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viernes, 4 de marzo de 2016

La ‘Beautiful People’ del PP - Blesa & Pérez S.A., el Sueño Capitalista de los Aznar


Asalto al Estado: la ‘beautiful people’ del PP


El PP ha formado una nueva clase capitalista, asaltando ‘colectivamente’ lo público: un matrimonio entre partido, cajas de ahorro y empresas, principalmente con grandes sociedades del Ibex 35 y constructoras
Rubén Juste de Ancos

LA BOCA DEL LOGO
10 de Febrero de 2016
Hoy a nadie sorprendería la tesis de Balzac de cómo “el secreto de las grandes fortunas sin causa es un crimen, olvidado porque se ha sabido perpetrar”. 
La sospecha sobre el origen ilícito del enriquecimiento viene después de innumerables casos de corrupción, no quedando ya nadie en España que no atribuya a la corrupción un carácter generalizado, endémico y regular, sobre todo entre políticos. 
No obstante, cada nuevo caso de corrupción que surge (Gürtel, Nóos, Bárcenas, Imelsa y otros muchos) sigue siendo interpretado, por medios e implicados, dando explicaciones individuales: los “personajes” y sus conductas desviadas y extravagantes (cleptomanía, mitomanía, megalomanía, y toda clase de manías), a las cuales todos estamos expuestos, cual virus acechante. 
Como argumento de exculpación resulta, además, beneficioso para el entorno de los corruptos, esgrimiendo los clásicos “yo no lo sabía”, “quién se lo hubiera imaginado de él”, “yo confiaba en él plenamente” tan recurrentes en los superiores de los acusados, véase el caso de Rajoy, Esperanza Aguirre, María Dolores de Cospedal o Sáenz Santamaría.
Si nos alejamos de esta manera zafia de analizar los diversos casos de corrupción recientes, todo parece indicar que existen otros elementos comunes que no son manías sino una historia común entre sus implicados: el haberse enriquecido durante el boom económico y codearse, cual capitalistas, con las grandes fortunas de España, utilizando colectivamente el amparo institucional del partido y, consiguientemente, aprovechando un conjunto de posiciones en diferentes ramas del Estado (ministerios, autonomías, diputaciones, municipios, etc…) para beneficio colectivo. 
Aspectos que aluden a la estrategia de los miembros de un partido en concreto, el Partido Popular, en el cual --a diferencia del Partido Socialista-- se ha utilizado el partido como forma principal para construir una nueva clase capitalista, asaltando colectivamente el Estado y sus recursos. Es la nueva beautiful people del boom económico.

Estos elementos apuntan a diferentes fines y objetivos de los respectivos proyectos del Partido Popular y del PSOE a lo largo de sus periodos de gobierno. 
El primero, cuya ambición desde el primer periodo de Aznar era constituirse como clase económicamente dominante, usando la administración del Estado y las cajas de ahorro como sostén económico y el partido como paraguas que les proteja y coordine colectivamente (utilizando los resortes y canales indirectos que proporciona el ser miembro de un partido político). 
Frente a un PSOE de Felipe González, con un proyecto de inclusión de España en la cadena de producción global, que significó un salto importante para empresas y grandes fortunas que se beneficiaron de la terciarización de la economía, la concentración del sector bancario y la privatización de empresas en sectores estratégicos.
La diversidad en estrategias y proyectos puede darnos pistas sobre las diferencias en los medios de enriquecimiento ilícito utilizados por miembros de los dos partidos mayoritarios. 
Por ejemplo, durante el periodo de gobierno del PSOE, particularmente en los años de bonanza económica, aparecieron casos sonados como el de Ibercorp, que ligaron el enriquecimiento de determinados miembros de la tecnocracia del gobierno (Mariano Rubio o Manuel de la Concha*) con prácticas irregulares en el mercado bursátil, o el caso Filesa, la trama de financiación irregular liderada por Navarro, Sala y Galeote, que recurría a la realización de informes ficticios a empresas. 
A diferencia de estos, en el caso de miembros del Partido Popular, estos han quedado directamente ligados al sector inmobiliario y de servicios, involucrando a cuadros del partido que tenían posiciones en la administración local, autonómica y nacional, como cargoselectos y miembros del núcleo directivo del partido en sus ámbitos territoriales respectivos.
Para entender la particular estrategia del Partido Popular es necesario remontarse a las dos legislaturas de gobierno de Aznar (1996-2004). 
En la primera legislatura se inicia un movimiento de privatización del conjunto de grandes empresas españolas, tras el cual el líder del PP recurre al BBVA –bajo el control de su delfín Francisco González, hasta entonces presidente de Argentaria-- como sostén económico para su proyecto de conducción del aparato económico. 
Esto suponía que debían ayudarles en proyectos complejos, como por ejemplo Terra, en cuyo desarrollo se cruza el BBVA en 2000, haciéndose con el 3% de las acciones por recomendación de Aznar;  o comprando una parte importante del accionariado de la privatizada Telefónica hasta llegar al 6,5% en 2003 (siendo actualmente de un 6,89%). No obstante, a partir de la mayoría absoluta del Partido Popular en el año 2000, se da un punto de inflexión en su proyecto económico. 
La estrategia inicial al llegar al Gobierno consistía en posicionar a amigos en los consejos de administración de grandes empresas para mantener su control (véase González en BBVA tras la fusión del BBV con la banca pública Argentaria, Juan Villalonga en Telefónica, o Pablo Isla Álvarez de Tejera, que se mantuvo en Telefónica tras su privatización  --siendo éste director general de Patrimonio en el Ministerio de Hacienda de 1996 a 2000, órgano encargado del control de las acciones de la empresa pública).
Control de las cajas
La mayoría absoluta en las elecciones de 2000 y la toma de muchas comunidades y municipios marcan el inicio de una segunda etapa, que consistía en tomar el control directo a través de las cajas de ahorros. 
Esto suponía canalizar los recursos de un conjunto de cajas de ahorros a determinadas empresas, bajo la dirección de miembros del partido: participando estos últimos como consejeros de las cajas y, por ende, como consejeros de las empresas participadas. 
Esto constituye un giro intervencionista que dará la vuelta a la antigua relación entre el partido y las grandes empresas: de depender de la voluntad y favores de estas últimas, ahora son directores, promotores y conductores de estas empresas. 
En este momento empiezan sus andanzas, entre otros, José Luis Olivas en Bancaja (2004-2010), Miguel Blesa en Caja Madrid (1996-2009) o José María Arribas en Caja Burgos (2003-2011), todos ellos cargos electos por el Partido Popular.
Desde este momento, se inicia un matrimonio entre partido, cajas de ahorro y empresas, principalmente con grandes sociedades del Ibex35 y constructoras.
Bajo este esquema, el partido elige a los miembros de los consejos de administración de las cajas, los cuales son miembros de las empresas participadas por estas cajas, arrancando así una cadena de dependencia de la empresa hacia el partido. 
Inicia entonces a caminar una nueva clase económica, una élite política surgida de la burbuja inmobiliariacuya diferencia principal con la clase bonita de Solchaga, la beautiful people de los años 80 y 90, es el carácter patrimonialista de la segunda: mientras en la primera eran tecnócratas que se enriquecían con participaciones en el pujante mercado de valores o como miembros de los consejos de administración, en el segundo caso sonpropietarios indirectos de grandes empresas. 
Es decir, son dueños de grandes empresas, gracias al marco jurídico de las cajas de ahorros, que imposibilita la existencia de accionistas que participen en el accionariado de éstas y permite su control por parte de partidos políticos.
¿Esto qué significa en la práctica? Por ejemplo, que actualmente, en el supuesto de que un líder del PSOE necesite de la ayuda de una gran empresa española, éste tenga que recurrir a viejos favores personales entre cuadros del partido y exmiembros del Estado que se colocaron en la gran empresa (por ejemplo, entre Solchaga y numerosos consejeros del Ibex).
En cambio, en el caso del PP, el proceso es diferente: el marco de la conexión entre una empresa y el político de turno no es individual, sino grupal, es decir, no son favores personales lo que unen a miembros del partido y empresarios, sino una relación de dependencia,pues ambos forman un mismo grupo económicamente dependiente.
José Luis Olivas, Francisco Camps, Ricardo Costa, o Carlos Fabra por la Comunidad Valenciana; Francisco Granados o Jesús Sepúlveda por Madrid; Jaime Matas por Baleares; Miguel Blesa,  Rodrigo Rato y Luis Bárcenas por el PP nacional y una infinitud de cargos del Partido Popular no son, por tanto, sujetos independientes que mantuvieron una relación de concupiscencia con el poder económico. 
Eran miembros de una clase organizada que, con el ánimo de enriquecerse y constituirse en la nueva jet set, asaltó el Estado en el momento del salto de España a la economía global.
La cárcel para muchos de ellos opacará la otra parte de la misma moneda: las grandes empresas y sus respectivos propietarios, beneficiados por recursos del Estado y de las cajas de ahorro. 
Pues, gracias a miembros del Partido Popular y su papel director en las cajas de ahorros y la administración pública, muchas de las empresas de construcción hoy sobreviven: Sacyr, propiedad de Demetrio Carceller, Juan Abelló, Manuel Manrique y Luis Del Rivero, la cual tuvo un 12,3% en manos de Novacaixagalicia, Unicaja, Caja Murcia y Caja Ávila; ACS, de Florentino Pérez y la familia March, cuyo mayor acreedor, Caja Madrid, le facilitó créditos sucesivos, de 5.000 millones en 2006 para la toma de control de Iberdrola, de 1.500 millones en 2009 para refinanciar su deuda, y de 2.058 millones en 2012; o FCC, cuyo principal propietario, Esther Koplowitz, ha llegado a un acuerdo con Bankia y BBVA, principales acreedores,  para comenzar a pagar el crédito pendiente de cerca de 1.000 millones a partir de 2020.
La historia de la nueva beautiful people está plagada de pelotazos urbanísticos y asientos en grandes empresas del Ibex35. 
Capital y poder en forma de propiedades inmobiliarias, créditos y ayudas, que, tras la intervención de las cajas de ahorro, quedan hoy en manos del Estado --del FROB  y SAREB, propietarios de sus activos financieros e inmobiliarios--, se ha permitido salvar de la hecatombe a parte de la nueva beautiful people y a viejas familias capitalistas (véase los Koplowitz, la familia March, los Carceller, los Daurella y otros). 
Todo ello nos deja ante la segunda parte del asalto al Estado, pues habrá que ver qué se hace con los ingentes recursos que quedan en manos del Estado y que son, por una cuestión de herencia, propiedad del grupo económico del Partido Popular. 
De ahí la animadversión, de muchos empresarios y miembros del PP, a dejar en manos de personas ajenas, véase Podemos, lo que fue siempre considerado de su propiedad.
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*En la primera versión de este artículo se decía Luis Ángel Rojo donde debía decir Manuel de la Concha.

Blesa-Pérez S.A., el sueño capitalista de los Aznar

<p>Florentino Pérez</p>

Florentino Pérez

Luis Grañena
En las dos legislaturas aznaristas, Florentino pasó de ser empleado de los March a principal accionista individual de ACS y presidente del Real Madrid
Rubén Juste de Ancos
24 de Febrero de 2016
Esta semana Rus y Barberá; la semana anterior Rodrigo Rato, y todos nos preguntamos ¿quién vendrá a continuación? 
Atrás quedan los años en que España era una fiesta: Valencia era Fórmula1, Rita y Camps conduciendo un flamante Ferrari; era Madrid en manos de Gallardón, convertida en capital mundial del hormigón, túneles y edificios de altura para recibir a los JJOO; eran las fastas celebraciones en el mercado de Valencia, Demi Moore y Rita Barberá mezcladas, gambas e hidrógenos de El Bulli para despedir a veloces fragatas que partían rumbo a la Copa América; y, como último destello, Rato tocando la campana del éxito en la salida a Bolsa de Bankia. Dinero y política bailaban al ritmo de rock and roll. 
Hoy, la música ha cesado y la oscuridad ha sumido a los hijos del milagro económico, con una cantidad ingente de cargos –que entonces tenían la máxima responsabilidad en ayuntamientos, diputaciones o gobiernos– desfilando por los tribunales.
Hay un elemento concomitante en la mayoría de casos de corrupción recientes: una orden de arriba basada en alimentar y desarrollar una clase capitalista afín. Para ello, existía una estructura, una jerarquía y un aparato subordinado a la causa. 
En Alicante o Valencia se dio alas a Ortiz y Correa, en Madrid a Marjaliza. El PP se ponía así a disposición (por un módico precio, del 3% al 10%) de la noble causa de crear nuevos ricos, flamantes riquezas con yate que fueran la envidia de Europa, del mundo..
Se puede diferenciar entre dos tipos de ricos: aquellos en que la lealtad del grupo que lo conforma recae finalmente en el parentesco (como sucede con los Villar-Mir, los Calvo-Sotelo, los March y los Entrecanales, entre otros) y en menor medida en la afinidad personal (con el Rey, Aznar, Rajoy), y otros cuya unidad recae en pertenecer a una casa (en el sentido de Levi-Strauss), en la cual la sangre, el parentesco no actúa como elemento determinante de alianza entre los integrantes (como sí ocurre en el clan), sino que otros elementos cobran mayor importancia: la casa, una arquitectura “simbólica” que proyecta el fetiche de una alianza amplia, en este caso, un conjunto de personas aunadas por consejos de administración, conseguidores, medianas empresas y empresas del Ibex35 que quedan centralizadas por la estructura del partido y, simbólicamente, por Génova, 13.
La estrategia de erigir una casa capitalista con Génova como epicentro se remonta al proyecto quijotesco de un joven madrileño que soñaba con una España verdaderamente capitalista, con grandes empresarios capitalistas afines que desplazaran a la endogámica burguesía industrial y financiera vasca y catalana y evitara la existencia de un Estado fuerte (potencialmente socialista). 
Como dijera Aznar en 1979 en un artículo sobre las amenazas del nuevo régimen constitucional del 78 (publicado en el periódico La nueva Rioja): “No sabemos si nuestra economía va a ser de libre mercado o, por el contrario, va a deslizarse por peligrosas pendientes estatificadoras y socializantes“.
Eran tiempos en los que Reagan y Thatcher preconizaban el fin del comunismo, la URSS invadía Afganistán y, mientras tanto, en España, el régimen que murió en la cama se movía ligeramente para dar paso a nuevos actores, para temor de sus protegidos.
El PP se puso a disposición de la noble causa de crear nuevos ricos, flamantes riquezas con yate que fueran la envidia de Europa, del mundo.
En aquellos momentos, algo similar –aunque antagónico en la forma– se gestaba en aguas del PSOE. En 1981, en el congreso XXIX, el ideólogo de la nueva política económica, Carlos Solchaga (hoy en Zeltia), presentó las líneas maestras de su política económica en una ponencia que causó revuelo generalizado. 
Años después, ya en el gobierno como ministro plenipotenciario –junto a acólitos como Guillermo de la Dehesa (hoy, en el Santander)–, pudo desarrollar su proyecto: la apertura al capital privado de las grandes empresas españolas tras una paulatina privatización que permitiría entrar en la partida del capitalismo global (en la fase de concentración global), pero con el capital y control del Estado (gracias a la “acción de oro”) y sus tecnócratas.
Era la llamada “cogestión” o “codeterminación paritaria”, y pretendía importar el modelo de François Mitterrand de privatizaciones y nacionalizaciones parciales (en 1982 nacionalizó SMH-Alcatel, cuyo presidente y director general fue su hermano Robert Mitterrand). 
Las empresas de capital estatal actuarán bajo la dirección de los “hombres de Solchaga”, primero desde Industria y luego desde Economía y Hacienda. Era la ‘casa Solchaga’, que no dependía de un partido, sino de un ministerio, y del liderazgo del entonces ministro.
Pero el proyecto de grandes empresarios y tecnócratas duró hasta 1996. Tras la victoria de Aznar en las elecciones de ese año, el proyecto del hombre que se fotografió disfrazado del Cid Campeador echó a andar.  
Tras la conquista del Estado, se constituye la “casa Aznar”: con Miguel Blesa, su fiel escudero, y Rodrigo Rato como su mano derecha en el partido, más sus aliados en el Consejo de Ministros, y Francisco González, Juan Villalonga, Florentino Pérez  y otros en el sector privado. 
El favor de los comunicadores del franquismo
La primera conquista tenía como objetivo superar las glorias de la saga Aznar, grandes figuras de la España victoriosa en 1936, en la que destacaron como juristas, diplomáticos, pero ante todo, como periodistas y directores de grupos de comunicación durante el franquismo (La Vanguardia, SER y RNE). 
Se trataba entonces de modernizar esa gloria, construyendo un imperio privado de medios de comunicación, al estilo de la cadena FOX de Rupert Murdoch (de cuya empresa matriz será consejero tras su salida del gobierno), que pudiera rivalizar con los ideologizados RTVE y El País.
Un primer indicador que apunta a esta tesis es el destino de Blesa, quien pasa de ser inspector de Hacienda a ser nombrado consejero en Antena 3 en 1996. 
Fue la primera incursión del clan en su intento de conseguir su propio holding afín: primero lo conseguiría, vía BOE, con RTVE y Telemadrid; después, pensando en el largo plazo, con el nombramiento de varios amigos en sectores estratégicos.
Un paso esencial para los objetivos de la ‘casa Aznar’ fue colocar al amigo de Aznar y Rato, a “Paco” González, como presidente de Argentaria antes de su privatización y convertirlo, tras la fusión con el BBV, en presidente de la resultante BBVA (desplazando un año después del cargo de copresidente a la saga de banqueros vascos, los Ybarra), la mayor entidad financiera española del momento. 
Con este movimiento, ya sólo le quedaba posicionar al que fuera compañero de aula en el colegio de El Pilar, Juan Villalonga, en la joya de la corona del Estado, Telefónica, la empresa española de mayor capitalización bursátil entonces. 
Con él compartía amistad y afición desde la época de colegio en El Pilar: “Los dos vivíamos para jugar al fútbol”, cuenta Aznar en sus memorias. 
Ya totalmente privatizados, BBVA y Telefónica serán desde entonces compañeros inseparables (BBVA es, hasta ahora, accionista de referencia de Telefónica), de proyectos tan deficitarios como Terra. 
En 1997, la Telefónica de Villalonga cumplirá el objetivo de Aznar fundando Vía Digital, introduciéndose así en el mercado de la televisión para enfrentarse cuerpo a cuerpo al denostado capitalista socialista, Jesús de Polanco. 
Daños colaterales del “proyecto Villalonga” son las stock options (opciones sobre acciones) que se embolsó por varias operaciones: por la compra de Lycos, la salida de Terra a Bolsa, la utilización de información privilegiada previa a la alianza con MCI-WorldCOM,  o en la compra por 5.500 millones de Endemol, que llevó al juez Baltasar Garzón a abrir una investigación, casos que hoy siguen sin esclarecerse.
Para cumplir los sueños de Aznar fue crucial Florentino Pérez: concejal de Madrid por UCD, alto cargo en Transporte, Turismo y Telecomunicaciones, y luego integrado en Alianza Popular
Aznar no sólo soñaba, cual Quijote, con conquistar los terrenos y riquezas de moros y herejes para repartirlos con su fiel escudero y sus acólitos. 
Era un proyecto de una nueva España, con un holding que pudiera sostener una cosmovisión a largo plazo, más allá de su presencia “física” en el gobierno (pues renunció tempranamente a una segunda reelección): fútbol y construcción, obras, vacaciones en la playa, la segunda casa. Era la ampliación del sueño franquista de Fraga. 
Una nueva sociedad sin política, que viera en el cemento y los triunfos nacionales de la selección a una nueva España, sin fisuras, superadora de la guerra civil y la dictadura.
Para ello fue crucial la figura de Florentino Pérez, el que fuera concejal en el Ayuntamiento de Madrid por UCD, alto cargo en el Ministerio de Transporte, Turismo y Telecomunicaciones, y promotor del PRD junto Miquel Roca i Junyent (hoy defensor de la infanta Cristina en el caso Noos y consejero de ACS), posteriormente integrado en Alianza Popular. 
Su imperio en la construcción comienza en 1983, con la compra por 5 millones de pesetas de Padrós S.A. reconvertido a partir de 1996 en el brazo industrial de la ‘casa Aznar’. 
Un recetario que recuerda mucho al de Villar Mir, con una empresa de construcción en quiebra, una lista de contactos y un padrino, en un caso el rey o Rajoy, en el otro Aznar (y Esperanza Aguirre como lugarteniente).
El imperio ACS es fruto, además, de la unión de Pérez con tres familias capitalistas, los Urquijo, los March y los Albertos. 
Los primeros cedieron OCISA por 1 peseta la acción a Padrós S.A, formando así OCP. 
Los segundos llegaron cuando Aznar estaba en la presidencia del Gobierno y Florentino Pérez era presidente de OCP. Los últimos aportaron los activos de su empresa Imex en 1997, entrando en su accionariado.
Florentino le debe mucho a Aznar, a Blesa y a Madrid. En las dos legislaturas de Aznar pasó de ser empleado de los March a principal accionista individual de ACS y presidente del Real Madrid.  Su dependencia de la “casa Aznar” viene por tres vías: Caja Madrid, Comunidad y Ayuntamiento de Madrid, Gobierno nacional. 
A la rescatada entidad madrileña le tiene que agradecer ser su principal mecenas en su política de compras, desde la financiación de la compra de Dragados (450 millones) que catapultó a ACS a la cima, a la compra de un paquete accionarial de Iberdrola (1.100 millones) en 2003, ampliado en 2006 (2.058 millones), o para financiar la compra de jugadores del Real Madrid como Cristiano Ronaldo (76,5 millones).
Como contraparte, para sellar la alianza con Caja Madrid, Blesa entra en 2003 en el consejo de administración de ACS. Posteriormente, tras su salida de Caja Madrid a finales de 2009 --sustituido por Rato--, se renueva la alianza con la entrada de quien aprobaba los créditos y préstamos a ACS, el director de finanzas de Caja Madrid, José Carlos Contreras, en el consejo de ACS en 2011. Bankia, además, es una de las entidades que han financiado a Florentino Pérez las compras personales de acciones de ACS que le han convertido en el accionista principal. El constructor adeuda a varias entidades financieras 420 millones de euros (a través de su sociedad Inversiones Vesán).
El Estado en obras y el imperio de compras: la alianza Blesa-Pérez
En cuanto a la Comunidad de Madrid y al Ayuntamiento, Pérez les tiene que estar agradecido por la adjudicación de un sinfín de obras de grandes infraestructuras, con sobrecostes incluidos: el mayor, el soterramiento de la M30 de Gallardón, adjudicado por 2.500 millones, y un coste final de 6.500 millones, más del doble, y  con un coste de mantenimiento anual de 125 millones de euros, abonados por el ayuntamiento a ACS y Ferrovial. 
La T4 del aeropuerto de Barajas, que finalmente costó 6.200 millones frente a los 541 por los que se adjudicó (estaría destinada a una aerolínea Iberia, participada por Caja Madrid, luego privatizada).
De la obra de Barajas diría Aznar que era “el plan más ambicioso puesto nunca en marcha en España”. A Esperanza Aguirre, lugarteniente de Aznar, Pérez le debe la adjudicación (bajo la fórmula público-privada) de las obras de los intercambiadores de Plaza de Castilla y Príncipe Pío (y la explotación del de Avenida de América), que supusieron una inversión de 199 millones, o la construcción del hospital de Majadahonda por 245 millones (al que se sumó, por orden de Madrid, el hospital de Son Dureta en Mallorca, una concesión de 31 años con una inversión de 778 millones).
El amor por el hormigón y el cemento unió a Esperanza y Florentino también en el terreno de la concesión de carreteras en Madrid, quedándose ACS con el dulce más preciado, la construcción de las carreteras radiales R3/R5 y M50 y la explotación de la R2, por lo que cobraría en total 1.073 millones. Hoy todas las autopistas radiales están en quiebra y pendientes del rescate por parte del gobierno.
La pugna entre Esperanza y Gallardón en el Ayuntamiento llevó a la casa Aznar a optar por un valor seguro para continuar con el imperio: colocar a Ana Botella como alcaldesa. 
Aunque no pudo entregar a Florentino el primer contrato integral de servicios de 1.700 millones, Botella dejó firmados en 2014 varios contratos: un segundo contrato integral por valor de 645 millones para el alumbrado público de la zona centro y oeste de la ciudad; y la recogida de basuras en la zona periférica de Madrid (72,6 millones). 
Con la entrada de Carmena y el PP en la oposición, quedó en vilo el contrato que pretendía unificar la recogida de basura en la zona centro y periferia, que se elevaría a 1.000 millones de euros. La jugada contemplaba que Florentino arrebataría a FCC la recogida en el centro. Hasta ahora, está pendiente de salida a concurso.
El de Blesa fue el consejo de las preferentes, de la salida a Bolsa y del maquillaje de cuentas y folletos, hechos por los cuales Bankia tendrá que devolver 1.400 millones al Estado
Equiparable fue el ascenso de Blesa; en su caso, hacia la cúspide financiera. El amigo de correrías universitarias de Aznar, compañero de oposiciones y vecino en Logroño, consiguió desarrollar una carrera como oligarca. 
Antes, le había suplido por momentos Francisco González, pero pronto cedió el cetro a Blesa. 
Gracias al control de éste sobre el total del capital de Caja Madrid, entró en el capital de Iberia, luego en Mapfre, en Indra, en SOS. 
En total, en su punto álgido, en 2010, antes de su conversión en Bankia, Caja Madrid participaba como accionista en cinco sociedades del Ibex35 (Indra, BME, Mapfre, Iberia y Ebrofoods).
El imperio financiero de Blesa tuvo sus altibajos con su salida, pero finalmente se convirtió, en 2011, tras su conversión en Rato-Bankia, en refugio de la casa Aznar: en su consejo estaban Mercedes de la Merced (Concejal del PP de Madrid), José Manuel Fernández Nornella (Secretario Estado Hacienda con el PP), José Rafael García Foster (senador del PP), Ricardo Romero de Tejada (Alcalde del PP en Majadahonda), Estanislao Rodríguez-Ponga (secretario de Estado de Hacienda con el PP), Ángel Acebes (todopoderoso ministro del Interior, de Administraciones Públicas, de Justicia y secretario general del PP entre 2004 y 2008), José Luis Olivas (Presidente de la Generalitat Valenciana por el PP), Jesús Pedroche (presidente de la asamblea de Madrid y consejero de presidencia de la comunidad) y Rodrigo Rato (Ministro de Economía y Vicepresidente del gobierno).
Era el consejo de las preferentes, de la salida a Bolsa y del maquillaje de cuentas y folletos, hechos por los cuales Bankia, hoy en manos del Estado (FROB), tendrá que devolver 1.400 millones. Y fue el consejo que firmó unas cuentas que daban unos beneficios en 2010 de 195 millones, revisadas en 2011 y convertidas en pérdidas por valor de 2.979 millones.
Posteriormente, en 2012, el consejo de Aznar firmó las cuentas que revelaban las mayores pérdidas de una empresa española en la historia: 21.545 millones de euros, pérdidas que superaban las de AIG en 2007, la segunda entidad con mayores pérdidas de la crisis subprime, en un país con un PIB catorce veces mayor al de España. 
Otros daños colaterales del proyecto fueron las 1.700 personas prejubiladas en 2012, y un rescate que costó un ERE a 539 personas.  
Detrás de estos números, está la mayor ofensiva de la casa Aznar para desafiar elstatu quo de la banca española. Pero todo valía en su intento de ser los nuevos Rockefeller, y sustituir así a los tradicionales banqueros vascos y catalanes. 
El Estado estaba para respaldar ese plan.
Disyuntivas de un clan ya asentado
Aznar pudo cumplir su cometido, construir una clase capitalista propia, que sobreviviera más allá de su partida física del gobierno. Ni Zapatero ni Rajoy han podido modificar totalmente ese statu quo. 
El primero le abrió las puertas a Rato, permitiendo que escalara a la cúspide del sector bancario como banquero de una entidad privatizada, y el segundo los desbancó, cediendo la custodia del brazo financiero de los Aznar a sus grandes colaboradores, la casa de Rajoy, formado por fondos de inversión internacionales que antes representara Luis de Guindos (ex Lehman Brothers). Rajoy ha molestado a la casa de Aznar, levantando la mano para darle parte de ese imperio a sus socios coyunturales, al BBVA, Santander y los bancos-custodio que los poseen, tan habituados hoy a la geografía española.
Hoy la aznarización de España siente el aliento de los nuevos ayuntamientos y del próximo gobierno. No obstante, unos contratos muy bien atados y la posición monopólica de estas empresas son la garantía de supervivencia. 

Uno no puede enfrentarse a la empresa de infraestructuras más grande del mundo. 

De ahí que Manuela Carmena no haya tenido otra que adjudicar el servicio de ayuda a domicilio para personas dependientes a Florentino Pérez. Son sólo cinco millones de euros, pero también una muestra de la continuidad del poder alcanzado en el paisaje político y económico español por la casa (blanca) de Aznar, Blesa y Pérez.

Autor

  • Rubén Juste de Ancos

    Licenciado en Sociología. Ha realizado su tesis doctoral sobre puertas giratorias en el Ibex 35. Forzado a emigrar en 2010, primero a Australia, después a Paraguay y Ecuador, ha publicado diversos artículos sobre el ciclo político progresista en América Latina. La última colaboración, sobre cleptocracia y transnacionales en Paraguay, en el libro Descartes (Punto de encuentro, 2015).

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