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sábado, 6 de julio de 2013

Transgénicos. Aspectos socioeconómicos


No soy partidario de los transgénicos ni lo seré. Tengo una larga lista de post en contra de su cultivo y su consumo

Pero es justo que difunda otras voces que defienden su utilización para que cada uno juzgue en conciencia.


ARMAK de ODELOT



Transgénicos. Parte 1: Agricultura y Tecnología


La red está inundada por posiciones antitransgénicas
Este es el primero de una serie de artículos que abordarán un tema polémico donde los haya, el de los organismos modificados genéticamente (OMG´s) , más conocidos como transgénicos. 
La mayoría de las informaciones disponibles sobre el tema son abiertamente contrarias a los mismos, hecho que no considero un problema. 
Sin embargo, me preocupa la poca rigurosidad científica con la que se suele abordar el tema, prefiriendo  discursos tecnofóbicos y  clichés casi nunca contrastados a  citas bibliográficas o a los estudios con mayor respaldo de la comunidad científica.  
Sin considerarme un defensor de los transgénicos (no estoy a sueldo de Monsanto, actualmente cobro la prestación por desempleo), repasaré el tema de la forma más objetiva que pueda, usando en la medida de lo posible las conclusiones de informes independientes y dignos de crédito de organismos como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Consejo Internacional de Uniones Científicas y estudios científicos publicados en revistas de gran impacto.

Como sabrás, es en el sector de la agricultura donde más se ha desarrollado esta tecnología, por lo que centraré mi análisis en los cultivos transgénicos, dejando de lado a los animales y medicamentos obtenidos por ingeniería genética.
En este artículo hablaré sobre la agricultura en general y su relación con la tecnología. Trataré nociones básicas de genética para que entiendas los mecanismos de la biotecnología y de su denostada hija, la ingeniería genética. 
En un segundo post trataré sobre las repercusiones económicas y sociales de loscultivos transgénicos.Finalmente abordaré los efectos de los mismos sobre la salud humana y el medio ambiente.
Empecemos. Define el Diccionario de la RAE a la agricultura como la labranza o cultivo de la tierra. También como el arte de cultivar la tierra.
Queda claro por tanto que es una actividad humana, y como tal, en mayor o menor medida altera (destruye) los ecosistemas naturales, convirtiéndolos en agroecosistemas artificiales (ya sea una finquita ecológica en Tacoronte o una plantación de un millón de hectáreas de árboles de caucho en Malasia).

Los orígenes de la agricultura se remontan al Neolítico, aproximadamente hace 10.000 años, donde de forma independiente grupos de cazadores-recolectores recogieron plantas silvestres del medio natural para cosecharlas y recolectarlas de forma planificada (el trigo entre el Éufrates y el Tigris, el arroz en Asia, el maíz en América, etc.). 
Del mismo modo abandonaron la caza por la domesticación de especies animales salvajes para su aprovechamiento, dando lugar a la ganadería. 
Puede decirse que estos hechos establecieron un antes y un después en la relación entre el ser humano y su medio ambiente.
¿Dónde está lo ecológico?
Ni siquiera en sus comienzos la agricultura tuvo un carácter “natural” o “ecológico”. 
Quemar bosques, introducir gatos salvajes domesticados para controlar las poblaciones de roedores o inundar un cultivo con el agua procedente de las crecidas de los ríos… son actividades antiguas propias de la agricultura, pero tan artificiales como el colacao sin grumos. 
Más adelante trataré de explicar por qué veo más conveniente usar el término agricultura sostenible en lugar de agricultura ecológica.
La agricultura creció al lado de la tecnología (1). 
La RAE define a esta como el conjunto de teorías y técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico. 
Desde las primeras civilizaciones en Oriente Medio, pasando por el antiguo Egipto y el Imperio Romano, todas ellas introdujeron innovaciones como los útiles de labranza, el arado tirado por bueyes, el barbecho, nuevas técnicas de abono y sofisticados sistemas de regadío.
Arado rudimentario
En la Edad Media la incorporación de arados más pesados permitió un cultivo más profundo de los suelos en el norte de Europa. 
Se perfeccionaron los aperos agrícolas, como trillos, hoces y guadañas. 
Combinaron el barbecho con la rotación de cultivos.
 Los musulmanes supieron adaptar la agricultura a las zonas áridas mejorado la eficiencia de los sistemas de regadío.
Los avances científicos y tecnológicos que impulsaron la segunda revolución industrial también dejaron su impronta en el sector agrícola, dando lugar a la llamada “agricultura científica”. 
Los primeros estudios científicos sobre la nutrición de las plantas por parte del químico alemán Von Liebig (2) le llevaron a la  fabricación del primer fertilizante nitrogenado en 1840. 
El uso de abonos químicos (nitratos, fosfatos, etc.), la mecanización y los estudios científicos en edafología y la ingeniería agrícola transformaron por enésima vez la agricultura.


Ya entrados en el siglo XX tuvo lugar la Revolución Verde (3), que supuso un salto cualitativo en la tecnificación de la agricultura en todo el mundo con la aparición del tractor, la síntesis industrial de abonos, las semillas de alto rendimiento, etc.
En definitiva, los avances tecnológicos en agricultura consiguieron en estos 10.000 años no sólo asegurar la alimentación de millones de personas gracias al aumento de la productividad agrícola, sino la reducción del número de personas involucradas en la producción/procesamiento de alimentos. 
Esto permitió la diversificación de las actividades profesionales para enfrentar necesidades sociales que no estaban en principio directamente relacionadas con la supervivencia y que han mejorado la esperanza y calidad de vida de las personas (industria, comercio, educación, sanidad, etc.).
Imagínate por un momento que no existiera la mecanización, ni los fertilizantes, ni los plaguicidas. 
Casi toda la población tendría que estar ocupada en la agricultura, porque comer es lo primero, ¿no? No tendrías tiempo (ni ganas) de estar leyendo esto, ni yo de escribirlo. 
La industria, los servicios sociales, existen en la medida en que la agricultura se tecnificó.
Los problemas de espalda mejoraron con el tractor
Ahora debo hacer un alto en el camino  antes de entrar en el tema. En el siglo XIX Charles Darwin enunció su teoría de la evolución por selección natural (4), la cual ha sido hasta el momento la que mejor concuerda con la realidad biológica. 
Aquí lo explico con más detalle, pero básicamente afirma que las especies (y los individuos dentro de ellas) “cambian” a lo largo de las generaciones debido a las presiones ambientales. 
Como el ambiente no es homogéneo en el espacio y tiempo, las especies han ido diferenciándose hasta configurar la actual biodiversidad.
Pero el ser humano, a pesar de ser producto de la selección natural, es una especie que no sólo se ha adaptado fantásticamente al medio, sino que incluso lo ha adaptado y modificado según sus intereses. 
En el momento en que lxs primerxs agricultorxs recogieron ejemplares silvestres para cultivarlos, empezaron a aplicar una selección distinta a la natural sobre dichas especies, de tal modo que generación tras generación fueron seleccionando las plantas que mejor satisfacían sus necesidades. 
Se han adaptado a los agroecosisetmas que el ser humano ha creado. Es lo que se conoce como selección artificial: 
Sin saberlo, el ser humano llevaba haciendo uso de la ingeniería genética desde que se cansó de ser cazador recolector.


Era evidente que lxs viejxs agricultorxs escogían las plantas en función de las características morfológicas y nutritivas que les interesaban, pero ¿qué pasaba en el interior de los organismos para que unas especies fueran distintas a otras? 
¿Por qué esas diferencias entre distintos ejemplares de la misma especie?
Darwin explicó la evolución de las especies “por fuera”, simplemente porque el conocimiento científico de la época aún no disponía de las herramientas necesarias para encontrar la molécula de la herencia, el famoso Ácido DesoxirriboNucleico (ADN). 
Retomando las leyes de la herencia genética de Mendel (5), los genetistas del siglo XX descubrieron que todo aquello que somos y nos define se halla a buen recaudo codificado en las moléculas de ADN de los núcleos de cada una de las millones de millones de células que forman nuestros cuerpos.
Mendel
Algunas porciones del ADN, llamadas genes, tienen la información necesaria para sintetizar proteínas. 
Formadas por unas unidades más pequeñas denominadas aminoácidos, son moléculas que cumplen gran variedad de funciones en los seres vivos: hormonales (testosterona), estructurales (queratina), defensivas (anticuerpos), etc. 
En la naturaleza, salvo los casos de especies de reproducción asexual o el de los gemelos monocigóticos en la reproducción sexual, todos los individuos dentro de una misma especie son genómicamente diferentes: comparten la mayoría de los genes, pero nunca serán idénticos. 
Esta ligera variación dentro de las especies es la que han usado lxs agricultorxs históricamente, han seleccionado los ejemplares con características más interesantes para el consumo (mayor tamaño, resistencia a plagas, semillas más nutritivas), de tal manera que los genes causantes de esas características son perpetuados en el tiempo de manera artificial.
El 25 de Abril de 1953, 94 años después de la publicación de “El Origen de las Especies” de Darwin, se publicó en Nature un escueto artículo en el que se describía la estructura del ADN (Firmado por Watson y Crick, sin el reconocimiento a Franklin)(6)
El círculo se cerró y se dio el pistoletazo de salida para el desarrollo de la ingeniería genética, cuya aportación en especial al campo de la medicina ha salvado la vida a millones de personas en las últimas décadas.
Waston y Crick
La ingeniería genética es sólo la rama más reciente de la biotecnología. 
El Convenio sobre la Diversidad Biológica de 1992 (7) define a esta como “toda aplicación tecnológica que utilice sistemas biológicos y organismos vivos o sus derivados para la creación o modificación de productos o procesos para usos específicos.”
Algunas aplicaciones de la biotecnología, como la fermentación y el malteado, se han usado durante milenios. Otras son más recientes, pero están igualmente consolidadas. 
Durante decenios se han utilizado microorganismos como fábricas vivas para la producción de antibióticos destinados a salvar vidas humanas, entre ellos la penicilina obtenida a partir del hongo Penicillium
Los detergentes modernos se basan en enzimas producidas por métodos biotecnológicos. 
La producción de muchos quesos se consigue gracias a levaduras biotecnológicas y la insulina humana para lxs diabéticxs se segrega de una bacteria gracias a la biotecnología (8).

Síntesis de insulina transgénica
En la agricultura, la biotecnología (9) se ha utilizado para resolver problemas en todos los aspectos de la producción  y elaboración agrícolas, incluidos el fitomejoramiento para elevar y estabilizar el rendimiento, la mejora de la resistencia a las plagas, animales y condiciones abióticas adversas como la sequía y el frío, y el aumento del contenido nutricional de los alimentos.
Como dije antes, lxs agricultorxs han manipulado la estructura genética de las plantas desde hace más de 10.000 años. Manejaron durante milenios el proceso de domesticación a través de numerosos ciclos de selección de los individuos mejor adaptados a las necesidades humanas. 
Esta explotación de la diversidad natural en los organismos vegetales ha proporcionado los cultivos existentes, que a menudo difieren radicalmente de sus antepasados silvestres.

El objetivo de lxs genetistas y biotecnólogxs modernxs es el mismo que el de lxs primerxs agricultorxs: 
Producir cultivos con las características deseadas. 
El mejoramiento convencional, por selección artificial a lo largo de las generaciones, ha logrado introducir en los cultivares características procedentes de variedades domesticadas o silvestres afines, pero es un proceso lento y difícil, que requiere mucho tiempo y dinero (y que tenía la limitación de cruzar solamente especies lo suficientemente emparentadas como para producir descendientes viables).
 La biotecnología puede lograr que la aplicación de métodos convencionales de mejoramiento sea más eficaz.

Concretamente las técnicas de recombinación del ADN, también denominadas de ingeniería genética (10),están avanzando a pasos agigantados. 
Consisten en la modificación de la estructura genética de un organismo mediante la transferencia de ADN de otro organismo sin que exista reproducción sexual. 
Los transgénicos, u organismos modificados genéticamente (OMG), se obtienen mediante esta técnica.
En plantas, el método al que se recurre con más frecuencia en la ingeniería genética es el que utiliza como vector la bacteria del suelo Agrobacterium tumefasciens (11). 
Los genetistas insertan el gen o genes deseados en la bacteria y seguidamente infectan a la planta hospedante. Los genes deseados se transmiten a ésta junto con la infección. 
Una vez en el núcleo celular, estos genes foráneos dan las instrucciones para sintetizar nuevas proteínas cuyas propiedades estábamos buscando. 
Este método se utiliza principalmente con especies dicotiledóneas como el tomate y la papa. 
Algunos cultivos, en particular las especies monocotiledóneas como el trigo y el centeno, no son naturalmente susceptibles de transformación por medio de A. tumefasciens, en cuyo caso se aplica una técnica consistente en  revestir el gen deseado con partículas de oro o tungsteno y utilizar un “lanzagenes” para conseguir que el gen penetre a gran velocidad en el organismos hospedante.
Plantas resistentes a insectos
Existen tres formas de obtener cultivos modificados genéticamente:
·         Mediante transferencia entre organismos distantes, en que se transfieren genes entre organismos pertenecientes a diferentes reinos (por ejemplo, de bacterias a plantas).
·         Mediante transferencia entre organismos cercanos, en que se transfieren genes de una especie a otra del mismo reino (por ejemplo, de una planta a otra).
·         Mediante un “retoque”, en que se manipulan genes ya presentes en el genoma del organismo para modificar el nivel o la modalidad de expresión.
Una vez transferido el gen, el cultivo debe ser sometido a una prueba  para cerciorarse de que el gen se expresa debidamente y se mantiene estable a lo largo de varias generaciones de mejoramiento. 
Los resultados de esta selección previa suelen ser más satisfactorios que los del cruzamiento convencional, porque se conoce la naturaleza del gen, se dispone de métodos moleculares para determinar su localización en el genoma y se evita el “efecto secundario” de la expresión de genes no deseados.
La mayoría de los cultivos transgénicos plantados hasta la fecha sólo incorporan un número muy limitado de genes destinados a conferir resistencia a insectos (12) o tolerancia a herbicidas (13).
 Se han obtenido algunos cultivos  transgénicos y algunas características de mayor interés potencial para los países en desarrollo, pero éstos todavía no se han distribuido comercialmente. 
En el siguiente artículo ahondaré en estos aspectos.
Cultivo resistente a herbicidas
La mejora nutricional de los cultivos puede contribuir de manera significativa a reducir la malnutrición por carencia de micronutrientes en los países pobres. 
La aplicación conjunta de diversas biotecnologías puede impulsar en bioenriquecimiento, es decir, la obtención de alimentos con un contenido nutricional mejorado. 
El famoso arroz dorado (14) transgénico contiene tres genes exógenos (dos del narciso y un de una bacteria) que producen provitamina A. 
Se están produciendo otros alimentos nutricionalmente mejorados, como aceites con un menor contenido de ácidos grasos perjudiciales. 
Además, se están modificando alimentos que con frecuencia producen alergias (trigo sin gluten (15), maní, soja, arroz, etc.) para reducir su contenido de compuestos alergénicos. 
La vitamina A es esencial para la vista
Del mismo modo están en proceso de investigación cultivos que se conservan más tiempo, otros ricos en antioxidantes, plantas tolerantes a suelos salinos, a temperaturas extremas, al aluminio en suelos ácidos, etc.(16). 
El potencial de la ingeniería genética aplicada a la agricultura no puede ser obviado.
En los últimos años han aparecido muchos seguidores de lo que se denomina “agricultura ecológica”, alegando ser una alternativa más natural y respetuosa con el medio ambiente que la agricultura convencional. 
Sinceramente no sé cual es el significado de ecológico, porque hay tantas definiciones disponibles como blogs de agricultura ecológica. Sé que la ecología es la disciplina científica que estudia las relaciones de los seres vivos con su hábitat (Haeckel 1869). 
Y que un ecosistema está conformado por los seres vivos de un lugar determinado, las interacciones entre ellos, el medio físico que les rodea y las interacciones entre el medio físico y los seres vivos (flujos de materia y energía).
Haeckel
No voy a volver a explicar por qué creo que ningún tipo de agricultura es natural. 
Pero lo de respetuosa con el medio ambiente creo que es una afirmación bastante osada, dada la escasa literatura científica que la respalda.
Yo prefiero usar el término agricultura sostenible (17), más consensuado y sobre el que se ha investigado de manera rigurosa. En líneas generales, es aquel tipo de agricultura que preserva  recursos tan frágiles como el suelo y el agua, reduce al mínimo la destrucción de los ecosistemas naturales, asegura la producción de alimentos (18), el bienestar de lxs productorxs y la viabilidad de las empresas agrícolas, todo ello a largo plazo y de manera predecible.
¡Toma ya! ¿Existe en la actualidad ese tipo de agricultura? Ni de coña, muchas actividades agrícolas están produciendo la erosión o pérdida de suelo fértil, la destrucción de cada vez más superficie de ecosistemas naturales, la eutrofización  de ecosistemas debido al trasvase de fertilizantes a los acuíferos (19) y la contaminación de ecosistemas por un uso irresponsable de plaguicidas y herbicidas.
En el plano socioeconómico, 870 millones de personas sufren hambre crónica en mundo, y otros muchos millones padecen carencias de micronutrientes, forma insidiosa de malnutrición causada por la mala calidad de la alimentación habitual o por la falta de diversidad de ésta (20). 
Y en cuanto a la situación de los agricultores en el mundo, sigue siendo una de las actividades económicas más penosas y peor remuneradas en el mundo actual, desarrollándose en condiciones de pobreza.
Obviamente la agricultura sostenible debe estar impulsada por una voluntad política clara que se concrete en medidas sociales y económicas. 
Pero en el aspecto más material debe apoyarse en la tecnología basada en los conocimientos ecológicos, químicos, biológicos, edafológicos, meteorológicos y computacionales. 
Sin ser la panacea, la tierra que está hoy en producción, la cual es más o menos del tamaño de América del Sur, debería ser del tamaño del continente americano entero si no se emplearan los beneficios del rendimiento que se derivan de la tecnología. 
O lo que es lo mismo, si se emplearan las prácticas de la agricultura de subsistencia o la ecológica.
Es por ello que creo que la sostenibilidad en el campo de la agricultura no será posible sin la incorporación de los avances científico-tecnológicos.
Y yendo al grano: ¿Con esta somera descripción de la biotecnología agrícola y los transgénicos trato de insinuar que son tecnologías buenas para el ser humano? 
¿O tal vez esclavizan y someten al ser humano?
Hace ya tiempo que las canas, las arrugas y la pátina del tiempo me alejaron de simplificaciones infantiles. 
Naturalmente la respuesta a esas dos preguntas es “depende”. Antes definimos a la tecnología como “aplicación” o “herramienta”. 
¿Se te ocurren cuantas cosas podrías hacer con un martillo? 
¿Tiene poder un fabricante de martillos que un mundo lleno de clavos? ¿Qué beneficia más a la sociedad, dar martillos a los carpinteros o a los antidisturbios?
El otro día me lancé unas arepas de mechada transgénicas
La ciencia y la tecnología han causado muerte y destrucción a lo largo del siglo XX porque han sido usadas por las clases gobernantes para afianzar sus privilegios. 
Las líneas de investigación, las formas de propiedad y los beneficios de la tecnología hasta ahora han respondido a intereses individuales, privados.
Pero también las conquistas históricas de la clase trabajadora han conseguido presionar para que los avances científico-técnicos satisfagan las necesidades de la mayoría de la población. 
El desarrollo de las vacunas, la potabilización del agua, la energía nuclear aplicada a la medicina, son algunos ejemplos que demuestran un uso ético y socialmente comprometido de los avances en ciencia y tecnología cuando están impulsados por el sector público.
Por eso creo que la biotecnología por sí sola no resolverá el hambre en el mundo ni tampoco implicará necesariamente la mejora de las condiciones de vida de lxs agricultorxs, ni la sostenibilidad de la agricultura. 
Pero en las manos adecuadas sí que podría ayudar a la consecución de estos objetivos. 
Citas:



Transgénicos. Parte 2: 

Aspectos socioeconómicos



Maíz Bt
Las opiniones que más calan sobre los transgénicos suelen ser las más sencillas y emocionales, aquellas que repiten machaconamente un mensaje de forma tan insistente que acaba convirtiéndose en dogma(1). 

Sobre los aspectos económicos y sociales, por ejemplo, parece  que Monsanto, multinacional estadounidense, domina el mercado mundial obligando a lxs agricultorxs a comprar sus semillas. 

También parece ser de dominio público que esta empresa privada obtiene beneficios estratosféricos, los cuales no son vistos por lxs agricultorxs, a lxs que no les queda otro remedio que saldar sus deudas con el suicidio (2).

Si te sientes satisfechx con esta explicación, no sigas leyendo. ¿Pa qué? 

Ya tienes tu enemigo y algo por lo que luchar. 

Pero si crees que la realidad es mucho más compleja que una frase de libro de autoayuda, te animo a que indaguemos un poco en la vasta información existente al respecto.

En el anterior artículo dejé clara la indisoluble relación entre agricultura y tecnología, dando a entender que esta última, dependiendo de en manos de quién esté, tendrá unos fines u otros (3). Me explico mejor con un ejemplo histórico reciente:
Revolución Verde vs. Revolución Biotecnológica.


La Revolución Verde (4) de finales de los 60, que permitió salir de la pobreza a millones de personas, se produjo gracias a un programa internacional de investigación agrícola realizado por instituciones públicas y específicamente orientado a crear tecnologías y transferirlas libremente al mundo en desarrollo como bienes públicos. 

La Revolución Verde puso al alcance de millones de pequeñxs agricultorxs, inicialmente en Asia y América Latina, pero más tarde también en África, variedades semienanas de trigo y arroz de alto rendimiento, obtenidas con métodos convencionales de mejoramiento. 

Así produjeron más grano y obtuvieron tallos más cortos con los que pudieron responder a mayores niveles de fertilizantes y agua. 

Estos cultivares semienanos se pusieron libremente a disposición de lxs fitogenetistas de países en desarrollo que los adaptaron a las condiciones locales de producción

Por esa razón se creó el Grupo Consultivo sobre Investigación Agrícola Internacional (GCIAI)(5), expresamente encargado de generar beneficios tecnológicos indirectos, especialmente para los países que no estaban en condiciones de obtener pleno provecho de sus inversiones en investigación.

 Los países que pudieron aprovechar en mayor medida las oportunidades que ofrecía la Revolución Verde fueron los que tenían ya, o crearon rápidamente, una amplia capacidad nacional de investigación agrícola. 

Lxs investigadorxs de esos países pudieron realizar las adaptaciones locales necesarias para que las variedades mejoradas cumplieran las necesidades de sus agricultorxs y consumidorxs. 

Desde entonces resultó evidente que la capacidad nacional de investigación aumenta las posibilidades que tiene un país de importar y adaptar tecnologías agrícolas elaboradas en otro lugar y crear aplicaciones que satisfagan las necesidades locales.

 La Revolución Biotecnológica, por el contrario, desde sus inicios en los años 80, fue impulsada en gran medida por el sector privado. 

La investigación pública contribuyó a establecer los principios científicos básicos en que se basó posteriormente la biotecnología agrícola, pero la mayor parte de las investigaciones aplicadas y casi todo el aprovechamiento comercial corrieron a cargo del sector privado. 

Obviamente el mundo de la investigación no se libró de la oleada neoliberal liderada por Reagan y Tatcher, en la que se desmanteló el Estado del Bienestar reduciendo el peso de las empresas públicas a través de las privatizaciones. 

En cualquier manual de introducción a la economía dejan claro que el objetivo del sector privado no es la satisfacción de las necesidades de la población, sino la obtención de un beneficio. 

Es por ello que las líneas de investigación y la comercialización de variedades transgénicas siempre se orientaron a mercados rentables donde las economías podían pagar por los productos ofertados. 

Por tanto no es casualidad que los cuatro principales cultivos transgénicos sean la soja, el algodón, el maíz y la colza, productos que juegan un papel fundamental en las economías de los países desarrollados.


A la derecha algodón Bt
El mundo agrícola sufrió un giro radical con respecto a la Revolución Verde, en la que el sector público desempeñó un importante papel en la investigación y difusión de las tecnologías. 

Este cambio de paradigma tuvo importantes consecuencias en la índole de la investigación que se empezaba a realizar, los tipos de tecnologías que se elaboraron y el modo en que se divulgaron esas tecnologías. 

El predominio del sector privado en la biotecnología agrícola hizo temer en sus inicios que lxs agricultorxs de los países en desarrollo, especialmente lxs pobres, pudieran no sacar provecho de ella, ya sea porque no se pusieran a su disposición las innovaciones apropiadas o porque éstas fueran demasiado costosas. 

En parte así ocurrió, hasta hace unos pocos años.
Países emergentes: 
Nuevos intereses, mayor reparto de la riqueza
El Siglo XXI parió un mundo multipolar. 

Desde el derrumbe del bloque socialista, parecía que los Estados Unidos iban a disponer de un reinado de hegemonía económica durante unas buenas décadas. 

Sin embargo, nuevas potencias económicas de países del Sur le están haciendo frente, y por primera vez en la historia contemporánea están intentando rivalizar tecnológicamente con el mundo desarrollado. 

Estos países abarcan a la mayoría de la población mundial, y en la medida en que sus economías estén a la altura, sus habitantes podrán aspirar a una vida mejor. 

Y eso es lo que está pasando con la investigación biotecnológica.

El caso de China ha demostrado que la intervención del sector público en la investigación y desarrollo y en la entrega del algodón transgénico ha contribuido a garantizar que lxs agricultorxs pobres tengan acceso a las nuevas tecnologías y participen debidamente de sus beneficios económicos (6).

Desde que empezaron a investigar y comercializar con alimentos biotecnológicos, los datos de China, Argentina y Sudáfrica mostraron que lxs pequeños agricultorxs no tuvieron más dificultades que los grandes en la adopción de las nuevas tecnologías. 

En algunos casos parece que los cultivos transgénicos simplificaron los procesos de gestión, lo que favoreció a las explotaciones más pequeñas (7).

Aún así, pocos países en desarrollo o instituciones públicas internacionales disponen de los recursos necesarios para crear una fuente independiente de innovaciones biotecnológicas. 

China y Brasil han creado sólidas instituciones públicas dedicadas a la investigación y distribución de cultivos transgénicos en las que se pueden apoyar otros países de la región que no dispongan de la infraestructura pertinente. 

Por primera vez en la joven historia de la biotecnología agrícola, se investiga no para obtener beneficios, sino para mejorar la calidad de vida de las personas. 

Está claro que Monsanto va a lo que va, ahora se trata de que el sector público de estos países (

¿Y el de los nuestros?) investigue en los cultivos que más se consumen a nivel mundial, base nutricional de la población de los países pobres: 

Mandioca, papa, arroz, mijo y sorgo, entre otras. 

También están volcándose en las mejoras genéticas que más sufren en esos países: 

Tolerancia a la sequía, a suelos salinos, pobres en nutrientes, etc.


Maíz víctima de la sequía
Estos países están dando una lección al mundo entero. 

Están usando la tecnología no para enriquecerse, sino para asegurar la alimentación de sus poblaciones gracias a los aumentos de la productividad y bajos costes de los cultivos transgénicos. 

Hasta un país nada sospechoso de recibir sobornos de las multinacionales como lo es Cuba, empezó el año pasado a cultivar Maíz Bt, y dado el bloqueo económico al que está sometida desde hace más de cincuenta años por los Estados Unidos, no creo que le compre las semillas a Monsanto. 

También Rafael Correa, presidente de Ecuador, está decidido a eliminar de la Constitución el artículo que declaraba a Ecuador "país libre de transgénicos" (8)

Muchxs gobernantes están tomando conciencia de que no se puede frivolizar con la soberanía alimentaria, con la producción agrícola, con el hambre de la gente.
Impacto sobre las economías: Beneficios para agricultorxs y consumidorxs.


Agricultorxs


La primera consecuencia directa de la plantación de cultivos transgénicos sobre la economía de lxs agricultorxs es el aumento del rendimiento efectivo de los mismos con respecto a variedades convencionales. 

La mayoría de las modificaciones genéticas en los transgénicos están preparadas para producir toxinas que matan a las plagas que devoran los cultivos. 

Al no perderse parte de la producción, para un mismo trabajo, más cantidad de producto pueden poner en el mercado.

 En segundo lugar está la reducción de costos. 

Usando las variedades Bt, las que son resistentes a las plagas, se evita el uso de plaguicidas con el consecuente ahorro de dinero y trabajo. 

En el caso de usar variedades HT (Herbicide tolerance), éstas soportan el uso del glifosato, herbicida que elimina las malas hierbas. 

De este modo se ahorra el uso de otros tipos de herbicidas más caros y el tiempo y trabajo que antes se dedicaba a arrancar las malas hierbas puede ser dedicado a otras actividades más productivas.

 Por último pero no menos importante, con las variedades resistentes a las plagas, lxs agricultorxs dejan de exponer su salud a los compuestos presentes en los plaguicidas, algunos de los cuales en determinadas concentraciones pueden llegar a resultar tóxicos.
Fumigando sin la protección adecuada
De todos modos las ganancias de lxs agricultorxs pueden variar en el tiempo y en el espacio. Siempre hay que analizar los rendimientos y costos de cada cultivo transgénico comparándolo con los de otras prácticas posibles. 

No tiene sentido comprar semillas de maíz Bt en una zona donde apenas existen las plagas, estarías comprando semillas más caras por gusto. 

El caso de España es muy clarificador. 

Lxs agricultorxs que más sufren la plaga del taladro, en Aragón y Cataluña, son los que más maíz Bt plantan. 

Tiene que desconcertar a los movimientos antitransgénicos el hecho real de que a nivel estatal las hectáreas dedicadas al cultivo de maíz Bt aumenten cada año, en un contexto en el que la superficie total dedicada al maíz ha disminuido en la última década. 

Las explotaciones agrícolas que se pasan a los cultivos biotecnológicos son una minoría creciente, que han decidido libremente apostar por los transgénicos, sin chantajes, con el sentido común con que ven las cuentas a final de mes (9).

La situación de competencia/monopolio entre las empresas suministradoras de semillas afecta profundamente a los ingresos de lxs agricultorxs. 

Voy a poner como ejemplos la situación de lxs agricultorxs argentinxs y chinxs que plantaban algodón Bt en los primeros años de la década de los 2000. 

Lxs primerxs tuvieron márgenes de beneficio más estrechos que lxs segundxs debido a la situación monopólica que Monsanto tenía. 

Esta empresa, al no existir competencia, vendía las semillas a unos precios elevados (aunque aún así seguía siendo más rentable continuar con el algodón Bt que volver al algodón convencional). 

En China, por el contrario, Monsanto se encontró con el incómodo sector público representado por la Academia China de las Ciencias Agrarias, cuyas variedades de algodón Bt crearon una situación de competencia en el mercado de semillas que obligó a Monsanto a bajar los precios, con el consecuente beneficio para el sector agrícola chino (10).

Incluso en las entrañas del Imperio los datos desalientan a lxs amantes de las teorías conspiranóicas. 

Durante los primeros años de comercialización de la tecnología transgénica, Falk-Sepeda, Traxler y Nelson calcularon los efectos anuales de la adopción del algodón Bt en los Estados Unidos por lxs consumidorxs, productorxs y suministradorxs de semillas e insumos. 

Entre 1996 y 1998 los ingresos de lxs productorxs algodonerxs aumentaron en 105 millones de dólares al año como consecuencia de la adopción del algodón Bt, que redujo sus costos de producción y elevó los rendimientos efectivos. 

La industria, principalmente Monsanto y D&PL, ganó unos 80 millones de dólares gracias a las ventas de la tecnología Bt. 

El aumento de la producción de algodón redujo los precios finales, dando lugar a beneficios de unos 45 millones de dólares al año para lxs consumidorxs estadounidenses (11)

Con este dato sugiero que incluso en el peor de los escenarios lxs agricultorxs sacan beneficios.


A raíz de lo expuesto anteriormente quiero recalcar que los beneficios a lxs agricultorxs no vienen dados únicamente por las ventajas de la tecnología en sí. 

Estos además aumentan si existen empresas (públicas o privadas) que desarrollen cultivares ecológicamente específicos y adaptados localmente a las necesidades de la población. 

Y por supuesto no pueden estar sometidos a las distribuidoras de semillas. Se hace necesaria la implicación del sector público o empresas nacionales en los mercados de semillas y demás insumos relacionados con la biotecnología agrícola, con el fin de evitar situaciones monopólicas.


Consumidorxs


Lxs consumidorxs, o hablando más humanamente, las personas, se benefician en general de las innovaciones tecnológicas en la agricultura ya que bajan los precios y aumenta la calidad de los productos que compran. 

Aunque en lo que respecta a los precios, los requisitos reglamentarios, como el etiquetado obligatorio, la segregación en el mercado o el mayor número de pruebas y controles que tienen que superar con respecto a las variedades convencionales pueden hacer que los precios finales no sean tan bajos como deberían ser.

 Una de las principales consecuencias de la agricultura transgénica sobre la sociedad en general es que ayuda a asegurar el suministro alimentario a través del aumento de los rendimientos y la reducción de costos y superficie cultivable. 

No olvidemos que en 2050 seremos más de 9.000 millones de personas que necesitaremos un suministro de alimentos estable y de calidad (12). 

Si tuviéramos que arreglárnoslas con agricultura de subsistencia o agricultura ecológica (su variante pija y despreocupada) tendríamos que aumentar la superficie de cultivo hasta niveles insostenibles para el medio ambiente. 

Las nuevas tecnologías aplicadas a la agricultura, los mayores niveles de producción por hectárea de los cultivos transgénicos, pueden conseguir que el impacto ambiental sea mínimo aún a pesar de estar en disposición de alimentar a una población creciente.

 A día de hoy, sin contar con las investigaciones en nuevos cultivos y nuevas características genéticas que están en periodo de ensayos, se encuentran en el mercado variedades transgénicas de: 

Soja, algodón, maíz, colza, trigo, arroz, tomate, papa, tabaco, pimiento, caña de azúcar, remolacha, calabacín, chopo, ciruela, petunia, papaya, melón, lino, césped, endivia, clavel, judías y alfalfa (13).

 En cuanto a las nuevas propiedades de éstos, la mayoría de los cultivos anteriores contienen genes que confieren: 

Resistencia a plagas de insectos, tolerancia a herbicidas y resistencia a enfermedades producidas por virus. 

Además, hay una serie de modificaciones genéticas aplicadas a cultivos concretos: 

retraso de la maduración (tomate), reducción de nicotina (tabaco), soja que no produce ácido linoleico, propiedades antialérgicas (arroz), sistemas de control de la polinización (maíz, endivia), tolerancia a la sequía (caña de azúcar, maíz) y colza con alto contenido en ácido laúrico, etc.
Países productores de cultivos transgénicos

Hace algunos años se realizó una encuesta a nivel internacional para conocer las posiciones de la opinión púbica con respecto a la biotecnología transgénica, mostrando unos resultados reveladores (14)

Entre los más interesantes estaba el hecho de que la gente de América, Asia y Oceanía (unas tres quintas partes) acepta con mucha mayor probabilidad que la de Europa (sólo una tercera parte) que los beneficios de la biotecnología son superiores a los riesgos. 

Podría deducirse de estos datos que en general, las personas de países con ingresos más altos tienden a ser más escépticas sobre los beneficios de la biotecnología y a preocuparse más por los riesgos potenciales. 

Por ejemplo, la ciudadanía de países americanos de ingresos más altos, como Argentina y Chile, es más escéptica que los de países de ingresos menores, como República Dominicana y Cuba.

En general, la población de los países en desarrollo tendía más a apoyar la aplicación de la ingeniería genética para reducir el empleo de plaguicidas y herbicidas de síntesis.

Hablando en plata, las economías familiares de los países pobres son dramáticamente conscientes de que la calidad de vida de sus miembros puede mejorar con precios más bajos, con rendimientos mayores, con una producción alimentaria asegurada. 

Por el contario, la población de los países ricos es más reacia a la biotecnología agrícola porque hace mucho tiempo que han dejado de percibir como un riesgo real vivir situaciones de escasez alimentaria o pobreza. 

Podría decirse que es una cuestión de clase a nivel internacional, las economías familiares de los países ricos siempre podrán pagar por alimentos más caros derivados de rendimientos bajos, y nunca les faltará el suministro. 

Podrán comprar alimentos ecológicos a precio de caviar porque sus rentas son varias veces superiores a las de lxs habitantes de los países pobres. 

Además están muy tranquilxs porque aunque la oferta de agricultura ecológica sufra una caída (malas cosechas, aumento de la población) no se morirán de hambre, siempre podrán ir al super a comprar productos de agricultura convencional. 

Vamos, que cuando no te juegas la vida, los niveles de frivolidad pueden llegar a ser escandalizantes.





Si a todo ello unimos la escasa cultura científica de la sociedad, la presión y propaganda de los grupos antitransgénicos, el sensacionalismo de los medios de comunicación (que dan más cancha a estos que a las investigaciones de la comunidad científica) y la percepción de una supuesta relación entre transgénicos y multinacionales... tenemos un escenario nada sencillo para la implantación de estas tecnologías. 

Las políticas de la Unión Europea reflejan fielmente esta situación, vetando prácticamente el cultivo de transgénicos en territorio comunitario, basándose únicamente en argumentos emocionales en lugar de científico-económicos.

Curiosamente, las restrictivas políticas comunitarias, aplaudidas por asociaciones ecologistas como Greenpeace, benefician a las grandes multinacionales de la biotecnología (15)

A las grandes inversiones que hay que dedicar en investigación previa, ensayos de campo, etc., hay que añadir el precio de realizar un número exagerado de pruebas de inocuidad sobre la salud y el medio ambiente exigidas por la legislación europea. 

Estas medidas de seguridad estarían justificadas si hubiera indicios o evidencias científicas que las respaldaran. 

Pero tristemente están basadas en presiones, miedos, y demás elementos que no deberían regir en la gestión pública. 

En definitiva, tantas son las trabas, tantos los vetos de mercado, tanta la cantidad de dinero que se necesita para poder poner una variedad de cultivo transgénica en el mercado, que sólo las empresas multinacionales pueden aventurarse en semejante empresa. 

Las pequeñas y medianas empresas actualmente no pueden afrontar las inversiones necesarias, y las empresas públicas, en el contexto de recortes en que están inmersas, desgraciadamente tampoco (Hablo de la UE, ojo!).

Para terminar cito una serie de datos y cifras sobre la situación global del comercio de cultivos transgénicos en el 2012 (16):

· Un nuevo record de 170 millones de hectáreas de cultivos transgénicos se ha dado en 2012, con un crecimiento de un 6% respecto al 2011. 

En los 17 años de implantación no han dejado de crecer año tras año. Es la tecnología agrícola más rápidamente adoptada en la historia reciente.




·  170 millones de agricultorxs de 28 países han decidido pasarse al cultivo de transgénicos por los beneficios socioeconómicos y ambientales que generan.

 · De los 28 países que tienen cultivos biotecnológicos, 20 son países en vías de desarrollo y 8 países industrializados.

· Sudán y Cuba son los dos últimos países en permitir el cultivo de transgénicos. El primero algodón Bt y el segundo maíz Bt

· De los 17.3 millones de agricultorxs que plantaron en 2012 cultivos transgénicos, un 90% fueron agricultorxs de pocos recursos en los países pobres.

· El algodón Bt incrementó los ingresos de lxs agricultorxs significativamente con aumentos de 205 dólares por hectárea, reduciendo además a la mitad las cantidades de insecticidas, reduciendo la exposición de los agricultores a éstos.

· Al contrario de las predicciones de los años noventa, que declaraban prematuramente que los cultivos transgénicos estarían en manos de multinacionales de los países ricos, tenemos que en 2012 el 52% de los cultivos transgénicos están plantados en países en desarrollo. 
Durante el periodo 1996-2012 los beneficios acumulados fueron aumentando en los países pobres hasta llegar a los 49 mil millones de dólares comparado con los 48 mil millones de los países ricos.  

· En torno a un 25% de los cultivos poseen rasgos combinados, normalmente de resistencia a insectos y a herbicidas.

 · Los cinco países no desarrollados líderes en cultivos biotecnológicos son China, India, Brasil, Argentina y Sudáfrica.

 · Brasil va a aprobar la primera soja doblemente resistente a insectos y herbicidas en 2013. El EMBRAPA, la institución pública del sector, con mil millones de dólares de presupuesto, va a comercializar una variedad de judía local resistente a virus. Recordemos que las judías (frijoles) son un alimento básico en Latinoamérica.

· En la UE, sólo cinco países (España, Portugal, Repúblicas Checa y Eslovaca, y Rumanía) plantaron un 13% más de maíz Bt. España planta el 90% de este maíz, siendo un 30% del total de maíz plantado en el país.

 · El plan de aprobar en 2014 una papa biotecnológica resistente al tizón tardío, enfermedad que causó la gran hambruna irlandesa del siglo XIX, podría eliminar unas pérdidas estimadas de 1.500 millones de dólares anuales en la UE y de 7.500 millones de dólares en el mundo entero.

· Desde 1996 hasta 2011, los cultivos biotecnológicos han incrementado la producción valorada en 98 mil millones de dólares, han ayudado a aliviar la pobreza de 15 millones de pequeñxs agricultorxs y sus familias, aproximadamente 50 millones de personas. 
El 51% de esos beneficios fueron debidos a la reducción de costes de producción (menos pesticidas y eliminación del trabajo que implica arrancar las malas hierbas) y el 49% al aumento del rendimiento de las cosechas en 328 millones de toneladas.

· Perspectivas futuras. El primer maíz tolerante a la sequía será comercializado en Norteamérica en 2013. Este mismo año se plantará en Brasil la primera soja resistente a insectos y herbicidas. 
Pendiente de aprobación, el arroz dorado podría empezar a comercializarse en 2013/14 en Filipinas. La caña de azúcar resistente a la sequía es una posible candidata en Indonesia.
En el siguiente y último artículo de esta serie abordaré los impactos que los cultivos transgénicos tienen sobre la salud humana y el medio ambiente.

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