sueca Vattenfall ha presentado una reclamación contra el gobierno Alemán por el anuncio de clausura de las plantas nucleares. La transnacional canadiense Grabiel Resources también ha demandado recientemente al ejecutivo de Rumanía por paralizar la explotación de una mina a cielo abierto ("Rosia Romana") en la zona de los Cárpatos.
¿Qué se esconde tras estos modos de operar y, en el fondo, detrás del TTIP?
"Es conveniente ver el tratado comercial como una OTAN económica, un proyecto agresivo para limitar la posibilidad de los competidores - BRICs o países del Sur- de Estados Unidos y la Unión Europea; también, como una gran jugada de las transnacionales", concluye Carlos Taibo.

Comentario: Es una pesadilla para la humanidad entera este acuerdo y es necesario, vital, informarse sobre esta monstruosidad en la que nos quieren poner estos gobiernos incapaces de decir no al imperio corporativo. 

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Fascismo 2.0: proponen que la UE 

sea un "súperestado" presidencial

Es preciso implementar el cargo de presidente en la UE, que se encargaría de la política exterior europea respecto a otros importantes actores internacionales, declaró al periódico polaco Rzeczpospolita el líder del partido Derecho y Justicia, Jarosław Kaczyński.

© Sott.net
El miedo a la desintregración de la UE puede ser utilizado para crear una Europa más autoritaria y peligrosa para el mundo
"Si la UE desea que cuenten con ella, deberá tener un presidente elegible por un largo plazo", afirmó el político polaco. Kaczyński explicó que la candidatura a dicho cargo no podría ser electa por medio de votación directa. "No, sería muy complejo hallar a alguien que uniese a los portugueses con los polacos", señaló. Según el político polaco, "eso deberá debatirse a nivel de las regiones". 


"Los primeros presidentes de la UE deberán proceder de países pequeños, para que no dominen los intereses de los mayores", destacó.

Kaczyński argumentó que el presidente de la UE debería disponer de una autoridad limitada pero amplia. "Por ejemplo, implementar la política exterior de la UE respecto a actores tan importantes como Rusia, China, EEUU, la India, conservando, claro está, la política exterior de los países concretos", supuso. 


Entre las responsabilidades de este presidente, el político polaco señaló que debería estar la conducción del Ejército, que debería partirse en dos grandes frentes, el este y el sur. "Se que la realización de un proyecto como este tiene pocas oportunidades, pero así debería ser, Europa debe ser un 'superestado', y los estados nacionales deben tener mayor soberanía interior, que en estos momentos está muy limitada", opinó. El político polaco comentó que "eso se aplica más a los nuevos estados de la unión".

"Tenemos toda una serie de problemas relacionados con los nuevos estados, que son a la vez los miembros más débiles de la UE, eso también debe cambiar", concluyó Kaczyński.

Comentario: Después del Brexit parecen haberse despertado algunas voces (o al menos se manifiestan más abiertamente) que proclaman en términos sutiles una des-democratización del Eurogrupo y una reestructuración que la convertiría virtualmente en un súperestado neo-fascista. Al parecer el Brexit ha exacerbado el miedo a la desintegración de la UE y algunos oportunistas parecen estar sacando buen provecho de este fantasma.

La idea de un presidente elegido por períodos largos con poderes para manejar la política exterior y los ejércitos de la UE tiene una fuerte reminiscencia a los regímenes autoritarios de naciones europeas de antaño, aunque esta vez, si se materializaran a través del Eurogrupo, los efectos en todo el planeta podrían ser catastróficos puesto que una figura presidencial servil a los intereses de Washington podría permitir que EE.UU. conduzca con total libertad y sin ensuciarse las manos a toda Europa hacia un callejón sin salida sólo por perjudicar a Rusia.

No sería de extrañar que el Brexit haya sido diseñado en los "laboratorios" de Washington precisamente para hacer posible la creación de una Europa más unida y anti-democrática que se ciña perfectamente a los intereses estadounidenses.

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