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lunes, 1 de febrero de 2016

Lo del ZIKA no es NUEVO - La Ciencia confirma que el dengue fue introducido deliberadamente en Cuba en 1981 por EEUU



El dengue fue introducido deliberadamente en Cuba en 1981: 

La ciencia confirma un crimen de EEUU

Investigadores del laboratorio de arbovirus del IPK ahondan en el estudio de las cepas cubanas aisladas durante las epidemias de dengue en busca de nuevas respuestas. Foto: LEYVA BENITEZ/ Bohemia
Investigadores del laboratorio de arbovirus del IPK ahondan en el estudio de las cepas cubanas aisladas durante las epidemias de dengue en busca de nuevas respuestas. Foto: LEYVA BENITEZ/ Bohemia
Por Marieta Cabrera
Era el año 1983 y el científico cubano Gustavo Kourí asistía como invitado a un congreso de medicina tropical realizado en Calgary, Canadá, donde ofrecería datos sobre la epidemia de dengue hemorrágico ocurrida en Cuba en 1981, la cual ocasionó 158 fallecidos, de ellos 101 niños.
Entre los participantes en la cita estaba también la doctora en Ciencias Guadalupe Guzmán. Ella contó a esta redactora en una ocasión que ambos presentaron sus trabajos acerca del tema y, de inmediato, en aquel salón repleto de gente el profesor Kourí leyó una declaración en la que denunciaba públicamente que ese virus había sido introducido en Cuba, de forma deliberada, por Estados Unidos.
“Era un escrito breve, pero de mucha fuerza”, relató la investigadora, y agregó: “Se hizo un gran silencio; todos quedaron impactados. Después hubo aplausos, y algunos se levantaron de sus asientos y se fueron”.
Unos años después de esa revelación, en 1995, científicos cubanos mostraron evidencias sobre la similitud de la cepa circulante en 1981 en Cuba, con la primera de dengue 2 aislada en el mundo, conocida como de referencia o prototipo. 
Tras aquel suceso inusual, aparecieron textos en publicaciones científicas internacionales que cuestionaban estos resultados. Pero la verdad terminaría por imponerse de manera rotunda. Solo era cuestión de tiempo.
virology archives
En agosto de 2014 –tres décadas después de la declaración del profesor Kourí–, la revistaArchives of Virology, órgano oficial de la sección de Virología de la Unión Internacional de Sociedades Microbiológicas, incluyó en sus páginas el artículo titulado Primera epidemia de dengue hemorrágico en las Américas, 1981: nuevos conocimientos sobre el agente causal
Su autora principal es la doctora en Ciencias Rosmari Rodríguez Roche, investigadora del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kouri (IPK), galardonada por ese resultado con el Gran Premio en el Concurso Anual de Salud 2015.
El estudio ofrece evidencias científicas irrefutables que corroboran la acusación hecha por Cuba. Para comprender cómo fueron atados los hilos de esta indagación minuciosa, con visos detectivescos, la doctora Rosmari Rodríguez hace un poco de historia.
“En la década de los años 90, el IPK, en colaboración con instituciones afines de otros países, realizó estudios para caracterizar la cepa causante de la epidemia de dengue hemorrágico de 1981. 
Esas investigaciones permitieron obtener la secuencia de unos 300 pares de bases, de los casi 11 mil que tiene el genoma viral completo, con la utilización de metodologías de secuenciación manual y herramientas bioinformáticas muy simples, las cuales eran las que estaban disponibles entonces.
“Sin embargo, este pequeño fragmento resultó suficientemente informativo para demostrar que la cepa causante de la epidemia de 1981 tenía gran similitud con la de laboratorio Nueva Guinea C, aislada en 1944 (primera vez que se aisló el dengue 2 en el mundo)”, explica la doctora Rosmari Rodríguez.
Recuerda la científica que este hallazgo fue muy controvertido tanto por la semejanza de la cepa cubana con aquellas antiguas del sudeste asiático, como por los limitados datos de secuencia disponibles. Quienes lo impugnaron atribuían el resultado a una contaminación ocurrida en el laboratorio durante el procesamiento de las muestras.
“La Nueva Guinea C del 44 es la cepa prototipo de dengue 2, y existe en casi todas las instituciones donde se trabaja en la temática de dengue. Teniendo en cuenta que los sistemas de amplificación y secuenciación del genoma son muy sensibles, ellos alegaron que debió ocurrir la amplificación de un virus no deseado como consecuencia de la inadecuada manipulación de los aislamientos virales”, detalla la experta.
“Además, como los virus mutan –acumulan cambios en su genoma año tras año durante el proceso de replicación en humanos y mosquitos, con una frecuencia conocida–, estudiosos de la evolución dijeron que si el virus circulante en Cuba en 1981 se parecía tanto al aislado en 1944, es decir, tenía muy pocas mutaciones, se trataba entonces de una contaminación con la cepa de laboratorio.
“Plantearon que durante la circulación de esta cepa en la naturaleza, por un período de casi 40 años, debía esperarse que se acumulara un número importante de mutaciones. Por tanto la de 1981 debía tener diferencias notables con respecto a la de 1944”.
Para demostrar que no se trataba de una contaminación de laboratorio era preciso secuenciar el genoma completo de cepas virales colectadas en diferentes momentos de la epidemia. Y eso fue lo que hizo Rosmari Rodríguez, quien se había preparado para la ocasión durante años.

Hallazgos inequívocos

Poco después de la epidemia de dengue ocurrida en 1997 en el municipio de Santiago de Cuba, la joven Licenciada en Radioquímica lideró un estudio sobre la evolución del virus durante ese brote.
Había llegado al IPK cinco años antes, recién graduada y luego de un adiestramiento en el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, donde realizó su trabajo de diploma sobre caracterización de proteínas. Sin embargo, “muchas cosas de la microbiología eran para mí un mundo totalmente desconocido”, confiesa Rosmari.
Desde sus inicios en el IPK se vinculó a los estudios sobre dengue y cursó la maestría en virología. “Fue como iniciar una nueva carrera”, declara.
Armada de esos conocimientos viajó al Reino Unido, a principios de los años 2000, para trabajar en un proyecto de investigación relacionado con las causas de la reemergencia del dengue hemorrágico en Cuba en 1997. 
Allí analizó virus colectados durante la epidemia de Santiago de Cuba con el objetivo de entrenarse en la amplificación y secuenciación de genomas virales completos.
Portada del número de la revista donde fue publicado el artículo acerca de la investigación liderada por la profesora Rosmari Rodríguez.
Portada del número de la revista donde fue publicado el artículo acerca de la investigación liderada por la profesora Rosmari Rodríguez. (Foto: link.springer.com)
A finales de 2006 e inicios de 2007, participó en un proyecto que investigó los cuatro serotipos del dengue durante un período epidémico en Venezuela. 
Como parte de ese estudio, la científica se adiestró en el uso de las tecnologías de avanzada en el campo de la secuenciación durante su estancia en el Instituto del Genoma de Singapur. Después, recibió un entrenamiento para el análisis de secuencias con el empleo de herramientas bioinformáticas de alta resolución, en el Museo de Historia Natural de Londres.
Tras concluir ese proceso de aprendizaje, el siguiente paso fue la adquisición por parte del IPK, en 2008, de una tecnología moderna de secuenciación automática. Era el momento justo para retomar aquellas cepas de 1981, conservadas durante más de 30 años en una nevera a -80 °C, y realizar todo el proceso por primera vez en Cuba.
“Logramos amplificar y secuenciar el genoma completo de las cepas originales obtenidas en diferentes momentos de la epidemia de 1981. Luego, empleamos herramientas bioinformáticas que nos permitieron definir con elevada certeza la relación genética de las cepas cubanas del 81 con la Nueva Guinea C. Es decir, nuestro estudio demostró que efectivamente eran muy similares”, expresa Rosmari.
“Ahora –continúa–, cuando analizamos las secuencias de cepas de distintos momentos de la epidemia notamos que, si bien todas eran similares a la de Nueva Guinea de 1944, había diferencias entre las cepas cubanas, o sea, que el virus había sufrido cambios durante el período epidémico.
“Probablemente este es el hecho más trascendental de la investigación desde el punto de vista científico, ya que, por una parte, rechaza la hipótesis de contaminación de laboratorio, pues si se tratara de esto todas las cepas analizadas debían tener la misma secuencia. Un contaminante no muta, sería un virus existente en el laboratorio, presente en el ambiente o en los reactivos utilizados debido a malas prácticas de laboratorio.
“Por otra parte, luego de constatar la gran semejanza de las cepas cubanas del 81 con la de referencia antes mencionada, se demostró que como las primeras no tenían suficientes mutaciones en relación con la segunda, no se trataba efectivamente de un virus que estaba circulando en la naturaleza, sino de una cepa de laboratorio”, revela la profesora. Era la confirmación del crimen: la ponzoña había sido plantada en Cuba.
También sustentaron esta certeza otros elementos. Por ejemplo, el hecho de que la epidemia se desató en tres puntos del país al mismo tiempo: oriente, centro y occidente. “Eso no suele ocurrir con mucha frecuencia, y fue expresado en su momento por el profesor Kourí”, afirma la doctora Rodríguez Roche.
“Los brotes epidémicos de dengue se detectan usualmente a partir de un caso índice, en un área determinada, alrededor del cual aparecen nuevos enfermos. Luego comienzan a expandirse a otros territorios con el movimiento de personas infectadas, y se observa un aumento paulatino del número de estas hasta alcanzar picos epidémicos. Este incremento depende en gran medida de la densidad de mosquitos”, agrega.
El estudio dirigido por la especialista reveló, además, que Cuba no exportó el dengue hemorrágico a las Américas como se había especulado, pues las epidemias sucesivas en la región fueron causadas por cepas de dengue 2 de un genotipo muy diferente al que agrupa a las cepas viejas del sudeste asiático.

Nuevas interrogantes

Seguir paso a paso la evolución de los virus del dengue en las epidemias cubanas resulta apasionante para la doctora Rosmari Rodríguez. Relata que en 1981 al profesor Gustavo Kourí le llamó la atención que en el transcurso de la epidemia, cuando el número de casos disminuía ostensiblemente, la proporción de individuos graves y fallecidos aumentaba, es decir, la severidad era mayor al final. Esa observación epidemiológica se reiteró en el citado brote de Santiago de Cuba, y en el de 2001 en La Habana.
Al explicar las causas de ese incremento de la severidad en el tiempo, la entrevistada refiere que podría relacionarse con los cambios que sufre el virus, durante su interacción con el mosquito y el hombre, a lo largo de la epidemia. Ello sugiere –dice– que al final de esta podría surgir una cepa con mayor potencial virulento, capaz de producir dengue grave, lo que depende estrechamente del contexto epidemiológico donde circule.
Para esclarecer esto último, la profesora señala que en las pesquisas sobre la epidemia del 81 se comprobó que más del 98 por ciento de quienes agravaron presentaban anticuerpos de una infección anterior con dengue 1 (serotipo que circuló en Cuba en 1977). Por eso los niños que contrajeron el virus y tenían de uno a tres años de edad no mostraron cuadros clínicos graves, pues no habían nacido cuando ocurrió el brote de finales de los setenta.
“Haber descubierto cambios en el virus durante la epidemia nos permite formular nuevas hipótesis respecto al papel de este en el incremento de la severidad de la enfermedad en el tiempo. Se trata de estudios nuevos para los cuales es preciso buscar un modelo donde coloquemos al virus con las mutaciones encontradas y sin estas, en presencia o no de anticuerpos a un serotipo diferente, y veamos cómo puede influir cada mutación en la replicación viral.
“La mayor dificultad es que no existe un modelo animal ideal que reproduzca la enfermedad que se observa en el humano. Son investigaciones complejas, pero nuestros objetivos presentes y futuros están enfocados en esa línea”, asegura la especialista.
En noviembre último, a propósito del premio que recibió por el impacto científico y político de su investigación, la joven agradeció en el portal de Infomed a Fidel, a sus colegas y, sobre todo, a los profesores Gustavo Kourí Flores y Pedro Más Lago, “quienes nos dejaron como mayor legado la modestia, la honestidad y una dedicación sin límites a la ciencia”.
Al evocar a Pedro Más Lago, con quien tuvo la suerte de trabajar muy de cerca, recuerda que solía conversar mucho con los jóvenes sobre sus aventuras científicas. 
“Él postuló, a la par del doctor Kourí, la hipótesis de que la epidemia del 81 era una agresión biológica. Nunca conocí a alguien más humilde y sencillo, pero dotado de una inteligencia natural, que quizá venía de los campos de Guaracabuya donde nació, allá en la sierra del Escambray”.
Conocido como el padre de la Virología en Cuba, Pedro Más Lago fue quien aisló la cepa de dengue 1 que circuló en la epidemia cubana de 1977. Parte de ese caudal en manos hábiles, como las de Rosmari Rodríguez Roche, sigue aportando respuestas.
(Tomado de Bohemia)
Bohemia
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La guerra bacteriológica es comúnmente utilizada por EEUU: Cuba una victima de ella ¿Y Venezuela? 


Luego de que la oposición venezolana dirigida por la prensa privada de derecha comenzara hace semanas atrás una feroz campaña de rumores sobre una supuesta propagación de un virus "desconocido" entre los venezolanos, especialmente que afectaba a varios pacientes del Hospital Central de la ciudad de Maracay, cuya enfermedad aparentemente tenía como síntomas, según la prensa opositora, "cuadros febriles agudos y erupciones cutáneas" muy parecidos a la enfermedad del Ébola y a la fiebre del chikungunya,no pasaron muchos días para confirmarse que el rumor resultó ser completamente falso, una patraña más inventada por la oposición mediática.

Inmediatamente las reacciones no se hicieron esperar, tanto el propio Presidente Maduro como el gobernador del Estado Aragua, Tareck Aissaimi, tuvieron propiamente que desmentir con pruebas la nueva y burda mentira opositora, hasta el punto que el gobernador aragueño tuvo que trasladarse personalmente junto con su familia a las instalaciones del hospital que supuestamente estaba siendo afectado por el "virus misterioso", para así mostrar al país la falsedad de tales señalamientos. El Hospital no tenía ninguna contingencia especial ni presentaba indicios de algún virus o epidemia. Todo en normalidad. Por suerte, todo resultó ser una burda mentira de la oposición.

Luego, y ante fuertes sospechas y evidencias de comportamiento en esa oposición, el Presidente Maduro denunció que la campaña mediática podía obedecer a algún plan “macabro” de la oposición oscura para introducir algún tipo de virus entre los venezolanos, respondiendo a una “guerra bacteriológica”, también llamada “guerra biológica”.

Pero muchos se preguntan, 
¿Se trató de una mentira más por meramente mentir de la oposición? ¿o existe un trasfondo cuyo objetivo viene precedido por la mal sana campaña de rumores? 

Los indicios y el historial de comportamiento de la derecha ante campañas mediáticas de tal magnitud nos llevan a pensar que las denuncias y sospechas del Presidente Maduro pueden estar más cerca de la veracidad. Ya hemos visto otras campañas con tal aparataje mediático que vienen acompañadas de hechos y acciones concretas, es decir, que la campaña solo es una parte del verdadero y oscuro objetivo planificado. 

Cuando la oposición comenzó a hablar de desabastecimiento, inmediatamente vino la escasez y desaparición de productos y alimentos, más tarde hablaron de la escasez de medicamentos aun cuando no existía tal escasez, pero posterior vino efectivamente una escasez en medicinas. 

En pocas palabras y para que entiendan, la campaña mediática sirve para abonar el terreno a lo que vendrá después, por supuesto, planificado y orquestado desde lo más oscuro de la oposición venezolana, que seguro involucra a sus jefes en EEUU. Por ello, debemos como pueblo estar alertas y no desestimar las sospechas de las que habla el Presidente Maduro cuando dice que sectores oscuros de la derecha pudieran planificar e intentar una “guerra bacteriológica” contra Venezuela.
Ahora vamos a lo concreto:

¿Existe y es real la posibilidad de un ataque bacteriológico? 

No es descabellado pensar que si, pues ha sido un arma comúnmente utilizada para atacar a diversos países y pueblos, y precisamente es Estados Unidos una de las principales potencias que más ha hecho uso de ese recurso “bélico”, aunque también ha sido víctima de ello, como fueron los ataques terroristas que sufrió ese país en el año 2001, cuando se intentó propagar el Antrax (carbunco), también conocida como Amerithrax, cuya enfermedad contagiosa y mortal es causada por la bacteria Bacillus anthracis.

Pero si de victimas de guerras bacteriológicas se trata, nadie puede quitarle ese calificativo a Cuba, país que ha sido blanco en innumerables ocasiones de ataques bacteriológicos por parte de EEUU, buscando debilitar a la Revolución Cubana. Son diversos los casos comprobados, desclasificados y públicos donde EEUU utilizó algún tipo de agente bacteriológico para propagar enfermedades en Cuba buscando crear el caos que sirviera como entrada para el derrocamiento del gobierno revolucionario. Muchos cables filtrados de Wikileaks de la diplomacia gringa referentes a Cuba hablan de ello.

Entre los diversos casos de este tipo de ataques a Cuba destaca el denunciado por el gobierno de Fidel Castro en el año 1982, cuando se aseguró que a partir de mayo de 1981 en el municipio de Boyeros se comenzaron a reportar casos de enfermos con síndrome febril, dolores retroorbitarios, abdominales y musculares, rash, cefalea y astenia, frecuentemente acompañados de múltiples hemorragias con diferentes niveles de gravedad. Pocos días después, y en forma explosiva, se reportaron casos similares en las provincias de Cienfuegos, Holguín y Villa Clara, diseminándose posteriormente en forma igualmente explosiva por el resto del país. No pasó mucho tiempo hasta que se comprobó médica y científicamente, junto a labores de inteligencia que todo se trató de un plan orquestado en las altas esferas políticas de EEUU para atacar a la isla mediante una “guerra bacteriológica”.

Durante décadas de la Revolución cubana, las acciones agresivas del Gobierno de Estados Unidos afectaron de manera significativa la salud del pueblo cubano. 

Esa política criminal estuvo encaminada a entorpecer y obstaculizar los impresionantes logros que la política social cubana había y ha conquistado. 

Para ello se utilizó, entre otras vías, la agresión biológica, que aunque no tuvo el resultado final esperado, si logró cobrar numerosas y valiosas vidas humanas, incluidos niños y mujeres embarazadas.

Incluso, un poco más reciente, en la Demanda del pueblo de Cuba al gobierno de Estados Unidos por daños humanos, presentada en 1999 ante los tribunales por organizaciones de masa de la isla caribeña, Cuba enumeró y documentó los ataques de este tipo que sufrió a lo largo de décadas, todos dirigidos desde EEUU.

Luego de los primeros brotes epidemiológicos en masa registrados en Cuba entre 1982 y 1983, en los estudios iniciales realizados se pudo comprobar que los primeros casos habían aparecido en forma simultánea en tres localidades de la isla distantes entre sí más de 300 kilómetros. No hubo ninguna explicación epidemiológica para la interpretación de estos hechos como una infección natural.

Los estudios de laboratorio confirmaron que el agente etiológico era el virus del dengue tipo 2. 

El hecho de la aparición de forma sorpresiva, sin que existiera actividad epidémica de Dengue-2 en la región de las Américas ni en ninguno de los países con los cuales Cuba mantenía un importante intercambio de personal, así como su aparición simultánea en distintas regiones del país, son elementos de soporte a los estudios realizados por científicos cubanos de reconocido prestigio, con la cooperación de científicos extranjeros altamente especializados en la detección y lucha contra las agresiones biológicas.

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Las investigaciones y los estudios minuciosos llevados a cabo condujeron a la evidencia de que la epidemia fue introducida deliberadamente en el territorio nacional por agentes al servicio del Gobierno de Estados Unidos

Especialistas norteamericanos en guerra biológica habían sido los únicos en obtener una variedad de mosquito Aedes aegypti sensiblemente asociada a la trasmisión del virus 2, según informó el coronel Phillip Russell en el XIV Congreso Internacional del Océano Pacífico, efectuado en 1979, solo dos años antes de que se desatara la brutal epidemia en Cuba.

Constituye un elemento significativo el hecho de que en 1975 el científico norteamericano Charles Henry Calisher, en una visita a Cuba, se interesó y obtuvo información sobre la existencia de anticuerpos al dengue en la población cubana y la no existencia en la misma, por lo menos en 45 años, de anticuerpos al virus 2.

En el juicio celebrado en 1984 en Estados Unidos contra Eduardo Arocena, cabecilla de la organización terrorista Omega 7, este confesó paladinamente haber introducido gérmenes en Cuba y reconoció que la fiebre del dengue hemorrágico fue introducida en la isla a través de grupos afines de origen cubano radicados en Estados Unidos.

De ser verídica la confesión del jefe de la conocida organización terrorista Omega-7 sobre los grupos utilizados para introducir la epidemia del dengue hemorrágico en Cuba, de forma exhaustiva hemos explicado y demostrado aquí quiénes son esos grupos, quiénes los organizaron y al servicio de quiénes actuaban.


TAMBIÉN SE UTILIZARON PULGAS, 

GARRAPATAS Y MOSQUITOS PARA TRATAR DE ACABAR CON CUBA

Por otra parte, el ejército norteamericano había informado de la existencia de una vacuna que incluía protección contra el Dengue-2, que le fue aplicada a la población de la Base Naval de Guantánamo, lo que propició que en dicho enclave militar no se registrara un solo caso de afectación por la enfermedad, que en cambio golpeó al resto del territorio de la isla, sin excepción alguna.

Durante la 91 sesión del Congreso de Estados Unidos, en noviembre del 18 al 20, y diciembre 2, 9, 18 y 19 de 1969, se celebró una audiencia para analizar los supuestos planes sobre el uso de armas biológicas contra Cuba.

En esa sesión se desarrolló el siguiente diálogo:

"Sr. Fraser.- Se ha dicho que los Estados Unidos estaban preparados para utilizar armas biológicas con respecto a Cuba. ¿Podría decirnos si esto es cierto o no?

"Sr. Pickering.- No tengo conocimiento de eso.

"Sr. Fraser.- ¿Alguno de los presentes tiene información sobre ese asunto? (Nadie responde.)

"Sr.Pickering.- He visto en la prensa los debates sobre ese asunto.

"Sr. McCarthy.- Yo diría que el Comité de Relaciones Exteriores del Senado no es ajeno a los incidentes a que se hace alusión, y hay personas en el gobierno que conocen todas las actas del presente y del pasado. Sé que las informaciones están accesibles en sus actas..."

El uso de insectos para trasmitir enfermedades ha sido objeto de profundos estudios en Fuerte Detrick. Un periodista escribió que el inventario de insectos del Fuerte Detrick en 1959 incluía mosquitos infectados con fiebre amarilla, malaria y dengue; pulgas infectadas con plaga, garrapatas con tularemia, fiebre recidiva y fiebre de colorado; moscas domésticas infectadas con cólera, ántrax y disentería.

Según datos revelados por el Ejército norteamericano hace alrededor de 20 años, en julio de 1958, el Centro de Armas Bacteriológicas de las Fuerzas Terrestres de Estados Unidos realizó experimentos con mosquitos Aedes aegypti portadores de la fiebre amarilla, que se llevaron a cabo en un polígono aéreo en el estado de la Florida. 

El enjambre de mosquitos -no contagiados como es lógico- compuesto aproximadamente de unos 600 mil ejemplares, fue dispersado sobre el polígono desde un avión. Los resultados de las investigaciones realizadas demostraron que los mosquitos alcanzaron en un día distancias de 1,6 a 3,2 kilómetros y picaron a muchas personas; que el Aedes aegypti poseía grandes posibilidades para la transportación de la fiebre amarilla a grandes distancias.

El 29 de octubre de 1980 un cable procedente de Washington informaba que:

"...el Gobierno de Estados Unidos pensó seriamente usar el mosquito portador de la fiebre amarilla contra la Unión Soviética en 1956.

"Según documentos militares desclasificados y dados a conocer hoy, el ejército norteamericano consideró la utilización del mosquito Aedes aegypti para infectar con fiebre amarilla el territorio de la URSS.

"Millones de mosquitos portadores de fiebre amarilla se experimentan en Fuerte Detrick, Maryland, con capacidad para producir medio millón mensual, mientras se esperaba el inicio de la construcción de una nueva planta diseñada por el ejército con capacidad de 130 millones de mosquitos mensuales.

"Los documentos desclasificados aseguran que la agresión contra la URSS sería llevada a cabo tomando en cuenta la imposibilidad de la Unión Soviética de poner en marcha un programa de inmunización masivo contra el ataque de los mosquitos."

Se trataba de una gran potencia, a una gran distancia, y un inmenso territorio, con la cual Estados Unidos no estaba en guerra. Sin embargo, se acariciaba la idea de un silencioso sabotaje biológico.

Puede servir como antecedente para explicar lo ocurrido en Cuba, un artículo del periódico The Miami Herald, nada sospechoso de amistad con Cuba, publicado el día 1º de septiembre de 1981:

"WASHINGTON. El altisonante planteamiento de Fidel Castro de que las ‘plagas nocivas’ que destruyen cosechas y animales en Cuba, y la epidemia de la fiebre del dengue que ha ocasionado la muerte a más de 100 personas en la isla son obra de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) no parece inconcebible para los autores de un nuevo libro que saldrá a la luz este otoño.

"El exagente de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) William W. Turner y el periodista Warren Hinckle refieren que Estados Unidos utilizó la guerra biológica en Cuba durante la administración de Nixon.

"Los autores alegan que la CIA ha comprometido a Estados Unidos en una guerra secreta, no declarada e ilegal contra Cuba durante más de 20 años. El llamado Proyecto Cuba es el mayor y menos conocido que la CIA opera fuera de los límites legales de sus estatutos, afirman.

"La historia del Proyecto Cuba es la historia de una importante guerra norteamericana no declarada por el Congreso, no reconocida por Washington y no informada por la prensa."

Con anterioridad, un cable de la UPI fechado en Washington el 9 de enero de 1977 informó lo siguiente:

"Newsday, diario de Long Island (Nueva York), dijo hoy que ‘al menos con apoyo tácito de la CIA, agentes ligados a los terroristas anticastristas introdujeron el virus de la fiebre porcina africana en Cuba, en 1971’.

"Seis semanas después, un brote de la enfermedad obligó a las autoridades sanitarias de Cuba a sacrificar 500 mil cerdos, a fin de evitar una epidemia animal de proporciones nacionales.

"Una fuente no identificada de la CIA reveló a Newsday que a principios de 1971 se le entregó un recipiente que contenía virus en Fuerte Gulick, base del ejército de Estados Unidos en la Zona del Canal de Panamá, también utilizada por la CIA, y que el mismo fue llevado en un pesquero a agentes que operaban clandestinamente en Cuba.

"Era la primera vez que la enfermedad se manifestaba en el hemisferio occidental." 

"Se sabe por propia admisión que en los momentos en que se produjo en Cuba el brote de la fiebre porcina africana, la CIA y el ejército de Estados Unidos estaban experimentando con venenos, toxinas mortales, productos para la destrucción de cosechas y otras técnicas de la guerra bacteriológica."

Hay una montaña de evidencias, antecedentes y hechos que no hay forma posible de ignorar.


EL DENGUE HEMORRÁGICO HIZO ESTRAGOS EN CUBA

Lo incuestionablemente real es que en pocas semanas la epidemia de dengue hemorrágico en Cuba, donde no había existido nunca, alcanzó la cifra sin precedente conocido en ningún otro país del mundo de 344.203 personas afectadas, dándose el caso verdaderamente récord de 11.400 nuevos enfermos reportados en un solo día, el 6 de julio de 1981.

Un total de 116.143 enfermos fueron hospitalizados; alrededor de 24 mil pacientes sufrieron hemorragias; 10.224 sufrieron shocks por dengue en algún grado.

Ciento cincuenta y ocho personas fallecieron como consecuencia de la epidemia, de ellas 101 niños.

Todo el país y sus recursos fueron movilizados para luchar contra la epidemia. 

Se combatía intensamente y a la vez en todas las ciudades y poblados del país la presencia del vector, con todos los medios posibles y con productos y equipos adquiridos con toda urgencia en cualquier parte, incluido Estados Unidos donde a través de la Organización Panamericana de la Salud se solicitó y finalmente en el mes de agosto se obtuvo la venta de un importante larvicida. 

Los medios químicos y equipos eran trasladados muchas veces por vía aérea, en ocasiones de lugares tan distantes como Japón, en cuyas fábricas pudieron obtenerse miles de motomochilas de fumigación. 

Hubo que traer malathion desde Europa, por avión, a un costo de transportación de 5.000 dólares por tonelada, es decir, tres veces y media más que el valor del producto.

En adición a la red hospitalaria existente, decenas de escuelas para alumnos becarios fueron convertidas en hospitales a fin de aislar sin excepción a cada uno de los nuevos enfermos que se reportaban cada día. Simultáneamente se construían y equipaban salas de terapia intensiva en todos los hospitales pediátricos del país.

De este modo, el 10 de octubre de 1981 fue reportado el último caso de persona afectada.
De no haber sido por aquel colosal esfuerzo, habrían podido fallecer decenas de miles de personas, en su inmensa mayoría niños.

Había sido derrotada en poco más de cuatro meses una epidemia que muchos expertos pronosticaron que harían falta años para erradicarla. La afectación económica fue también considerable.

Sobre la guerra biológica o bacteriológica contra Cuba, el periodista e investigador cubanoPedro Etcheverry Vázquez realizó un extenso y detallado trabajo periodístico que fue publicado en la principal revista cubana, Bohemia.

Etcheverry nos dice: “Durante más de medio siglo, dentro del arsenal de modalidades subversivas aplicadas por los Estados Unidos en su política agresiva y hostil contra Cuba, han estado presentes las acciones de guerra biológica. La característica común de estas agresiones es su coincidencia en el tiempo con el impulso del Gobierno Revolucionario a los planes de desarrollo de actividades productivas específicas, destinadas a fortalecer la capacidad exportadora de la nación y la base alimentaria de nuestro pueblo”.

El trabajo investigativo del periodista detalla que en 1962 el Gobierno estadounidense comenzó a utilizar estos criminales métodos. Refiere la existencia de un documento secreto de EEUU, de fecha 18 de enero de 1932 y titulado Proyecto Cuba, en el que se exponían 32 tareas originales de la Operación Mangosta, y una de ellas era la siguiente formulación:

Tarea 21: “La CIA someterá el 15 de febrero un plan para provocar fracasos en las cosechas alimentarias en Cuba”. La Tarea 33 planteaba “…un plan para incapacitar a los trabajadores azucareros cubanos durante la zafra, mediante el empleo de medios químicos bélicos”. Este año se produjo una epizootia (epidemia entre los animales) de newcastle, enfermedad de origen viral que afectó más de un millón de aves de corral en Pinar del Río, La Habana y Matanzas.

Asimismo, podemos leer en la investigación de Etcheverry Vázquez testimonios de habitantes que refieren haber visto objetos que fueron lanzados por aviones no identificadas:

El 29 de mayo de 1964, vecinos de zonas rurales de Sancti Spíritus en Cuba observaron el descenso de objetos brillantes que al hacer contacto con la tierra se disolvían, dejando en la superficie una sustancia gelatinosa que se diluía en horas. El 2 de junio siguiente el Comandante en Jefe Fidel Castro expresó la probabilidad de que el Gobierno estadounidense estuviera detrás de estos hechos. Los acontecimientos ocurridos posteriormente demostraron que el máximo líder de la Revolución Cubana tenía razón.

El 19 de enero de 1965, en la finca Santa Catalina, en Santiago de las Vegas, descendió otro globo plástico y al impactar en el suelo expulsó un polvo blanco que afectó un cañaveral. El 4 de septiembre de 1968 fue detenido un extranjero al comprobarse que, actuando al servicio de la CIA, había introducido en Cuba un virus para perjudicar la producción de azúcar. Se ocupó el material biológico y se expulsó del país al visitante.

A principios de mayo de 1971, en el Instituto de Medicina Veterinaria se registraron los primeros casos de la fiebre porcina africana aparecida en el municipio de Boyeros, en La Habana, y que después se propagó a otras regiones. Hubo que sacrificar medio millón de cerdos.

En el momento del brote, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Ejército de Estados Unidos estaban experimentando con venenos, toxinas mortales, productos para la destrucción de cosechas y otras técnicas de la guerra biológica.

En 1977, el periódico Newsday, de Long Island, Nueva York, dio a conocer que un recipiente que contenía el virus de la fiebre porcinahabía sido entregado a un agente en Fort Gulick, una base militar de Estados Unidos en el Canal de Panamá, con la misión de hacerlo llegar a una organización terrorista en Cuba.


Los mosquitos y zancudos ya han sido probados en EEUU 

públicamente como un arma biológica

Tanto EEUU como el Reino Unido han hecho experimentos con mosquitos para su utilización como armas biológicas que supuestamente servirían para erradicar enfermedades. En enero de 2012 se generó una polémica en Estados Unidos cuando la empresa de BiotecnologíaOxitec, hizo público que iba a liberar miles de mosquitos modificados genéticamente en el sur de Florida para realizar un experimento para buscar una cura efectiva a la enfermedad del "Dengue".

Estos mosquitos mosquitos transgénicos, conocidos como OX513A, eran del tipo Aedes aegypti, a fin de lograr los objetivos que se marcaba Oxitec, así lo informó la misma empresa. Se afirma que años antes, entre mediados de 2009 y principios de 2010 muchos de estos mosquitos fueron liberados por la empresa bajo la supervisión de la Unidad de Control e Investigación de Mosquitos (MRCU) de las Islas Caimán, un territorio británico de ultramar.


Foto ©News Photo Sure

La fiebre del dengue es casi inexistente en los Estados Unidos, salvo resurgimientos en Florida justamente posterior a los experimentos de Oxietc, aunque los informes oficiales no señalan ninguna relación entre la fiebre del dengue y los millones de mosquitos liberados a sólo unas millas de distancia en las Islas Caimán.

Brandon Turbeville, un experimentado periodista de investigación sobre temas de salud, economía y derechos civiles, de Carolina del Sur, autor del libro “Codex Alimentarius, el fin de la libertad en materia de salud”, escribe sobre el tema: 

“El Gobierno de los Estados Unidos ha tenido un particular interés por la fiebre del dengue, pero también el Ejército de Estados Unidos y la CIA, al menos desde la segunda mitad del siglo XX. 

Existen evidencias de que en las instalaciones de los laboratorios de bioquímica en Fort Detrick se han llevado a cabo pruebas para la utilización del dengue como arma biológica, ya en 1942. 

Es de conocimiento general que en la década de los años 1950, la CIA se asoció con Fort Detrick para estudiar la fiebre del dengue y otras enfermedades exóticas para su uso como armas biológicas.”

También es de notar que de acuerdo con documentos de la CIA, así como de un Comité del Congreso formado en 1975, tres lugares de Key West, la ciudad de Panamá y Avon Park ( dos ubicaciones dentro de Florida) fueron utilizados para la investigación de la fiebre del dengue, describe Turbeville.

Los experimentos de Avon Park se realizaron en barrios de familias con bajos ingresos, predominantemente negras con proyecto de viviendas de nueva construcción. De acuerdo con H.P. Albarelli Jr. Y Zoe Martell de Truthout, los documentos de la CIA relacionados con el programa MK/NAOMI revelaron que la Agencia estaba utilizando el mosquito Aedes aegyptien estos experimentos. 

En uno de estos experimentos se liberaron en Avon Park 600.000 mosquitos, y en otro lugar, 150.000, mediante la técnica que consistía en colocarlos dentro de unas bolsas de papel que se abrían al golpearse contra el suelo.

En 1978, un documento del Pentágono titulado “Guerra biológica: las pruebas secretas y voluntarios”, reveló que se habían llevado a cabo experimentos similares en Key West por el Cuerpo Químico del Ejército y las Divisiones de Operaciones Especiales y Proyectos en Fort Detrick.

Turbeville es contundente en afirmar: “Las conexiones entre los militares y la CIA con los brotes de fiebre del dengue no se termina con estos experimentos. 

La opinión generalizada es que el brote de 1981 en Cuba fue resultado de los ataques biológicos encubiertos de la CIA y militares de Estados Unidos. Este brote se produjo de repente y se contabilizaron más de 100.000 casos de infección”.

El también investigador norteamericano William H. Schaap, editor de la revista Covert Action, afirma que el brote de dengue en Cuba fue el resultado de actividades de la CIA y que así lo habían declarado ex investigadores de Fort Detrick, que no quisieron que sus nombres apareciesen en público.

Un avión dron silencioso de EEUU/ Foto ©News Photo Sure

Sospechas en Venezuela 

de una nueva cepa del dengue creado tecnológicamente

En enero de 2008, un grupo de especialistas, encabezado por la doctora Nancy González, inmunóloga del Hospital Chiquinquirá de Maracaibo y profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad del Zulia (LUZ), advirtió que una nueva cepa de dengue que afectaba a Venezuela era una creación tecnológica. 

Una parte de su genoma –demostraron las investigaciones- corresponde a los virus que provocan el dengue hemorrágico mientras que el resto proviene del virus de la hepatitis. “Por eso en el Zulia –señaló la doctora- vemos tantas complicaciones hepáticas en los pacientes con dengue”.

En un artículo de Salvador Capote, titulado “Los fabricantes de virus”, se recogen entrevistas y testimonios científicos de prominentes médicos sobre la introducción en Latinoamérica del virus de la fiebre del dengue y ofrece interesantes revelaciones, especialmente con el caso de Cuba.

En resumen. Los últimos 50 años la vida de pueblo cubano están llenos de hechos repugnantes y criminales que demuestra con creces que el terrorismo ha sido un instrumento permanente de la política exterior de Estados Unidos. 

La “guerra bacteriológica” es un arma sucia que forma parte del terrorismo al que EEUU no han renunciado pese a proclamarse hipócritamente paladín de la lucha contra el flagelo del terrorismo de la humanidad. No es descabellado pensar que Venezuela también pudiese ser blanco de ella, pues ya conocemos los intereses, objetivos y fines del poder imperial de Estados Unidos.

Pueblo venezolano, la principal arma de defensa que tenemos es la alerta, pero debemos cerrar filas al lado del Presidente Maduro, en su apoyo y respaldando sus denuncias, que como pueden haber leído antes, de los enemigos de la patria se espera cualquier cosa macabra, ya conocemos a sus jefes y como operan. 

Que a nuestra Revolución no le pique ni un zancudo! Por Chávez y junto a Maduro venceremos como ha vencido el pueblo cubano!!!

@MukasWeb

por Mukas el Dom 21 Sep 2014

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