Lucas Carleton, un niño de 12 años del Reino Unido, sufre un severo caso de narcolepsia, provocado por una vacuna contra la gripe porcina que recibió a los siete años de edad.
Tras recibir la vacuna y en cuestión de semanas el escolar, el niño empezó a quedarse dormido en clase y a sufrir los efectos de la narcolepsia, que pueden llevarlo a caer dormido en cualquier momento ante cualquier excitación emocional.
La madre del niño, Pauline hizo vacunar a toda su familia en enero de 2011.
Lucas tendrá que tomar medicamentos durante toda la vida para ayudarle a mantenerse despierto, a pesar de que siguen siendo propenso a quedarse dormido de forma inesperada.
No puede viajar en transporte público o en coches sin caer dormido, así como al asistir a clase.
Además, el niño sufre de una afección relacionada, cataplejía, que provoca que una emoción fuerte o la risa se hagan sufrir un colapso físico repentino o perder el control de los músculos faciales, a menudo resultando en dificultad para hablar.
La familia no tiene derecho a indemnización por los daños permanentes provocados por el efecto secundario de la vacuna.
De acuerdo con un estudio en Inglaterra, una de cada 55.000 personas inyectadas con la vacuna contra la gripe porcina de 2009-10, desarrollaron narcolepsia.
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